La falta de objetividad de la mayor parte de los medios de comunicacion en las elecciones de USA
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LA FALTA DE OBJETIVIDAD DE LA MAYOR PARTE DE LOS
MEDIOS DE COMUNICACIÓN – SOBRE LAS ELECCIONES
PRESIDENCIALES DE ESTADOS UNIDOS EN 2020
Enrique Posada Restrepo
Diciembre de 2020
Cuando pienso en estas cosas, no puedo dejar de recordar la masiva campaña
de los medios de comunicación colombianos en la época de la firma de los
llamados acuerdos de paz entre las engañosas Farc y el gobierno de Juan Manuel
Santos, en la cual se declaraban las maravillas de los mismos y lo importante
que era no ser enemigos de la paz y votar favorablemente el plebiscito que los
refrendaba. Increíblemente una mayoría de los colombianos dijo no, a pesar del
peso aplastante de la publicidad oficial, apoyada por la mayoría de los
periódicos, noticieros y columnistas. La verdad es que de poco sirvió tal
respuesta mayoritaria, ya que fue desechada por el fatídico Santos, por el
congreso, por las cortes y de nuevo por los medios, que al final impusieron el
acuerdo, con modificaciones cosméticas. Pasados los años, se ha visto con
claridad que tenían razón los que advertían sobre los problemas estructurales de
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ese acuerdo y se observa que no se han logrado los beneficios esperados en casi
ningún aspecto. Pero los medios poco o nada dicen, son incapaces de aceptar
las equivocaciones y las manipulaciones. Y todavía falta por aplicar gran parte
de lo “acordado”.
En su momento tengo el orgullo de haber hecho media docena de análisis sobre
tales acuerdos, en los cuales traté de no dejarme engañar por el clásico sofisma
de que el fin justifica los medios y de que por la paz hay que aceptar lo que sea.
Lo que hice fue leer los enredados acuerdos, llenos de la jerga políticamente
correcta que impulsa la ideología “avanzada” que impera en el mundo culto e
intelectual, y plagados de absurdas complicaciones burocráticas al mejor estilo
de la fracasada planeación estatal del socialismo del siglo 21. Hice esta lectura
para tratar de entender lo que realmente significaban, en términos de sus
impactos sociales, económicos, de producción, de posibilidad práctica de
ejecución y de amenaza contra las libertades, el progreso y la prosperidad, e
inclusive, la justicia e impunidad. Es curioso que tan pocas personas hagan estas
profundizaciones, pero quizás no deba sorprender. No muchos tienen la
paciencia de recorrer un territorio con calma cuando hay medios que lo
describen en forma sencilla, aunque engañosa. La falsa repetición adormece y
la falta de observación aleja las preocupaciones.
Precisamente por lo anterior, la gente necesita y gusta de opiniones informadas
que presenten un resumen equilibrado de las cosas, señalando fortalezas,
debilidades, oportunidades y riesgos y aportando posibles cambios que las
mejoren en caso de que ello sea posible, dentro de los canales de la racionalidad,
pero animados por la creatividad y las buenas intenciones. En cambio de ello,
los medios distorsionan las noticias mediante titulares tendenciosos (que en
general son lo poco que las personas leen o escuchan) o mediante comentarios
intencionados, picantes y manipuladores, intercalados con las mismas, que se
confunden con los sucesos como si fueran verdad, siendo con frecuencia lo que
queda en las mentes.
Al final, impera la ideología dominante transmitida sutilmente o abiertamente
por los profesores de avanzada en las universidades. Los periodistas, así
adoctrinados, sienten la enorme satisfacción y el poder de dar a las noticias el
toque mágico que despierta las mentes de las personas y que contribuye, poco
a poco, a hacer realidad el cambio social e ideológico tan anhelado, el nuevo
orden mundial, el socialismo mágico que trae la paz, la justicia social, la
igualdad, la eliminación de la riqueza injusta, que por fin logra el respeto
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absorbente y total por la tierra y por las poblaciones indígenas y ancestrales, la
eliminación de la minería y de los productos no naturales (especialmente el
plástico) y de todo lo que los produzca o utilice, el nuevo paraíso social que
elimina las atrasadas ideas y valores (como los de la familia, el respeto por la
vida antes del nacimiento, las diferencias de género, la libertad, las restricciones
para drogarse, la propiedad individual, la libertad de opinión, las tradiciones, el
sentido de la historia y la iniciativa individual, y sin duda, al comercio y las
fuerzas del mercado). Es una fuerza avasallante que no deja ningún espacio para
encontrar balances y para lograr transformaciones efectivas. Es una fuerza que
lleva hacia el desastre, porque al final, los líderes que vendrán a aplicar todo
esto, que no serán los intelectuales proféticos, no tienen la menor idea de cómo
se logra el maravilloso nuevo orden utópico ni de cómo se lo mantiene. No hay
nada maduro en ellos, solo una indigesta revoltura mental, una palabrería y una
verborrea que engaña y un gran deseo de poder. Su lema es: castro libertades y
domino con discursos largos y promesas.
Hecha esta introducción, me quiero referir a unos eventos y fenómenos que
debieran aparecer en los medios, pero, que, en cambio, han recibido el más
absoluto menosprecio o indiferencia. Estoy hablando de las elecciones
presidenciales que se acaban de realizar en Estados Unidos, en las cuales hay
grandes evidencias de manipulación y de fraude. Pero como la narrativa
ilustrada internacional a la cual rinden homenaje y pleitesía los medios
(narrativa de la cual hacen parte los organismos internacionales, los
intelectuales, los artistas, los forjadores de opinión y la mayor parte de los
políticos) consideró al presidente Trump, desde el mismo momento en que se
lanzó a la política como un personaje tonto, ridículo, ignorante, racista,
xenofóbico, y bruto, nunca han podido los medios y las agencias internacionales
de prensa que los alimentan con las noticias, mirar con objetividad al personaje.
Es así como le desconocen cualquier logro y le atribuyen todo mal, sin que
importe para nada la verdad ni la realidad de los hechos de su gobierno.
Fue muy consciente el presidente Trump de esta compleja realidad y de la
imposibilidad práctica de lograr un trato equilibrado de parte de estas élites de,
pensamiento y de la opinión pública, dado que sus ideas y su lenguaje iban en
dirección opuesta a la narrativa dominante, y por ello, con gran habilidad, utilizó
las redes sociales como vehículo de expresión, notablemente el twitter. Fue así
como logró llevar su mensaje venciendo los bloqueos de información, la
desinformación y el descrédito continuo. Pero no ha sido nada fácil.
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Yo por mi parte también tenía, como en su momento me sucedió con Ronald
Reagan, una imagen negativa de Trump. No veía como era posible que estos
dos personajes asociados con el Show Business pudieran llegar a ser presidentes
de un país como Estados Unidos. En el caso de Reagan, lo consideraba
ignorante, simplista, poco sofisticado; en el caso de Trump lo veía cómico, o
mejor ridículo, impulsivo, me causaba una extraña impresión. Luego pude
apreciar las grandes calidades humanas de Reagan, su maestría para comunicar
la esencia de su mensaje y su habilidad para contribuir a dar el golpe maestro al
poderoso aparato comunista que estaba cerca de dominar el mundo, además de
su gran manejo de la economía. En cuanto a Trump, fue evidente para mí su
capacidad para explicar sus ideas, su férrea defensa de los valores de la familia,
de la democracia y su denuncia de la amenaza socialista y de los extremismos
(ambientales, étnicos y de minorías, de género, de anti libertad de religión y de
aborto desenfrenado, todos ellos elementos del nuevo disfraz del comunismo
derrotado que renace de sus cenizas), además de su enfoque de dar estímulos
empresariales y de evitar que el país se metiera en aventuras de guerra
internacional y de su capacidad para negociar en forma creativa y decidida.
En esta forma fui capaz de dar una mirada más profunda, sin dejarme llevar por
los medios, para contar con mi propio criterio. Y creo que eso les pasó a
millones de personas en todo el mundo. Pero nunca sucedió con los medios, ni
con las agencias de noticias, ni con la élite intelectual, cultural y artística, ni con
la clase política opuesta al presidente. Estos importantes sectores hicieron todo
lo posible, sin pausa, por acabar con el presidente Trump, por desprestigiarlo,
por distorsionar sus palabras, por negar sus logros, por acusarlo, por exagerar
cualquier denuncia o negatividad, por sacarlo de su cargo, por ridiculizar a
cualquiera que lo apoyara en sus gestiones.
Esto puede ser en parte culpa del propio presidente Trump por su tenaz actitud
de denuncia a la prensa y a sus opositores, me parece que justificada por los
hechos, pero quizás pudo haber tenido algo más de diplomacia y habilidad para
decir las cosas sin ser tan directo, usando mejor la ironía, pero también la
empatía. Sin embargo, pienso que hay que reconocer que Trump resultó ser una
clara amenaza para la narrativa dominante, una persona demasiado inteligente
y estratégica, carente de miedos, persistente y atrevida, negociante duro y
efectivo, a la cual no se le podían dar espacios de ninguna clase, ya que venía,
armado con todo, a cuestionar la narrativa de las élites nacionales e
internacionales y a mostrar sus sofismas y falsedades intrínsecas. Para la
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narrativa dominante fue increíble que este personaje llegara al poder y casi que
hubo un convenio por acabar con él y con sus potenciales amenazas, sin
concederle nada de espacios o de reconocimientos.
No lo pudieron sacar del gobierno; no pudieron evitar que cumpliera casi todas
sus promesas; no pudieron tapar con sus manos el sol de sus logros económicos
y sociales; ni bloquear ni desprestigiar su efectividad para negociar y para
calmar tensiones internacionales y para evitar nuevas guerras. Pero apareció el
Coronavirus, ese regalo chino, que puso contra la pared a todo el mundo (menos
a las naciones asiáticas de raza amarilla, curiosamente). Esta fue la mejor forma
que encontró la narrativa para acabar con el presidente Trump, a quien acusaron
de todo según iban sucediendo las cosas, como si él fuera el director de orquesta
de la pandemia. En realidad, fue, en mi concepto, un gran líder y director de la
defensa contra fuerzas superiores, inesperadas, desconcertantes, que pudieron
de rodillas a los países avanzados de Europa, a Latinoamérica y a Estados
Unidos, fuerzas que todavía avanzan, amenazando con acabar con la economía
y la salud de millones de personas. Pero no con China, origen del problema.
Creo que asestó la narrativa un golpe maestro, pero no mortal ni definitivo
contra Trump y los millones de personas que lo admiran, lo respaldan, lo siguen
y lo aprecian.
Entonces llegan las elecciones en Estados Unidos. Utilizando como pretexto la
pandemia, se montó un sistema para votar por correo, previamente, de manera
que las personas evitaran aglomeraciones como las típicas de una jornada
electoral y posibles contagios. Ya contaba el país con un sistema de votos en
ausencia, por correo, que funcionaba relativamente bien y que pudo haberse
usado para los fines señalados. Pero en este sistema las personas debían solicitar
previamente un formulario para votar y mostrar evidencias de legalidad, para
evitar posibles irregularidades (que cualquiera puede advertir fácilmente).
Desafortunadamente, bajo la presión de las narrativas dominantes y sus fuerzas
(medios, jueces, burócratas) se montó un sistema carente de controles para la
votación por correo, que permitía envío masivo de sobres electorales no
solicitados, en mayor cantidad en muchas ocasiones que la relacionada con los
censos electorales, que eliminaba controles relacionados con la identificación
del votante y su certificación como votante registrado, como la verificación de
firmas y como la restricción en los plazos de recepción del voto. El presidente
Trump advirtió a tiempo sobre los enormes riesgos de fraude y de irregularidad
que esto significaba en una contienda estrecha donde unos diez estados-péndulo
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deciden la situación, la mayoría de los cuales cuentan con ciudades de amplia
mayoría opuesta al presidente y en la mayoría de los cuales se montó el sistema
descontrolado de votos por correo. Cada vez que hacía esto, fue sujeto a
denuncias de supresión electoral y a todo tipo de acusaciones, sin que los
medios examinaran debidamente los claros riesgos del nuevo sistema.
Entonces sucedió lo que tenía que suceder. Examinemos los hechos.
Estamos hablando de dos candidatos. En la siguiente tabla examinemos sus
características evidentes, tal como yo las aprecio, tratando de basarme en
hechos, no en opiniones políticas.
Asunto Presidente Trump Vicepresidente Biden
Partido Republicano Demócrata
Experiencia
política
18 meses como candidato, 4
años como presidente
47 años como legislador, de
ellos 8 años como
vicepresidente
Fracasos
electorales
Ninguno Varios como candidato a la
presidencia
Experiencia en
el sector real
Amplia. Empresario.
Personaje de medios.
No
Logros en su
ejercicio de
gobierno
Cumplimiento de casi todas
sus promesas electorales.
Realmente los logros fueron
los del prestigioso
presidente Obama. Fue
figura relativamente
secundaria. Que no fueron
claros los logros se deduce
de que Trump llegara a la
presidencia basado en
declarar que Obama no fue
tan exitoso como los medios
proclamaban.
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Asunto Presidente Trump Vicepresidente Biden
Campaña
electoral
Masivas manifestaciones a
pesar de las dificultades de
la pandemia. Muestras de
entusiasmo en todo el país a
pesar de que los medios no
las resaltaron y las
desprestigiaron
Planteamiento de los temas
en forma insistente
Grandes votaciones en las
primarias
Recorrió casi todo el país.
Energía desbordante.
Mediocre como candidato
en las primarias. Ganó
prácticamente por descarte.
Bajas votaciones en las
primarias. Pocas ideas
novedosas o claras.
En la campaña presidencial
ausencia total de
manifestaciones o de
entusiasmo público. Estuvo
casi todo el tiempo recluido
en su casa.
Baja energía.
Poco análisis de los asuntos.
Trato recibido
desde los
medios
Inclemente, cuestionamiento
continuo, abundancia de
preguntas irrespetuosas y
controversiales, distorsión,
menosprecio a ideas
brillantes o a propuestas.
Protección total
Preguntas suaves y muy
respetuosas
Se evitaron las preguntas
controversiales y se
exaltaron virtudes y logros
Vicepresidente Mike Pence
Visión conservadora
Lenguaje respetuoso y
reposado
Sencillo, muestra
consistencia y coherencia.
Tiene experiencia y ha
liderado procesos.
Kamala Harris
Visión de extrema izquierda
Actitud de burla y sarcasmo
Ambiciosa, se adapta a las
conveniencias
No parece tener experiencia
suficiente como para ser
presidente
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Asunto Presidente Trump Vicepresidente Biden
Lenguaje y
expresión
pública
Gran capacidad para
improvisar y para manejar
temas y asumir desafíos
verbalmente.
Buena oratoria y capacidad
para sentirse cómodo con el
público y las multitudes
Argumenta bien
Excelente memoria
Disminuido en capacidades
Apariencia de cansancio y
de tartamudez, con
incoherencias verbales y
evidencia de pérdida de
memoria y de falta de darse
cuenta de circunstancias,
tiempos o lugares.
No parece improvisar bien.
Da la impresión de que
necesita el tele-pronter para
sentirse cómodo con los
temas
Actitud hacia
la gente
Dura y agresiva con los que
lo critican. No evade, se
enfrenta.
Amable en general,
especialmente con la gente
sencilla
Hace reconocimientos en
sus discursos con frecuencia
y agradece
Trata de inspirar en formas
variadas, mediante
símbolos, música y gestos
Se ofusca cuando lo
cuestionan y evade y se
retira
Su sonrisa se siente algo
forzada e incómoda, aunque
trata de ser amable y
coloquial.
Reconoce poco. Agradece
poco.
Discursos más bien fríos,
que entusiasman poco,
pobres en metáforas o
símbolos
Novedad en
las ideas o
propuestas
Imagina
Convoca
Propone
Explica de frente
Trabaja con equipos
Administra y logra
resultados
Sus posiciones están claras,
pero da la impresión de ser
flexible al momento de
llegar a acuerdos
Una gran incógnita su
enfoque.
Se expresa con
generalidades
No está claro si va seguir la
agenda radical de muchos de
los que lo apoyaron o algo
más prudente. No se atreve a
decir las cosas con
transparencia.
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Es claro que el electorado estuvo enfrentado a una clara escogencia…excepto
por el siguiente hecho:
Los sistemas de encuestas de manera persistente, continua, sin dudas, señalaban
una arrolladora victoria para Biden y una estruendosa derrota para Trump en
todos los estados pendulares, con frecuencia por amplias diferencias. Esto pudo
tener una gran influencia en el caso de las votaciones tempranas, que fueron
muy altas en estas elecciones. Las personas, al menos en parte, se dejan
influenciar por las encuestas. En el caso de elecciones reñidas, esto puede ser
un factor determinante.
Sin embargo, las encuestas fallaron escandalosamente, con excepción de las de
un par de firmas encuestadoras a las cuales los medios y la narrativa dominante
no prestan mayor atención. ¿Cómo puede ser esto? Bueno, hay una explicación
si entendemos que las empresas de encuesta son a su vez parte de las
herramientas de las narrativas dominantes y si entendemos que no parecen estar
sujetas a auditorias serias e independientes de calidad para examinar lo que
hacen, cómo seleccionan al público que responde y cómo ponderan los
resultados. Es curioso que las encuestadoras que hacen parte de la “otra”
narrativa, la no dominante y menospreciada por los medios, acertaran bastante
y que estuvieran dispuestas, como pude comprobar, a explicar sus métodos en
detalle.
La tabla siguiente muestra las predicciones de las encuestas y lo que realmente
pasó (antes de examinar lo del evidente fraude, lo cual señalaría todavía más lo
perversas que fueron las encuestas). Se advierte que las encuestas en un grupo
de estados pendulares que produjeron en total algo más de 59 millones de votos,
arrojaron una predicción de votos totales a favor de Bidel del 2.6 %, lo cual es
algo más de un millón y medio de votos. En la realidad estos estados se
manifestaron, en promedio, a favor de Trump, con una diferencia en contra de
Biden de cerca de 1 millón cuatrocientos mil votos, es decir un 2.3 % en contra
de Biden. Esto implicó una equivocación de las encuestas de casi 3 millones de
votos a favor de Biden, que es un 4,9 % de los votos emitidos. Ahora vale la
pena pensar cómo hubiera sido la votación, especialmente en los votos
tempranos legítimos y válidos con encuestas menos perversas y más ajustadas
a la realidad como es el caso de la encuestadora Trafalgar, que para los mismos
estados predijo, en promedio que Trump iba a estar por encima de Biden en un
3,3 % (en la realidad estuvo un 2,3 % por encima), pero que no fue publicitada
suficientemente en los medios principales.
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Predicciones promedio de encuestas y resultados reales (antes de resolver
reclamaciones) en estados pendulares en USA 2020
Estado
pendular
Diferencia
a favor de
Biden (%)
en la
encuesta
Diferencia
a favor de
Biden (%)
en la
realidad
Votos a
favor de
Biden
según
encuesta
Votos a
favor de
Biden
reales
Equivo-
cación a
favor de
Biden
Equivo-
cación a
favor de
Biden,
% de los
votos
Votos
totales
Wisconsin 10,5 0,7 340.200 22.680 317.520 9,8 3.240.000
Michigan 8,5 2,8 463.505 152.684 310.821 5,7 5.453.000
Nevada 6,5 2,4 89.245 32.952 56.293 4,1 1.373.000
Pensilvania 5,5 1,2 376.035 82.044 293.991 4,3 6.837.000
Arizona 3,5 0,3 116.655 9.999 106.656 3,2 3.333.000
Florida 2,5 -3,3 274.875 -362.835 637.710 5,8 10.995.000
Carolina del
Norte 2,5 -1,4 136.050 -76.188 212.238 3,9 5.442.000
Georgia 2,5 0,2 98.425 7.874 90.551 2,3 3.937.000
Ohio -0,5 -8,0 -29.165 -466.640 437.475 7,5 5.833.000
Iowa -1,5 -8,2 -24.690 -134.972 110.282 6,7 1.646.000
Texas -2,5 -5,6 -278.725 -624.344 345.619 3,1 11.149.000
Total estados
analizados 2,6 -2,3 1.562.410 -1.356.746 2.919.156 4,9 59.238.000
Finalmente se dieron las elecciones. Al momento de hacer los conteos,
sucedieron los siguientes extraordinarios hechos que extrañamente (o, como era
de esperar, convenientemente) no han sido resaltados por la narrativa dominante
nacional o internacional y que a continuación resumo y que se han basado en
un análisis de J.B. Shurk en The Federalist (https://thefederalist.com/2020/11/23/5-more-
ways-joe-biden-magically-outperformed-election-norms/?s=09)
Lo primero que deseo señalar es la reacción rápida y entusiasta de la narrativa
predominante a celebrar la victoria de Biden y a declararlo como presidente
electo, a pesar de que ha habido claras indicaciones de que los resultados
presentan inconsistencias que han dado lugar a demandas que no han sido
resueltas ni agotadas y que pudieran cambiar el aparente triunfo de Biden.
Naturalmente es de esperar que esto suceda porque todo el fuerte
establecimiento nacional e internacional está decidido a que Biden sea el
triunfador y a sacar ahora sí, al fastidioso Trump de la escena, para proceder
luego a destruir sus logros y su persona a cómo dé lugar.
Esta narrativa que tanto celebra, no se detiene a considerar también los
milagrosos y casi mágicos hechos que se dieron. Uno de ellos es el
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extraordinario desempeño que tuvo Biden en las elecciones de 2020 que lo
pondrían en el máximo pedestal de los grandes convocadores de votación en la
historia del mundo. De mi parte debo confesar que me sorprende que este
hombre cansado, senil, desmemoriado, que se enreda al hablar en público,
parezca estar en camino de convertirse en el presidente de mayor edad en la
historia de Estados Unidos y que lo haya logrado en una forma tan espectacular,
que ya debieran estar los politólogos del mundo estudiando este raro fenómeno.
Miren pues lo que este extraordinario hombre logró en las urnas:
El candidato Joe Biden fue tan eficaz para animar a los votantes en 2020, que
recibió un número récord de votos, más de 15 millones más de los que recibió
Barack Obama en su reelección de 2012. Hay que decir que Obama es el más
prestigioso de los políticos de Estados Unidos, y que era una persona joven, de
brillante discurso en la época. Haya que anotar que Obama no se atrevió a
apoyar a Biden durante las primarias, aunque fue su vicepresidente y que solo
lo vino a endorsar tímidamente cuando fue elegido candidato, manifestando
entusiasmo por él solo cuando se dio cuenta que la cosa estaba delicada ante la
clara debilidad de Biden. ¿Cómo puede este candidato mediocre sacar 15
millones de votos más que su prestigioso copartidiario? Un verdadero hito que
merece ser destacado (y que merece investigación para encontrar las causas).
Lo que más sorprende es que logró asegurar tal victoria extraordinaria, casi
mítica, y al mismo tiempo perder en casi todos los condados (divisiones
políticas de los estados) que se denominan condados “bellwether”, es decir, los
que marcan las tendencias, en todo el país. Ningún candidato presidencial ha
sido capaz de semejante hazaña electoral hasta ahora. Por eso tales condados
han marcado las tendencias ganadoras por elecciones y elecciones…menos
ahora, bajo la varita mágica de Biden
Aún más sorprendente, si se puede, es que exvicepresidente registró una
cantidad récord de votos, a pesar de los fracasos generales de los demócratas de
su partido en los escaños legislativos estatales y de la Cámara local en todo el
país.
Además logró esta hazaña de convocatoria masiva de apoyo popular nacional
después de recibir una participación muy baja (récord por lo baja) en la votación
primaria, en comparación con su oponente republicano de cara a las elecciones
generales. Claramente, estos son logros tremendos e inesperados que
normalmente deberían ser exaltados y sujetos a un análisis sofisticado por los
investigadores de la política y del periodismo, pero que para nada se
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mencionan…seguramente por temor a que surjan las inconsistencias en este
milagro electoral.
Se pudiera pensar que esto se debe a un cambio en la esfera política nacional a
escala masiva. Sin embargo, tanta magia, como la que se detallará a
continuación pone a Biden como el más destacado activista y político del país
y quizás del mundo, nunca antes visto.
Logro de 80 millones de votos
¡Gran milagro! Todos estos estadounidenses apoyaron a un político tradicional
de Washington, más bien mediocre, con graves acusaciones de corrupción, que
ha estado en el cargo durante casi 50 años. Por el contrario, en 150 años ningún
presidente en ejercicio ha ganado votos en una campaña de reelección con
respecto a su primera campaña y aun así ha perdido. Es que sucede que el
presidente Trump obtuvo más de diez millones de votos desde su victoria de
2016, pero el atractivo de Biden fue tan sustancial que superó a Trump
masivamente, a pesar del apoyo récord que tuvo el presidente Trump entre los
votantes minoritarios. Biden también rompió los totales de votos populares de
Barack Obama. Pone esto a pensar que seguramente fue el extraordinario Biden
quien llevó a Obama al triunfo en 2008 y 2012.
Demostrando cuán agudos son sus instintos políticos, el exvicepresidente logró
reunir un número récord de votos, a pesar de la evidente falta de entusiasmo de
sus votantes, en comparación con la gran capacidad del presidente Trump para
convocar arriesgadas y abundantes multitudes en épocas de pandemia. Pero al
parecer Biden tuvo gran inteligencia para motivar a los votantes que
aparentemente no estaban entusiasmados con su campaña, a votar por él en
cifras récord.
Ganar a pesar de perder la mayoría de los condados Bellwether
Biden se convertirá en el primer presidente en 60 años en perder los estados de
Ohio y Florida en su camino a las elecciones. Durante un siglo, estos estados
han predicho consistentemente el resultado nacional y se los ha considerado
más o menos representativos del crisol de culturas estadounidense en su
conjunto. A pesar de que las encuestas nacionales le dieron a Biden una ventaja
en ambos estados, perdió Ohio por ocho puntos y Florida por más de tres.
Que Biden pierda estos estados indicativos clave por márgenes notables y aún
gane las elecciones nacionales es digno de ser resaltado. Desde que la mafia
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presuntamente ayudó a John F. Kennedy a ganar a Illinois sobre Richard Nixon
en 1960, ningún presidente estadounidense había logrado este ingenioso truco.
Aún más increíble, Biden está en camino de ganar la Casa Blanca después de
haber perdido casi todos los condados emblemáticos del país. The Wall Street
Journal y The Epoch Times analizaron de forma independiente los resultados
de 19 condados de los Estados Unidos que tienen registros de votación
presidencial casi perfectos en los últimos 40 años. El presidente Trump ganó
todos los condados líderes, excepto el condado de Clallam en Washington.
Mientras que el ex vicepresidente ganó a Clallam por aproximadamente tres
puntos, el margen de victoria del presidente Trump en los otros 18 condados
fue en promedio de más de 16 puntos. En una lista más grande de 58 condados
líderes que han elegido correctamente al presidente desde 2000, Trump ganó 51
de ellos por un promedio de 15 puntos, mientras que los otros siete fueron para
Biden por alrededor de cuatro puntos. Entonces los condados Bellwether
eligieron abrumadoramente al presidente Trump, y sin embargo el mago Biden
encontró el camino hacia la victoria de todos modos.
Biden ganó a pesar de las pérdidas demócratas en todas partes
Randy DeSoto señaló en The Western Journal que "Donald Trump fue
prácticamente el único presidente en ejercicio en la historia de Estados Unidos
que perdió su reelección mientras que su propio partido ganó escaños en la
Cámara de Representantes". ¡Eso es un milagro de Biden!
En 2020, The Cook Political Report y The New York Times calificaron 27
escaños de la Cámara de Representantes como de resultado incierto antes de las
elecciones. Al momento los republicanos han ganado los 27. Los demócratas
no lograron cambiar hacia su lado ni una sola de las cámara estatales que tenían
los republicanos; en cambio los republicanos ganaron el control tanto en la
Cámara como el Senado en New Hampshire y expandieron su dominio de las
legislaturas estatales en todo el país.
Christina Polizzi, portavoz del Comité de Campaña Legislativa del partido
Demócrata, llegó a afirmar: “Está claro que Trump no es un ancla para los
candidatos legislativos republicanos. Es una boya (es decir, los hace salir
adelante, no los hunde)". Sorprendentemente, Biden venció al tipo que llevó a
la victoria a todos los demás republicanos, menos a sí mismo. ¡Eso es histórico!
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Biden fue capaz de superar su clara inferioridad con respeto a las votaciones
primarias, ante un dominante Trump
En el pasado, los votos de las primarias han sido indicadores precisos para
predecir los ganadores de las elecciones generales. El analista político David
Chapman destacó tres hechos históricos antes de las elecciones.
Primero, ningún titular que haya recibido al menos el 75 por ciento del total de
votos en las primarias ha perdido la reelección. En segundo lugar, el presidente
Trump recibió el 94 por ciento de los votos en las primarias, que es el cuarto
más alto de todos los tiempos (más alto que Dwight Eisenhower, Nixon, Clinton
u Obama). De hecho, Trump es solo uno de los cinco titulares desde 1912 en
recibir más del 90 por ciento del voto primario.
En tercer lugar, Trump estableció un récord para la mayoría de las votaciones
primarias recibidas por un titular cuando más de 18 millones de personas
acudieron a su favor en 2020 (el récord anterior, en poder de Bill Clinton, era
la mitad de ese número). El hecho de que Biden prevalezca en las elecciones
generales, a pesar del histórico apoyo de Trump en las primarias, es otra de las
inesperadas hazañas de Biden
Entonces aparentemente Joe Biden logró lo imposible. Es interesante que los
escritores y estudiosos de la narrativa dominante no estén señalando y
resaltando tales logros.
Evidencias y señales de fraude electoral
Quiero señalar los siguientes hechos como indicadores de que tales sucesos
mágicos son más bien el resultado de masivas ocurrencias de fraude y de
ilegalidad en el proceso. Esto no ha sido recogido por la narrativa dominante,
que ha tratado por todos los medios de ocultar las evidencias, o desacreditarlas,
o ignorarlas o desmentirlas, sin importar qué tan abundantes o significativas
sean.
Algo raro estuvo pasando en las ciudades de Atlanta, Filadelfia y Detroit que
pararon al unísono los conteos en la noche de la elección cuando Trump ganaba
con solidez. Luego de ellos se fue adelantando dosificadamente el conteo, sin
presencia significativamente de testigos, hasta evaporar la ventaja de Trump.
Bien curioso todo esto y creo que manipulado. Dosificación de votos y fraudes
bien diseñados.
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Al parecer se notó que era inevitable el triunfo de Trump en esos estados.
Entonces gente interesada y poderosa aplicó un plan B para inyectar cantidades
masivas de votos por Biden, mediante varios mecanismos, incluyendo conteos
duplicados, cambio de candidato, registro masivo de votos ilegales traídos
súbitamente y a destiempo y registro de votos no verificados, que de otra forma,
bajo revisión, serían descartados y anulados.
Luego de que empezaran a aparecer cosas raras, y a cambiar los resultados que
daban como ganador a Trump, empezaron a aparecer muchas denuncias y voces
de alerta, respaldadas por declaraciones juradas, además de claros análisis
estadísticos que dejaron ver las inconsistencias que ocurrieron.
Mapa electoral de los condados en Estados Unidos. Azul por Biden; rojo por
Trump. En general Biden gana en las zonas urbanas de alta población y Trump
en las zonas rurales y de menor población. Se han encerrado en círculos las
zonas urbanas de Arizona, Nevada, Georgia, Michigan, Wisconsin y
Pensilvania donde hubo grandes aumentos de votos por Biden, los cuales
aparecieron en general de manera súbita luego de que Trump tenía claras
mayorías. En esas zonas de concentran las denuncias por fraude
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Ante ello, el presidente Trump decidió no reconocer el triunfo de Biden y
emprender una enérgica actividad de tipo legal y mediática para intentar
demostrar el juego sucio que se montó para cambiar la voluntad de los votantes.
Al mismo tiempo se han denunciado de forma que me parece muy convincente,
numerosas posibilidades de manipulación de los resultados mismos, a través de
los algoritmos instalados en el software y en las máquinas de registro
automático de las votaciones.
Cabe ahora a las instancias diversas examinar tales denuncias y despejarlas para
dar tranquilidad al mundo entero sobre la legalidad del proceso y sobre el
candidato verdaderamente elegido. Es estrecho el tiempo, pero puede ser
suficiente para destapar las trampas y reversar los resultados actuales.
Quiero terminar señalando lo mucho que me extraña que el aparente presidente
electo no salga al frente diciendo algo así:
Soy Joe Biden. Estoy muy satisfecho del resultado de las elecciones y
completamente tranquilo de que fueron limpias y transparentes. Como
candidato ganador no tengo ningún temor a que se hagan todas las auditorías
y revisiones que sean del caso, pues estoy seguro de que no arrojarán trampa
ni componenda ninguna, ya que como directo y total responsable de la campaña
jamás di instrucciones ni autoricé para que tales cosas ocurrieran. Pido a todos
mis seguidores y a los medios el permitir que se hagan las revisiones con total
tranquilidad y serenidad, pero con vigilancia, para que en verdad el proceso
sea transparente. Hasta que ello termine, dejaré de reclamar el título de
presidente electo. Quiero solicitar al presidente Trump, a su vez que haga lo
mismo y lo convoco a una reunión para establecer un proceso ordenado de
revisiones supervisado por testigos honorables de nuestros dos partidos,
fijando un plazo razonable para concluir el tal proceso. No quiero emprender
mi mandato bajo ninguna sombra de duda. No tengo necesidad de hacerlo.
Estoy totalmente tranquilo y seguro y lo más importante es el prestigio de mi
país y la confianza y la unidad de los ciudadanos.