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       EXEGETICO Y EXPLICATIVO


                          DE LA BIBLIA


TOMO II: EL NUEVO TESTAMENTO


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                       [PAG. 667]

                                    LA EPISTOLA GENERAL DE SANTIAGO

INTRODUCCION

    Esta carta es llamada por Eusebio (Historia Eclesiástica, 2:23, cerca del año 330 de nuestra era) la primera de las
Epístolas Católicas; es decir, las escritas para circulación general, en distinción de las epístolas de San Pablo, que se
dirigían a iglesias y personas en lo particular. En los manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento, aun en
existencia, aquéllas se hallan antes de las epístolas de San Pablo. De las mismas, sólo dos son mencionadas por
Eusebio como universalmente reconocidas (“homologóumena”), a saber, la Primera de San Pedro y la Primera de San Juan.
Todas, sin embargo, aparecen en todo manuscrito existente del Nuevo Testamento completo.

     No es motivo de extrañeza el que las epístolas no dirigidas a iglesias particulares (y en especial una como la de
Santiago, dirigida a creyentes israelitas esparcidos) fueran por mucho tiempo poco conocidas. La primera mención de
ésta por su nombre, ocurre a principios del siglo tercero, en Orígenes (Comentario sobre San Juan 1:19; 4. 306), quien
nació cerca del año 185 y murió en el 254 de nuestra era. Clemente Romano la cita en su Primera Carta a los Corintios
cap. 10 con Santiago 2:21, 23, y cap. 11 con Santiago 2:25; Hebreos 11:31). El pastor de Hermas también cita Santiago
4:7. Se cree que Ireneo (Haereses, 4. 16. 2) se refiere a Santiago 2:23. Clemente de Alejandría comenta esta carta, según
Casiodoro. Efrem Siro (m. año 379; Opp. Graec. 3. 51) cita Santiago 5:1. Una prueba especialmente fuerte de su
autenticidad se halla en el hecho de que formaba parte de la antigua versión siríaca, la que no contiene ninguno de los
libros cuestionables (“Antilegómena”, Eusebio, 3. 25), excepto la Epístola a los Hebreos. Ninguno de los padres latinos la
cita antes del siglo cuarto; pero un poco después del Concilio de Nicea, fué admitida como canónica tanto por las
iglesias orientales como por las occidentales, y así declarada por los Concilios de Hipona y Cartago (año 397). Esto es
precisamente lo que había de esperarse; un escrito conocido sólo en parte al principio, con la posterior ampliación de
su circulación y un conocimiento mejor de las pruebas de su reconocimiento entre las iglesias apostólicas—las que
tenían hombres dotados del discernimiento de espíritus y capaces, por tanto, de distinguir entre escritos inspirados y
espúreos, llegó a ser aceptado universalmente. Tenidos un tiempo por dudosos, los libros disputados (Santiago, 2
Pedro, 3 Juan, Judas y Apocalipsis) al fin fueron universal e indubitablemente aceptados; de modo que ningún
argumento a favor de los Apócrifos del Antiguo Testamento puede deducirse del caso de aquéllos; en cuanto a éstos,
la Iglesia Judaica no tenía duda alguna; los tenía siempre por no inspirados.

     La objeción de Lutero a esta carta (“Epístola de paja, y desnuda de todo carácter evangélico”) se debió a su idea
errónea de que el capítulo dos se opone a la doctrina de la justificación por la fe, y no por obras, enseñada por San
Pablo. Pero los dos apóstoles, contemplando la justificación desde dos puntos de vista distintos, armonizan
perfectamente, y complementan mutuamente las definiciones el uno del otro. La fe precede al amor y a las obras del
amor; pero sin éstas, la fe es muerta. San Pablo trata la fe en la justificación del pecador delante de Dios; Santiago la
trata en la justificación del creyente evidentemente delante de los hombres. El error que ésta refuta era la noción
judaica de que la posesión y conocimiento de la ley de Dios los justificara, aun cuando la desobedecieran (ver 1:22 con
Romanos 2:17–25). Los textos 1:3 y 4:1, 12, claramente aluden a Romanos 5:3; 6:13; 7:23; 14:4. También el tenor del
capítulo dos, sobre la “justificación”, parece aludir a la enseñanza de San Pablo, con el propósito de corregir falsas
ideas judaicas de una categoría diferente de las que Pablo corregía, sin ser ignoradas las mismas por él tampoco
(Romanos 2:17, etc.).

    San Pablo (Gálatas 2:9) arregla los nombres “Jacobo, Cefas, Juan,” en el orden en que están las respectivas
Epístolas. El Jacobo (Santiago) que escribió esta Epístola (según los escritores más antiguos) es llamado (Gálatas 1:19)
“el her mano del Señor”. Era hijo de Alfeo, o sea Cleopas (Lucas 24:13–18) y María, hermana de la madre de Jesús.
Cotéjese Marcos 15:40 con Juan 19:25, que parece identificar a la madre de Jacobo el Menor, con la esposa de Cleopas,
no con la virgen María, hermana de la esposa de Cleopas. Cleopas es el hebreo; Alfeo es el modo griego de escribir el
mismo nombre. Muchos, sin embargo, como Hegésipo (Eusebio, Histo. Ecle.), distingue “al hermano del Señor” del
hijo de Alfeo. Pero el Evangelio según los Hebreos, citado por Jerónimo, representa a Jacobo, el hermano del Señor, como
presente en la Eucaristía, y por lo tanto idéntico con el [PAG. 668] apóstol Jacobo. Así el evangelio apócrifo de Jacobo.
En los Hechos, el Jacobo que fué puesto al frente en Jerusalén después de la muerte de Jacobo, hijo de Zebedeo, no se
distingue de Jacobo, hijo de Alfeo. No se le menciona como uno de los hermanos del Señor en Hechos 1:14; sino que
aparece como uno de los “apóstoles” (Gálatas 1:19). Se le llama “el Menor” (lit., el pequeño, Marcos 15:40), para
distinguirlo de Jacobo, hijo de Zebedeo. Alford considera a Jacobo, el hermano del Señor, autor de la epístola, como el
mayor de los hijos de José y María, después de Jesús (ver Mateo 13:55), y piensa que Jacobo hijo de Alfeo se distingue
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de él por el sobrenombre de “el menor.” Sus argumentos contra la identificación del hermano del Señor, obispo de
Jerusalén, con el apóstol, Jacobo el Menor, son: (1) Los hermanos del Señor no creían en él en un tiempo posterior al
llamamiento de los apóstoles, y por tanto, ninguno de ellos podía ser de los apóstoles (pero no se deduce de Juan 7:3,
5, que ni uno de ellos creyera); (2) La comisión apostólica fué de predicar el evangelio por todas partes, y no de ser
obispos en localidades particulares (pero es improbable que fuera obispo de Jerusalén uno que no fuese apóstol, al
cual aun los apóstoles rindiesen deferencia, Hechos 15:13–19; Gálatas 1:19; 2:9, 12. La última orden del Salvador de
predicar el evangelio por todas partes, no es inconsecuente con que cada uno tuviese una esfera particular de acción,
en donde fuese obispo misionero, como se dice que Pedro lo fué en Antioquía). (Nota del Trad: Es más probable que
este Jacobo sea el hermano uterino de Jesús. La “hermana de su madre” no era (otra) María, esposa de Cleopas, sino
Salomé, esposa de Zebedeo y madre de Juan. Eran cuatro las mujeres que estuvieron al pie de la cruz (Juan 19:25, con
Marcos 15:40, etc.) Es Pablo quien lo denomina “el hermano del Señor”, el cual hubiera usado otro término para
expresar “primo hermano.” Pablo distingue “a los hermanos del Señor” de los “demás apóstoles”, entre los cuales los
reconoce por destacados dirigentes (1 Corintios 9:5), y a uno de ellos por “columna” a la par de Pedro y Juan (Gálatas
2:9). Igualmente los distingue Lucas (Hechos 1:13, 14) y los evangelios. A este “incrédulo” hermano el Señor dispuso
una gracia especial, apareciéndole (1 Corintios 15:7), como tuvo igual misericordia de Saulo de Tarso, y los preparó a
ambos para un “apostolado” especial).

    Llevó el sobrenombre de “el Justo.” Había necesidad de sabiduría especial para predicar el evangelio de tal suerte
que no desestimara la ley. Como obispo de la iglesia de Jerusalén, escribe a las doce tribus, exponiéndoles el evangelio
en su aspecto de relación con la ley, reverenciada como era en sumo grado por los judíos. Como las Epístolas de Pablo
son un comentario sobre las doctrinas que manan de la muerte y resurrección de Cristo, así la Epístola de Santiago
tiene una íntima relación con las enseñanzas del Señor, en especial con el Sermón del Monte. En ambos, la ley se
representa cumplida en el amor; el lenguaje mismo es palpablemente similar (Compárese el 1:2 con Mateo 5:12; el 1:4
con Mateo 5:48; el 1:5 y 5:15 con Mateo 7:7–11; el 6:13 con Mateo 5:7 y 6:14, 15; el 2:10 con Mateo 5:19; el 4:4 con Mateo
6:24; el 4:11 con Mateo 7:1, 2; el 5:2 con Mateo 6:19). Toda la epístola respira la misma justicia evangélica que el
Sermón del Monte inculca como la suprema realización de la ley. El carácter mismo de Santiago de “el Justo”, o sea,
legalmente recto, lo predispone a esta coincidencia (ver el 1:20; 2:10; 3:18 con Mateo 5:20). También le quedaba bien
para la presidencia de una iglesia aun celosa de la ley (Hechos 21:18–24; Gálatas 2:12). Si había quien ganase a los
judíos para el evangelio, el más apto era éste, quien representaba el molde de la justicia del Antiguo Testamento,
combinada con la fe evangélica (ver también el 2:8 con Mateo 5:44, 48). La práctica, no la profesión, es la prueba de la
obediencia (ver 2:17; 4:17 con Mateo 7:21–23). Los pecados de la lengua, por leves que los mire el mundo, son ofensas
contra la ley del amor (ver el 1:26; 3:2–18 con Mateo 5:22; también “todo juramento”, 5:12 con Mateo 5:33–37).

    La ausencia de la bendición apostólica se debe probablemente al hecho de ser dirigida no meramente a los
creyentes, sino también indirectamente a judíos incrédulos. A aquéllos les encomienda la humildad, la paciencia y la
oración; a éstos les dirige amonestaciones horrendas (5:7–11; 4:9; 5:1–6).

     Jacobo murió como mártir en la pascua. Esta epístola fué escrita probablemente muy poco antes. La destrucción
de Jerusalén (predicha en el 5:1, etc.) sucedió un año después de su martirio, año 69. Hegésipo (citado por Eusebio,
2:23) narra que fué puesto sobre un pináculo del templo por los escribas y fariseos, que le rogaron que restringiera al
pueblo que en grandes números estaba abrazando el cristianismo. “Dinos—le dijeron en presencia de la multitud
reunida para la fiesta—, ¿cuál es la puerta de Jesús? Y Jacobo replicó: “¿Por qué me preguntáis tocante al Hijo del
hombre? Está sentado a la diestra del poder, y vendrá de nuevo sobre las nubes del cielo”. Muchos entonces
exclamaron: “¡Hosana al Hijo de David!” Pero Jacobo fué arrojado de cabeza por los fariseos; y [PAG. 669] orando:
“Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, fué apedreado y golpeado a muerte con un mazo de batanero.
Los judíos, como sabemos, se exasperaron por la liberación de Pablo de sus manos, y resolvieron por tanto vengarse
en la persona de Jacobo. La publicación de su epístola a los israelitas dispersos, llevada a ellos probablemente por los
que vinieron a las fiestas, hizo que lo aborrecieran, especialmente los de las clases altas, porque la carta predecía los
ayes que pronto les caerían encima así como a la patria de ellos. Su pregunta injuriosa: “¿Cuál es la puerta de Jesús?”
(eso es, ¿por cuál puerta entrará cuando vuelva?), probablemente alude a su profecía: a saber, “la venida del Señor se
acerca < he aquí el Juez está delante de la puerta” (5:8, 9). Hebreos 13:7 probablemente se refiere al martirio de
Jacobo, tanto tiempo obispo de los cristianos judíos de Jerusalén: “Acordaos de los que tienen (o tenían) el gobierno
(espiritual) sobre vosotros, que os hablaron la palabra de Dios, la fe de los cuales imitad, considerando cuál haya sido
el éxito de su conducta.”
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     Su inspiración como apóstol está expresamente señalada en Hechos 15:19, 25: “Yo juzgo <; ha parecido bien al
Espíritu Santo y a nosotros <” Su autoridad episcopal se distingue por la deferencia hacia él de parte de San Pedro y
San Pablo (Hechos 12:17; 21:18; Gálatas 1:19; 2:9). El Señor se le había aparecido a él en particular después de la
resurrección (1 Corintios 15:7). San Pedro en su primera epístola (universalmente reconocida desde el principio como
canónica), tácitamente confirma la inspiración de la Epístola de Santiago, por la incorporación en sus propios escritos
inspirados cuando menos de diez pasajes de Santiago. El “apóstol de la circuncisión” (San Pedro) y el primer obispo
de Jerusalén, naturalmente, tendrían mucho en común. Véanse el 1:1 con 1 Pedro 1:1; el 1:2 con 1 Pedro 1:6; 4:12, 13; el
1:11 con 1 Pedro 1:24; el 1:18 con 1 Pedro 1:3; el 2:7 con 1 Pedro 4:14; el 3:13 con 1 Pedro 2:12; el 4:1 con 1 Pedro 2:11; el
4:6 con 1 Pedro 5:5, 6; el 4:7 con 1 Pedro 5:6, 9; el 4:10 con 1 Pedro 5:6; el 5:20 con 1 Pedro 4:6. El hecho de estar dictada
en el griego más puro enseña que no se destinaba tan sólo a los judíos de Jerusalén, sino también a los helenistas, o
sean los judíos de habla griega.

    El estilo es corto, conciso y sentencioso. Un carácter hebraico atraviesa toda la Epístola, como aparece en los
paralelos poéticos ocasionales (3:1–12). Véase el 2:2: “asamblea,” marginal, sinagoga. Las imágenes son argumentos
analógicos, que combinan la lógica y la poesía. La elocuencia y el elemento de persuasión son características
prominentes.

     La similitud a Mateo, el más hebraico de los evangelios, no es sino lo que había de esperarse de parte del obispo
que en Jerusalén escribiese a israelitas. En dicho evangelio se ve el superior espíritu del cristianismo colocando la ley
judaica en su debido lugar. La ley se impone en su eterno espíritu, no en la letra, de la cual eran tan celosos los judios.
Las doctrinas de la gracia, rasgos distintivos de la enseñanza paulina para los helenistas y gentiles, son menos
prominentes, habiendo sido bien enseñadas ya por el apóstol. Santiago complementa a San Pablo, y enseña a los
cristianos judíos, que seguían guardando los ritos legales hasta la caída de Jerusalén, el principio espiritual de la ley, o
sea, el amor manifestado en la obediencia. Trazar el “hombre perfecto”, quien continúa en la ley evangélica del amor, es
el tema de la epístola.

    Nota: El traductor ha preferido emplear el nombre Jacobo y prescindir del título “San” en el cuerpo de la discusión,
pero retiene “Santiago” para denotar la Epístola, puesto que así aparece en todas las Biblias.

CAPITULO 1

     ENCABEZAMIENTO: EXHORTACION SOBRE EL OIR, EL HABLAR Y LA IRA. Este último tema se discute
también en 3:13–4:17. 1. Jacobo—un apóstol de la circuncisión, con Pedro y Juan; Jacobo en Jerusalén, Palestina y Siria;
Pedro en Babilonia y Oriente: Juan en Efeso y Asia Menor. Pedro escribe a los judíos esparcidos de Ponto. Galacia y
Capadocia; Jacobo, a los israelitas de las doce tribus esparcidas. siervo de Dios—no que no fuese apostol; pues Pablo,
un apóstol, también así se llama; pero escribiendo a los israelitas en general inclusive, si bien indirectamente, a los
incrédulos, humildemente omite el título de “apóstol”; lo hace Pablo también cuando escribe a los hebreos; asimismo
Judas, apóstol, en su Epístola General. y del Señor Jesucristo—término no mencionado más, salvo en el 2:1: ni
tampoco en sus discursos (Hechos 15:14, 15; 21:20, 21), por temor de que su mención frecuente del nombre de Jesús
pareciese motivada por la vanidad, por ser “el hermano del Señor” [Bengel]. Siendo práctica su enseñanza, más bien
que doctrinaria, requería la mención menos frecuente de Cristo. esparcidas—lit., “que están en la dispersión”. La
dispersión de los israelitas y su comunicación con Jerusalén como centro de la religión, fueron los medios
divinamente ordenados para la propagación del cristianismo. Los peregrinos de la ley se tornaron en caravanas del
evangelio [PAG. 670] (Wordsforth). salud—palabra no hallada en otra carta cristiana sino aquí y en la epístola del
sínodo de Jerusalén dirigida a las iglesias gentiles; coincidencia casual que indica la genuinidad. En el griego original
(chairein) por “salutaciones”, hay una relación con el “gozo”, al cual se les exhorta en medio de las miserias existentes
motivadas por la pobreza y la consiguiente opresión. 2. Hermanos míos—frase muy repetida por Jacobo, que denota
la comunidad nacional y la de la fe. sumo gozo—“todo gozo”, causa del mayor gozo [Grocio] Nada sino gozo
[Piscator]. Considerad que todas “las diversas tentaciones” son cada una asunto de gozo [Bengel]. cayereis—de
improviso, de modo de ser rodeados de ellas (así el griego original). tentaciones—no en el sentido limitado de
instigación al pecado, sino de pruebas y aflicciones de cualquier especie que prueban y purifican el carácter cristiano.
Ver “tentar”, eso es, atentar, Génesis 22:1. Algunos de aquellos a quienes escribe Jacobo estaban “enfermos,” o de otra
forma “afligidos” (5:13). Toda prueba posible al hijo de Dios es una obra maestra en la estrategia del Capitán de
nuestra salvación para el bien de él. 3. la prueba—el examen o comprobación de vuestra fe, es decir, por “diversas
tentaciones.” Ver Romanos 5:3: “La tribulación” obra paciencia, la paciencia obra experiencia (en el original: dokime,
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afín de dokimión: “comprobación” aquí; allí es “experiencia”; aquí comprobación, que produce experiencia).
paciencia—El original expresa más: fortaleza perseverante o continuación (Lucas 8:15). 4. Que esta perseverancia tenga
una obra perfecta (v. 3), eso es, que tenga su pleno efecto, demostrando el grado más perfecto de fortaleza, a saber “el
gozo de llevar la cruz” [Menoquio], y resistiendo hasta el fin (Mateo 10:22) [Calvino]. seáis perfectos—bien
desarrollados en todos los atributos del carácter cristiano. Para esto se requiere el “gozo” [Bengel], como parte de la
“obra perfecta” de la probación. La obra de Dios en un hombre es el hombre. Si las enseñanzas de Dios por la
paciencia han tenido una perfecta obra en ti, tú eres perfecto [Alford]. cabales—lo que tiene completas todas sus partes,
sin carecer de parte integral; 1 Tesalonicenses 5:23: “vuestro entero espíritu y alma y cuerpo”; pues “perfecto”
significa “sin mancha en sus partes. 5. Y si—El griego tiene “pero”, que es importante. “Pero (por cuanto esta perfecta
entereza sin carecer de nada es difícil de adquirir) si alguno <” tiene falta—como el vocablo está repetido (según el
uso de Jacob) del v. 4, “sin carecer de nada”, tradúzcase: “Si alguno de vosotros necesita sabiduría”, es decir, sabiduría
por la cual podáis “tenerlo todo por gozo cuando caigáis en diversas tentaciones”, y permitáis que “la paciencia tenga
su obra perfecta”. Esta “sabiduría” se demuestra detalladamente en sus efectos (3:17). La suprema sabiduría, que
gobierna la paciencia así en la pobreza como en la riqueza, se describe en los vv. 9, 10. demándela—(ver el 4:2.)
abundantemente—Con generosidad. Traducido “con simplicidad” en Romanos 12:8. Dios da sin agregar cosa alguna
que quite de la liberalidad de la dádiva [Alford]. Dios requiere la misma simplicidad de parte de sus hijos (Mateo 6:22:
“tu ojo < simple”). y no zahiere—una ilustración de cómo Dios da con simplicidad. Da al humilde suplicante, sin
reprocharle sus pecados pasados e ingratitud, ni su futuro abuso de la bondad de Dios. Los judíos rezan: “Que no
tenga yo necesidad de dádivas de los hombres, cuyos dones son pocos, mas sus censuras muchas; pero dame de tu
mano, amplia y llena”. Véase la petición de Salomón de “sabiduría,” y el don de Dios por encima de lo que pidió,
aunque Dios preveía que su futuro abuso de la bondad divina iba a merecer cosa muy dura. Jacobo tiene por delante
el sermón del monte (Véase mi Introducción). Dios oye la oración sincera, y concede, o la cosa pedida, o bien algo
mejor; de la manera que el buen médico tiene en cuenta el bien del enfermo mejor con negarle la cosa nociva que pide,
que con concederle algo momentáneamente agradable pero perjudicial. 6. pida en fe—eso es, en la persuación de que
Dios puede dar y dará. Jacobo empieza y termina con “fe”. Por la mitad de la epístola, quita los impedimentos de la
fe, y enseña el verdadero carácter de ella [Bengel]. no dudando—titubeando entre la confianza y la incredulidad.
Compárese el caso de los israelitas, que parecían creer en parte en el poder de Dios, pero que se inclinaban más hacia
la incredulidad con “limitarlo”. Por otra parte, comp. Hechos 10:20; Romanos 4:20 (“Tampoco < dudó con
desconfianza”); 1 Timoteo 2:8. semejante a la onda de la mar—Isaías 57:20; Efesios 4:14. “Llevados por doquiera de
todo viento de doctrina”. movida del viento—o “llevada” por fuerza exterior. echada—por fuerza interior, por su
propia inestabilidad [Bengel]. Ya echado sobre la ribera de la fe y la esperanza; ya arrollado al abismo de la
incredulidad; una vez, elevado a la cima del orgullo mundano, otra, arrojado a la arena de la desesperación y aflicción
[Wiesinger]. 7. pues—paralelo con “porque” del 1:6. tal hombre—el inestable, que se engaña a sí mismo. no piense—
La fe real es más que mera opinión o conjetura. ninguna cosa—es decir, de las que pide; muchas cosas recibe de Dios:
el alimento, el techo, etc., pero éstos son dones generales de la providencia; de las cosas impartidas especialmente en
respuesta a la oración, de ellas el inconstante no recibirá cosa alguna, y menos la sabiduría. 8. de doblado ánimo—lit.,
de doble alma, la una dirigida hacia Dios, la otra hacia otra cosa. El griego favorece la traducción de Alford: “El (el que
duda, v. 6) es un hombre de doble ánimo, inconstante <” o mejor, la de Beza. Las palabras del v. 8 están en aposición
con “el tal hombre” del v. 7; así que el verbo “es”, que no está en el original, no hace falta suplirlo: “Tal hombre <
hombre de doble ánimo, inconstante en todos sus caminos”. No es hipócrita lo que se quiere decir, sino hombre
inconstante, como demuestra el contexto. Es lo opuesto de “el ojo simple” de Mateo 6:22. 9, 10. Tradúzcase: “Pero
gloríese el hermano <” es decir, el mejor remedio contra el mal del doble ánimo es aquella simplicidad cristiana de
espíritu que permite que el “hermano” de humilde condición exterior “se regocije” (v. 2) “en su alteza,” de ser tenido
por hijo y heredero de Dios, siendo sus aflicciones mismas las arras de su gloria y corona venideras (v. 12); y que el
rico pueda “regocijarse en su humillación”, siendo despojado de sus bienes por amor de Cristo [Menoquio]; o en ser
humillado en espíritu mediante las pruebas providenciales, lo que es motivo verdadero de regocijo [Gomaro]. El
intento de la [PAG. 671] Epístola es reducir todas las cosas a una base uniforme (cap. 2:1; 5:13). Al “bajo” con
preferencia al “rico” se le llama “el hermano” (Bengel). En cuanto uno sea “rico” meramente en bienes mundanos, “él
se pasará”; en cuanto su carácter predominante es el de un “hermano,” él “permanece para siempre” (1 Juan 2:17).
Esta interpretación responde a todas las objeciones de Alford a que se tome “el rico” aquí como “hermano” en
cualquier sentido. Para evitar hacerle hermano al rico, él traduce: “Pero el rico se gloria en su bajeza”, es decir, en lo
que resulta ser su “humillación” (su riqueza, Filipenses 3:19), así como se dice al pobre que se regocije en lo que es en
realidad su exaltación (su condición humilde). 11. Tomado de Isaías 40:6–8. con ardor—más bien, “con el viento
caluroso” desde el este o del sur, el que quema la vegetación (Lucas 12:55). “El ardor” del sol no está en su salida, sino
más bien al mediodía; mientras que el ardoroso viento kadím sopla a menudo al amanecer (Jonás 4:8). [Middleton, El
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Artículo Griego] Mateo 20:12 emplea el sustantivo por calor. Isaías 40:7: “La hierba se seca < porque el viento < sopló”
parece corresponder al viento ardiente aquí. en todos sus caminos—indica el grado embarazoso de los planes del rico
[Bengel]. Compárese “sus caminos”, es decir, su curso de vida, su conducta (v. 8). 12. Bienaventurado—Comp. el
Sermón del Monte, Mateo 5:4, 10, 11. sufre la tentación—No el “caer en diversas tentaciones” (v. 2) es el motivo de la
bienaventuranza, sino el soportar la prueba “hasta el fin”. Véase Job 5:17. cuando fuere probado—lit., “una vez
aprobado”, cuando haya pasado por la prueba (v. 3), habiendo su “fe” ganado finalmente la victoria. la corona—no
aludiendo a la corona o guirnalda dada a los ganadores en los juegos; porque ésta, una alusión natural para Pablo al
escribir a los gentiles, entre los cuales tales juegos existían, sería impropia para Jacobo, quien se dirige a cristianos
judíos, que miraban las costumbres gentílicas con repugnancia. de vida—“de la vida”; la “vida” constituye la corona,
la sola vida verdadera, la suprema, la vida eterna. La corona sugiere un reino (Salmo 21:3). Dios—omitido de los
mejores manuscritos y versiones; otros interpolan “el Señor”. El corazón del creyente suple la omisión, sin necesidad
de que se mencione el nombre. El “fiel que ha prometido” (Hebreos 10:23). a los que le aman—En 2 Timoteo 4:8, “la
corona de justicia a los que aman su aparición”. El amor produce la paciente resistencia; nadie evidencia mejor su
amor que los que sufren por él. 13. Cuando … tentado—probado por la solicitación al mal. Hasta aquí se trataba de la
“tentación” en el sentido de prueba, la probación por medio de las aflicciones. Que nadie piense que Dios le imponga
una necesidad inevitable de pecar. Dios no os envía pruebas a fin de haceros peores, sino mejores (vv. 16, 17). Por
tanto, no os dejéis hundir bajo la presión del mal (1 Corintios 10:13). de Dios—por intermedios que de él procedan. El
griego no dice “tentado por Dios”, sino “tentado de Dios”, lo que denota agencia indirecta. no puede ser tentado de los
malos—o bien. “de males,” o lo malo: ni tientan a Dios ningunos de nuestros pecados a seducirnos a cosas peores, ni
él mismo tienta a nadie de su voluntad” (lit., de sí mismo: comp. la antítesis del 1:18: “De su (propia) voluntad nos ha
engendrado” a santidad, cuán lejos está de tentarnos por su propia voluntad) [Bengel]. En Génesis 22:1 se dice que
Dios “tentó a Abrahán”, pero allí la tentación significa probación, y no seducción. Alford traduce según el sentido
ordinario del griego: “Dios no está versado en el mal”. Pero así se nos da un sentido menos probable, y el de nuestra
versión, probablemente, es el verdadero; pues el griego eclesiástico a menudo usa palabras con sentido nuevo, según
las nuevas verdades que debe enseñar. 14. Todo hombre, cuando es tentado, lo es por la atracción (aquí, como en el v.
13, la preposición apo expresa procedencia más bien que la agencia de la tentación) de sus propias concupiscencias. La
causa del pecado está en nosotros mismos. Ni aun las sugestiones de Satanás nos ponen en peligro, sino cuando las
hacemos nuestras. Cada uno tiene sus propias concupiscencias peculiares (así el griego), que surgen de su propio
temperamento y hábitos. Se origina la concupiscencia en el pecado innato en el hombre, heredado de Adán. atraído—
el primer paso en la tentación: desviado de la verdad y de la virtud. sebado—lit., enganchado por el cebo, como el
pescado. El segundo paso: el hombre se permite (como expresa la voz media del griego) ser inducido al mal [Bengel].
La “concupiscencia” está aquí personificada, como la ramera que seduce al hombre. 15. La unión culpable se efectúa
cuando la voluntad abraza a la tentadora. “La concupiscencia”, la ramera, entonces “pare el pecado” a saber, aquel
pecado al cual la tentación inclina. Luego el pecado especificado (así denota el griego), “siendo cumplido, engendra
muerte”, de la cual estaba todo el tiempo preñado [Alford]. Esta “muerte” está en marcado contraste con la “corona
de la vida” (v. 12), el blanco de la “paciencia” y perseverancia, cuando tenga su obra perfecta. El que pretende pelear
contra Satanás con las armas de Satanás, no debe maravillarse si se ve sobrepujado. Destrúyase el pecado en la
simiente de la concupiscencia. 16. no erréis—atribuyendo a Dios la tentación al mal; antes, al contrario (sigue
demostrando que) “todo bien”, todo lo bueno proviene de Dios. 17. dádiva … don—Vocablos distintos: (1) el acto de
dar, o el don en la iniciación: (2) la cosa dada, el don hecho perfecto, cumplido. Como la dádiva está parangonada con
el “pecado” en su iniciación, así el “don perfecto” se contrasta con “el pecado < cumplido”, que engendra muerte (2
Pedro 1:3). de lo alto—(ver el 3:15). Padre de las luces—El Creador de las luces del cielo (ver Job 38:28 [Alford]; Génesis
4:20, 21; Hebreos 12:9). Esto concuerda con la referencia a los cambios en la luz de los cuerpos celestiales, referidos al
final del versículo. También, el Padre de las luces espirituales en el reino de gracia y de gloria. Estas se tipificaban por
las luces sobrenaturales en la coraza del sumo sacerdote, el Urim. Por cuanto “Dios es luz, y en él no hay tinieblas
algunas” (1 Juan 1:5), él no puede en manera alguna, ser el autor del pecado (v. 13), el cual es tinieblas (Juan 3:19).
mudanza ni sombra de variación—Malaquías 3:6). Ningunas de las variaciones que sufren las “luces” físicas, ni de las
que pueden sufrir las espirituales, se aplican a Dios. “Sombra de variación”, como la sombra arrojada por un astro
sobre otro, al salir de su revolución, por ejemplo, cuando la luna es [PAG. 672] eclipsada por la sombra de la tierra, y
el sol por el cuerpo de la luna. Bengel llega aquí a un punto culminante: “no hay variación ni sombra (sugestión) de
alteración”: denotando lo primero un cambio de comprensión; lo segundo, de la voluntad. 18. (Juan 1:13). La
regeneración del creyente es el ejemplo supremo que prueba que nada sino el bien procede de Dios. de su voluntad—
Porque le plugo (lo que demuestra que la naturaleza esencial de Dios es hacer el bien, no el mal), no inducido por
causa exterior alguna. nos engendró—espiritualmente; un hecho una vez por todas consumado (1 Pedro 1:3, 23). En
contraste con la concepción de la concupiscencia y el nacimiento del pecado, causante de la muerte (v. 15). La vida
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sigue naturalmente en contacto con la luz (v. 17). la palabra de verdad—el evangelio. El medio objetivo, como la fe es
el medio apropiador de la regeneración, por el Espíritu Santo como el agente eficiente. primicias—Ciertas, o alguna
clase de primicias. Respecto a la resurrección, Cristo es las primicias (1 Corintios 15:20, 23); los creyentes, con respecto
a la regeneración, son, como pudiéramos decir las primicias (figura de la consagración del primogénito de hombre,
ganado, y frutos a Dios, familiar a los lectores judíos) eso es, ellos son las primeras de las criaturas regeneradas de
Dios, y las arras de la regeneración final de la creación. Véase Romanos 8:19, 23, donde también el Espíritu, el agente
divino de la regeneración del creyente, es llamado “primicias”, eso es, las arras de que la regeneración comenzada en
el alma, se extenderá también, finalmente, al cuerpo y a las partes inferiores de la creación. De todas las criaturas
visibles de Dios los creyentes forman la parte más noble, y como las primicias legales, santifican a las demás; ésta es la
razón por que son duramente probados ahora. 19. Por esto—por cuanto vuestros males son de vosotros mismos, pero
vuestro bien, de Dios. Sin embargo, los manuscritos y versiones más antiguos leen así (histe por hoste): “Lo sabéis (así
dice en Efesios 5:5; Hebreos 12:17), mis amados hermanos; pero (por consiguiente) sea todo hombre pronto para oír”,
eso es, dócil en la recepción de “la palabra de la verdad” (vv. 18, 21). El método correcto para oír se trata en los vv. 21–
27 y el cap. dos. tardío para hablar—(Proverbios 10:19; 17:27, 28; Eclesiastés 5:2.) Una buena manera de escaparnos de
la clase de tentación que surge de nosotros mismos (v. 13). Tardío en hablar con autoridad como maestro o tutor de
otros (3:1); una falta judaica muy común; tardío también en hablar cosas tan ligeras acerca de Dios, como en el v. 13.
Nos han sido dadas dos orejas. observan los rabinos, pero una sola lengua; aquéllas están abiertas y expuestas,
mientras que la lengua está entre paredes y tras los dientes. tardío en airarse—(3:13, 14; 4:5.) Tardío para acalorarse en
el debate: otra falta de los judíos (Romanos 2:8), propensión a hablar mucho. Tittmann cree que no quiere decir tanto
la “ira”, como un sentimiento de indignación y de mal humor bajo las calamidades que tocan a toda la vida humana:
esto concuerda con las “diversas tentaciones” del v. 2. La ligereza para enojarse impide oír la palabra de Dios; así
ocurrió con Naamán, 2 Reyes 5:11; Lucas 4:8. 20. El celo airado del hombre en el debate, como si estuviese excitado
por el honor de la justicia de Dios, está lejos de obrar lo que es en verdad la justicia ante los ojos de Dios. La verdadera
“justicia se siembra en paz” no en la ira (3:18). Según la mejor y más antigua lección, el verbo significa “practicar”; el
texto recibido tiene el que significa “producir”. 21. dejando—“poniendo aparte”, una vez para siempre (dice el griego),
como ropa sucia. Comp. la ropa sucia de Josué, Zacarías 3:3, 5; Apocalipsis 7:14. “La inmundicia” se limpia con oír la
palabra de Dios (Juan 15:3). superfluidad de malicia—el exceso (es decir, el espíritu inmoderado indicado por “la ira”
vv. 19, 20), que surge de la malicia (nuestra natural disposición mala de los unos hacia los otros). 1 Pedro 2:1 tiene las
mismísimas palabras en el griego. Así se traduce “malicia” en Efesios 4:31; Colosenses 3:8. El “exceso indigno”
[Bengel] no es bastante fuerte. El exceso superfluo en el habla es también reprobado como “venido del mal” (vocablo
en el griego afín de perversidad aquí) en el Sermón del Monte (Mateo 5:37), con el que la Epístola de Santiago tiene tanto
en común. con mansedumbre—el uno para con el otro [Alford], lo contrario de “la ira”, (v. 20), y que corresponde a
los “recién nacidos” de 1 Pedro 2:2. La mansedumbre, pienso, incluye también un espíritu como de niño, dócil,
humilde, tanto como no contencioso (Salmo 25:9; 45:4; Isaías 66:2; Mateo 5:5; 11:28–30; 18:3, 4: en contraste, Romanos
2:8). Sobre “recibid” aplicado a la tierra que recibe semilla, véase Marcos 4:20. En contraste, Hechos 17:11; 1
Tesalonicenses 1:6 con 2 Tesalonicenses 2:10. palabra ingerida—La palabra evangélica, cuyo atributo propio es el de
ser injertada por el Espíritu Santo, de modo que sea vivamente incorporada en el creyente, como el brote fructífero es
injertado en el acebuche natural. La ley vino al hombre solamente desde afuera, y le advirtió su deber. El Evangelio es
ingerido interiormente, y así cumple el propósito ulterior de la ley (Deuteronomio 6:6; 11:18; Salmo 119:11). Alford
traduce: “La palabra implantada”, refiriéndose a la parábola del sembrador (Mateo 13). Yo prefiero nuestra versión.
puede hacer salvas—un incentivo fuerte para corregir nuestra pesadez en oír la palabra: aquella palabra que oímos
tan descuidadamente puede (instrumentalmente) salvarnos. [Calvino]. almas—Vuestro verdadero “yo”, la
personalidad, pues el “cuerpo” está sujeto a la enfermedad y a la muerte; pero salvada el alma ya, el cuerpo como el
alma lo será al fin (5:15, 20). 22. La calificación del precepto: “sed prontos para oír:” “sed hacedores < no solamente
oidores”: no meramente “haced” la palabra, sino “sed hacedores” sistemática y continuamente, como si tal cosa fuera
vuestro negocio ordinario. Jacobo aquí se refiere al Sermón del Monte (Mateo 7:21–29). engañándoos—por la falacia
lógica (el griego lo expresa) de que el mero oír sea todo lo necesario. 23. Porque—el autoengaño lógico (v. 22) ilustrado.
oye … no hace—El griego: “oidor de la palabra, y no hacedor”, como en el v. 22. El verdadero discípulo—dicen los
rabinos—aprende a fin de hacer, y no meramente a fin de saber o de enseñar. su rostro natural—“el rostro de su
nacimiento:” la cara con que nació. Como el hombre puede contemplar su cara natural en el espejo, así el oidor puede
percibir su imagen moral en la palabra de Dios. El fiel retrato del alma del hombre en la Escritura es la prueba más
fuerte de la verdad de la [PAG. 673] misma. En ella, también, vemos reflejada la gloria de Dios, tan bien como vemos
nuestra vileza natural. 24. consideró—No bien hubo contemplado su imagen cuando se marchó por su camino (v 11).
“Consideró” corresponde a oír la palabra; “se fué”, a desatenderla después de oír; dejando vagar la mente hacia otra
parte y perdiendo interés en la cosa oída: luego sigue el olvido [Alford]. (Ezequiel 33:21). El “consideró” aquí y en el v.
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23 denota que, por pasajero que fuera, algún conocimiento de sí mismo, aun cuando fuera momentáneo, fué
impartido al oír la palabra (1 Corintios 14:24). y … y—la repetición expresa la ligereza unida a la liviandad [Bengel]
luego se olvidó qué tal era—en el espejo. El olvido no es excusa (v. 25; 2 Pedro 1:9). 25. mirando atentamente—Verbo
compuesto: lit., se encorvó para mirar de cerca; más fuerte que el “consideró” del v. 24. Una curiosidad feliz, si bien es
eficaz en llevar fruto [Bengel]. perfecta ley … de la libertad—la regla evangélica de vida, perfecta y perfeccionadora
(como se ve en el Sermón del Monte, Mateo 5:48), que también nos hace caminar verdaderamente en la libertad
(Salmo 119:32, Versión del Libro de Oración Anglicano). Los cristianos han de poner por meta una norma de santidad
superior a la que se entendía generalmente bajo la ley. El principio del amor sustituye la letra de la ley, de modo que
por el Espíritu son libres del yugo del pecado, y libres para obedecer por el instinto espontáneo (2:8, 10, 12; Juan 8:31–
36; 15:14, 15; comp. 1 Corintios 7:22; Gálatas 5:1, 13; 1 Pedro 2:16). La ley así queda anulada, pero cumplida.
perseverado—en contraste con el “se fué” del v. 24: continúa tanto mirando en el espejo de la palabra de Dios, como
haciendo sus preceptos. bienaventurado en su hecho—en hacerlo En la misma ejecución de la obra hay
bienaventuranza (Salmo 19:11). 26, 27.—un ejemplo de hacer la obra. religioso … religión—el griego expresa el servicio
o ejercicio exterior de la religión, siendo “la piedad” su alma íntima. “Si alguno cree ser religioso; eso es, observador
de los oficios de la religión, que sepa que éstos consisten no tanto en las observancias externas como en actos de
misericordia y en la humilde piedad (Miqueas 6:7, 8), tales como la visitación de los huérfanos < y guardarse sin
mancha del mundo” (Mateo 23:23). Jacobo no quiere decir que estos oficios sean los grandes factores esenciales, o el
todo de la religión; sino que, mientras el culto legal era meramente ceremonial, los mismos servicios del evangelio
consisten en actos de misericordia y santidad, y que tienen la luz por su vestidura, siendo su manto mismo la justicia
[Trench]. El vocablo se halla sólo aquí y en Hechos 26:5: “Conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión he
vivido Fansio.” Colosenses 2:18, “el culto a los ángeles”. no refrena su lengua—La discreción en el hablar es mejor
que la elocuencia del hablar (Comp. 3:2, 3). Comp. Salmo 39:1. Dios solo puede capacitarnos para hacerlo. Jacobo,
tratando de la ley, naturalmente observa este pecado. Porque personas hay que están libres de los pecados más
groseros, y hasta demuestran evidencias externas de santidad, pero que a menudo se enaltecen a sí mismas,
infamando a otros so pretexto de celo, mientras que su motivo real es su inclinación a hablar mal. [Calvino].
corazón—éste y la lengua accionan y reaccionan el uno sobre la otra. 27. religión pura y sin mácula—“La pureza” es
aquel amor que no tenga en sí mistura ajena alguna, como la ilusión y la hipocresía. Guardarse sin contaminación es el
medio de conservar pura la religión [Tittman]. “Pura” expresa el lado positivo del culto religioso; el “sin mácula” el
lado negativo; lo mismo que visitar a los huérfanos y a las viudas es el activo, el guardarse sin mancha del mundo, es
el lado pasivo del deber religioso. Tal es la forma más noble que toman nuestros ejercicios religiosos, en lugar de los
oficios ceremoniales de la ley. delante de Dios y Padre—lit., “delante de aquel que es (nuestro) Dios y Padre”. Dios
está así denominado para indicar que si queremos ser como nuestro Padre, no es por medio de ayunos, etc., porque él
nada de esto hace, sino siendo “misericordiosos, como nuestro Padre es misericordioso” [Crisóstomo]. visitar—en
simpatía y con oficios benignos para aliviar sus aflicciones. los huérfanos—cuyo “Padre” es Dios (Salmo 68:5);
peculiarmente impotentes. y guardarse—La conjunción “y” no está en el griego: tan íntima es la relación entre las
obras activas de misericordia y la abstención personal de la mundanalidad en espíritu, palabra, y hecho, que no hace
falta la conjunción entre visitar y guardarse. “Guardarse”: con celosa vigilancia, orando al mismo tiempo, confiando en
Dios el solo poderoso para guardarnos (Juan 17:15; Judas 24).

CAPITULO 2

    EL PECADO Y LA ACEPCION DE PERSONAS: LA FE MUERTA Y SIN OBRAS NO SALVA A NADIE. 1–13.
Jacobo ilustra “la perfecta ley de la libertad” (1:25) con un caso de pecado contra ella, y termina con otra referencia a
dicha ley (1:12, 13). 1. Hermanos—La igualdad de todos los cristianos como “hermanos” forma la base de la
amonestación. la fe de … Cristo—eso es, la fe cristiana. Jacobo fundamenta la práctica cristiana en la fe cristiana. el
Señor … glorioso—“el Señor de la gloria:” así en 1 Corintios 2:8. Como todos los creyentes, así ricos como pobres,
reciben su gloria de su unión con aquél, “el Señor de la gloria”, no de las ventajas externas de fortuna mundana, el
pecado mencionado es marcadamente inconsecuente con la fe de él. Bengel, sin hacer elipsis de el Señor, explica
“gloria” como en aposición con “Cristo,” quien es la gloria (Lucas 2:32); la verdadera gloria (Shekinah del templo)
(Romanos 9:4). Nuestra versión es más sencilla. La gloria de Cristo, reposando sobre el humilde creyente, debería
hacer que éste sea tenido en tan alta estima por los “hermanos”, como su hermano más rico; y más aún, si el creyente
humilde tiene más del espíritu de Cristo que el hermano rico. en acepción de personas—en la práctica de la
preferencia parcial de personas de varias maneras y en varias ocasiones. 2. congregación—lit., “sinagoga”; éste, el
último caso del uso honroso y el único de uso cristiano del vocablo usado en el Nuevo Testamento, ocurre en la
Epístola de Santiago, el apóstol que mantuvo hasta el último momento posibles los vínculos entre la sinagoga judaica
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y la iglesia cristiana. Pronto después, la continua resistencia a la verdad de parte de los judíos indujo a los cristianos a
dejarles el uso exclusivo del término [PAG. 674] (Apocalipsis 3:9). La “sinagoga” denota meramente una asamblea o
congregación no necesariamente unida por vínculo común alguno. “Iglesia” es un pueblo ligado por vínculos y leyes
mutuos, aun cuando acaso los miembros no estén reunidos. [Trench y Vitringa]. En parte por las tendencias hebraicas
de Jacobo, y en parte porque las iglesias cristianas retenían las más de las formas judaicas, este término “sinagoga” se
emplea aquí en vez del vocablo cristiano “iglesia” (ekklesía, derivado del radical llamar fuera, o convocar, expresa la
unión de sus miembros en vínculos espirituales, independientes de localidad, y llamados fuera a una separación del
mundo); una coincidencia sin premeditación y un indicio de la verdad. La gente, en la sinagoga judaica, tomaba
asientos conforme a su rango, los del mismo oficio se sentaban juntos. La introducción de esta costumbre en los
lugares de culto cristiano es aquí reprobado por el apóstol. Las iglesias o templos cristianos eran edificados como las
sinagogas, con la mesa santa en el extremo oriental de aquéllas, como estaba el arca en éstas; el pupitre y el púlpito
eran los principales artículos mobiliarios en ambas. Esto enseña el error de comparar la iglesia con el templo, y el
ministerio con el sacerdocio; el templo es representado por todo el cuerpo de adoradores; el local de la iglesia era
construído según el modelo de la sinagoga, no del templo. Véase La Sinagoga, por Vitringa, 2, 3. Si … entra—“Si por
acaso entra <” [Alford]. ropa … vestidura—Como el griego tiene el mismo vocablo en ambos versículos, se podría
traducir cada vez de la misma manera, “vestidura espléndida.” tuviereis respeto—sin saber acaso quién es, si en
efecto fuese pagano. Era el oficio de los diáconos señalar asientos a los miembros de la congregación. [Clemente,
Constitución, 2:57, 58]. le dijereis—“Le” está omitido en los mejores manuscritos. Así el “tú” viene a ser más enfático.
aquí—cerca de quien habla. allí—alejado de donde están los asientos buenos. debajo de mi estrado—no literalmente
así, sino en el suelo cerca de mi estrado. El hombre pobre o tenía que permanecer de pie, o si se sentaba, sentarse en
una posición degradante. 4. ¿No juzgáis.. ?—Lit., ¿no habéis hecho distinciones, o diferencias (prefiriendo uno a otro)?
Así en Judas 22. en vosotros mismos—en vuestras mentes, eso es, según vuestra inclinación carnal [Grocio] venís a
ser jueces—Las palabras griegas por “jueces” y “juzgáis” (con parcialidad) son afines en sonido y sentido. Debiera
darse una traducción similar a ambas; es decir, por jueces dígase “distinguidores de (o sea, según vuestros)
pensamientos malos”; o bien, ¿no juzgáis con parcialidad entre hombres, haciéndoos así jueces malévolos (Marcos 7:21)?
Los “pensamientos malos” están en los jueces mismos como en Lucas 18:6: “juez de injusticia”, traducido, “juez
injusto”. Alford y Wahl traducen: “¿No dudasteis” (respecto a vuestra fe, que es inconsecuente con las distinciones que
hacéis entre ricos y pobres)? Porque el griego (diakrinein) siempre significa dudar en el Nuevo Testamento. Así en el 1:6
que algunos traducen vacilar, o fluctuar. Mateo 21:21; Hechos 10:20; Romanos 4:20, “tampoco < dudó.” El mismo juego
de palabras afines hay en el griego en Romanos 14:10, 23: juzgas … hace diferencia (o duda). La misma culpa de ser juez
de la ley, cuando uno debiera ser quien la obedezca, se halla en el 4:11. 5. oíd—El apóstol llama a juicio a los que se
constituyen “jueces” a sí mismos (2:4). pobres de este mundo—Los mejores manuscritos dicen: “los pobres con
respecto al mundo”. En contraste con “los ricos en este presente siglo” (1 Timoteo 6:17). No todos los pobres, por
supuesto; pero los pobres, como clase, proporcionaron mayor número de creyentes que los ricos, como clase. El rico, si
es creyente, renuncia a las riquezas, como su porción; el pobre, si es incrédulo, descuida aquello que es la ventaja
especial de la pobreza (Mateo 5:3; 1 Corintios 1:26, 27, 28). ricos en fe—Sus riquezas consisten en la fe. Lucas 12:21:
“ricos para con Dios”. 1 Timoteo 6:18: “Ricos en buenas obras” (Apocalipsis 2:9; 2 Corintios 8:9). La pobreza de Cristo
es la fuente de riquezas del creyente. reino … prometido—(Lucas 12:32; 1 Corintios 2:9; 2 Timoteo 4:8.) 6. El juicio de
los pobres por el mundo contrastado con su juicio por Dios. vosotros—Cristianos, de quienes se habrían de esperar
mejores actos: no sorprende el que los del mundo hagan tales cosas. afrentado—lit., “deshonrado”. Deshonrar a los
pobres es deshonrar a los que Dios honra, invirtiendo así el orden de Dios [Calvino]. los ricos—como clase. os
oprimen—lit., abusan de su poder en vuestra contra. arrastran—con violencia [Alford]. a los juzgados—instituyendo
persecuciones por la religión, tanto como procesos legales opresivos, contra vosotros. 7. “¿No son ellos los que
blasfeman..?” como en el 2:6 [Alford]. Debe ser que aquí se alude a los ricos paganos principalmente; porque otros no
blasfemarían abiertamente el nombre de Cristo. Sólo indirectamente se podría significar a cristianos ricos, quienes, por
su inconsecuencia, hiciesen blasfemar el nombre de él; así Ezequiel 36:21, 22; Romanos 2:24. Además, había muy
pocos judeocristianos ricos entonces en Jerusalén (Romanos 15:26). Los que deshonran el nombre de Dios por el
pecado voluntario y habitual, “toman el nombre del Señor en vano” (Proverbios 30:9, con Exodo 20:7). el buen
nombre—que es “bueno delante de los santos de Jehová” (Salmo 52:9; 54:6); que rogáis que “sea santificado” (Mateo
6:9), y que es “llamado”, invocado, sobre vosotros (Génesis 48:16; Isaías 4:1, marginal; Hechos 15:17), de modo que en
vuestro bautismo “en (adentro de: así el griego, Mateo 28:19) el nombre” de Cristo vinisteis a ser el pueblo de Cristo (1
Corintios 3:23). 8. El griego se puede traducir: “Sin embargo, sí cumplís <”, como Alford siguiendo a Estio explica:
“Con todo, no digo que aborrezcáis a los ricos (por su opresión), ni que los echéis de vuestras asambleas; si optáis por
observar la ley real.., bien hecho; pero hacer acepción de personas es quebrantar la ley”. Creo que la traducción es: “Si
en verdad (o, si pues, por una parte) cumplís la ley real < bien hacéis; pero si (por la otra) hacéis acepción de
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personas, practicáis pecado”. Los judeocristianos se jactaban de la ley, y confiaban en ella (Hechos 15:1; 21:18–24;
Romanos 2:17; Gálatas 2:12). A esto alude el “en verdad.” “(Est{is reposados en la ley); si en verdad (pues) la cumplís,
bien hacéis; pero si <” real—la ley que es rey de todas las leyes, siendo el todo y la esencia de los diez mandamientos.
El gran Rey, Dios, es amor; su ley es la ley real del amor, y dicha ley, como él mismo, reina suprema. El “no hace
acepción de personas”; hacer [PAG. 675] acepción de personas, pues, significa contrariar a Dios y a su real ley, la que
es, a la vez” ley de amor y ley de libertad (2:12). La ley es el “todo”, la Escritura particular citada (Levítico 19:18) es
una parte del todo. Quebrantar una parte es quebrantarla toda (2:10). bien hacéis—siendo “bienaventurados” en
vuestro hacer (1:25), no oidores olvidadizos de la ley. 9. La acepción de personas viola el mandamiento de amar a
todos por igual, como “a uno mismo”. cometéis pecado—lit., “obráis pecado” (Mateo 7:23, el texto referido aquí
probablemente, como en el 1:22). Vuestras obras son pecado, sea cual fuere la jactancia de la ley que hagáis por
palabras (nota 2:8). como transgresores—no solamente de este o aquel mandamiento particular sino del todo en
absoluto. 10. ofendiere—tropezare, no tan fuerte como “caer”, Romanos 11:11; “en un punto”, como aquí la acepción
de personas; “culpable de todos”. La ley es como un vestido sin costura, que queda desgarrado si se la desgarra en
cualquier parte; o como una armonía que queda rota si hay una sola nota discordante [Tirino]; o una cadena de oro
cuya perfección se desmejora con la rotura de un solo eslabón [Gataker]. Así que vosotros quebrantáis la ley, aun
cuando no el todo de la ley, porque cometéis ofensa contra el amor, el cual es el cumplimiento de la ley. Si cualquier
parte del hombre es leprosa, todo el hombre es juzgado leproso. Dios requiere la perfecta obediencia, no la parcial. No
hemos de escoger las partes de la ley que queramos guardar, según nuestro capricho, para descuidar las otras. 11. Es
uno aquel que dió toda la ley; por tanto, los que violan la voluntad de aquél en un punto, la violan en todos [Bengel].
La ley y el Autor de la ley tienen completa unidad. matarás … adulterio—Los elige por cuanto son los casos más
evidentes de violación del deber para con el prójimo. 12. Recapitulando los raciocinios anteriores. hablad—volviendo
sobre lo dicho en el 1:19, 26; discusión más completa se da en el capítulo 3. juzgados por la ley de libertad—(1:25), eso
es, la ley evangélica del amor, que no es una ley de externo constreñimiento, sino de íntima y libre inclinación
instintiva. La ley de la libertad, por la misericordia de Dios, nos libra de la maldición de la ley, para que en adelante
seamos libres para amar y obedecer espontáneamente. Si no queremos, a la vez practicar la ley del amor hacia el
prójimo, dicha ley de gracia nos condena aun más gravemente que la antigua ley, que nada hablaba sino de la ira para
aquel que ofendía en el más mínimo particular (2:13). Comp. Mateo 18:32–35; Juan 12:6, 48; Apocalipsis 6:16: “ira del
(misericordioso) Cordero”. 13. Lo opuesto de “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán
misericordia” (Mateo 5:7). “El juicio (que vendrá sobre todos nosotros) será sin misericordia para aquel que nunca usó
de misericordia”. Será para cada uno lo que cada uno haya sido [Bengel]. “Misericordia” aquí corresponde a “amor”
en el 2:8. la misericordia se gloría contra el juicio—Lejos de temer al juicio, en el caso de los que la siguen, la
misericordia en efecto se gloría contra él, sabiendo que no los puede condenar. No que la misericordia de ellos sea la
base de su absolución, sino que la misericordia de Dios en Cristo para con ellos, que produce de parte de ellos la
misericordia para con sus semejantes, hace que ellos triunfen sobre el juicio, el que de otro modo todos ellos en sí
merecerían. 14. El apóstol aquí pasando del caso particular de la “misericordia” o “amor” violado por la “acepción de
personas”, no obstante la profesión de fe en el Señor Jesús (2:1), combate la tendencia de los judíos (transplantada en
el cristianismo de ellos) de sustituir un conocimiento inerte e inoperante de la letra de la ley, por un cambio de
corazón para la santidad práctica, como si se lograra con eso la justificación (Romanos 2:3, 13, 23). Parece improbable
que él hubiese visto las Epístolas de Pablo, por cuanto usa las mismas frases y ejemplos (comp. el 2:21, 23, 25, con
Romanos 4:3; Hebreos 11:17, 31; y el 2:14, 24, con Romanos 3:28; Gálatas 2:16). Fuese así resuelto individualmente por
Jacobo o no, el Espíritu Santo por medio de él combate, no a Pablo, sino a aquellos que abusaban de la doctrina de
Pablo. La enseñanza de ambos es inspirada, y por tanto ha de ser recibida sin lucha de palabras; es que cada uno tenía
una clase diferente de gente con quien tratar: Pablo con los “autojustificadores”; Jacobo, con los adeptos antinomianos
de una mera fe nocional. Pablo insiste tan fuertemente como Jacobo en la necesidad de obras como evidencia de la fe,
especialmente en sus epístolas posteriores, cuando muchos abusaban ya de la doctrina de la fe (Tito 2:14; 3:8). “Creer y
obrar son parientes consanguíneos” [Ruterford]. qué aprovechará?—lit., “¿qué es el provecho?” ¿Qué provecho hay?
si alguno dice—Jacobo no dice: “Si alguno tiene fe”; sino que, “si alguno dice que tiene fe”; queriendo decir la mera
profesión de fe, tal como se hacía comúnmente en el bautismo. Simón el Mago así “creyó, y fué bautizado” y con todo
no tuvo “ni parte ni suerte en este asunto”, porque su corazón—como sus palabras y sus obras demostraban—no era
recto delante de Dios. Alford erróneamente niega que “dice” sea enfático. La ilustración del v. 16 prueba que lo es: “Si
alguno de vosotros les dice (a los desnudos), calentaos … pero no les diereis las cosas necesarias”. La profesión de la
simpatía inoperante corresponde a la profesión inoperante de la fe. ¿Podrá la fe salvarle?—la fe de él: tal fe
pretendida: el vanó nombre de una fe ostentosa es contrastada con la verdadera fe fructífera. Así lo que los ilusos
llaman “sabiduría”, no es la verdadera sabiduría (3:15). El pronombre (en salvarle) en el griego es enfático; el hombre
determinado, que profesa la fe sin las obras que evidencian la vitalidad de la misma. 15. Y si—el griego: “Pero si <”;
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continuando el argumento contra quien dijera que tiene fe, etc., sin señal de frutos. el hermano—el griego: “un
hermano”, algún hermano en la fe, de socorrer al cual tenemos la especial obligación, independientemente del deber
general de socorrer a todos nuestros semejantes. están desnudos—el griego infiere “hallados desnudos”, al averiguarse
el caso. 16. La costumbre de recibir pasivamente las impresiones sentimentales de las miserias ajenas, sin llevarlas a la
práctica habitual, sólo hace duro el corazón. alguno de vosotros—Jacobo aplica el caso a sus oyentes individualmente.
Id en paz—como si todas sus necesidades quedaran satisfechas tan sólo con dirigirles palabras. Las mismas palabras
en la boca de Cristo eran acompañadas de fehacientes obras de amor. calentaos—con abrigo, [PAG. 676] en vez de
seguir estando desnudos (v. 15; Job 31:20). Hartaos—sed alimentados, en vez de seguir hambrientos (Mateo 15:37).
¿qué aprovechará?—terminando con la misma pregunta con que empezó (v. 14). Justa retribución: las expresiones
cariñosas que no se acompañan con hechos correspondientes, como no son de provecho para los menesterosos,
tampoco son de provecho para el mismo profesor. Así la fe que consiste en meras profesiones es inaceptable a Dios, el
objeto de la fe, y sin provecho para quien la profesa. 17. la fe … en sí misma—Así traduce Alford: “muerta en sí”. Dice
Bengel: “Si las obras que la fe viviente produce, no tienen existencia, es prueba de que la fe misma (lit., con respecto a sí
misma) no tiene existencia; eso es, que aquello de que uno se jacta como de fe, es muerto”. La “fe—dice—es muerta en
sí misma”, porque cuando tiene obras, está viva, y se ve que está viva, no con respecto a sus obras, sino con respecto a
sí misma. 18. Continúase el argumento del 2:14, 16. Quizá alguno diga que tiene fe, aunque no tenga obras. Suponed
que alguno dijera al hermano desnudo: “caliéntate”, sin darle el abrigo necesario. “Pero alguno (que sostiene la
correcta opinión de que la fe debe tener obras que la acompañen) dirá (en oposición a lo que dice el profesor aludido)
<” muéstrame tu fe sin tus obras—si tú puedes; pero tú no puedes enseñar o evidenciar tu alegada fe, (v. 14) sin
obras. “Mostrar” aquí no significa “probar”, sino exhibir. La fe es invisible, salvo a Dios. Para enseñar la fe al hombre,
obras de alguna u otra forma se han menester; somos justificados judicialmente por Dios (Romanos 8:33);
meritoriamente, por Cristo (Isaías 53:11); mediadoramente, por la fe (Romanos 5:1); evidentemente, por las obras. La
cuestión aquí no es con respecto a la base de la justificación del creyente, sino acerca de la demostración de su fe: así
en el caso de Abrahán. En Génesis 22:1, se dice que Dios tentó a Abrahán; eso es, puso a la prueba de la demostración
la realidad de su fe, no para la satisfacción de Dios, que ya la conocía bien, sino para demostrarla delante de los
hombres. El ofrecimiento de Isaac citado aquí (v. 21), no formó parte alguna de la base de su justificación, puesto que
fué justificado con anterioridad cuando creyó sencillamente en la promesa de los herederos espirituales, o sea, de los
creyentes, numerosos como las estrellas. Fué justificado entonces: dicha justificación fué demostrada o manifestada
con el ofrecimiento de Isaac cuarenta años después. Dicha obra de fe demostró su justificación, pero no contribuyó a la
misma. El árbol demuestra su vida por sus frutos; pero vivía ya antes de aparecer sus frutos y aun sus hojas. 19. Tú—
enfático. Tú, iluso, aparentas tener fe sin obras. que Dios es uno—Su existencia se sobreentiende en esta unidad. Es
éste el artículo fundamental del credo de los judíos así como de los cristianos, y es el punto de la fe de que se jactaban
los primeros especialmente, puesto que los distinguía de los gentiles, punto presentado, por tanto, por Jacobo aquí.
bien haces—hasta aquí. Pero a menos que tu fe haga más que asentir a esta verdad, “los demonios (cuya cabeza es
Satanás) creen” hasta aquí en común contigo, “y (lejos de ser salvos por semejante fe) se estremecen” (así el griego;
Mateo 8:29; Lucas 4:34; 2 Pedro 2:4; Judas 6; Apocalipsis 20:10). La fe de ellos no hace sino aumentar su tormento con
el pensamiento de tener que encontrarse con aquel que los ha consignado a su justa condenación; de modo que la tuya
(Hebreos 10:26, 27) no es la fe del amor, sino la del temor, la que tiene tormento (1 Juan 4:18). 20. ¿quieres saber?—“El
hombre vano” no quiere saber la voluntad de Dios, puesto que no quiere hacerla. El apóstol suplica a tal hombre que
deje su perversa indisposición de saber lo que es palpable a todos los que desean saberlo. vano—que se engaña a sí
mismo con una esperanza delusoria, que descansa en una fe irreal. sin obras—El griego expresa “aparte de las obras”
[Alford]. que deberían manar de ella, si fuese real. es muerta—Algunos de los mejores manuscritos dicen: “Es fútil”,
ineficiente para lograr lo que tú esperas, o sea, para salvarte. 21. justificado por las obras Abraham—evidentemente, y
ante los hombres (véase mi nota, v. 18). En el v. 23, Jacobo, como Pablo, reconoce la verdad de la Escritura, de que fué la
fe de Abrahán lo que le fué contado por justicia en su justificación delante de Dios. cuando ofreció—lo trajo como
ofrenda al altar; no se dice que en efecto lo sacrificara. 22. No ves..?—Más bien, “Ves”. En las dos proposiciones que
siguen, póngase el énfasis en la fe en la primera, y en las obras en la segunda [Bengel]. la fe obró (“cooperó”) con las
obras—pues fué por la fe que ofreció a su hijo. Lit., “obraba (al mismo tiempo) con sus obras”. la fe fué perfecta por
las obras—no fué vivificada, sino perfeccionada, logró su desarrollo plenamente consumado, y se demostró ser real. Así
“mi fuerza es hecha perfecta en la debilidad”, eso es, se ejerce más perfectamente, demuestra cuán grande es [Cameron]:
así 1 Juan 4:17; Hebreos 2:10; 5:9. El germen, en efecto, tiene en sí el árbol plenamente crecido; pero su perfección no se
alcanza antes de la madurez completa. Así en el 1:4: “Tenga la paciencia perfecta su obra,” eso es; tenga su pleno
efecto, demostrando el grado más perfecto de perseverancia, “para que seáis perfectos”, completamente desarrollados
en la exhibición del carácter cristiano. Alford explica: “Recibió su realización, fué completamente ejemplificada y
cumplida”. Así Pablo en Filipenses 2:12: “Desarrollad vuestra propia salvación”: la salvación que ya era suya con su
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libre justificación por la fe. Hacía falta todavía desarrollarla hasta la plena perfección en la vida de ellos. 23. fué
cumplida la Escritura—Génesis 15:6, citado por Pablo como realizada en la justificación de Abrahán por la fe; citado
por Jacobo como realizada subsecuentemente en la obra de Abrahán de ofrecer a Isaac, la cual obra—dice—le justificó.
Es claro, pues, que Jacobo quiere decir por obras lo mismo que Pablo quiere decir por fe, con la sola diferencia de que
aquél habla de la fe en su desarrollo manifestado, mientras que Pablo habla de la fe en el germen. La ofrenda de Isaac
hecha por Abrahán no fué un mero acto de obediencia, sino un acto de fe. Isaac era el sujeto de las promesas de Dios,
de que en él sería llamada la simiente de Abrahán. El mismo Dios ahora ordena a Abrahán que mate al sujeto de su
propia promesa, cuando aun no había simiente en la que se pudieran realizar dichas predicciones. De ahí que el dicho
de Jacobo acerca de que Abrahán fué justificado por tal obra, [PAG. 677] equivale a decir, con Pablo que fué
justificado por la fe misma; porque fué en efecto la fe expresada en acción, como en otros casos la fe salvadora se expresa
en palabras. Así Pablo declara que el medio de la salvación es la fe expresada. La “Escritura” no sería cumplida, como
dice Jacobo que fué, sino contradicha, por cualquier interpretación que hace que las obras de un hombre lo justifiquen
delante de Dios; porque esa escritura no hace mención de obras algunas, sino que dice que la creencia de Abrahán le
fué contada por justicia. Dios, en la primera instancia, “justifica al impío” por la fe; subsecuentemente el creyente es
justificado delante del mundo como justo por la fe manifestada en palabras y en obras (comp. Mateo 25:35–37, 40, “los
justos”). Las mejores autoridades dicen: “Pero Abrahán creyó <” fué llamado amigo de Dios—No fué así llamado en
vida, aunque lo era desde el tiempo de su justificación; pero fué así llamado cuando fué reconocido como tal por todos
sobre la base de sus obras de fe. “El fué el amigo (en un sentido activo), el amador de Dios, con referencia a sus obras; y
(en sentido pasivo) fue amado por Dios con referencia a su justificación por obras. Los dos sentidos se confunden en
Juan 15:14, 15” [Bengel]. 24. justificado … no solamente por la fe—eso es, “por fe sin (aparte de, separado de) obras”,
sus debidos frutos (nota v. 20). La fe para justifícar debe, desde el principio, incluir en germen la obediencia para ser
desarrollada subsecuentemente, aunque la fe sola es la base de la justificación. El brote debe ser injertado en el tronco
para que viva; debe producir fruto para probar que vive. 25. Es claro por la naturaleza del acto de Rahab que éste no
se cita para probar la justificación por obras como tales. Ella creyó ciertamente lo que sus demás conciudadanos
dudaban, y esto ante toda improbabilidad de que los pocos poco guerreros iban a derrotar a los numerosos bien
armados. En esta creencia escondió a los espías a riesgo de su vida. Por tanto, Hebreos 11:31 menciona esto como un
ejemplo de fe, más bien que de obediencia. “Por fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los incrédulos” Si se
hubiera deseado un ejemplo de la obediencia, ni Pablo ni Jacobo hubieran citado una mujer de reconocido carácter
malo, en preferencia a los muchos patriarcas morales y píos. Pero como ejemplo de la libre gracia en la justificación
del hombre por una fe operante, en contraste con una fe verbal, ningún otro podría ser más propio que el de una
“ramera” redimida. Como Abrahán es un ejemplo de un hombre ilustre y el padre de los judíos, así se cita a Rahab
como una mujer, y como una mujer abandonada, y como una gentil, lo que enseña que la fe justificadora ha sido
manifestada en personas de toda clase. La naturaleza de las obras alegadas es tal, como para probar que Jacobo las usa
sólo como evidencias de fe, en contraste con una mera profesión verbal: no obras de caridad ni de piedad, sino obras
cuyo valor consistía solamente en ser pruebas de la fe: eran la fe expresada en efecto, sinónimas de la fe misma.
mensajeros—los espías. los echó—precipitadamente y con temor [Alford] por otro camino—no por la puerta por
donde entraron, sino por la ventana que había sobre la muralla, y de allí huyeron a los montes. 26. La fe es cosa
espiritual; las obras son materiales. Se podría pensar, pues, que la fe corresponde al espíritu, y las obras al cuerpo.
Pero el apóstol pone esto en sentido contrario. El no quiere decir, pues, que la fe en todos los casos corresponda al
cuerpo; sino que la forma de la fe, que no tiene realidad operante, corresponde al cuerpo sin el espíritu animador. No se sigue
que la fe viviente reciba su vida de las obras, así como el cuerpo deriva su vida del espíritu animador.

CAPITULO 3

    EL PELIGRO DE LA AMBICION DE ENSEÑAR, Y DE LA LENGUA IRREFRENADA: LA VERDADERA
SABIDURIA ENSEÑADA POR MEDIO DE LA BLANDA HUMILAD. 1. no os hagáis …—Lit., “no os convirtáis en
muchos maestros”, aceptando el oficio demasiado pronto, o de vuestra propia responsabilidad. muchos.—El oficio es
noble, pero pocos son aptos para él. Pocos gobiernan la lengua (v. 2), y sólo los que la saben gobernar son aptos para
el oficio; por lo tanto, “maestros” no debe haber muchos. maestros—es decir, “enseñadores”. Los judíos eran muy
propensos a esta presunción. La idea de que la fe (así llamada) era todo cuanto hacía falta, indujo a “muchos” a
figurar como “Maestros”, como ha pasado en todas las edades de la Iglesia. Al principio se permitía a todos que
enseñasen por turno. Aun sus dones inspirados no impedían la posibilidad, del abuso, como Jacobo aquí lo insinúa:
cuánto más es así, cuando los enseñadores presuntuosos no tienen tal don milagroso. sabiendo—como todos podrían
saber. recibiremos (nosotros) mayor condenación—El apóstol en humilde espíritu conciliador se incluye a sí mismo:
si nosotros que enseñamos abusamos del oficio, recibiremos mayor condenación que los simples oyentes (Lucas 12:42–
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46). Calvino traduce “maestros,” como nuestra versión; eso es, los que se constituyen censores y reprobadores de los
demás. Compárese el 4:12: “que juzgas a otro,” que concuerda con tal parecer. 2. todos—el griego significa “todos sin
excepción:” aun los apóstoles. no ofende—lit., no tropieza: es sin ofensa, sin desliz en palabra: en lo que uno se ve
duramente probado, si se encarga de ser “enseñador”. 3. He aquí—Los mejores manuscritos: “Pero si ponemos <”
Ahora pues, cuando a los caballos (posición enfática) les ponemos (de costumbre) el freno en la boca, para que nos
obedezcan, dirigimos también todo el cuerpo. Esto es para ilustrar cómo el hombre dirige todo el cuerpo con la
pequeña lengua. “Lo mismo se aplica a la pluma, que es sustituta de la lengua entre los ausentes” [Bengel]. 4. No sólo
los animales, sino también las naves. donde quisiere—lit., “por donde quiera el impulso del piloto”. A esto
corresponde el sentimiento que mueve a la lengua. 5. se gloría de grandes cosas—Hay grande importancia en lo que
los descuidados tienen por cosa “pequeña” [Bengel]. Comp. “un mundo”, “rueda de la creación (ciclo de la vida)”,
“infierno” (v. 6), que ilustran cómo las grandes palabras de la pequeña lengua producen grande desgracia. un
pequeño fuego—Los mejores manuscritos dicen: “¡Cuán pequeño fuego enciende cuán grande bosque!” Grocio
traduce, como la Versión Inglesa: “material de quema,” montón de leña, por “bosque”. 6. [PAG. 678] Tradúzcase: “La
lengua, ese mundo de iniquidad, es un fuego.” Como el pequeño mundo de un hombre es imagen del mundo mayor,
el universo, así la lengua es imagen de aquél [Bengel]. así la lengua—“Así” omitido en los mejores manuscritos. entre
nuestros miembros—La lengua es el miembro que contamina (como el fuego ensucia con el humo). rueda de la
creación—el orbe, o ciclo de la creación. inflama … inflamada—enciende, y es encendida, habitual y continuamente.
Mientras que uno inflama o enciende a otros, pasa más allá de su propio dominio y es consumido en la llama él
mismo. del infierno—eso es, del diablo, Gr., “gehena”, hallada sólo aquí y en Mateo 5:22 Jacobo tiene mucho en
común con el Sermón del Monte (Proverbios 16:27). 7. toda naturaleza de bestias—de disposición natural y poder
característico; cuadrúpedos de toda suerte, con distinción de las otras tres clases de la creación: “aves, serpientes (Gr.,
reptiles), y seres de la mar”. se doma y es domada—Siguen siendo domadas, y hace mucho que se viene haciendo. de
la naturaleza humana—el poder característico del hombre, quien doma a los animales inferiores. “El dativo griego tal
vez denote que la naturaleza de las bestias se ha sometido en mansa sujeción a la naturaleza del hombre.” Así será en
el mundo milenial; pero ahora mismo, por la benigna firmeza, el hombre puede domar al animal inferior, y hasta
elevar su naturaleza. 8. ningún hombre—Lit., ni uno de los hombres: un hombre no puede gobernar a sus prójimos, ni
aun a su propia lengua. De ahí aparece la verdad del v. 2. un mal—mal ingobernable. El griego expresa que es a la vez
inquieta e incapaz de refrenarse. No; aun cuando la naturaleza la ha rodeado de la doble barrera de los labios y los
dientes, irrumpe, y arruina a los hombres. [Estio]. mortal—mortífero. 9. Dios—Los manuscritos más antiguos tienen
“el Señor.” “Al que es Señor y Padre”. Lo raro de la aplicación de “Señor” al Padre sin duda motivó el cambio por
“Dios” en los textos modernos (1:27). Pero como se le llama “Padre” al Mesías en Isaías 9:6, así aquí se le llama al Dios
Padre por el título de su Hijo, “Señor” demostrando la unidad de la divinidad. “Padre” sugiere el amor paternal;
“Señor”, su dominio. [Nota del traductor: “Lo raro de la aplicación” a una persona de la Trinidad del título distintivo de
la otra, nos lleva a pensar que la lección del texto recibido es la correcta. Kurios (Señor) aplicado al Padre comúnmente
va sin el artículo en el griego (como. aquí y en el 4:10, etc.)] a la semejanza de Dios—Aunque en gran parte el hombre
ha perdido su semejanza con Díos, con todo bastante de ella queda aún para enseñar lo que era, y lo que ha de ser en el
hombre regenerado y restaurado. Debemos tratar con reverencia esto que queda en nosotros y en otros, como arras de
lo que el hombre ha de ser. “Absalón había caído del favor de su padre, pero el pueblo todavía lo reconocía como hijo
del rey” [Bengel] El hombre se asemeja en su naturaleza humana al Hijo del hombre, “la misma imagen de su
persona” (Hebreos 1:3): comp. Génesis 1:26; 1 Juan 4:20: “imagen” y “semejanza” son distintos: “imagen”, según los
alejandrinos, era algo en que los hombres fueron creados, común a todos, y que continúa en el hombre después de la
caída, mientras que “semejanza” era algo hacia lo cual el hombre fué creado, para que se esforzara por alcanzarlo:
aquel vocablo señala lo físico e intelectual del hombre; éste, su preeminencia moral. 10. La lengua, dice Esopo, es a la
vez la mejor y la peor de las cosas. Así en la fábula, el hombre sopla del mismo aliento caliente y frío. “La vida y la
muerte están en el poder de la lengua” (Salmo 62:4). hermanos—Una llamada a la conciencia de la hermandad en
Cristo. no conviene que—exhortación apacible, que deja que se entienda que tal conducta merece la más severa
reprobación. 11. fuente—como figura del corazón: como la “abertura” de la fuente es figura de la boca del hombre. El
simbolismo es muy propio para el escenario de la Epístola, la Palestina, donde hay manantiales salados y dulces.
Aunque las fuentes “dulces” a veces se hallan cerca, sin embargo, “agua dulce y amarga,” no, fluye de la misma
“abertura.” La gracia puede hacer que la boca que una vez vertió lo amargo, emita lo dulce en adelante: como la
madera (típica de la cruz de Cristo) cambió en dulce la amarga agua de Mara. 12. Transición de la boca al corazón.
¿puede la higuera?—Sugiriendo que es una imposibilidad: como en el v. 10 acaba de decir que “estas cosas no deben
hacerse así.” Jacobo no hace la pregunta, como en Mateo 7:16, 17: “¿Cógense higos de los espinos?” Su argumento es:
Ningún árbol puede producir fruto inconsecuente con su naturaleza: el olivo, por ejemplo, no puede llevar bayas; de
modo que si un hombre habla con amargura, y después habla palabras buenas, éstas solamente parecerán buenas, y
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en la hipocresía no pueden ser reales. Así ninguna fuente—Los manuscritos más antiguos dicen: “Ni puede un
(manantial) salado dar agua dulce”. Así que la boca que emite maldiciones, no puede en realidad emitir también
bendiciones. 13. ¿Quién?—Comp. Salmo 34:12, 13). Todos desean aparecer “sabios;” pocos lo son. muestre—“por
obras,” y no meramente por la aseveración, aludiendo al 2:18. por buena conversación—por una “buena conducta”
general, manifestada en particular en “obras”. La “sabiduría” y el “conocimiento’” sin estar “demostrados”, son tan
muertos como lo sería la fe sin obras [Alford]. en mansedumbre de sabiduría—con la mansedumbre que es
inseparable de la verdadera sabiduría. 14. si tenéis—como tenéis (implícito en el indicativo griego). amarga—Efesios
4:31: “amargura.” envidia—más bien, “emulación”. lit., celo. La emulación benigna, generosa, no es de condenar; la
que es amarga, lo es [Bengel]. contención—más bien, la “rivalidad.” en vuestros corazones—de donde manan
vuestras palabras y obras, como de una fuente. no os gloriéis—gloriaros de vuestra sabiduría es virtualmente mentir
contra la verdad (del evangelio), mientras vuestras vidas dan el mentís a vuestra jactancia. 3:15; 1:18: “La palabra de
verdad”. Romanos 2:17, 23, que habla asimismo de los contenciosos judeocristianos. 15. esta sabiduría—en la cual “os
gloriáis” por “sabios” (3:13, 14). no desciende de lo alto—“del Padre de las luces” (la verdadera iluminación y
sabiduría, 1:17), por “el Espíritu de verdad” (Juan 15:26). terrena—lo opuesto a celestial, distinta de terrizo, de tierra.
Terreno es lo que está en la tierra; terrizo es de tierra, o semejante a tierra. animal—la sabiduría del hombre “natural”
(el mismo [PAG. 679] griego), no nacido de Dios, “que no tiene el Espíritu” (Judas 19). diabólica—en su origen (del
“infierno,” 3:6, no es Dios, el Dador de la verdadera sabiduría, 1:5), y también en su carácter, que concuerda con su
orígen. Terrena animal (sensual), y demoníaca, que corresponden a los tres enemigos espirituales del hombre: el
mundo, la carne, y el diablo. 16. envidia—el vocablo griego usualmente significa “celo”; “emulación”, en Romanos
13:13. “El envidioso está en su propia luz. Piensa que su vela no puede alumbrar en la presencia del sol de otro. El
apunta directamente al hombre, oblicuamente a Dios, quien hace que los hombres difieran”. contención—rivalidad
[Alford]. perturbación—confusión, lit., anarquía tumultuosa: tanto en la sociedad (“conmociones,” Lucas 21:9,
“tumultos,” 2 Corintios 6:5), como en la mente individual: en contraste con la “apacible” compostura de la verdadera
“sabiduría” (3:17). Jacobo no honra tales efectos de la sabiduría terrena con el nombre de “frutos”, como en el caso
siguiente del v. 18; comp. Gálatas 5:19–22: “Obras de la carne < frutos del Espíritu.” 17. primeramente es pura—lit.,
casta, santificada; pura y libre de todo lo “terreno, animal y diabólico” (v. 15). Se pone primeramente antes de “pacífica”,
porque hay una paz profana con el mundo que no distingue entre lo limpio y lo inmundo. Comp. “pura y sin mácula”,
1:27; 4:4, 8: “purificad los corazones”; 1 Pedro 1:22: “purificado vuestras almas” (el mismo vocablo griego). Los
ministros no deben predicar sin antes tener un cambio purificador del corazón, sobre la “Paz”, cuando no hay paz.
Siete (el número perfecto) características peculiares de la verdadera sabiduría son enumeradas. La pureza o santidad se
pone primero, porque atañen a Dios y a nosotros mismos; las seis que siguen atañen a nuestros semejantes. Nuestro
primer cuidado debe ser el tener en nosotros la santidad: después, el estar en paz con los hombres. modesta—
comprensible, indulgente para con el prójimo con respecto a sus deberes para con nosotros. benigna—fácilmente
persuadida, tratable, sin severidad hacia las faltas del prójimo. llena de misericordia—tocante a las miserias ajenas. y
de buenos frutos—en contraste, “toda obra perversa” (v. 16). no juzgadora—imparcial; vuelve a la amonestación
contra la parcial “acepción de personas” (2:1, 4, 9). Alford traduce aquí como en el 1:6: “titubear”; “sin titubear”, o
vacilar, “sin dudar”. Pero eso sería insertar un epíteto que se refiere a uno mismo entre otros epíteto que se refieran a
su propia conducta hacia otros. “Imparcial” es la traducción mejor. no fingida—sin hipocresía. No como Alford
explica el 1:22, 26: “sin engañaros a vosotros mismos”, con el nombre de religión pero sin la realidad de ella. Porque
debe referirse, como los otros seis epítetos, a nuestras relaciones con otros; nuestros actos pacíficos y de misericordia
hacia otros deben ser “sin disimulación”. 18. “El fruto apacible de justicia”. Dice “justicia”, porque ella es en sí la
verdadera sabiduría. Como en el caso de la sabiduría terrena, después de la descripción característica, se ponen sus
resultados; del mismo modo aquí, tocante al caso de la sabiduría celestial. Allí los resultados eran pretéritos; aquí,
futuros. fruto … siembra—Comp. Salmo 97:11; Isaías 61:3: “árboles de justicia”. Anticipadamente, eso es, la simiente,
cuyo “fruto” (a saber, “la justicia”) será por fin segado, ahora se siembra en paz. La “justicia” ahora en germen,
cuando se desarrolle plenamente como “fruto”, será en sí la eterna recompensa de los justos. Como “el sembrar en paz”
(Comp. “sembrado en deshonra”, 1 Corintios 15:43) produce el “fruto de justicia”, así del modo inverso “la obra” y
“efecto de la justicia” es “paz”. para aquellos que hacen paz—para su beneficio. Ellos, y ellos solos, son los
“bienaventurados.” “Los pacificadores”, no meramente los que reconcilian a otros, sino los que hacen paz. “Cultivan la
paz”. [Estio] Los verdaderamente sabios para con Dios, mientras que son pacíficos y tolerantes hacia sus prójimos, con
todo hacen su primera preocupación la de sembrar la justicia, no disimulando los pecados de los hombres, sino
reprendiéndolos con tal moderación apacible, que los hagan los médicos de los pecadores, antes que sus verdugos
[Calvino].

CAPITULO 4
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     EN CONTRA DE LAS GUERRAS Y SUS ORIGENES: LAS CONCUPISCENCIAS DEL MUNDO; LOS JUICIOS
MALEVOLOS; INTENCIONES PRESUNTUOSAS RESPECTO AL FUTURO. 1. ¿De dónde?—La causa de las
contiendas se busca a menudo en circunstancias externas, mientras que las concupiscencias íntimas son el origen
verdadero. guerras, etc.—en contraste con “la paz” de la sabiduría celestial. “Pleitos” aquí son “peleas” (el griego), el
activo desarrollo de “las guerras”. Las mejores autoridades insertan “ de dónde” antes de “pleitos,” o peleas. Los
tumultos señalaban la época anterior a la caída de Jerusalén, cuando Jacobo escribió. Alude a éstos indirectamente,
Los “miembros” son el primer sitio de la guerra; de allí pasa el conflicto entre hombre y hombre, entre nación y
nación. no son?—“¿no vienen..?” Una llamada a la conciencía de ellos. concupiscencias—lit., placeres, eso es, la.
pasión que incita el deseo (Nota 4:2) de los placeres; de ellas procuráis satisfacción a costa de vuestro prójimo, y por
consiguiente, las luchas. las cuales combaten—“como un ejército de soldados acampados dentro” [Alford] del alma;
guerra tumultuosa contra los intereses de vuestros semejantes, para adelantar los propios. Pero mientras ellas
guerrean así contra otros (sin saberlo él) guerrean contra el alma del hombre mismo, y contra el Espíritu; por lo tanto,
las concupiscencias deben ser “mortificadas” por los cristianos. 2. Codiciáis—deseáis; ponéis la mente y corazón sobre
algún objeto. no tenéís—La codicia no asegura la posesión misma. Por tanto, “matáis” para alcanzar la posesión. No
probable en el caso de cristianos profesos de aquel entonces, en un sentido literal, sino que “matar” y “envidiar” (el
Gr.: “desear tener”) deberían traducirse devastar y oprimir por la envidia [Drusio]. Comp. Zacarías 11:5. “Matábais”: por
la envidia, el celo y el deseo de alejarse de vuestro camino, y así sois “homicidas” ante los ojos de Dios. [Estio]. Si se
hubiera significado homicidio literalmente. [Alford], no creo que hubiera caído tan pronto en la serie; ni que hubiesen
llegado los cristianos entonces, ni aun ahora, a la abierta criminalidad. En la aplicación del texto por el Espíritu a todas
las edades, se incluye la matanza literal, que [PAG. 680] resulta del deseo de poseer; así David y Acab. Hay una
gradación: “deseáis”, la codicia individual de un objeto; “matáis y ardéis en envidia”, el sentimiento y la acción de
individuos contra individuos; “combatís” y “guerreáis”, la acción de los muchos contra los muchos. no tenéis …
porque no pedís—“Lo que dese{is”, no está en el original. Dios promete a los que oran, no a los que pelean. La
petición de los injuriosos, homicidas y contenciosos, no es reconocida por Dios como oración. Si orarais, no habría
“guerras y luchas”. He aquí pues la contestación a la pregunta (v. 1): “¿ De dónde las guerras y los pleitos?” 3.
Anticipa el apóstol que algunos objetarán, diciendo: “Pero pedimos” (v. 2), y él replica: No es bastante que pidáis
buenas cosas, sino que debéis pedir con buen espíritu y buenas intenciones. “Pedís mal para consumirlo (el objeto de
vuestro pedido) en deleites”; no para que tengáis lo que necesitéis para el servicio de Dios. Contrástese el 1:5 con
Mateo 6:31, 32. Si oraseis bien, serían suplidas todas vuestras necesidades propias; entonces cesarían vuestras codicias,
que motivan “guerras y luchas”. Aun las oraciones de los creyentes son mejor contestadas muchas veces, cuando sus
deseos resultan defraudados. 4. Los manuscritos más antiguos omiten “adúlteros y” y dicen sólo “adulteras”. Dios es
el marido legítimo; los hombres del mundo son tenidos colectivamente como una adúltera, e individualmente como
adúlteras. del mundo—en cuanto los hombres del mundo y sus motivos y hechos sean ajenos a Dios; por ejemplo, sus
deleites egoístas (v. 3), “sus guerras y pleitos” codiciosos y ambiciosos (v. 1). enemistad—no meramente
“enemistados”; un estado de enemistad misma. Comp. 1 Juan 2:15, el que quisiere ser—El griego es enfático: “el que
resuelve ser amigo del mundo”. Logre su propósito o no, si su deseo es de ser amigo del mundo, se constituye, llega a
ser (así el griego), ipso facto, “enemigo de Dios”. Contrástese: “Abrahán el amigo de Dios.” 5. sin causa—El Gr.,
“vanamente”; ninguna palabra de las Escrituras puede ser en vano. La cita aquí, como en Efesios 5:14, no parece ser
tanto un pasaje particular como un colegiado bajo la inspiración por Jacobo, del tenor general de tales textos del
Antiguo y del Nuevo Testamentos como Números 14:29; Proverbios 21:10; Gálatas 5:17. espíritu que mora en
nosotros—Otros manuscritos dicen: “Que Dios hizo morar en nosotros”, es decir, en Pentecostés. Si así se traduce,
“¿codicia para envidia del Espíritu (Santo) que Dios colocó en nosotros?” es decir, como vosotros en vuestras “guerras
y pleitos” mundanos. Por cierto que no; estáis caminando según la carne, no en el Espíritu, mientras codiciáis para
envidia unos contra otros. La amistad con el mundo tiende a engendrar la envidia; el Espíritu da frutos diferentes.
Alford atribuye el epíteto “para envidia” en el sentido injustificable de celos, al Espíritu Santo; “El Espíritu Santo desea
celosamente tenernos por suyos”. En nuestra versión el sentido es: “el espíritu (natural) que tiene su morada en
nosotros codicia para (a, o hacia) envidia”. Codiciáis, y por cuanto no tenéis lo que codiciáis (vv. 1, 2), envidiáis a
vuestro vecino que lo tiene, y así el espíritu de envidia os impele hacia la “pelea”. Jacobo aquí se refiere al 3:14, 16. 6.
Mas—pero, al contrario él—Dios. da mayor gracia—gracia siempre creciente; tanto más cuanto os apartéis de la
“envidia” [Bengel]. dice—El mismo Dios, que hace que su Espíritu more en los creyentes (v. 5), por el mismo Espíritu
también habla en las Escrituras. La cita aquí probablemente es Proverbios 3:34; pues es probable que la referencia
general del v. 5 sea Proverbios 21:10. En el hebreo es: “escarnece de los escarnecedores”, es decir, de los que piensan
que “la Escritura habla en vano”. resiste—lit., se pone en orden de batalla en su contra, así como ellos, lo mismo que
Faraón, que se levantaron contra Dios. Dios vuelve a pagar al pecador “en la misma moneda”. “La soberbia” es la
madre de “la envidia” (v. 5); es peculiarmente satánica, pues a causa de ella Satán cayó. los soberbios—El griego en
Falconeris.blogspot.com       - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES
derivación significa que uno aparenta ser superior a sus semejantes, y así se levanta en contra de Dios. los humildes—
que no son envidiosos ni codiciosos ni ambiciosos en cuanto a lo mundano. Contrástese el v. 4. 7. Someteos a Dios—
para que seáis de “los humildes” (v. 6, con el v. 10, y 1 Pedro 5:6). resistid al diablo—Bajo su bandera, el orgullo y la
envidia están alistados; resistid las tentaciones que vienen por su intermedio. La fe, oraciones humildes y la sabiduría
celestial, son las armas de la resistencia. El lenguaje es guerrero. “Someteos”, como el buen soldado que se pone en
completa sujeción a su capitán. “Resistid”, estad firmes, sin temor. huirá—Porque es la promesa de Dios, no la certeza
que hombre dé a hombre [Alford]. Huirá derrotado, como huyó de Cristo. 8. Allegaos a Dios—Comp. Deuteronomio
30:20; por medio de la oración (vv. 2, 3), “resistiendo a Satanás”, quien quiere impedir nuestro acceso a Dios. se
allegará—propicio. limpiad las manos—los instrumentos externos de acción. Sólo los limpios de manos pueden
ascender al monte del Señor (justificados por medio de Cristo, el único que fué puro, y como tal “ascendió” allá).
purificad los corazones—de vuestro adulterio espiritual (v. 4, vuestra mundanalidad); vuestros corazones: la fuente
interior de toda impureza. vosotros de doblado ánimo—divididos entre Dios y el mundo; el de doble ánimo tiene el
mal en el corazón: el pecador lo tiene asimismo en las manos. 9. Afligíos—lit., soportad la miseria, eso es, llorad los
tristes resultados de vuestros pecados. Arrepentíos con profunda tristeza en lugar de vuestra risa actual. Un llanto
bendito. Contrástese Isaías 22:12, 13; Lucas 6:25. Jacobo no añade aquí, como en el 5:1: “aullad”, donde predice el
destino de los impenitentes con la próxima destrucción de Jerusalén. en tristeza—lit., en caída de rostro bajad la vista.
10. delante del Señor—como continuamente en la presencia del que solo es digno de ser enaltecido; reconociendo su
presencia en todos vuestros caminos, el verdadero impulso a la humildad. El árbol para poder crecer hacia arriba, debe
echar las raíces muy hacia abajo; así el hombre, para ser exaltado, debe tener la mente hondamente arraigada en la
humildad. En 1 Pedro 5:6: “Humillaos pues bajo la poderosa mano de Dios”, es decir, en sus tratos providenciales; un
pensamiento distinto del que tenemos aquí. os ensalzará—en parte, en este mundo; plenamente en el venidero. 11.
Habiendo mencionado los pecados de la lengua (cap. 3.) aquí enseña que el hablar mal procede del mismo espíritu de
soberbia en [PAG. 681] perjuicio del prójimo que causó los “pleitos” condenados en este capítulo (v. 1. Hermanos—
que demuestra la inconsecuencia en hermanos de hablar despectivamente los unos de los otros. murmura de la ley—
porque la ley, al mandar, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (2:8), virtualmente condena la murmuración y el
juicio [Estio]. Aquellos que arrogantemente condenan los actos y palabras de otros que no les gustan, tratando así de
alcanzar la buena fama de su propia santidad, ponen su propia morosidad en lugar de la ley, y se arrogan el derecho a
censurar superior a la ley de Dios, condenando lo que la ley permite [Calvino]. Tal hombre obra como si la ley no
pudiera realizar su propia función de juzgar, y pretende tomarla él mismo [Bengel]. Esta es la última mención de la ley
en el Nuevo Testamento. Alford correctamente opina que la “ley” es la antigua ley moral aplicada en su comprensiva
plenitud espiritual por Cristo: “la ley de la libertad”. si tú juzgas a la ley—Al hacer a un lado la hermandad cristiana,
llamados todos por igual a ser hacedores de la ley, en sumisión a ella, tal hombre se arroga el oficio de juez. 12. Uno es
el dador de la ley—Según los mejores textos: “Uno es legislador y juez”. Tradúzcase “Hay uno solo que es (a la vez)
Legislador y Juez, (es decir) el que puede salvar y destruir”. Vale decir que Dios solo es Legislador y Juez, porque él
solo puede ejecutar sus sentencias; nuestra incapacidad en este respecto demuestra nuestra presunción al tratar de
obrar como jueces, como si fuésemos dioses. quién eres tú?—El orden en el griego es enfático: “Tú, ¿quién eres. .?”
¡Qué arrogancia temeraria, la de juzgar a tus hermanos, arrancando a Dios el oficio que le pertenece a él así sobre ti
como sobre ellos! a otro—Los mejores manuscritos “a tu prójimo”. 13. Ea ahora—para llamar la atención vamos pues.
los que decís—en jactancia respecto al mañana. Hoy y mañana—El Gr., “hoy o mañana”, como si tuvieseis la libre
elección del día como una seguridad. a tal ciudad—la ciudad que está en la mente de quien habla: ésta ciudad.
estaremos allá un año—Lit., “haremos el año allí”. El lenguaje expresa que terminado el año, formularán los planes
para los años por venir [Bengel]. compraremos … ganaremos—Sus planes para el futuro son mundanos. 14. no
sabéis—lo del mañana: de qué naturaleza es vuestra vida: cuán instable es. Ciertamente es—Los manuscritos más
antiguos dicen: “Porque vosotros sois un vapor”. Bengel, con otros. traduce: “Porque él (el mañana) será un vapor”
(4:13–15). Lo anterior expresa: “Vosotros mismos sois transitorios”: de modo que todo lo vuestro, vuestra vida misma,
participa de la misma naturaleza efímera. Ninguna autoridad antigua apoya el texto recibido. y luego se desvanece—
“Después se desvanece así como vino”; lit., luego (como apareció) así se desvanece [Alford] 15. Lit., “En vez de decir
vosotros: Si el Señor quisiere <” (decís, v. 13) “hoy y mañana <” y si viviéremos—Los mejores manuscritos rezan:
“Si el Señor quisiere, viviremos, y también haremos <” Los jactanciosos hablaron como si la vida, la acción, y la suerte
particular de la acción estuviesen en su poder, mientras que las tres cosas dependen enteramente de la voluntad de
Dios. 16. Mas ahora—pues bien; como está la cosa. os jactáis—“os gloriáis con arrogante presunción”, es decir, en la
vana confianza de que el futuro para vosotros sea seguro (v. 13). 17. El principio ilustrado por el ejemplo particular
que se acaba de discutir aquí se postula: el saber sin el hacer se le imputa al hombre como grave pecado presuntuoso.
El apóstol vuelve sobre el principio asentado al principio, de que nada perjudica al alma más que las impresiones
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  • 2. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES [PAG. 667] LA EPISTOLA GENERAL DE SANTIAGO INTRODUCCION Esta carta es llamada por Eusebio (Historia Eclesiástica, 2:23, cerca del año 330 de nuestra era) la primera de las Epístolas Católicas; es decir, las escritas para circulación general, en distinción de las epístolas de San Pablo, que se dirigían a iglesias y personas en lo particular. En los manuscritos más antiguos del Nuevo Testamento, aun en existencia, aquéllas se hallan antes de las epístolas de San Pablo. De las mismas, sólo dos son mencionadas por Eusebio como universalmente reconocidas (“homologóumena”), a saber, la Primera de San Pedro y la Primera de San Juan. Todas, sin embargo, aparecen en todo manuscrito existente del Nuevo Testamento completo. No es motivo de extrañeza el que las epístolas no dirigidas a iglesias particulares (y en especial una como la de Santiago, dirigida a creyentes israelitas esparcidos) fueran por mucho tiempo poco conocidas. La primera mención de ésta por su nombre, ocurre a principios del siglo tercero, en Orígenes (Comentario sobre San Juan 1:19; 4. 306), quien nació cerca del año 185 y murió en el 254 de nuestra era. Clemente Romano la cita en su Primera Carta a los Corintios cap. 10 con Santiago 2:21, 23, y cap. 11 con Santiago 2:25; Hebreos 11:31). El pastor de Hermas también cita Santiago 4:7. Se cree que Ireneo (Haereses, 4. 16. 2) se refiere a Santiago 2:23. Clemente de Alejandría comenta esta carta, según Casiodoro. Efrem Siro (m. año 379; Opp. Graec. 3. 51) cita Santiago 5:1. Una prueba especialmente fuerte de su autenticidad se halla en el hecho de que formaba parte de la antigua versión siríaca, la que no contiene ninguno de los libros cuestionables (“Antilegómena”, Eusebio, 3. 25), excepto la Epístola a los Hebreos. Ninguno de los padres latinos la cita antes del siglo cuarto; pero un poco después del Concilio de Nicea, fué admitida como canónica tanto por las iglesias orientales como por las occidentales, y así declarada por los Concilios de Hipona y Cartago (año 397). Esto es precisamente lo que había de esperarse; un escrito conocido sólo en parte al principio, con la posterior ampliación de su circulación y un conocimiento mejor de las pruebas de su reconocimiento entre las iglesias apostólicas—las que tenían hombres dotados del discernimiento de espíritus y capaces, por tanto, de distinguir entre escritos inspirados y espúreos, llegó a ser aceptado universalmente. Tenidos un tiempo por dudosos, los libros disputados (Santiago, 2 Pedro, 3 Juan, Judas y Apocalipsis) al fin fueron universal e indubitablemente aceptados; de modo que ningún argumento a favor de los Apócrifos del Antiguo Testamento puede deducirse del caso de aquéllos; en cuanto a éstos, la Iglesia Judaica no tenía duda alguna; los tenía siempre por no inspirados. La objeción de Lutero a esta carta (“Epístola de paja, y desnuda de todo carácter evangélico”) se debió a su idea errónea de que el capítulo dos se opone a la doctrina de la justificación por la fe, y no por obras, enseñada por San Pablo. Pero los dos apóstoles, contemplando la justificación desde dos puntos de vista distintos, armonizan perfectamente, y complementan mutuamente las definiciones el uno del otro. La fe precede al amor y a las obras del amor; pero sin éstas, la fe es muerta. San Pablo trata la fe en la justificación del pecador delante de Dios; Santiago la trata en la justificación del creyente evidentemente delante de los hombres. El error que ésta refuta era la noción judaica de que la posesión y conocimiento de la ley de Dios los justificara, aun cuando la desobedecieran (ver 1:22 con Romanos 2:17–25). Los textos 1:3 y 4:1, 12, claramente aluden a Romanos 5:3; 6:13; 7:23; 14:4. También el tenor del capítulo dos, sobre la “justificación”, parece aludir a la enseñanza de San Pablo, con el propósito de corregir falsas ideas judaicas de una categoría diferente de las que Pablo corregía, sin ser ignoradas las mismas por él tampoco (Romanos 2:17, etc.). San Pablo (Gálatas 2:9) arregla los nombres “Jacobo, Cefas, Juan,” en el orden en que están las respectivas Epístolas. El Jacobo (Santiago) que escribió esta Epístola (según los escritores más antiguos) es llamado (Gálatas 1:19) “el her mano del Señor”. Era hijo de Alfeo, o sea Cleopas (Lucas 24:13–18) y María, hermana de la madre de Jesús. Cotéjese Marcos 15:40 con Juan 19:25, que parece identificar a la madre de Jacobo el Menor, con la esposa de Cleopas, no con la virgen María, hermana de la esposa de Cleopas. Cleopas es el hebreo; Alfeo es el modo griego de escribir el mismo nombre. Muchos, sin embargo, como Hegésipo (Eusebio, Histo. Ecle.), distingue “al hermano del Señor” del hijo de Alfeo. Pero el Evangelio según los Hebreos, citado por Jerónimo, representa a Jacobo, el hermano del Señor, como presente en la Eucaristía, y por lo tanto idéntico con el [PAG. 668] apóstol Jacobo. Así el evangelio apócrifo de Jacobo. En los Hechos, el Jacobo que fué puesto al frente en Jerusalén después de la muerte de Jacobo, hijo de Zebedeo, no se distingue de Jacobo, hijo de Alfeo. No se le menciona como uno de los hermanos del Señor en Hechos 1:14; sino que aparece como uno de los “apóstoles” (Gálatas 1:19). Se le llama “el Menor” (lit., el pequeño, Marcos 15:40), para distinguirlo de Jacobo, hijo de Zebedeo. Alford considera a Jacobo, el hermano del Señor, autor de la epístola, como el mayor de los hijos de José y María, después de Jesús (ver Mateo 13:55), y piensa que Jacobo hijo de Alfeo se distingue
  • 3. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES de él por el sobrenombre de “el menor.” Sus argumentos contra la identificación del hermano del Señor, obispo de Jerusalén, con el apóstol, Jacobo el Menor, son: (1) Los hermanos del Señor no creían en él en un tiempo posterior al llamamiento de los apóstoles, y por tanto, ninguno de ellos podía ser de los apóstoles (pero no se deduce de Juan 7:3, 5, que ni uno de ellos creyera); (2) La comisión apostólica fué de predicar el evangelio por todas partes, y no de ser obispos en localidades particulares (pero es improbable que fuera obispo de Jerusalén uno que no fuese apóstol, al cual aun los apóstoles rindiesen deferencia, Hechos 15:13–19; Gálatas 1:19; 2:9, 12. La última orden del Salvador de predicar el evangelio por todas partes, no es inconsecuente con que cada uno tuviese una esfera particular de acción, en donde fuese obispo misionero, como se dice que Pedro lo fué en Antioquía). (Nota del Trad: Es más probable que este Jacobo sea el hermano uterino de Jesús. La “hermana de su madre” no era (otra) María, esposa de Cleopas, sino Salomé, esposa de Zebedeo y madre de Juan. Eran cuatro las mujeres que estuvieron al pie de la cruz (Juan 19:25, con Marcos 15:40, etc.) Es Pablo quien lo denomina “el hermano del Señor”, el cual hubiera usado otro término para expresar “primo hermano.” Pablo distingue “a los hermanos del Señor” de los “demás apóstoles”, entre los cuales los reconoce por destacados dirigentes (1 Corintios 9:5), y a uno de ellos por “columna” a la par de Pedro y Juan (Gálatas 2:9). Igualmente los distingue Lucas (Hechos 1:13, 14) y los evangelios. A este “incrédulo” hermano el Señor dispuso una gracia especial, apareciéndole (1 Corintios 15:7), como tuvo igual misericordia de Saulo de Tarso, y los preparó a ambos para un “apostolado” especial). Llevó el sobrenombre de “el Justo.” Había necesidad de sabiduría especial para predicar el evangelio de tal suerte que no desestimara la ley. Como obispo de la iglesia de Jerusalén, escribe a las doce tribus, exponiéndoles el evangelio en su aspecto de relación con la ley, reverenciada como era en sumo grado por los judíos. Como las Epístolas de Pablo son un comentario sobre las doctrinas que manan de la muerte y resurrección de Cristo, así la Epístola de Santiago tiene una íntima relación con las enseñanzas del Señor, en especial con el Sermón del Monte. En ambos, la ley se representa cumplida en el amor; el lenguaje mismo es palpablemente similar (Compárese el 1:2 con Mateo 5:12; el 1:4 con Mateo 5:48; el 1:5 y 5:15 con Mateo 7:7–11; el 6:13 con Mateo 5:7 y 6:14, 15; el 2:10 con Mateo 5:19; el 4:4 con Mateo 6:24; el 4:11 con Mateo 7:1, 2; el 5:2 con Mateo 6:19). Toda la epístola respira la misma justicia evangélica que el Sermón del Monte inculca como la suprema realización de la ley. El carácter mismo de Santiago de “el Justo”, o sea, legalmente recto, lo predispone a esta coincidencia (ver el 1:20; 2:10; 3:18 con Mateo 5:20). También le quedaba bien para la presidencia de una iglesia aun celosa de la ley (Hechos 21:18–24; Gálatas 2:12). Si había quien ganase a los judíos para el evangelio, el más apto era éste, quien representaba el molde de la justicia del Antiguo Testamento, combinada con la fe evangélica (ver también el 2:8 con Mateo 5:44, 48). La práctica, no la profesión, es la prueba de la obediencia (ver 2:17; 4:17 con Mateo 7:21–23). Los pecados de la lengua, por leves que los mire el mundo, son ofensas contra la ley del amor (ver el 1:26; 3:2–18 con Mateo 5:22; también “todo juramento”, 5:12 con Mateo 5:33–37). La ausencia de la bendición apostólica se debe probablemente al hecho de ser dirigida no meramente a los creyentes, sino también indirectamente a judíos incrédulos. A aquéllos les encomienda la humildad, la paciencia y la oración; a éstos les dirige amonestaciones horrendas (5:7–11; 4:9; 5:1–6). Jacobo murió como mártir en la pascua. Esta epístola fué escrita probablemente muy poco antes. La destrucción de Jerusalén (predicha en el 5:1, etc.) sucedió un año después de su martirio, año 69. Hegésipo (citado por Eusebio, 2:23) narra que fué puesto sobre un pináculo del templo por los escribas y fariseos, que le rogaron que restringiera al pueblo que en grandes números estaba abrazando el cristianismo. “Dinos—le dijeron en presencia de la multitud reunida para la fiesta—, ¿cuál es la puerta de Jesús? Y Jacobo replicó: “¿Por qué me preguntáis tocante al Hijo del hombre? Está sentado a la diestra del poder, y vendrá de nuevo sobre las nubes del cielo”. Muchos entonces exclamaron: “¡Hosana al Hijo de David!” Pero Jacobo fué arrojado de cabeza por los fariseos; y [PAG. 669] orando: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”, fué apedreado y golpeado a muerte con un mazo de batanero. Los judíos, como sabemos, se exasperaron por la liberación de Pablo de sus manos, y resolvieron por tanto vengarse en la persona de Jacobo. La publicación de su epístola a los israelitas dispersos, llevada a ellos probablemente por los que vinieron a las fiestas, hizo que lo aborrecieran, especialmente los de las clases altas, porque la carta predecía los ayes que pronto les caerían encima así como a la patria de ellos. Su pregunta injuriosa: “¿Cuál es la puerta de Jesús?” (eso es, ¿por cuál puerta entrará cuando vuelva?), probablemente alude a su profecía: a saber, “la venida del Señor se acerca < he aquí el Juez está delante de la puerta” (5:8, 9). Hebreos 13:7 probablemente se refiere al martirio de Jacobo, tanto tiempo obispo de los cristianos judíos de Jerusalén: “Acordaos de los que tienen (o tenían) el gobierno (espiritual) sobre vosotros, que os hablaron la palabra de Dios, la fe de los cuales imitad, considerando cuál haya sido el éxito de su conducta.”
  • 4. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES Su inspiración como apóstol está expresamente señalada en Hechos 15:19, 25: “Yo juzgo <; ha parecido bien al Espíritu Santo y a nosotros <” Su autoridad episcopal se distingue por la deferencia hacia él de parte de San Pedro y San Pablo (Hechos 12:17; 21:18; Gálatas 1:19; 2:9). El Señor se le había aparecido a él en particular después de la resurrección (1 Corintios 15:7). San Pedro en su primera epístola (universalmente reconocida desde el principio como canónica), tácitamente confirma la inspiración de la Epístola de Santiago, por la incorporación en sus propios escritos inspirados cuando menos de diez pasajes de Santiago. El “apóstol de la circuncisión” (San Pedro) y el primer obispo de Jerusalén, naturalmente, tendrían mucho en común. Véanse el 1:1 con 1 Pedro 1:1; el 1:2 con 1 Pedro 1:6; 4:12, 13; el 1:11 con 1 Pedro 1:24; el 1:18 con 1 Pedro 1:3; el 2:7 con 1 Pedro 4:14; el 3:13 con 1 Pedro 2:12; el 4:1 con 1 Pedro 2:11; el 4:6 con 1 Pedro 5:5, 6; el 4:7 con 1 Pedro 5:6, 9; el 4:10 con 1 Pedro 5:6; el 5:20 con 1 Pedro 4:6. El hecho de estar dictada en el griego más puro enseña que no se destinaba tan sólo a los judíos de Jerusalén, sino también a los helenistas, o sean los judíos de habla griega. El estilo es corto, conciso y sentencioso. Un carácter hebraico atraviesa toda la Epístola, como aparece en los paralelos poéticos ocasionales (3:1–12). Véase el 2:2: “asamblea,” marginal, sinagoga. Las imágenes son argumentos analógicos, que combinan la lógica y la poesía. La elocuencia y el elemento de persuasión son características prominentes. La similitud a Mateo, el más hebraico de los evangelios, no es sino lo que había de esperarse de parte del obispo que en Jerusalén escribiese a israelitas. En dicho evangelio se ve el superior espíritu del cristianismo colocando la ley judaica en su debido lugar. La ley se impone en su eterno espíritu, no en la letra, de la cual eran tan celosos los judios. Las doctrinas de la gracia, rasgos distintivos de la enseñanza paulina para los helenistas y gentiles, son menos prominentes, habiendo sido bien enseñadas ya por el apóstol. Santiago complementa a San Pablo, y enseña a los cristianos judíos, que seguían guardando los ritos legales hasta la caída de Jerusalén, el principio espiritual de la ley, o sea, el amor manifestado en la obediencia. Trazar el “hombre perfecto”, quien continúa en la ley evangélica del amor, es el tema de la epístola. Nota: El traductor ha preferido emplear el nombre Jacobo y prescindir del título “San” en el cuerpo de la discusión, pero retiene “Santiago” para denotar la Epístola, puesto que así aparece en todas las Biblias. CAPITULO 1 ENCABEZAMIENTO: EXHORTACION SOBRE EL OIR, EL HABLAR Y LA IRA. Este último tema se discute también en 3:13–4:17. 1. Jacobo—un apóstol de la circuncisión, con Pedro y Juan; Jacobo en Jerusalén, Palestina y Siria; Pedro en Babilonia y Oriente: Juan en Efeso y Asia Menor. Pedro escribe a los judíos esparcidos de Ponto. Galacia y Capadocia; Jacobo, a los israelitas de las doce tribus esparcidas. siervo de Dios—no que no fuese apostol; pues Pablo, un apóstol, también así se llama; pero escribiendo a los israelitas en general inclusive, si bien indirectamente, a los incrédulos, humildemente omite el título de “apóstol”; lo hace Pablo también cuando escribe a los hebreos; asimismo Judas, apóstol, en su Epístola General. y del Señor Jesucristo—término no mencionado más, salvo en el 2:1: ni tampoco en sus discursos (Hechos 15:14, 15; 21:20, 21), por temor de que su mención frecuente del nombre de Jesús pareciese motivada por la vanidad, por ser “el hermano del Señor” [Bengel]. Siendo práctica su enseñanza, más bien que doctrinaria, requería la mención menos frecuente de Cristo. esparcidas—lit., “que están en la dispersión”. La dispersión de los israelitas y su comunicación con Jerusalén como centro de la religión, fueron los medios divinamente ordenados para la propagación del cristianismo. Los peregrinos de la ley se tornaron en caravanas del evangelio [PAG. 670] (Wordsforth). salud—palabra no hallada en otra carta cristiana sino aquí y en la epístola del sínodo de Jerusalén dirigida a las iglesias gentiles; coincidencia casual que indica la genuinidad. En el griego original (chairein) por “salutaciones”, hay una relación con el “gozo”, al cual se les exhorta en medio de las miserias existentes motivadas por la pobreza y la consiguiente opresión. 2. Hermanos míos—frase muy repetida por Jacobo, que denota la comunidad nacional y la de la fe. sumo gozo—“todo gozo”, causa del mayor gozo [Grocio] Nada sino gozo [Piscator]. Considerad que todas “las diversas tentaciones” son cada una asunto de gozo [Bengel]. cayereis—de improviso, de modo de ser rodeados de ellas (así el griego original). tentaciones—no en el sentido limitado de instigación al pecado, sino de pruebas y aflicciones de cualquier especie que prueban y purifican el carácter cristiano. Ver “tentar”, eso es, atentar, Génesis 22:1. Algunos de aquellos a quienes escribe Jacobo estaban “enfermos,” o de otra forma “afligidos” (5:13). Toda prueba posible al hijo de Dios es una obra maestra en la estrategia del Capitán de nuestra salvación para el bien de él. 3. la prueba—el examen o comprobación de vuestra fe, es decir, por “diversas tentaciones.” Ver Romanos 5:3: “La tribulación” obra paciencia, la paciencia obra experiencia (en el original: dokime,
  • 5. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES afín de dokimión: “comprobación” aquí; allí es “experiencia”; aquí comprobación, que produce experiencia). paciencia—El original expresa más: fortaleza perseverante o continuación (Lucas 8:15). 4. Que esta perseverancia tenga una obra perfecta (v. 3), eso es, que tenga su pleno efecto, demostrando el grado más perfecto de fortaleza, a saber “el gozo de llevar la cruz” [Menoquio], y resistiendo hasta el fin (Mateo 10:22) [Calvino]. seáis perfectos—bien desarrollados en todos los atributos del carácter cristiano. Para esto se requiere el “gozo” [Bengel], como parte de la “obra perfecta” de la probación. La obra de Dios en un hombre es el hombre. Si las enseñanzas de Dios por la paciencia han tenido una perfecta obra en ti, tú eres perfecto [Alford]. cabales—lo que tiene completas todas sus partes, sin carecer de parte integral; 1 Tesalonicenses 5:23: “vuestro entero espíritu y alma y cuerpo”; pues “perfecto” significa “sin mancha en sus partes. 5. Y si—El griego tiene “pero”, que es importante. “Pero (por cuanto esta perfecta entereza sin carecer de nada es difícil de adquirir) si alguno <” tiene falta—como el vocablo está repetido (según el uso de Jacob) del v. 4, “sin carecer de nada”, tradúzcase: “Si alguno de vosotros necesita sabiduría”, es decir, sabiduría por la cual podáis “tenerlo todo por gozo cuando caigáis en diversas tentaciones”, y permitáis que “la paciencia tenga su obra perfecta”. Esta “sabiduría” se demuestra detalladamente en sus efectos (3:17). La suprema sabiduría, que gobierna la paciencia así en la pobreza como en la riqueza, se describe en los vv. 9, 10. demándela—(ver el 4:2.) abundantemente—Con generosidad. Traducido “con simplicidad” en Romanos 12:8. Dios da sin agregar cosa alguna que quite de la liberalidad de la dádiva [Alford]. Dios requiere la misma simplicidad de parte de sus hijos (Mateo 6:22: “tu ojo < simple”). y no zahiere—una ilustración de cómo Dios da con simplicidad. Da al humilde suplicante, sin reprocharle sus pecados pasados e ingratitud, ni su futuro abuso de la bondad de Dios. Los judíos rezan: “Que no tenga yo necesidad de dádivas de los hombres, cuyos dones son pocos, mas sus censuras muchas; pero dame de tu mano, amplia y llena”. Véase la petición de Salomón de “sabiduría,” y el don de Dios por encima de lo que pidió, aunque Dios preveía que su futuro abuso de la bondad divina iba a merecer cosa muy dura. Jacobo tiene por delante el sermón del monte (Véase mi Introducción). Dios oye la oración sincera, y concede, o la cosa pedida, o bien algo mejor; de la manera que el buen médico tiene en cuenta el bien del enfermo mejor con negarle la cosa nociva que pide, que con concederle algo momentáneamente agradable pero perjudicial. 6. pida en fe—eso es, en la persuación de que Dios puede dar y dará. Jacobo empieza y termina con “fe”. Por la mitad de la epístola, quita los impedimentos de la fe, y enseña el verdadero carácter de ella [Bengel]. no dudando—titubeando entre la confianza y la incredulidad. Compárese el caso de los israelitas, que parecían creer en parte en el poder de Dios, pero que se inclinaban más hacia la incredulidad con “limitarlo”. Por otra parte, comp. Hechos 10:20; Romanos 4:20 (“Tampoco < dudó con desconfianza”); 1 Timoteo 2:8. semejante a la onda de la mar—Isaías 57:20; Efesios 4:14. “Llevados por doquiera de todo viento de doctrina”. movida del viento—o “llevada” por fuerza exterior. echada—por fuerza interior, por su propia inestabilidad [Bengel]. Ya echado sobre la ribera de la fe y la esperanza; ya arrollado al abismo de la incredulidad; una vez, elevado a la cima del orgullo mundano, otra, arrojado a la arena de la desesperación y aflicción [Wiesinger]. 7. pues—paralelo con “porque” del 1:6. tal hombre—el inestable, que se engaña a sí mismo. no piense— La fe real es más que mera opinión o conjetura. ninguna cosa—es decir, de las que pide; muchas cosas recibe de Dios: el alimento, el techo, etc., pero éstos son dones generales de la providencia; de las cosas impartidas especialmente en respuesta a la oración, de ellas el inconstante no recibirá cosa alguna, y menos la sabiduría. 8. de doblado ánimo—lit., de doble alma, la una dirigida hacia Dios, la otra hacia otra cosa. El griego favorece la traducción de Alford: “El (el que duda, v. 6) es un hombre de doble ánimo, inconstante <” o mejor, la de Beza. Las palabras del v. 8 están en aposición con “el tal hombre” del v. 7; así que el verbo “es”, que no está en el original, no hace falta suplirlo: “Tal hombre < hombre de doble ánimo, inconstante en todos sus caminos”. No es hipócrita lo que se quiere decir, sino hombre inconstante, como demuestra el contexto. Es lo opuesto de “el ojo simple” de Mateo 6:22. 9, 10. Tradúzcase: “Pero gloríese el hermano <” es decir, el mejor remedio contra el mal del doble ánimo es aquella simplicidad cristiana de espíritu que permite que el “hermano” de humilde condición exterior “se regocije” (v. 2) “en su alteza,” de ser tenido por hijo y heredero de Dios, siendo sus aflicciones mismas las arras de su gloria y corona venideras (v. 12); y que el rico pueda “regocijarse en su humillación”, siendo despojado de sus bienes por amor de Cristo [Menoquio]; o en ser humillado en espíritu mediante las pruebas providenciales, lo que es motivo verdadero de regocijo [Gomaro]. El intento de la [PAG. 671] Epístola es reducir todas las cosas a una base uniforme (cap. 2:1; 5:13). Al “bajo” con preferencia al “rico” se le llama “el hermano” (Bengel). En cuanto uno sea “rico” meramente en bienes mundanos, “él se pasará”; en cuanto su carácter predominante es el de un “hermano,” él “permanece para siempre” (1 Juan 2:17). Esta interpretación responde a todas las objeciones de Alford a que se tome “el rico” aquí como “hermano” en cualquier sentido. Para evitar hacerle hermano al rico, él traduce: “Pero el rico se gloria en su bajeza”, es decir, en lo que resulta ser su “humillación” (su riqueza, Filipenses 3:19), así como se dice al pobre que se regocije en lo que es en realidad su exaltación (su condición humilde). 11. Tomado de Isaías 40:6–8. con ardor—más bien, “con el viento caluroso” desde el este o del sur, el que quema la vegetación (Lucas 12:55). “El ardor” del sol no está en su salida, sino más bien al mediodía; mientras que el ardoroso viento kadím sopla a menudo al amanecer (Jonás 4:8). [Middleton, El
  • 6. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES Artículo Griego] Mateo 20:12 emplea el sustantivo por calor. Isaías 40:7: “La hierba se seca < porque el viento < sopló” parece corresponder al viento ardiente aquí. en todos sus caminos—indica el grado embarazoso de los planes del rico [Bengel]. Compárese “sus caminos”, es decir, su curso de vida, su conducta (v. 8). 12. Bienaventurado—Comp. el Sermón del Monte, Mateo 5:4, 10, 11. sufre la tentación—No el “caer en diversas tentaciones” (v. 2) es el motivo de la bienaventuranza, sino el soportar la prueba “hasta el fin”. Véase Job 5:17. cuando fuere probado—lit., “una vez aprobado”, cuando haya pasado por la prueba (v. 3), habiendo su “fe” ganado finalmente la victoria. la corona—no aludiendo a la corona o guirnalda dada a los ganadores en los juegos; porque ésta, una alusión natural para Pablo al escribir a los gentiles, entre los cuales tales juegos existían, sería impropia para Jacobo, quien se dirige a cristianos judíos, que miraban las costumbres gentílicas con repugnancia. de vida—“de la vida”; la “vida” constituye la corona, la sola vida verdadera, la suprema, la vida eterna. La corona sugiere un reino (Salmo 21:3). Dios—omitido de los mejores manuscritos y versiones; otros interpolan “el Señor”. El corazón del creyente suple la omisión, sin necesidad de que se mencione el nombre. El “fiel que ha prometido” (Hebreos 10:23). a los que le aman—En 2 Timoteo 4:8, “la corona de justicia a los que aman su aparición”. El amor produce la paciente resistencia; nadie evidencia mejor su amor que los que sufren por él. 13. Cuando … tentado—probado por la solicitación al mal. Hasta aquí se trataba de la “tentación” en el sentido de prueba, la probación por medio de las aflicciones. Que nadie piense que Dios le imponga una necesidad inevitable de pecar. Dios no os envía pruebas a fin de haceros peores, sino mejores (vv. 16, 17). Por tanto, no os dejéis hundir bajo la presión del mal (1 Corintios 10:13). de Dios—por intermedios que de él procedan. El griego no dice “tentado por Dios”, sino “tentado de Dios”, lo que denota agencia indirecta. no puede ser tentado de los malos—o bien. “de males,” o lo malo: ni tientan a Dios ningunos de nuestros pecados a seducirnos a cosas peores, ni él mismo tienta a nadie de su voluntad” (lit., de sí mismo: comp. la antítesis del 1:18: “De su (propia) voluntad nos ha engendrado” a santidad, cuán lejos está de tentarnos por su propia voluntad) [Bengel]. En Génesis 22:1 se dice que Dios “tentó a Abrahán”, pero allí la tentación significa probación, y no seducción. Alford traduce según el sentido ordinario del griego: “Dios no está versado en el mal”. Pero así se nos da un sentido menos probable, y el de nuestra versión, probablemente, es el verdadero; pues el griego eclesiástico a menudo usa palabras con sentido nuevo, según las nuevas verdades que debe enseñar. 14. Todo hombre, cuando es tentado, lo es por la atracción (aquí, como en el v. 13, la preposición apo expresa procedencia más bien que la agencia de la tentación) de sus propias concupiscencias. La causa del pecado está en nosotros mismos. Ni aun las sugestiones de Satanás nos ponen en peligro, sino cuando las hacemos nuestras. Cada uno tiene sus propias concupiscencias peculiares (así el griego), que surgen de su propio temperamento y hábitos. Se origina la concupiscencia en el pecado innato en el hombre, heredado de Adán. atraído— el primer paso en la tentación: desviado de la verdad y de la virtud. sebado—lit., enganchado por el cebo, como el pescado. El segundo paso: el hombre se permite (como expresa la voz media del griego) ser inducido al mal [Bengel]. La “concupiscencia” está aquí personificada, como la ramera que seduce al hombre. 15. La unión culpable se efectúa cuando la voluntad abraza a la tentadora. “La concupiscencia”, la ramera, entonces “pare el pecado” a saber, aquel pecado al cual la tentación inclina. Luego el pecado especificado (así denota el griego), “siendo cumplido, engendra muerte”, de la cual estaba todo el tiempo preñado [Alford]. Esta “muerte” está en marcado contraste con la “corona de la vida” (v. 12), el blanco de la “paciencia” y perseverancia, cuando tenga su obra perfecta. El que pretende pelear contra Satanás con las armas de Satanás, no debe maravillarse si se ve sobrepujado. Destrúyase el pecado en la simiente de la concupiscencia. 16. no erréis—atribuyendo a Dios la tentación al mal; antes, al contrario (sigue demostrando que) “todo bien”, todo lo bueno proviene de Dios. 17. dádiva … don—Vocablos distintos: (1) el acto de dar, o el don en la iniciación: (2) la cosa dada, el don hecho perfecto, cumplido. Como la dádiva está parangonada con el “pecado” en su iniciación, así el “don perfecto” se contrasta con “el pecado < cumplido”, que engendra muerte (2 Pedro 1:3). de lo alto—(ver el 3:15). Padre de las luces—El Creador de las luces del cielo (ver Job 38:28 [Alford]; Génesis 4:20, 21; Hebreos 12:9). Esto concuerda con la referencia a los cambios en la luz de los cuerpos celestiales, referidos al final del versículo. También, el Padre de las luces espirituales en el reino de gracia y de gloria. Estas se tipificaban por las luces sobrenaturales en la coraza del sumo sacerdote, el Urim. Por cuanto “Dios es luz, y en él no hay tinieblas algunas” (1 Juan 1:5), él no puede en manera alguna, ser el autor del pecado (v. 13), el cual es tinieblas (Juan 3:19). mudanza ni sombra de variación—Malaquías 3:6). Ningunas de las variaciones que sufren las “luces” físicas, ni de las que pueden sufrir las espirituales, se aplican a Dios. “Sombra de variación”, como la sombra arrojada por un astro sobre otro, al salir de su revolución, por ejemplo, cuando la luna es [PAG. 672] eclipsada por la sombra de la tierra, y el sol por el cuerpo de la luna. Bengel llega aquí a un punto culminante: “no hay variación ni sombra (sugestión) de alteración”: denotando lo primero un cambio de comprensión; lo segundo, de la voluntad. 18. (Juan 1:13). La regeneración del creyente es el ejemplo supremo que prueba que nada sino el bien procede de Dios. de su voluntad— Porque le plugo (lo que demuestra que la naturaleza esencial de Dios es hacer el bien, no el mal), no inducido por causa exterior alguna. nos engendró—espiritualmente; un hecho una vez por todas consumado (1 Pedro 1:3, 23). En contraste con la concepción de la concupiscencia y el nacimiento del pecado, causante de la muerte (v. 15). La vida
  • 7. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES sigue naturalmente en contacto con la luz (v. 17). la palabra de verdad—el evangelio. El medio objetivo, como la fe es el medio apropiador de la regeneración, por el Espíritu Santo como el agente eficiente. primicias—Ciertas, o alguna clase de primicias. Respecto a la resurrección, Cristo es las primicias (1 Corintios 15:20, 23); los creyentes, con respecto a la regeneración, son, como pudiéramos decir las primicias (figura de la consagración del primogénito de hombre, ganado, y frutos a Dios, familiar a los lectores judíos) eso es, ellos son las primeras de las criaturas regeneradas de Dios, y las arras de la regeneración final de la creación. Véase Romanos 8:19, 23, donde también el Espíritu, el agente divino de la regeneración del creyente, es llamado “primicias”, eso es, las arras de que la regeneración comenzada en el alma, se extenderá también, finalmente, al cuerpo y a las partes inferiores de la creación. De todas las criaturas visibles de Dios los creyentes forman la parte más noble, y como las primicias legales, santifican a las demás; ésta es la razón por que son duramente probados ahora. 19. Por esto—por cuanto vuestros males son de vosotros mismos, pero vuestro bien, de Dios. Sin embargo, los manuscritos y versiones más antiguos leen así (histe por hoste): “Lo sabéis (así dice en Efesios 5:5; Hebreos 12:17), mis amados hermanos; pero (por consiguiente) sea todo hombre pronto para oír”, eso es, dócil en la recepción de “la palabra de la verdad” (vv. 18, 21). El método correcto para oír se trata en los vv. 21– 27 y el cap. dos. tardío para hablar—(Proverbios 10:19; 17:27, 28; Eclesiastés 5:2.) Una buena manera de escaparnos de la clase de tentación que surge de nosotros mismos (v. 13). Tardío en hablar con autoridad como maestro o tutor de otros (3:1); una falta judaica muy común; tardío también en hablar cosas tan ligeras acerca de Dios, como en el v. 13. Nos han sido dadas dos orejas. observan los rabinos, pero una sola lengua; aquéllas están abiertas y expuestas, mientras que la lengua está entre paredes y tras los dientes. tardío en airarse—(3:13, 14; 4:5.) Tardío para acalorarse en el debate: otra falta de los judíos (Romanos 2:8), propensión a hablar mucho. Tittmann cree que no quiere decir tanto la “ira”, como un sentimiento de indignación y de mal humor bajo las calamidades que tocan a toda la vida humana: esto concuerda con las “diversas tentaciones” del v. 2. La ligereza para enojarse impide oír la palabra de Dios; así ocurrió con Naamán, 2 Reyes 5:11; Lucas 4:8. 20. El celo airado del hombre en el debate, como si estuviese excitado por el honor de la justicia de Dios, está lejos de obrar lo que es en verdad la justicia ante los ojos de Dios. La verdadera “justicia se siembra en paz” no en la ira (3:18). Según la mejor y más antigua lección, el verbo significa “practicar”; el texto recibido tiene el que significa “producir”. 21. dejando—“poniendo aparte”, una vez para siempre (dice el griego), como ropa sucia. Comp. la ropa sucia de Josué, Zacarías 3:3, 5; Apocalipsis 7:14. “La inmundicia” se limpia con oír la palabra de Dios (Juan 15:3). superfluidad de malicia—el exceso (es decir, el espíritu inmoderado indicado por “la ira” vv. 19, 20), que surge de la malicia (nuestra natural disposición mala de los unos hacia los otros). 1 Pedro 2:1 tiene las mismísimas palabras en el griego. Así se traduce “malicia” en Efesios 4:31; Colosenses 3:8. El “exceso indigno” [Bengel] no es bastante fuerte. El exceso superfluo en el habla es también reprobado como “venido del mal” (vocablo en el griego afín de perversidad aquí) en el Sermón del Monte (Mateo 5:37), con el que la Epístola de Santiago tiene tanto en común. con mansedumbre—el uno para con el otro [Alford], lo contrario de “la ira”, (v. 20), y que corresponde a los “recién nacidos” de 1 Pedro 2:2. La mansedumbre, pienso, incluye también un espíritu como de niño, dócil, humilde, tanto como no contencioso (Salmo 25:9; 45:4; Isaías 66:2; Mateo 5:5; 11:28–30; 18:3, 4: en contraste, Romanos 2:8). Sobre “recibid” aplicado a la tierra que recibe semilla, véase Marcos 4:20. En contraste, Hechos 17:11; 1 Tesalonicenses 1:6 con 2 Tesalonicenses 2:10. palabra ingerida—La palabra evangélica, cuyo atributo propio es el de ser injertada por el Espíritu Santo, de modo que sea vivamente incorporada en el creyente, como el brote fructífero es injertado en el acebuche natural. La ley vino al hombre solamente desde afuera, y le advirtió su deber. El Evangelio es ingerido interiormente, y así cumple el propósito ulterior de la ley (Deuteronomio 6:6; 11:18; Salmo 119:11). Alford traduce: “La palabra implantada”, refiriéndose a la parábola del sembrador (Mateo 13). Yo prefiero nuestra versión. puede hacer salvas—un incentivo fuerte para corregir nuestra pesadez en oír la palabra: aquella palabra que oímos tan descuidadamente puede (instrumentalmente) salvarnos. [Calvino]. almas—Vuestro verdadero “yo”, la personalidad, pues el “cuerpo” está sujeto a la enfermedad y a la muerte; pero salvada el alma ya, el cuerpo como el alma lo será al fin (5:15, 20). 22. La calificación del precepto: “sed prontos para oír:” “sed hacedores < no solamente oidores”: no meramente “haced” la palabra, sino “sed hacedores” sistemática y continuamente, como si tal cosa fuera vuestro negocio ordinario. Jacobo aquí se refiere al Sermón del Monte (Mateo 7:21–29). engañándoos—por la falacia lógica (el griego lo expresa) de que el mero oír sea todo lo necesario. 23. Porque—el autoengaño lógico (v. 22) ilustrado. oye … no hace—El griego: “oidor de la palabra, y no hacedor”, como en el v. 22. El verdadero discípulo—dicen los rabinos—aprende a fin de hacer, y no meramente a fin de saber o de enseñar. su rostro natural—“el rostro de su nacimiento:” la cara con que nació. Como el hombre puede contemplar su cara natural en el espejo, así el oidor puede percibir su imagen moral en la palabra de Dios. El fiel retrato del alma del hombre en la Escritura es la prueba más fuerte de la verdad de la [PAG. 673] misma. En ella, también, vemos reflejada la gloria de Dios, tan bien como vemos nuestra vileza natural. 24. consideró—No bien hubo contemplado su imagen cuando se marchó por su camino (v 11). “Consideró” corresponde a oír la palabra; “se fué”, a desatenderla después de oír; dejando vagar la mente hacia otra parte y perdiendo interés en la cosa oída: luego sigue el olvido [Alford]. (Ezequiel 33:21). El “consideró” aquí y en el v.
  • 8. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES 23 denota que, por pasajero que fuera, algún conocimiento de sí mismo, aun cuando fuera momentáneo, fué impartido al oír la palabra (1 Corintios 14:24). y … y—la repetición expresa la ligereza unida a la liviandad [Bengel] luego se olvidó qué tal era—en el espejo. El olvido no es excusa (v. 25; 2 Pedro 1:9). 25. mirando atentamente—Verbo compuesto: lit., se encorvó para mirar de cerca; más fuerte que el “consideró” del v. 24. Una curiosidad feliz, si bien es eficaz en llevar fruto [Bengel]. perfecta ley … de la libertad—la regla evangélica de vida, perfecta y perfeccionadora (como se ve en el Sermón del Monte, Mateo 5:48), que también nos hace caminar verdaderamente en la libertad (Salmo 119:32, Versión del Libro de Oración Anglicano). Los cristianos han de poner por meta una norma de santidad superior a la que se entendía generalmente bajo la ley. El principio del amor sustituye la letra de la ley, de modo que por el Espíritu son libres del yugo del pecado, y libres para obedecer por el instinto espontáneo (2:8, 10, 12; Juan 8:31– 36; 15:14, 15; comp. 1 Corintios 7:22; Gálatas 5:1, 13; 1 Pedro 2:16). La ley así queda anulada, pero cumplida. perseverado—en contraste con el “se fué” del v. 24: continúa tanto mirando en el espejo de la palabra de Dios, como haciendo sus preceptos. bienaventurado en su hecho—en hacerlo En la misma ejecución de la obra hay bienaventuranza (Salmo 19:11). 26, 27.—un ejemplo de hacer la obra. religioso … religión—el griego expresa el servicio o ejercicio exterior de la religión, siendo “la piedad” su alma íntima. “Si alguno cree ser religioso; eso es, observador de los oficios de la religión, que sepa que éstos consisten no tanto en las observancias externas como en actos de misericordia y en la humilde piedad (Miqueas 6:7, 8), tales como la visitación de los huérfanos < y guardarse sin mancha del mundo” (Mateo 23:23). Jacobo no quiere decir que estos oficios sean los grandes factores esenciales, o el todo de la religión; sino que, mientras el culto legal era meramente ceremonial, los mismos servicios del evangelio consisten en actos de misericordia y santidad, y que tienen la luz por su vestidura, siendo su manto mismo la justicia [Trench]. El vocablo se halla sólo aquí y en Hechos 26:5: “Conforme a la más rigurosa secta de nuestra religión he vivido Fansio.” Colosenses 2:18, “el culto a los ángeles”. no refrena su lengua—La discreción en el hablar es mejor que la elocuencia del hablar (Comp. 3:2, 3). Comp. Salmo 39:1. Dios solo puede capacitarnos para hacerlo. Jacobo, tratando de la ley, naturalmente observa este pecado. Porque personas hay que están libres de los pecados más groseros, y hasta demuestran evidencias externas de santidad, pero que a menudo se enaltecen a sí mismas, infamando a otros so pretexto de celo, mientras que su motivo real es su inclinación a hablar mal. [Calvino]. corazón—éste y la lengua accionan y reaccionan el uno sobre la otra. 27. religión pura y sin mácula—“La pureza” es aquel amor que no tenga en sí mistura ajena alguna, como la ilusión y la hipocresía. Guardarse sin contaminación es el medio de conservar pura la religión [Tittman]. “Pura” expresa el lado positivo del culto religioso; el “sin mácula” el lado negativo; lo mismo que visitar a los huérfanos y a las viudas es el activo, el guardarse sin mancha del mundo, es el lado pasivo del deber religioso. Tal es la forma más noble que toman nuestros ejercicios religiosos, en lugar de los oficios ceremoniales de la ley. delante de Dios y Padre—lit., “delante de aquel que es (nuestro) Dios y Padre”. Dios está así denominado para indicar que si queremos ser como nuestro Padre, no es por medio de ayunos, etc., porque él nada de esto hace, sino siendo “misericordiosos, como nuestro Padre es misericordioso” [Crisóstomo]. visitar—en simpatía y con oficios benignos para aliviar sus aflicciones. los huérfanos—cuyo “Padre” es Dios (Salmo 68:5); peculiarmente impotentes. y guardarse—La conjunción “y” no está en el griego: tan íntima es la relación entre las obras activas de misericordia y la abstención personal de la mundanalidad en espíritu, palabra, y hecho, que no hace falta la conjunción entre visitar y guardarse. “Guardarse”: con celosa vigilancia, orando al mismo tiempo, confiando en Dios el solo poderoso para guardarnos (Juan 17:15; Judas 24). CAPITULO 2 EL PECADO Y LA ACEPCION DE PERSONAS: LA FE MUERTA Y SIN OBRAS NO SALVA A NADIE. 1–13. Jacobo ilustra “la perfecta ley de la libertad” (1:25) con un caso de pecado contra ella, y termina con otra referencia a dicha ley (1:12, 13). 1. Hermanos—La igualdad de todos los cristianos como “hermanos” forma la base de la amonestación. la fe de … Cristo—eso es, la fe cristiana. Jacobo fundamenta la práctica cristiana en la fe cristiana. el Señor … glorioso—“el Señor de la gloria:” así en 1 Corintios 2:8. Como todos los creyentes, así ricos como pobres, reciben su gloria de su unión con aquél, “el Señor de la gloria”, no de las ventajas externas de fortuna mundana, el pecado mencionado es marcadamente inconsecuente con la fe de él. Bengel, sin hacer elipsis de el Señor, explica “gloria” como en aposición con “Cristo,” quien es la gloria (Lucas 2:32); la verdadera gloria (Shekinah del templo) (Romanos 9:4). Nuestra versión es más sencilla. La gloria de Cristo, reposando sobre el humilde creyente, debería hacer que éste sea tenido en tan alta estima por los “hermanos”, como su hermano más rico; y más aún, si el creyente humilde tiene más del espíritu de Cristo que el hermano rico. en acepción de personas—en la práctica de la preferencia parcial de personas de varias maneras y en varias ocasiones. 2. congregación—lit., “sinagoga”; éste, el último caso del uso honroso y el único de uso cristiano del vocablo usado en el Nuevo Testamento, ocurre en la Epístola de Santiago, el apóstol que mantuvo hasta el último momento posibles los vínculos entre la sinagoga judaica
  • 9. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES y la iglesia cristiana. Pronto después, la continua resistencia a la verdad de parte de los judíos indujo a los cristianos a dejarles el uso exclusivo del término [PAG. 674] (Apocalipsis 3:9). La “sinagoga” denota meramente una asamblea o congregación no necesariamente unida por vínculo común alguno. “Iglesia” es un pueblo ligado por vínculos y leyes mutuos, aun cuando acaso los miembros no estén reunidos. [Trench y Vitringa]. En parte por las tendencias hebraicas de Jacobo, y en parte porque las iglesias cristianas retenían las más de las formas judaicas, este término “sinagoga” se emplea aquí en vez del vocablo cristiano “iglesia” (ekklesía, derivado del radical llamar fuera, o convocar, expresa la unión de sus miembros en vínculos espirituales, independientes de localidad, y llamados fuera a una separación del mundo); una coincidencia sin premeditación y un indicio de la verdad. La gente, en la sinagoga judaica, tomaba asientos conforme a su rango, los del mismo oficio se sentaban juntos. La introducción de esta costumbre en los lugares de culto cristiano es aquí reprobado por el apóstol. Las iglesias o templos cristianos eran edificados como las sinagogas, con la mesa santa en el extremo oriental de aquéllas, como estaba el arca en éstas; el pupitre y el púlpito eran los principales artículos mobiliarios en ambas. Esto enseña el error de comparar la iglesia con el templo, y el ministerio con el sacerdocio; el templo es representado por todo el cuerpo de adoradores; el local de la iglesia era construído según el modelo de la sinagoga, no del templo. Véase La Sinagoga, por Vitringa, 2, 3. Si … entra—“Si por acaso entra <” [Alford]. ropa … vestidura—Como el griego tiene el mismo vocablo en ambos versículos, se podría traducir cada vez de la misma manera, “vestidura espléndida.” tuviereis respeto—sin saber acaso quién es, si en efecto fuese pagano. Era el oficio de los diáconos señalar asientos a los miembros de la congregación. [Clemente, Constitución, 2:57, 58]. le dijereis—“Le” está omitido en los mejores manuscritos. Así el “tú” viene a ser más enfático. aquí—cerca de quien habla. allí—alejado de donde están los asientos buenos. debajo de mi estrado—no literalmente así, sino en el suelo cerca de mi estrado. El hombre pobre o tenía que permanecer de pie, o si se sentaba, sentarse en una posición degradante. 4. ¿No juzgáis.. ?—Lit., ¿no habéis hecho distinciones, o diferencias (prefiriendo uno a otro)? Así en Judas 22. en vosotros mismos—en vuestras mentes, eso es, según vuestra inclinación carnal [Grocio] venís a ser jueces—Las palabras griegas por “jueces” y “juzgáis” (con parcialidad) son afines en sonido y sentido. Debiera darse una traducción similar a ambas; es decir, por jueces dígase “distinguidores de (o sea, según vuestros) pensamientos malos”; o bien, ¿no juzgáis con parcialidad entre hombres, haciéndoos así jueces malévolos (Marcos 7:21)? Los “pensamientos malos” están en los jueces mismos como en Lucas 18:6: “juez de injusticia”, traducido, “juez injusto”. Alford y Wahl traducen: “¿No dudasteis” (respecto a vuestra fe, que es inconsecuente con las distinciones que hacéis entre ricos y pobres)? Porque el griego (diakrinein) siempre significa dudar en el Nuevo Testamento. Así en el 1:6 que algunos traducen vacilar, o fluctuar. Mateo 21:21; Hechos 10:20; Romanos 4:20, “tampoco < dudó.” El mismo juego de palabras afines hay en el griego en Romanos 14:10, 23: juzgas … hace diferencia (o duda). La misma culpa de ser juez de la ley, cuando uno debiera ser quien la obedezca, se halla en el 4:11. 5. oíd—El apóstol llama a juicio a los que se constituyen “jueces” a sí mismos (2:4). pobres de este mundo—Los mejores manuscritos dicen: “los pobres con respecto al mundo”. En contraste con “los ricos en este presente siglo” (1 Timoteo 6:17). No todos los pobres, por supuesto; pero los pobres, como clase, proporcionaron mayor número de creyentes que los ricos, como clase. El rico, si es creyente, renuncia a las riquezas, como su porción; el pobre, si es incrédulo, descuida aquello que es la ventaja especial de la pobreza (Mateo 5:3; 1 Corintios 1:26, 27, 28). ricos en fe—Sus riquezas consisten en la fe. Lucas 12:21: “ricos para con Dios”. 1 Timoteo 6:18: “Ricos en buenas obras” (Apocalipsis 2:9; 2 Corintios 8:9). La pobreza de Cristo es la fuente de riquezas del creyente. reino … prometido—(Lucas 12:32; 1 Corintios 2:9; 2 Timoteo 4:8.) 6. El juicio de los pobres por el mundo contrastado con su juicio por Dios. vosotros—Cristianos, de quienes se habrían de esperar mejores actos: no sorprende el que los del mundo hagan tales cosas. afrentado—lit., “deshonrado”. Deshonrar a los pobres es deshonrar a los que Dios honra, invirtiendo así el orden de Dios [Calvino]. los ricos—como clase. os oprimen—lit., abusan de su poder en vuestra contra. arrastran—con violencia [Alford]. a los juzgados—instituyendo persecuciones por la religión, tanto como procesos legales opresivos, contra vosotros. 7. “¿No son ellos los que blasfeman..?” como en el 2:6 [Alford]. Debe ser que aquí se alude a los ricos paganos principalmente; porque otros no blasfemarían abiertamente el nombre de Cristo. Sólo indirectamente se podría significar a cristianos ricos, quienes, por su inconsecuencia, hiciesen blasfemar el nombre de él; así Ezequiel 36:21, 22; Romanos 2:24. Además, había muy pocos judeocristianos ricos entonces en Jerusalén (Romanos 15:26). Los que deshonran el nombre de Dios por el pecado voluntario y habitual, “toman el nombre del Señor en vano” (Proverbios 30:9, con Exodo 20:7). el buen nombre—que es “bueno delante de los santos de Jehová” (Salmo 52:9; 54:6); que rogáis que “sea santificado” (Mateo 6:9), y que es “llamado”, invocado, sobre vosotros (Génesis 48:16; Isaías 4:1, marginal; Hechos 15:17), de modo que en vuestro bautismo “en (adentro de: así el griego, Mateo 28:19) el nombre” de Cristo vinisteis a ser el pueblo de Cristo (1 Corintios 3:23). 8. El griego se puede traducir: “Sin embargo, sí cumplís <”, como Alford siguiendo a Estio explica: “Con todo, no digo que aborrezcáis a los ricos (por su opresión), ni que los echéis de vuestras asambleas; si optáis por observar la ley real.., bien hecho; pero hacer acepción de personas es quebrantar la ley”. Creo que la traducción es: “Si en verdad (o, si pues, por una parte) cumplís la ley real < bien hacéis; pero si (por la otra) hacéis acepción de
  • 10. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES personas, practicáis pecado”. Los judeocristianos se jactaban de la ley, y confiaban en ella (Hechos 15:1; 21:18–24; Romanos 2:17; Gálatas 2:12). A esto alude el “en verdad.” “(Est{is reposados en la ley); si en verdad (pues) la cumplís, bien hacéis; pero si <” real—la ley que es rey de todas las leyes, siendo el todo y la esencia de los diez mandamientos. El gran Rey, Dios, es amor; su ley es la ley real del amor, y dicha ley, como él mismo, reina suprema. El “no hace acepción de personas”; hacer [PAG. 675] acepción de personas, pues, significa contrariar a Dios y a su real ley, la que es, a la vez” ley de amor y ley de libertad (2:12). La ley es el “todo”, la Escritura particular citada (Levítico 19:18) es una parte del todo. Quebrantar una parte es quebrantarla toda (2:10). bien hacéis—siendo “bienaventurados” en vuestro hacer (1:25), no oidores olvidadizos de la ley. 9. La acepción de personas viola el mandamiento de amar a todos por igual, como “a uno mismo”. cometéis pecado—lit., “obráis pecado” (Mateo 7:23, el texto referido aquí probablemente, como en el 1:22). Vuestras obras son pecado, sea cual fuere la jactancia de la ley que hagáis por palabras (nota 2:8). como transgresores—no solamente de este o aquel mandamiento particular sino del todo en absoluto. 10. ofendiere—tropezare, no tan fuerte como “caer”, Romanos 11:11; “en un punto”, como aquí la acepción de personas; “culpable de todos”. La ley es como un vestido sin costura, que queda desgarrado si se la desgarra en cualquier parte; o como una armonía que queda rota si hay una sola nota discordante [Tirino]; o una cadena de oro cuya perfección se desmejora con la rotura de un solo eslabón [Gataker]. Así que vosotros quebrantáis la ley, aun cuando no el todo de la ley, porque cometéis ofensa contra el amor, el cual es el cumplimiento de la ley. Si cualquier parte del hombre es leprosa, todo el hombre es juzgado leproso. Dios requiere la perfecta obediencia, no la parcial. No hemos de escoger las partes de la ley que queramos guardar, según nuestro capricho, para descuidar las otras. 11. Es uno aquel que dió toda la ley; por tanto, los que violan la voluntad de aquél en un punto, la violan en todos [Bengel]. La ley y el Autor de la ley tienen completa unidad. matarás … adulterio—Los elige por cuanto son los casos más evidentes de violación del deber para con el prójimo. 12. Recapitulando los raciocinios anteriores. hablad—volviendo sobre lo dicho en el 1:19, 26; discusión más completa se da en el capítulo 3. juzgados por la ley de libertad—(1:25), eso es, la ley evangélica del amor, que no es una ley de externo constreñimiento, sino de íntima y libre inclinación instintiva. La ley de la libertad, por la misericordia de Dios, nos libra de la maldición de la ley, para que en adelante seamos libres para amar y obedecer espontáneamente. Si no queremos, a la vez practicar la ley del amor hacia el prójimo, dicha ley de gracia nos condena aun más gravemente que la antigua ley, que nada hablaba sino de la ira para aquel que ofendía en el más mínimo particular (2:13). Comp. Mateo 18:32–35; Juan 12:6, 48; Apocalipsis 6:16: “ira del (misericordioso) Cordero”. 13. Lo opuesto de “Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia” (Mateo 5:7). “El juicio (que vendrá sobre todos nosotros) será sin misericordia para aquel que nunca usó de misericordia”. Será para cada uno lo que cada uno haya sido [Bengel]. “Misericordia” aquí corresponde a “amor” en el 2:8. la misericordia se gloría contra el juicio—Lejos de temer al juicio, en el caso de los que la siguen, la misericordia en efecto se gloría contra él, sabiendo que no los puede condenar. No que la misericordia de ellos sea la base de su absolución, sino que la misericordia de Dios en Cristo para con ellos, que produce de parte de ellos la misericordia para con sus semejantes, hace que ellos triunfen sobre el juicio, el que de otro modo todos ellos en sí merecerían. 14. El apóstol aquí pasando del caso particular de la “misericordia” o “amor” violado por la “acepción de personas”, no obstante la profesión de fe en el Señor Jesús (2:1), combate la tendencia de los judíos (transplantada en el cristianismo de ellos) de sustituir un conocimiento inerte e inoperante de la letra de la ley, por un cambio de corazón para la santidad práctica, como si se lograra con eso la justificación (Romanos 2:3, 13, 23). Parece improbable que él hubiese visto las Epístolas de Pablo, por cuanto usa las mismas frases y ejemplos (comp. el 2:21, 23, 25, con Romanos 4:3; Hebreos 11:17, 31; y el 2:14, 24, con Romanos 3:28; Gálatas 2:16). Fuese así resuelto individualmente por Jacobo o no, el Espíritu Santo por medio de él combate, no a Pablo, sino a aquellos que abusaban de la doctrina de Pablo. La enseñanza de ambos es inspirada, y por tanto ha de ser recibida sin lucha de palabras; es que cada uno tenía una clase diferente de gente con quien tratar: Pablo con los “autojustificadores”; Jacobo, con los adeptos antinomianos de una mera fe nocional. Pablo insiste tan fuertemente como Jacobo en la necesidad de obras como evidencia de la fe, especialmente en sus epístolas posteriores, cuando muchos abusaban ya de la doctrina de la fe (Tito 2:14; 3:8). “Creer y obrar son parientes consanguíneos” [Ruterford]. qué aprovechará?—lit., “¿qué es el provecho?” ¿Qué provecho hay? si alguno dice—Jacobo no dice: “Si alguno tiene fe”; sino que, “si alguno dice que tiene fe”; queriendo decir la mera profesión de fe, tal como se hacía comúnmente en el bautismo. Simón el Mago así “creyó, y fué bautizado” y con todo no tuvo “ni parte ni suerte en este asunto”, porque su corazón—como sus palabras y sus obras demostraban—no era recto delante de Dios. Alford erróneamente niega que “dice” sea enfático. La ilustración del v. 16 prueba que lo es: “Si alguno de vosotros les dice (a los desnudos), calentaos … pero no les diereis las cosas necesarias”. La profesión de la simpatía inoperante corresponde a la profesión inoperante de la fe. ¿Podrá la fe salvarle?—la fe de él: tal fe pretendida: el vanó nombre de una fe ostentosa es contrastada con la verdadera fe fructífera. Así lo que los ilusos llaman “sabiduría”, no es la verdadera sabiduría (3:15). El pronombre (en salvarle) en el griego es enfático; el hombre determinado, que profesa la fe sin las obras que evidencian la vitalidad de la misma. 15. Y si—el griego: “Pero si <”;
  • 11. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES continuando el argumento contra quien dijera que tiene fe, etc., sin señal de frutos. el hermano—el griego: “un hermano”, algún hermano en la fe, de socorrer al cual tenemos la especial obligación, independientemente del deber general de socorrer a todos nuestros semejantes. están desnudos—el griego infiere “hallados desnudos”, al averiguarse el caso. 16. La costumbre de recibir pasivamente las impresiones sentimentales de las miserias ajenas, sin llevarlas a la práctica habitual, sólo hace duro el corazón. alguno de vosotros—Jacobo aplica el caso a sus oyentes individualmente. Id en paz—como si todas sus necesidades quedaran satisfechas tan sólo con dirigirles palabras. Las mismas palabras en la boca de Cristo eran acompañadas de fehacientes obras de amor. calentaos—con abrigo, [PAG. 676] en vez de seguir estando desnudos (v. 15; Job 31:20). Hartaos—sed alimentados, en vez de seguir hambrientos (Mateo 15:37). ¿qué aprovechará?—terminando con la misma pregunta con que empezó (v. 14). Justa retribución: las expresiones cariñosas que no se acompañan con hechos correspondientes, como no son de provecho para los menesterosos, tampoco son de provecho para el mismo profesor. Así la fe que consiste en meras profesiones es inaceptable a Dios, el objeto de la fe, y sin provecho para quien la profesa. 17. la fe … en sí misma—Así traduce Alford: “muerta en sí”. Dice Bengel: “Si las obras que la fe viviente produce, no tienen existencia, es prueba de que la fe misma (lit., con respecto a sí misma) no tiene existencia; eso es, que aquello de que uno se jacta como de fe, es muerto”. La “fe—dice—es muerta en sí misma”, porque cuando tiene obras, está viva, y se ve que está viva, no con respecto a sus obras, sino con respecto a sí misma. 18. Continúase el argumento del 2:14, 16. Quizá alguno diga que tiene fe, aunque no tenga obras. Suponed que alguno dijera al hermano desnudo: “caliéntate”, sin darle el abrigo necesario. “Pero alguno (que sostiene la correcta opinión de que la fe debe tener obras que la acompañen) dirá (en oposición a lo que dice el profesor aludido) <” muéstrame tu fe sin tus obras—si tú puedes; pero tú no puedes enseñar o evidenciar tu alegada fe, (v. 14) sin obras. “Mostrar” aquí no significa “probar”, sino exhibir. La fe es invisible, salvo a Dios. Para enseñar la fe al hombre, obras de alguna u otra forma se han menester; somos justificados judicialmente por Dios (Romanos 8:33); meritoriamente, por Cristo (Isaías 53:11); mediadoramente, por la fe (Romanos 5:1); evidentemente, por las obras. La cuestión aquí no es con respecto a la base de la justificación del creyente, sino acerca de la demostración de su fe: así en el caso de Abrahán. En Génesis 22:1, se dice que Dios tentó a Abrahán; eso es, puso a la prueba de la demostración la realidad de su fe, no para la satisfacción de Dios, que ya la conocía bien, sino para demostrarla delante de los hombres. El ofrecimiento de Isaac citado aquí (v. 21), no formó parte alguna de la base de su justificación, puesto que fué justificado con anterioridad cuando creyó sencillamente en la promesa de los herederos espirituales, o sea, de los creyentes, numerosos como las estrellas. Fué justificado entonces: dicha justificación fué demostrada o manifestada con el ofrecimiento de Isaac cuarenta años después. Dicha obra de fe demostró su justificación, pero no contribuyó a la misma. El árbol demuestra su vida por sus frutos; pero vivía ya antes de aparecer sus frutos y aun sus hojas. 19. Tú— enfático. Tú, iluso, aparentas tener fe sin obras. que Dios es uno—Su existencia se sobreentiende en esta unidad. Es éste el artículo fundamental del credo de los judíos así como de los cristianos, y es el punto de la fe de que se jactaban los primeros especialmente, puesto que los distinguía de los gentiles, punto presentado, por tanto, por Jacobo aquí. bien haces—hasta aquí. Pero a menos que tu fe haga más que asentir a esta verdad, “los demonios (cuya cabeza es Satanás) creen” hasta aquí en común contigo, “y (lejos de ser salvos por semejante fe) se estremecen” (así el griego; Mateo 8:29; Lucas 4:34; 2 Pedro 2:4; Judas 6; Apocalipsis 20:10). La fe de ellos no hace sino aumentar su tormento con el pensamiento de tener que encontrarse con aquel que los ha consignado a su justa condenación; de modo que la tuya (Hebreos 10:26, 27) no es la fe del amor, sino la del temor, la que tiene tormento (1 Juan 4:18). 20. ¿quieres saber?—“El hombre vano” no quiere saber la voluntad de Dios, puesto que no quiere hacerla. El apóstol suplica a tal hombre que deje su perversa indisposición de saber lo que es palpable a todos los que desean saberlo. vano—que se engaña a sí mismo con una esperanza delusoria, que descansa en una fe irreal. sin obras—El griego expresa “aparte de las obras” [Alford]. que deberían manar de ella, si fuese real. es muerta—Algunos de los mejores manuscritos dicen: “Es fútil”, ineficiente para lograr lo que tú esperas, o sea, para salvarte. 21. justificado por las obras Abraham—evidentemente, y ante los hombres (véase mi nota, v. 18). En el v. 23, Jacobo, como Pablo, reconoce la verdad de la Escritura, de que fué la fe de Abrahán lo que le fué contado por justicia en su justificación delante de Dios. cuando ofreció—lo trajo como ofrenda al altar; no se dice que en efecto lo sacrificara. 22. No ves..?—Más bien, “Ves”. En las dos proposiciones que siguen, póngase el énfasis en la fe en la primera, y en las obras en la segunda [Bengel]. la fe obró (“cooperó”) con las obras—pues fué por la fe que ofreció a su hijo. Lit., “obraba (al mismo tiempo) con sus obras”. la fe fué perfecta por las obras—no fué vivificada, sino perfeccionada, logró su desarrollo plenamente consumado, y se demostró ser real. Así “mi fuerza es hecha perfecta en la debilidad”, eso es, se ejerce más perfectamente, demuestra cuán grande es [Cameron]: así 1 Juan 4:17; Hebreos 2:10; 5:9. El germen, en efecto, tiene en sí el árbol plenamente crecido; pero su perfección no se alcanza antes de la madurez completa. Así en el 1:4: “Tenga la paciencia perfecta su obra,” eso es; tenga su pleno efecto, demostrando el grado más perfecto de perseverancia, “para que seáis perfectos”, completamente desarrollados en la exhibición del carácter cristiano. Alford explica: “Recibió su realización, fué completamente ejemplificada y cumplida”. Así Pablo en Filipenses 2:12: “Desarrollad vuestra propia salvación”: la salvación que ya era suya con su
  • 12. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES libre justificación por la fe. Hacía falta todavía desarrollarla hasta la plena perfección en la vida de ellos. 23. fué cumplida la Escritura—Génesis 15:6, citado por Pablo como realizada en la justificación de Abrahán por la fe; citado por Jacobo como realizada subsecuentemente en la obra de Abrahán de ofrecer a Isaac, la cual obra—dice—le justificó. Es claro, pues, que Jacobo quiere decir por obras lo mismo que Pablo quiere decir por fe, con la sola diferencia de que aquél habla de la fe en su desarrollo manifestado, mientras que Pablo habla de la fe en el germen. La ofrenda de Isaac hecha por Abrahán no fué un mero acto de obediencia, sino un acto de fe. Isaac era el sujeto de las promesas de Dios, de que en él sería llamada la simiente de Abrahán. El mismo Dios ahora ordena a Abrahán que mate al sujeto de su propia promesa, cuando aun no había simiente en la que se pudieran realizar dichas predicciones. De ahí que el dicho de Jacobo acerca de que Abrahán fué justificado por tal obra, [PAG. 677] equivale a decir, con Pablo que fué justificado por la fe misma; porque fué en efecto la fe expresada en acción, como en otros casos la fe salvadora se expresa en palabras. Así Pablo declara que el medio de la salvación es la fe expresada. La “Escritura” no sería cumplida, como dice Jacobo que fué, sino contradicha, por cualquier interpretación que hace que las obras de un hombre lo justifiquen delante de Dios; porque esa escritura no hace mención de obras algunas, sino que dice que la creencia de Abrahán le fué contada por justicia. Dios, en la primera instancia, “justifica al impío” por la fe; subsecuentemente el creyente es justificado delante del mundo como justo por la fe manifestada en palabras y en obras (comp. Mateo 25:35–37, 40, “los justos”). Las mejores autoridades dicen: “Pero Abrahán creyó <” fué llamado amigo de Dios—No fué así llamado en vida, aunque lo era desde el tiempo de su justificación; pero fué así llamado cuando fué reconocido como tal por todos sobre la base de sus obras de fe. “El fué el amigo (en un sentido activo), el amador de Dios, con referencia a sus obras; y (en sentido pasivo) fue amado por Dios con referencia a su justificación por obras. Los dos sentidos se confunden en Juan 15:14, 15” [Bengel]. 24. justificado … no solamente por la fe—eso es, “por fe sin (aparte de, separado de) obras”, sus debidos frutos (nota v. 20). La fe para justifícar debe, desde el principio, incluir en germen la obediencia para ser desarrollada subsecuentemente, aunque la fe sola es la base de la justificación. El brote debe ser injertado en el tronco para que viva; debe producir fruto para probar que vive. 25. Es claro por la naturaleza del acto de Rahab que éste no se cita para probar la justificación por obras como tales. Ella creyó ciertamente lo que sus demás conciudadanos dudaban, y esto ante toda improbabilidad de que los pocos poco guerreros iban a derrotar a los numerosos bien armados. En esta creencia escondió a los espías a riesgo de su vida. Por tanto, Hebreos 11:31 menciona esto como un ejemplo de fe, más bien que de obediencia. “Por fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los incrédulos” Si se hubiera deseado un ejemplo de la obediencia, ni Pablo ni Jacobo hubieran citado una mujer de reconocido carácter malo, en preferencia a los muchos patriarcas morales y píos. Pero como ejemplo de la libre gracia en la justificación del hombre por una fe operante, en contraste con una fe verbal, ningún otro podría ser más propio que el de una “ramera” redimida. Como Abrahán es un ejemplo de un hombre ilustre y el padre de los judíos, así se cita a Rahab como una mujer, y como una mujer abandonada, y como una gentil, lo que enseña que la fe justificadora ha sido manifestada en personas de toda clase. La naturaleza de las obras alegadas es tal, como para probar que Jacobo las usa sólo como evidencias de fe, en contraste con una mera profesión verbal: no obras de caridad ni de piedad, sino obras cuyo valor consistía solamente en ser pruebas de la fe: eran la fe expresada en efecto, sinónimas de la fe misma. mensajeros—los espías. los echó—precipitadamente y con temor [Alford] por otro camino—no por la puerta por donde entraron, sino por la ventana que había sobre la muralla, y de allí huyeron a los montes. 26. La fe es cosa espiritual; las obras son materiales. Se podría pensar, pues, que la fe corresponde al espíritu, y las obras al cuerpo. Pero el apóstol pone esto en sentido contrario. El no quiere decir, pues, que la fe en todos los casos corresponda al cuerpo; sino que la forma de la fe, que no tiene realidad operante, corresponde al cuerpo sin el espíritu animador. No se sigue que la fe viviente reciba su vida de las obras, así como el cuerpo deriva su vida del espíritu animador. CAPITULO 3 EL PELIGRO DE LA AMBICION DE ENSEÑAR, Y DE LA LENGUA IRREFRENADA: LA VERDADERA SABIDURIA ENSEÑADA POR MEDIO DE LA BLANDA HUMILAD. 1. no os hagáis …—Lit., “no os convirtáis en muchos maestros”, aceptando el oficio demasiado pronto, o de vuestra propia responsabilidad. muchos.—El oficio es noble, pero pocos son aptos para él. Pocos gobiernan la lengua (v. 2), y sólo los que la saben gobernar son aptos para el oficio; por lo tanto, “maestros” no debe haber muchos. maestros—es decir, “enseñadores”. Los judíos eran muy propensos a esta presunción. La idea de que la fe (así llamada) era todo cuanto hacía falta, indujo a “muchos” a figurar como “Maestros”, como ha pasado en todas las edades de la Iglesia. Al principio se permitía a todos que enseñasen por turno. Aun sus dones inspirados no impedían la posibilidad, del abuso, como Jacobo aquí lo insinúa: cuánto más es así, cuando los enseñadores presuntuosos no tienen tal don milagroso. sabiendo—como todos podrían saber. recibiremos (nosotros) mayor condenación—El apóstol en humilde espíritu conciliador se incluye a sí mismo: si nosotros que enseñamos abusamos del oficio, recibiremos mayor condenación que los simples oyentes (Lucas 12:42–
  • 13. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES 46). Calvino traduce “maestros,” como nuestra versión; eso es, los que se constituyen censores y reprobadores de los demás. Compárese el 4:12: “que juzgas a otro,” que concuerda con tal parecer. 2. todos—el griego significa “todos sin excepción:” aun los apóstoles. no ofende—lit., no tropieza: es sin ofensa, sin desliz en palabra: en lo que uno se ve duramente probado, si se encarga de ser “enseñador”. 3. He aquí—Los mejores manuscritos: “Pero si ponemos <” Ahora pues, cuando a los caballos (posición enfática) les ponemos (de costumbre) el freno en la boca, para que nos obedezcan, dirigimos también todo el cuerpo. Esto es para ilustrar cómo el hombre dirige todo el cuerpo con la pequeña lengua. “Lo mismo se aplica a la pluma, que es sustituta de la lengua entre los ausentes” [Bengel]. 4. No sólo los animales, sino también las naves. donde quisiere—lit., “por donde quiera el impulso del piloto”. A esto corresponde el sentimiento que mueve a la lengua. 5. se gloría de grandes cosas—Hay grande importancia en lo que los descuidados tienen por cosa “pequeña” [Bengel]. Comp. “un mundo”, “rueda de la creación (ciclo de la vida)”, “infierno” (v. 6), que ilustran cómo las grandes palabras de la pequeña lengua producen grande desgracia. un pequeño fuego—Los mejores manuscritos dicen: “¡Cuán pequeño fuego enciende cuán grande bosque!” Grocio traduce, como la Versión Inglesa: “material de quema,” montón de leña, por “bosque”. 6. [PAG. 678] Tradúzcase: “La lengua, ese mundo de iniquidad, es un fuego.” Como el pequeño mundo de un hombre es imagen del mundo mayor, el universo, así la lengua es imagen de aquél [Bengel]. así la lengua—“Así” omitido en los mejores manuscritos. entre nuestros miembros—La lengua es el miembro que contamina (como el fuego ensucia con el humo). rueda de la creación—el orbe, o ciclo de la creación. inflama … inflamada—enciende, y es encendida, habitual y continuamente. Mientras que uno inflama o enciende a otros, pasa más allá de su propio dominio y es consumido en la llama él mismo. del infierno—eso es, del diablo, Gr., “gehena”, hallada sólo aquí y en Mateo 5:22 Jacobo tiene mucho en común con el Sermón del Monte (Proverbios 16:27). 7. toda naturaleza de bestias—de disposición natural y poder característico; cuadrúpedos de toda suerte, con distinción de las otras tres clases de la creación: “aves, serpientes (Gr., reptiles), y seres de la mar”. se doma y es domada—Siguen siendo domadas, y hace mucho que se viene haciendo. de la naturaleza humana—el poder característico del hombre, quien doma a los animales inferiores. “El dativo griego tal vez denote que la naturaleza de las bestias se ha sometido en mansa sujeción a la naturaleza del hombre.” Así será en el mundo milenial; pero ahora mismo, por la benigna firmeza, el hombre puede domar al animal inferior, y hasta elevar su naturaleza. 8. ningún hombre—Lit., ni uno de los hombres: un hombre no puede gobernar a sus prójimos, ni aun a su propia lengua. De ahí aparece la verdad del v. 2. un mal—mal ingobernable. El griego expresa que es a la vez inquieta e incapaz de refrenarse. No; aun cuando la naturaleza la ha rodeado de la doble barrera de los labios y los dientes, irrumpe, y arruina a los hombres. [Estio]. mortal—mortífero. 9. Dios—Los manuscritos más antiguos tienen “el Señor.” “Al que es Señor y Padre”. Lo raro de la aplicación de “Señor” al Padre sin duda motivó el cambio por “Dios” en los textos modernos (1:27). Pero como se le llama “Padre” al Mesías en Isaías 9:6, así aquí se le llama al Dios Padre por el título de su Hijo, “Señor” demostrando la unidad de la divinidad. “Padre” sugiere el amor paternal; “Señor”, su dominio. [Nota del traductor: “Lo raro de la aplicación” a una persona de la Trinidad del título distintivo de la otra, nos lleva a pensar que la lección del texto recibido es la correcta. Kurios (Señor) aplicado al Padre comúnmente va sin el artículo en el griego (como. aquí y en el 4:10, etc.)] a la semejanza de Dios—Aunque en gran parte el hombre ha perdido su semejanza con Díos, con todo bastante de ella queda aún para enseñar lo que era, y lo que ha de ser en el hombre regenerado y restaurado. Debemos tratar con reverencia esto que queda en nosotros y en otros, como arras de lo que el hombre ha de ser. “Absalón había caído del favor de su padre, pero el pueblo todavía lo reconocía como hijo del rey” [Bengel] El hombre se asemeja en su naturaleza humana al Hijo del hombre, “la misma imagen de su persona” (Hebreos 1:3): comp. Génesis 1:26; 1 Juan 4:20: “imagen” y “semejanza” son distintos: “imagen”, según los alejandrinos, era algo en que los hombres fueron creados, común a todos, y que continúa en el hombre después de la caída, mientras que “semejanza” era algo hacia lo cual el hombre fué creado, para que se esforzara por alcanzarlo: aquel vocablo señala lo físico e intelectual del hombre; éste, su preeminencia moral. 10. La lengua, dice Esopo, es a la vez la mejor y la peor de las cosas. Así en la fábula, el hombre sopla del mismo aliento caliente y frío. “La vida y la muerte están en el poder de la lengua” (Salmo 62:4). hermanos—Una llamada a la conciencia de la hermandad en Cristo. no conviene que—exhortación apacible, que deja que se entienda que tal conducta merece la más severa reprobación. 11. fuente—como figura del corazón: como la “abertura” de la fuente es figura de la boca del hombre. El simbolismo es muy propio para el escenario de la Epístola, la Palestina, donde hay manantiales salados y dulces. Aunque las fuentes “dulces” a veces se hallan cerca, sin embargo, “agua dulce y amarga,” no, fluye de la misma “abertura.” La gracia puede hacer que la boca que una vez vertió lo amargo, emita lo dulce en adelante: como la madera (típica de la cruz de Cristo) cambió en dulce la amarga agua de Mara. 12. Transición de la boca al corazón. ¿puede la higuera?—Sugiriendo que es una imposibilidad: como en el v. 10 acaba de decir que “estas cosas no deben hacerse así.” Jacobo no hace la pregunta, como en Mateo 7:16, 17: “¿Cógense higos de los espinos?” Su argumento es: Ningún árbol puede producir fruto inconsecuente con su naturaleza: el olivo, por ejemplo, no puede llevar bayas; de modo que si un hombre habla con amargura, y después habla palabras buenas, éstas solamente parecerán buenas, y
  • 14. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES en la hipocresía no pueden ser reales. Así ninguna fuente—Los manuscritos más antiguos dicen: “Ni puede un (manantial) salado dar agua dulce”. Así que la boca que emite maldiciones, no puede en realidad emitir también bendiciones. 13. ¿Quién?—Comp. Salmo 34:12, 13). Todos desean aparecer “sabios;” pocos lo son. muestre—“por obras,” y no meramente por la aseveración, aludiendo al 2:18. por buena conversación—por una “buena conducta” general, manifestada en particular en “obras”. La “sabiduría” y el “conocimiento’” sin estar “demostrados”, son tan muertos como lo sería la fe sin obras [Alford]. en mansedumbre de sabiduría—con la mansedumbre que es inseparable de la verdadera sabiduría. 14. si tenéis—como tenéis (implícito en el indicativo griego). amarga—Efesios 4:31: “amargura.” envidia—más bien, “emulación”. lit., celo. La emulación benigna, generosa, no es de condenar; la que es amarga, lo es [Bengel]. contención—más bien, la “rivalidad.” en vuestros corazones—de donde manan vuestras palabras y obras, como de una fuente. no os gloriéis—gloriaros de vuestra sabiduría es virtualmente mentir contra la verdad (del evangelio), mientras vuestras vidas dan el mentís a vuestra jactancia. 3:15; 1:18: “La palabra de verdad”. Romanos 2:17, 23, que habla asimismo de los contenciosos judeocristianos. 15. esta sabiduría—en la cual “os gloriáis” por “sabios” (3:13, 14). no desciende de lo alto—“del Padre de las luces” (la verdadera iluminación y sabiduría, 1:17), por “el Espíritu de verdad” (Juan 15:26). terrena—lo opuesto a celestial, distinta de terrizo, de tierra. Terreno es lo que está en la tierra; terrizo es de tierra, o semejante a tierra. animal—la sabiduría del hombre “natural” (el mismo [PAG. 679] griego), no nacido de Dios, “que no tiene el Espíritu” (Judas 19). diabólica—en su origen (del “infierno,” 3:6, no es Dios, el Dador de la verdadera sabiduría, 1:5), y también en su carácter, que concuerda con su orígen. Terrena animal (sensual), y demoníaca, que corresponden a los tres enemigos espirituales del hombre: el mundo, la carne, y el diablo. 16. envidia—el vocablo griego usualmente significa “celo”; “emulación”, en Romanos 13:13. “El envidioso está en su propia luz. Piensa que su vela no puede alumbrar en la presencia del sol de otro. El apunta directamente al hombre, oblicuamente a Dios, quien hace que los hombres difieran”. contención—rivalidad [Alford]. perturbación—confusión, lit., anarquía tumultuosa: tanto en la sociedad (“conmociones,” Lucas 21:9, “tumultos,” 2 Corintios 6:5), como en la mente individual: en contraste con la “apacible” compostura de la verdadera “sabiduría” (3:17). Jacobo no honra tales efectos de la sabiduría terrena con el nombre de “frutos”, como en el caso siguiente del v. 18; comp. Gálatas 5:19–22: “Obras de la carne < frutos del Espíritu.” 17. primeramente es pura—lit., casta, santificada; pura y libre de todo lo “terreno, animal y diabólico” (v. 15). Se pone primeramente antes de “pacífica”, porque hay una paz profana con el mundo que no distingue entre lo limpio y lo inmundo. Comp. “pura y sin mácula”, 1:27; 4:4, 8: “purificad los corazones”; 1 Pedro 1:22: “purificado vuestras almas” (el mismo vocablo griego). Los ministros no deben predicar sin antes tener un cambio purificador del corazón, sobre la “Paz”, cuando no hay paz. Siete (el número perfecto) características peculiares de la verdadera sabiduría son enumeradas. La pureza o santidad se pone primero, porque atañen a Dios y a nosotros mismos; las seis que siguen atañen a nuestros semejantes. Nuestro primer cuidado debe ser el tener en nosotros la santidad: después, el estar en paz con los hombres. modesta— comprensible, indulgente para con el prójimo con respecto a sus deberes para con nosotros. benigna—fácilmente persuadida, tratable, sin severidad hacia las faltas del prójimo. llena de misericordia—tocante a las miserias ajenas. y de buenos frutos—en contraste, “toda obra perversa” (v. 16). no juzgadora—imparcial; vuelve a la amonestación contra la parcial “acepción de personas” (2:1, 4, 9). Alford traduce aquí como en el 1:6: “titubear”; “sin titubear”, o vacilar, “sin dudar”. Pero eso sería insertar un epíteto que se refiere a uno mismo entre otros epíteto que se refieran a su propia conducta hacia otros. “Imparcial” es la traducción mejor. no fingida—sin hipocresía. No como Alford explica el 1:22, 26: “sin engañaros a vosotros mismos”, con el nombre de religión pero sin la realidad de ella. Porque debe referirse, como los otros seis epítetos, a nuestras relaciones con otros; nuestros actos pacíficos y de misericordia hacia otros deben ser “sin disimulación”. 18. “El fruto apacible de justicia”. Dice “justicia”, porque ella es en sí la verdadera sabiduría. Como en el caso de la sabiduría terrena, después de la descripción característica, se ponen sus resultados; del mismo modo aquí, tocante al caso de la sabiduría celestial. Allí los resultados eran pretéritos; aquí, futuros. fruto … siembra—Comp. Salmo 97:11; Isaías 61:3: “árboles de justicia”. Anticipadamente, eso es, la simiente, cuyo “fruto” (a saber, “la justicia”) será por fin segado, ahora se siembra en paz. La “justicia” ahora en germen, cuando se desarrolle plenamente como “fruto”, será en sí la eterna recompensa de los justos. Como “el sembrar en paz” (Comp. “sembrado en deshonra”, 1 Corintios 15:43) produce el “fruto de justicia”, así del modo inverso “la obra” y “efecto de la justicia” es “paz”. para aquellos que hacen paz—para su beneficio. Ellos, y ellos solos, son los “bienaventurados.” “Los pacificadores”, no meramente los que reconcilian a otros, sino los que hacen paz. “Cultivan la paz”. [Estio] Los verdaderamente sabios para con Dios, mientras que son pacíficos y tolerantes hacia sus prójimos, con todo hacen su primera preocupación la de sembrar la justicia, no disimulando los pecados de los hombres, sino reprendiéndolos con tal moderación apacible, que los hagan los médicos de los pecadores, antes que sus verdugos [Calvino]. CAPITULO 4
  • 15. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES EN CONTRA DE LAS GUERRAS Y SUS ORIGENES: LAS CONCUPISCENCIAS DEL MUNDO; LOS JUICIOS MALEVOLOS; INTENCIONES PRESUNTUOSAS RESPECTO AL FUTURO. 1. ¿De dónde?—La causa de las contiendas se busca a menudo en circunstancias externas, mientras que las concupiscencias íntimas son el origen verdadero. guerras, etc.—en contraste con “la paz” de la sabiduría celestial. “Pleitos” aquí son “peleas” (el griego), el activo desarrollo de “las guerras”. Las mejores autoridades insertan “ de dónde” antes de “pleitos,” o peleas. Los tumultos señalaban la época anterior a la caída de Jerusalén, cuando Jacobo escribió. Alude a éstos indirectamente, Los “miembros” son el primer sitio de la guerra; de allí pasa el conflicto entre hombre y hombre, entre nación y nación. no son?—“¿no vienen..?” Una llamada a la conciencía de ellos. concupiscencias—lit., placeres, eso es, la. pasión que incita el deseo (Nota 4:2) de los placeres; de ellas procuráis satisfacción a costa de vuestro prójimo, y por consiguiente, las luchas. las cuales combaten—“como un ejército de soldados acampados dentro” [Alford] del alma; guerra tumultuosa contra los intereses de vuestros semejantes, para adelantar los propios. Pero mientras ellas guerrean así contra otros (sin saberlo él) guerrean contra el alma del hombre mismo, y contra el Espíritu; por lo tanto, las concupiscencias deben ser “mortificadas” por los cristianos. 2. Codiciáis—deseáis; ponéis la mente y corazón sobre algún objeto. no tenéís—La codicia no asegura la posesión misma. Por tanto, “matáis” para alcanzar la posesión. No probable en el caso de cristianos profesos de aquel entonces, en un sentido literal, sino que “matar” y “envidiar” (el Gr.: “desear tener”) deberían traducirse devastar y oprimir por la envidia [Drusio]. Comp. Zacarías 11:5. “Matábais”: por la envidia, el celo y el deseo de alejarse de vuestro camino, y así sois “homicidas” ante los ojos de Dios. [Estio]. Si se hubiera significado homicidio literalmente. [Alford], no creo que hubiera caído tan pronto en la serie; ni que hubiesen llegado los cristianos entonces, ni aun ahora, a la abierta criminalidad. En la aplicación del texto por el Espíritu a todas las edades, se incluye la matanza literal, que [PAG. 680] resulta del deseo de poseer; así David y Acab. Hay una gradación: “deseáis”, la codicia individual de un objeto; “matáis y ardéis en envidia”, el sentimiento y la acción de individuos contra individuos; “combatís” y “guerreáis”, la acción de los muchos contra los muchos. no tenéis … porque no pedís—“Lo que dese{is”, no está en el original. Dios promete a los que oran, no a los que pelean. La petición de los injuriosos, homicidas y contenciosos, no es reconocida por Dios como oración. Si orarais, no habría “guerras y luchas”. He aquí pues la contestación a la pregunta (v. 1): “¿ De dónde las guerras y los pleitos?” 3. Anticipa el apóstol que algunos objetarán, diciendo: “Pero pedimos” (v. 2), y él replica: No es bastante que pidáis buenas cosas, sino que debéis pedir con buen espíritu y buenas intenciones. “Pedís mal para consumirlo (el objeto de vuestro pedido) en deleites”; no para que tengáis lo que necesitéis para el servicio de Dios. Contrástese el 1:5 con Mateo 6:31, 32. Si oraseis bien, serían suplidas todas vuestras necesidades propias; entonces cesarían vuestras codicias, que motivan “guerras y luchas”. Aun las oraciones de los creyentes son mejor contestadas muchas veces, cuando sus deseos resultan defraudados. 4. Los manuscritos más antiguos omiten “adúlteros y” y dicen sólo “adulteras”. Dios es el marido legítimo; los hombres del mundo son tenidos colectivamente como una adúltera, e individualmente como adúlteras. del mundo—en cuanto los hombres del mundo y sus motivos y hechos sean ajenos a Dios; por ejemplo, sus deleites egoístas (v. 3), “sus guerras y pleitos” codiciosos y ambiciosos (v. 1). enemistad—no meramente “enemistados”; un estado de enemistad misma. Comp. 1 Juan 2:15, el que quisiere ser—El griego es enfático: “el que resuelve ser amigo del mundo”. Logre su propósito o no, si su deseo es de ser amigo del mundo, se constituye, llega a ser (así el griego), ipso facto, “enemigo de Dios”. Contrástese: “Abrahán el amigo de Dios.” 5. sin causa—El Gr., “vanamente”; ninguna palabra de las Escrituras puede ser en vano. La cita aquí, como en Efesios 5:14, no parece ser tanto un pasaje particular como un colegiado bajo la inspiración por Jacobo, del tenor general de tales textos del Antiguo y del Nuevo Testamentos como Números 14:29; Proverbios 21:10; Gálatas 5:17. espíritu que mora en nosotros—Otros manuscritos dicen: “Que Dios hizo morar en nosotros”, es decir, en Pentecostés. Si así se traduce, “¿codicia para envidia del Espíritu (Santo) que Dios colocó en nosotros?” es decir, como vosotros en vuestras “guerras y pleitos” mundanos. Por cierto que no; estáis caminando según la carne, no en el Espíritu, mientras codiciáis para envidia unos contra otros. La amistad con el mundo tiende a engendrar la envidia; el Espíritu da frutos diferentes. Alford atribuye el epíteto “para envidia” en el sentido injustificable de celos, al Espíritu Santo; “El Espíritu Santo desea celosamente tenernos por suyos”. En nuestra versión el sentido es: “el espíritu (natural) que tiene su morada en nosotros codicia para (a, o hacia) envidia”. Codiciáis, y por cuanto no tenéis lo que codiciáis (vv. 1, 2), envidiáis a vuestro vecino que lo tiene, y así el espíritu de envidia os impele hacia la “pelea”. Jacobo aquí se refiere al 3:14, 16. 6. Mas—pero, al contrario él—Dios. da mayor gracia—gracia siempre creciente; tanto más cuanto os apartéis de la “envidia” [Bengel]. dice—El mismo Dios, que hace que su Espíritu more en los creyentes (v. 5), por el mismo Espíritu también habla en las Escrituras. La cita aquí probablemente es Proverbios 3:34; pues es probable que la referencia general del v. 5 sea Proverbios 21:10. En el hebreo es: “escarnece de los escarnecedores”, es decir, de los que piensan que “la Escritura habla en vano”. resiste—lit., se pone en orden de batalla en su contra, así como ellos, lo mismo que Faraón, que se levantaron contra Dios. Dios vuelve a pagar al pecador “en la misma moneda”. “La soberbia” es la madre de “la envidia” (v. 5); es peculiarmente satánica, pues a causa de ella Satán cayó. los soberbios—El griego en
  • 16. Falconeris.blogspot.com - LA GLORIA DEL DIOS 3 VECES SANTO: EPISTOLAS UNIVERSALES derivación significa que uno aparenta ser superior a sus semejantes, y así se levanta en contra de Dios. los humildes— que no son envidiosos ni codiciosos ni ambiciosos en cuanto a lo mundano. Contrástese el v. 4. 7. Someteos a Dios— para que seáis de “los humildes” (v. 6, con el v. 10, y 1 Pedro 5:6). resistid al diablo—Bajo su bandera, el orgullo y la envidia están alistados; resistid las tentaciones que vienen por su intermedio. La fe, oraciones humildes y la sabiduría celestial, son las armas de la resistencia. El lenguaje es guerrero. “Someteos”, como el buen soldado que se pone en completa sujeción a su capitán. “Resistid”, estad firmes, sin temor. huirá—Porque es la promesa de Dios, no la certeza que hombre dé a hombre [Alford]. Huirá derrotado, como huyó de Cristo. 8. Allegaos a Dios—Comp. Deuteronomio 30:20; por medio de la oración (vv. 2, 3), “resistiendo a Satanás”, quien quiere impedir nuestro acceso a Dios. se allegará—propicio. limpiad las manos—los instrumentos externos de acción. Sólo los limpios de manos pueden ascender al monte del Señor (justificados por medio de Cristo, el único que fué puro, y como tal “ascendió” allá). purificad los corazones—de vuestro adulterio espiritual (v. 4, vuestra mundanalidad); vuestros corazones: la fuente interior de toda impureza. vosotros de doblado ánimo—divididos entre Dios y el mundo; el de doble ánimo tiene el mal en el corazón: el pecador lo tiene asimismo en las manos. 9. Afligíos—lit., soportad la miseria, eso es, llorad los tristes resultados de vuestros pecados. Arrepentíos con profunda tristeza en lugar de vuestra risa actual. Un llanto bendito. Contrástese Isaías 22:12, 13; Lucas 6:25. Jacobo no añade aquí, como en el 5:1: “aullad”, donde predice el destino de los impenitentes con la próxima destrucción de Jerusalén. en tristeza—lit., en caída de rostro bajad la vista. 10. delante del Señor—como continuamente en la presencia del que solo es digno de ser enaltecido; reconociendo su presencia en todos vuestros caminos, el verdadero impulso a la humildad. El árbol para poder crecer hacia arriba, debe echar las raíces muy hacia abajo; así el hombre, para ser exaltado, debe tener la mente hondamente arraigada en la humildad. En 1 Pedro 5:6: “Humillaos pues bajo la poderosa mano de Dios”, es decir, en sus tratos providenciales; un pensamiento distinto del que tenemos aquí. os ensalzará—en parte, en este mundo; plenamente en el venidero. 11. Habiendo mencionado los pecados de la lengua (cap. 3.) aquí enseña que el hablar mal procede del mismo espíritu de soberbia en [PAG. 681] perjuicio del prójimo que causó los “pleitos” condenados en este capítulo (v. 1. Hermanos— que demuestra la inconsecuencia en hermanos de hablar despectivamente los unos de los otros. murmura de la ley— porque la ley, al mandar, “Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (2:8), virtualmente condena la murmuración y el juicio [Estio]. Aquellos que arrogantemente condenan los actos y palabras de otros que no les gustan, tratando así de alcanzar la buena fama de su propia santidad, ponen su propia morosidad en lugar de la ley, y se arrogan el derecho a censurar superior a la ley de Dios, condenando lo que la ley permite [Calvino]. Tal hombre obra como si la ley no pudiera realizar su propia función de juzgar, y pretende tomarla él mismo [Bengel]. Esta es la última mención de la ley en el Nuevo Testamento. Alford correctamente opina que la “ley” es la antigua ley moral aplicada en su comprensiva plenitud espiritual por Cristo: “la ley de la libertad”. si tú juzgas a la ley—Al hacer a un lado la hermandad cristiana, llamados todos por igual a ser hacedores de la ley, en sumisión a ella, tal hombre se arroga el oficio de juez. 12. Uno es el dador de la ley—Según los mejores textos: “Uno es legislador y juez”. Tradúzcase “Hay uno solo que es (a la vez) Legislador y Juez, (es decir) el que puede salvar y destruir”. Vale decir que Dios solo es Legislador y Juez, porque él solo puede ejecutar sus sentencias; nuestra incapacidad en este respecto demuestra nuestra presunción al tratar de obrar como jueces, como si fuésemos dioses. quién eres tú?—El orden en el griego es enfático: “Tú, ¿quién eres. .?” ¡Qué arrogancia temeraria, la de juzgar a tus hermanos, arrancando a Dios el oficio que le pertenece a él así sobre ti como sobre ellos! a otro—Los mejores manuscritos “a tu prójimo”. 13. Ea ahora—para llamar la atención vamos pues. los que decís—en jactancia respecto al mañana. Hoy y mañana—El Gr., “hoy o mañana”, como si tuvieseis la libre elección del día como una seguridad. a tal ciudad—la ciudad que está en la mente de quien habla: ésta ciudad. estaremos allá un año—Lit., “haremos el año allí”. El lenguaje expresa que terminado el año, formularán los planes para los años por venir [Bengel]. compraremos … ganaremos—Sus planes para el futuro son mundanos. 14. no sabéis—lo del mañana: de qué naturaleza es vuestra vida: cuán instable es. Ciertamente es—Los manuscritos más antiguos dicen: “Porque vosotros sois un vapor”. Bengel, con otros. traduce: “Porque él (el mañana) será un vapor” (4:13–15). Lo anterior expresa: “Vosotros mismos sois transitorios”: de modo que todo lo vuestro, vuestra vida misma, participa de la misma naturaleza efímera. Ninguna autoridad antigua apoya el texto recibido. y luego se desvanece— “Después se desvanece así como vino”; lit., luego (como apareció) así se desvanece [Alford] 15. Lit., “En vez de decir vosotros: Si el Señor quisiere <” (decís, v. 13) “hoy y mañana <” y si viviéremos—Los mejores manuscritos rezan: “Si el Señor quisiere, viviremos, y también haremos <” Los jactanciosos hablaron como si la vida, la acción, y la suerte particular de la acción estuviesen en su poder, mientras que las tres cosas dependen enteramente de la voluntad de Dios. 16. Mas ahora—pues bien; como está la cosa. os jactáis—“os gloriáis con arrogante presunción”, es decir, en la vana confianza de que el futuro para vosotros sea seguro (v. 13). 17. El principio ilustrado por el ejemplo particular que se acaba de discutir aquí se postula: el saber sin el hacer se le imputa al hombre como grave pecado presuntuoso. El apóstol vuelve sobre el principio asentado al principio, de que nada perjudica al alma más que las impresiones