1. MARTES 10 DE SETIEMBRE DEL 2013
FERNANDO VIVAS
Preferencia por el diablo
El PNUD ha promovido un diálogo nacional para reformar la política peruana. Suena burocrático y de
larguísimo aliento, como un bostezo a la bandera, pero es un asunto desesperado.
El diagnóstico es de espanto: la confianza en las instituciones sigue por los suelos, la corrupción está en
camino a ser mayoría simple, la voz de los partidos está tan ausente que empezamos, ¿quién lo hubiera
dicho?, a extrañarlos. El sufijo ‘narco’ se adosa a los conceptos nobles: narcoestado, narcoindulto,
narcocongresista. A la minería ilegal le falta un sufijo, pero también se las ha arreglado para influir en el poder.
El que quiera conjugar este panorama sombrío con las buenas nuevas de la economía ya cuenta con algunas
frases comprensivas: el crecimiento infeliz, el desarrollo inseguro, el optimismo insostenible.
Tuvimos la remota esperanza de un consenso de bancadas en pro de una reforma constitucional que
modificara las reglas de juego que favorecen a la corrupción de la política. Pero los dialogantes somos
realistas. Los otorongos no se van a morder el pescuezo. Por el contrario, han hecho modificaciones
discutibles que podrían corromper aún más la política. Por ejemplo, aumentaron la valla electoral, como si en
esa angurria de firmas se fortaleciera la política. Lo dudo.
Si queremos reforma, habrá que tomar la calle, al menos en espíritu: convocar a los mismos ciudadanos que
se enervaron por la repartija de julio a que opinen y breguen por un paquete de cambios urgentes.
Se requiere otra inyección de realismo: el paquete debe ser pequeño para que sea unánime. La eliminación
del voto preferencial, la bicameralidad, el financiamiento público de los partidos, y un par más de ítems serían
suficientes.
Tengo la convicción de que el voto preferencial, instaurado desde 1978, ha sido uno de nuestros grandes
errores, validado en la Constitución de 1993. Nos entusiasmó porque fastidia a las camarillas partidarias que
imponían una lista cerrada y nos permite elegir a gusto. Elecciones interactivas, el voto como una polla hípica,
Parlamento a la carta para ciudadanos empoderaditos, ¡qué idiotas fuimos!
La interacción sí se dio, pero entre los partidos y sus fuentes oscuras de financiamiento. Las campañas
electorales se han convertido en festival de lavado de activos; las listas, en lugar de alternar género como
reclaman las feministas, alternan a los líderes partidarios con invitados que se matriculan con el platal que
paga sus propias campañas y, de refilón, la de los militantes misios.
El otoronguismo es hijo del voto preferencial; la lista de sospechosos de Jaime Antezana, también. Tenemos
que cancelar esta perversión de la política que a la larga nos cuesta mucho más que lo que costaría financiar
con el erario público la actividad partidaria. Se nos va el alma con otorongos que sirven a mafias.
De los partidos, solo el Apra es claro en querer eliminar el voto preferencial. Los nacionalistas no han definido
el tema, los fujimoristas tienen una bancada plagada de invitados (el número 1 de su lista, el congresista Julio
Rosas, es un pastor evangélico que solo Dios sabe a qué precio se matriculó) y otros, como AP, piden debatir
la incorporación de elecciones primarias abiertas (como en Estados Unidos o Argentina, que determinan que
las listas internas se anticipen con votación masiva), que sí fortalecerían a los partidos.
Del Congreso esperamos poco, así que será mejor que opine la gente que presionará por la reforma.