2. FAMILIA
Nació en El Ferrol el 4 de
diciembre de 1892,
pertenecía a una antigua
familia gallega. Su abuelo,
Francisco Franco Vietti,
había sido intendente
general de la Marina. Su
padre, Nicolás Franco
Salgado, era contador de
Navío. Su madre, Pilar
Bahamonde y Pardo de
Andrade, que ejerció sobre
él una hondísima
influencia permanente.
Francisco hubiera querido
ser marino. Las
circunstancias lo llevaron
hacia el Ejército.
3. CARRERA
MILITAR
Después de estudiar en la
Academia Militar de Toledo,
ingresó en el Arma de
Infantería y pidió destino a
Marruecos. Allí se distinguió
al frente de una compañía de
Regulares y, en 1915, pasaba a
ser el capitán más joven del
Ejército español. A
consecuencia de una herida
grave recibida en el combate
de Biutz (28 de junio 1916),
ascendió a comandante y fue
destinado a Oviedo, donde
estaba durante la huelga
general de 1917. Conoció
entonces al comandante
Millán Astray que, cuando
fundó la Legión, le llamó para
mandar la primera Bandera.
4. LA
LEGIÓN
Apenas llegado a Ceuta en octubre de
1920, Franco dio muestras de sus dotes de
organizador y de jefe durante la etapa de
instauración e instrucción de la Legión. Pero
fue en el transcurso de las operaciones que
siguieron al desastre de Annual, en julio de
1921, cuando Franco empezó a acreditar sus
dotes militares.
Después de un corto periodo de estancia en
Oviedo (marzo-junio de
1923), Franco, ascendió a teniente
coronel, asumió el mando de la Legión, cuyo
jefe, Valenzuela, había muerto en combate.
Con este motivo hubo de aplazar hasta el
mes de octubre su proyectado matrimonio
con Carmen Polo y Martínez – Valdés.
Durante el otoño de 1924, se destacó
mandando las tropas que cubrieron en
retaguardia la difícil evacuación de Xauen en
el curso de la retirada dispuesta por Primo
de Rivera, en contra de los deseos del
Ejército de Marruecos.
5. LA
LEGIÓN
Ascendido a coronel (7 de febrero 1925),
en septiembre de aquel mismo año
ostentó el mando de la vanguardia del
ejército que desembarcó en Alhucemas
antes de ocupar la capital de Ab-el-Krim.
Ascendido a general a raíz de este éxito,
pasó a mandar la primera brigada de
Madrid (1926). Al año siguiente fue
designado para organizar la Academia
General Militar de Zaragoza, de la que
fue el primer director. Desempeñaba tal
función al caer la monarquía después de
las elecciones municipales del 14 de abril
1931. Hasta entonces el general Franco no
había tenido actividad política alguna.
Había servido fielmente a Alfonso XIII,
quien apreciaba los brillantes servicios
del más joven de sus generales. Al
proclamarse la República, el general
Franco hizo un llamamiento al espíritu de
disciplina de los cadetes, pero desmintió
el rumor según el cual iría a Marruecos
como alto comisario, explicando que no
aceptaría un cargo que suscitara dudas
en cuanto a su lealtad hacia el rey. A
partir de aquel momento, los
republicanos le tuvieron por sospechoso.
Al suprimirse la Academia de Zaragoza,
quedó disponible (agosto 1931).
6. General de la
República
Sin embargo, en febrero de 1932 se le destinó al
mando de la brigada de La Coruña y, al año
siguiente, asumió el mando militar de Baleares. La
modificación de la mayoría que daba el poder a los
radicales y a las derechas, hizo que en Madrid
estuviera mejor considerado. El gobierno Lerroux
siguió sus consejos para reprimir la insurrección de
Cataluña y de Asturias en octubre de
1934. Nombrado Jefe del Estado Mayor Central (14
mayo 1935), se dedicó a reorganizar y a reingresar a
oficiales que, como Mola, habían sido excluidos por
sus opiniones, a pesar de su valía militar. La victoria
del Frente Popular y de sus aliados autonomistas
vascos y catalanes, el 5 de febrero 1936, interrumpió
esa tarea. Franco, que temía que la revolución
empezara inmediatamente después de aquella
victoria, se brindó al presidente del Consejo de
Ministros, Portela Valladares, y al presidente de la
República, Alcalá Zamora, para
sostenerlos, emprendiendo una acción preventiva
contra la Cámara. No aceptaron el ofrecimiento.
Azaña volvió al poder y envió a Franco a mandar las
lejanas guarniciones de Canarias. Antes de
partir, Franco acordó con otros generales
(Varela, Mola, Orgaz, etc.), que el Ejército se alzaría
en el caso de que el nuevo Gobierno abriera las
puertas a la subversión y al separatismo.
7. La guerra
civil
Las elecciones de 1936
pusieron de manifiesto el
fracaso de la República
moderada en España. El
duelo entre las fuerzas
revolucionarias y las
conservadoras, todavía
poderosas, creaba un
verdadero clima de guerra
civil latente. A partir de
entonces los jefes militares
hostiles al Frente Popular
prepararon el golpe de
Estado que había de poner al
frente del gobierno al general
Sanjurjo, el vencedor de la
guerra de Marruecos,
exiliado en Portugal.
8. La guerra
civil
El asesinato del dirigente de la derecha
parlamentaria, Calvo Sotelo , fue la chispa que prendió
fuego a la pólvora. El 17 de julio se alzaba el ejército de
Marruecos. El 18, el ejército de la metrópoli seguía el
ejemplo. El 19, Franco llegaba a Tetuán en un avión
civil inglés y tomaba el mando del ejército de África. La
situación era delicada. El alzamiento militar había
triunfado en las provincias conservadoras donde la
mayoría de la población lo apoyaba (Castilla la
Vieja, Navarra); había dominado la situación en
Galicia, en Zaragoza, en Sevilla, en Granada y en
Córdoba, pero había fracasado en las grandes
ciudades, donde el Gobierno armó al proletariado, y en
las provincias de tendencias separatistas. Todavía más
grave era el hecho de que los marineros se habían
amotinado contra sus oficiales y, después de matarlos o
quitarles el mando, impusieron la fidelidad de la
Marina al régimen republicano. El ejército de
Marruecos, por tanto, no podía pasar a la Península.
Finalmente, el general Sanjurjo había muerto en un
accidente de aviación al salir de Portugal. La creación
de una Junta Militar en el norte de España paliaba
provisionalmente este acontecimiento imprevisto.
9. La guerra civil
Franco consiguió trasladar sus tropas al sur de
España, utilizando algunos aviones; luego envió
audazmente un convoy marítimo, a pesar de la
superioridad numéricamente aplastante de la flota
roja. Entonces, mientras el ejército de Mola cerraba
la frontera francesa del Noroeste e iniciaba la
conquista de Guipúzcoa, el ejército de África
pasaba a la ofensiva, pacificaba a Andalucía y a
Extremadura, establecía contacto con el ejército del
Norte y liberaba Toledo, donde el general
Moscardó, encerrado en el Alcázar con 1.105
hombres, había resistido los asaltos del enemigo
desde el 19 de julio al 28 de septiembre. El sitio del
Alcázar suscitó un interés considerable, tanto en
España como en el extranjero. Su victorioso
desenlace incrementó el prestigio de Franco, que se
imponía como el jefe militar más capacitado del
campo nacional. Por ello la Junta Militar le designó
generalísimo, confiándole posteriormente la
dirección del Estado español (1 de octubre 1936).
Franco iba a llevar de frente la guerra y el gobierno
de la zona nacional.
10. La guerra
civil
Franco deseaba imponer rápidamente la paz en Madrid. Intentó tomar
la ciudad con su pequeño ejército reforzado con unidades procedentes
del Norte. Los revolucionarios dominaban en Madrid. La llegada de
las primeras unidades de las Brigadas internacionales los reforzó. Los
nacionales quedaron detenidos delante de la ciudad, después de los
sangrientos combates de la Ciudad Universitaria, pero cortaron la
mayor parte de las comunicaciones de la capital (noviembre 1936-
marzo 1937). En adelante, la guerra iba a ser una lucha de desgaste. Ya
desde el principio de las operaciones, aviones y municiones habían
sido enviados por el Gobierno del Frente Popular francés a los
gubernamentales; por Hitler y Mussolini, a los racionales. A finales de
agosto, Stalin decidió apoyar a la República española. Envió a España
armas, técnicos y consejeros políticos rusos y voluntarios comunistas
de todos los países. El Eje replicó intensificando su ayuda.
Después del fracaso italiano de Guadalajara, Franco modificó sus
planes y emprendió la pacificación de las provincias del Norte
sometidas al Frente Popular (Vascongadas, Santander y Asturias), pero
aisladas del territorio regido por el Gobierno republicano, refugiado en
Valencia.
11. La guerra
civil
Franco preparaba una nueva ofensiva contra Madrid cuando
el mando adverso lanzó un ataque contra Teruel. La
contraofensiva nacional, estorbada por un frío en extremo
crudo, no logró salvar la ciudad. Después de su reconquista
(21 febo 1938), Franco desencadenó una ofensiva que rompió
el frente enemigo, llevó a la conquista de Lérida y al
Mediterráneo, en Vinaroz (15 de abril) y a Castellón de la
Plana (14 de junio), separando a Cataluña de Valencia y
Madrid. Valencia estaba amenazada cuando los rojos
contraatacaron y volvieron a pasar el Ebro (24-25 de julio).
Franco concibió entonces el plan de sostener en esa bolsa una
batalla de desgaste en la que el ejército enemigo se agotaría.
Acertó en sus previsiones. La ofensiva enemiga quedó
detenida. En noviembre, los nacionales atacaron, a su vez, y
empujaron más allá del río los restos de un ejército
desangrado. Antes de que éste pudiera reorganizarse, Franco
emprendió el 23 de diciembre la operación decisiva: la
conquista de Cataluña. El 26 enero 1939 se ocupó Barcelona.
La República roja se vino abajo. Después de los combates
callejeros de Madrid, entre los partidarios de la rendición y
los comunistas que todavía querían resistir, los nacionales no
tropezaron ya con oposición notable. Entraron en la capital
(28 de marzo) y en Valencia (30). El 1 abril 1939 la guerra
había terminado.
12. La organización del
Estado
En Burgos, el 1 octubre 1936, Franco sólo se había encontrado con los
escombros de los regímenes anteriores. La República, que con un
anticlericalismo anacrónico se había enfrentado a los católicos, se había
mostrado incapaz de imponer un orden elemental. Pero antes de ella, la
monarquía liberal, envejecida y agrietada, se había derrumbado por sí
sola. El carlismo preconizaba la monarquía tradicional; el
falangismo, un Estado autoritario nacional-sindicalista. En el
extranjero, los grandes autócratas, Hitler, Mussolini y
Stalin, dominaban la política europea. La fórmula autoritaria se
imponía.
Franco dirigía una coalición de españoles de matices diferentes, y a
veces divergentes, a los que unían el catolicismo, el patriotismo, la
hostilidad al comunismo y a una forma de democracia que pudiera
abrirle paso. Se esforzó en mantener la unión descartando los motivos
de división, así como la restauración de la monarquía, que aplazó.
Acertó al aliar la flexibilidad diplomática con la firmeza y el arte de
dejar que los problemas se fueran madurando.
Para realizar aquella unión, Franco quiso fundir las diferentes
corrientes de la España nacional en un Movimiento único que habría de
constituir el marco político de la nación. «Jefe sin partido» tomó la
Falange, «movimiento sin jefe» desde la muerte de José Antonio Primo
de Rivera, y la unió a los carlistas y a los demás grupos monárquicos.
Organizó después su Gobierno (19 abril 1937). Desde su proclamación
gobernaba con la ayuda de una Secretaría General del Estado, que
dirigía su hermano mayor Nicolás, y de una Junta Técnica del
Estado, puramente administrativa. En enero de 1938 estableció su
primer ministerio, luego el Consejo Nacional y la Junta Política, que se
reunieron rara vez.
13. La defensa de la paz
El conflicto mundial estallaba cuando
España andaba necesitada de paz y de
créditos para su reconstrucción.
Franco, a pesar de la ayuda que el Eje
le había proporcionado durante la
guerra, estaba resuelto a no tener en
cuenta sino el interés de España.
Proclamó la neutralidad española.
Después de las victorias alemanas que,
en junio de 1940, establecieron la
hegemonía del III Reich en Europa,
Franco se vio invitado a unirse al Eje
para abatir a Inglaterra. La ayuda
germano-italiana prestada al campo
nacional, ciertas afinidades
ideológicas, la posibilidad de
recuperar Gibraltar y de reconstruir
un imperio colonial a costa de las
democracias vencidas fueron los
argumentos aducidos por los
partidarios de la intervención.
14. La defensa de la paz
Franco resistió a esos llamamientos. En las entrevistas con Hitler (23
nov. 1940) y de Bordighera con Mussolini (12 febo 1941), se escudó
en la precaria situación económica de España para evitar la entrada
en guerra, aun sin romper con los jefes del Eje. La guerra de Rusia le
permitió dar satisfacción a aquéllos mediante el envío de la División
Azul al frente del Este, sin entrar en el conflicto. Cuando la derrota
alemana apareció como posible, Franco atrajo la atención de los
anglo-sajones sobre el peligro de abandonar Europa al comunismo
ruso. Pero las ilusiones de los ingleses en su fuerza y de Roosevelt
sobre Stalin hicieron que tales advertencias fueran vanas.
Terminada la guerra, la diplomacia rusa desencadenó violentas
campañas para derrocar al «régimen franquista», aislándolo y
asfixiándolo económicamente. Franco, sostenido por la. opinión
pública española, sacó partido del creciente recelo de los
anglosajones respecto a los rusos para resistir a esa presión, incluso
cuando la Asamblea General de la ONU recomendó la retirada de
Madrid de las misiones diplomáticas (13 dic. 1946). Su
diplomacia, dirigida desde el verano de 1945 por un católico
militante, Alberto Martín Artajo, supo ganar para la causa de
España a la mayor parte de las naciones hispánicas, a los países
árabes y a clanes influyentes del mundo financiero y político
norteamericano. La guerra fría le permitió conseguir que se
derogaran en la ONU las medidas contra España y, más
tarde, después de laboriosas negociaciones, que se concluyeran los
acuerdos hispano-norteamericanos que eran una verdadera alianza
(1953). La firma, aquel mismo año, del Concordato con la Santa Sede
y la entrada de España en la ONU constituyeron notables éxitos
diplomáticos y la descolonización pacífica de Marruecos mantuvo
viva la amistad hispano- marroquí.
15. Los objetivos interiores
El desenlace de la Guerra mundial tuvo indudable influencia en ciertos-
aspectos de la política interior del Caudillo. Después de la derrota del Eje,
suprimió los signos externos que recordaban el fascismo, eliminó a ciertos
hombres políticos demasiado comprometidos por sus relaciones con el Eje;
llamó a católicos de matiz demócrata-cristiano, sin renunciar, no obstante, a
la estructura monolítica del Estado.
Determinados monárquicos pedían que se restableciera la monarquía, pero
tal solución suscitaba no pocas oposiciones. Franco, a raíz de la condena de
su régimen por la ONU, sometió al pueblo el texto de una ley constitucional
que, aun instaurando la monarquía, le dejaba de por vida la dirección del
Estado y preveía las modalidades de su sucesión. El referéndum del 6 jul.
1947 le dio una mayoría aplastante (14.145.163 sí contra 722.656 no y 336.593
votos nulos). A partir de entonces, aun manteniendo un orden interno que se
liberaliza lentamente, pudo consagrarse al desarrollo económico de España.
La Guerra mundial había hecho muy difíciles la reconstrucción y el
desarrollo económico. Franco se había propuesto reducir el mal endémico de
la balanza comercial deficitaria desarrollando la producción nacional y
singularmente la industria. Durante la primera etapa se rodeó de
colaboradores partidarios del nacionalismo económico, que fundaron el INI
para dar a la industria española el impulso necesario en numerosos ámbitos,
multiplicaron los embalses y elaboraron grandes planes de colonización
en regiones desheredadas (Badajoz, Jaén, etc.). Se llevó a cabo una obra
importante, singularmente en el ámbito de la industrialización, aun sin
respetar en todo momento la ortodoxia económica. Pero el comercio exterior
seguía siendo deficitario. Entonces Franco recurrió a nuevos equipos
ministeriales formados. por técnicos partidarios de una economía más libre y
de un acercamiento a la Europa del Mercado Común. Sometidas a
referéndum, tales reformas fueron aprobadas por una mayoría
impresionante (14 diciembre 1966).
16. Los objetivos interiores
Ese viraje de 1957, favorecido en parte por
el enorme desarrollo del turismo, permitió
enriquecer a los españoles cuyo nivel de
vida se fue aproximando al de los pueblos
de la Europa occidental. Paralelamente; la
vida política se tornó más flexible: se
suprimió la censura y se estableció la
tolerancia religiosa. Con vistas a preparar
su sucesión, Franco enmendó las leyes
fundamentales en un sentido liberal en el
marco de una monarquía que prolongara
el Movimiento Nacional. Aquel día los
españoles votaron menos en favor de unos
textos que en favor del jefe que, después
de una terrible convulsión, les había
asegurado 30 años de paz y facilitado el
vivir mejor. Ese estadista
frío, paciente, firme y flexible al mismo
tiempo, cuyo estilo de vida es austero, ha
ejercido sobre un pueblo, que tiene fama
de difícil de conducir, uno de los
gobiernos personales más dilatados y
pacíficos de la historia de España.
El futuro dirá si esa paz ha sido un
paréntesis excepcional o el principio de
una era de concordia entre sus habitantes.