Santa Luisa de Marillac nos muestra: Los escollos a evitar
CENTENARIOS FRANCISCANOS 2023-2026. UNA OPORTUNIDAD Y UN RETO.pdf
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“CENTENARIOS FRANCISCANOS 2023-2026.
UNA OPORTUNIDAD Y UN RETO”
Buenos días a todos y todas, paz y bien.
Agradezco la oportunidad que se me da de poder compartir nuevamente esta jornada de
fraternidad de la Orden Franciscana Secular de la Zona de San Gregorio Magno. Envueltos
en tantos centenarios, se me ha pedido que diga una palabra sobre los centenarios de
Francisco de Asís que celebraremos del año próximo al año 2026. Para ello contamos con
un documento que viene de nuestros Ministros generales: “2023-2026. Un centenario
articulado y celebrado en varios centenarios” es su título.
Celebramos cinco centenarios: La Regla y Greccio en 2023, los estigmas en 2024, el Cántico
de las creaturas en 2025 y la Pascua de San Francisco en 2026. Estos cinco centenarios son
una oportunidad para disfrutar de la obra de Dios en nuestro fundador, y un reto para vivir
en fidelidad el carisma que Dios puso en sus manos. Porque cada uno de estos
acontecimientos nos remite a tantas experiencias profundas de la presencia de Dios en la
vida de Francisco.
Antes de entrar en el contenido del documento citado, querría hacer alusión a la
oportunidad y el reto de siempre, a saber, “vivir el Santo Evangelio de nuestro Señor
Jesucristo” y lo que esto puede suponer para nosotros en este momento concreto de la
historia.
1. El evangelio de nuestro Señor Jesucristo, nuestra oportunidad y nuestro reto de
siempre
Decir que el Evangelio es nuestro carisma creo que no es ninguna novedad a estas alturas
de la vida. Todos tenemos claro que nuestra vida franciscana se fundamenta en las
palabras escritas por Francisco al inicio de sus Reglas: “La Regla y vida de los Hermanos
Menores es esta: “Observar el santo Evangelio de nuestro Señor Jesucristo, viviendo en
obediencia, sin propio y en castidad” (RB 1,1). Lo que Francisco escribió para los Hermanos
Menores es lo que recibió como don de Dios, y es lo que hizo llegar a los seglares que
quisieron unirse a su proyecto de vida desde su opción laical.
Dicho esto, la pregunta que algunos se hacen en estos tiempos es, ¿qué estamos haciendo
del Evangelio? ¿está el Evangelio en el centro de nuestra vida, de nuestras opciones
fundamentales, de nuestras estructuras? Responder a estas cuestiones no resulta tan
evidente.
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El Evangelio es una persona: Jesús de Nazaret, y esa persona implica relación. Esta relación
nos introduce por el Espíritu en el misterio del Padre y nos abre a toda la humanidad como
receptora de los dones recibidos en tal relación. Hoy disponemos de más estudios que
nunca para comprender el evangelio desde las perspectivas más diversas. Pero si el
evangelio es una persona, Jesús, a esta no nos podemos aproximar solo con nuestro
intelecto. Se requiere poner en juego toda la persona, y para ello, hay que parar, hacer
silencio, escuchar. Sobre esto se está escribiendo no poco en nuestro tiempo. Por ejemplo,
Pablo D’Ors: “Cuando veo a mis contemporáneos, compruebo que de lo que mayormente
adolecen es de capacidad de silencio y de gusto por la soledad… sin soledad ni silencio no
hay posible interioridad, de donde deduzco que mis contemporáneos están privados de
eso que llamamos vida interior… el amor requiere de la intimidad con el Amado”1
. Si
vemos síntomas de esto en nosotros, tenemos muchas papeletas para hacer del evangelio
una ideología, quizá buena, pero ideología a fin de cuentas, incapaz de implicar a toda la
persona en el proyecto de Jesús.
Algunos se cuestionan fuertemente qué está haciendo la Iglesia, y por consiguiente, qué
estamos haciendo nosotros, franciscanos y franciscanas, con el Evangelio. Me gustaría
traer a colación la palabra de dos de estas personas que han vivido y viven con inquietud,
pasión y dolor esta realidad del evangelio. Los dos creo que son conocidos: se trata de José
Antonio Pagola y de Giacomo Bini.
El primero es un sacerdote de la diócesis de San Sebastián, con formación bíblica y vicario
general en otro tiempo. Él se pregunta si el cristianismo actual puede encontrar en su
interior el vigor, la fuerza espiritual que necesita para desencadenar una verdadera
conversión a Jesús. ¿Es posible movilizar las fuerzas de la Iglesia hacia un seguimiento más
fiel a Jesús? ¿dónde encontramos el fuego que vino a prender Jesús en esta tierra y que
parece que se está apagando en la Iglesia? Señala el riesgo de una iglesia encerrada que no
quiere ver los datos sociológicos que hablan claramente de una disminución galopante de
cristianos. Más grave es que ante esta realidad haya mucho instinto de conservación y
poco espíritu de Jesús, y se vea la sociedad como rival de la Iglesia. Señala que el rasgo más
generalizado de los cristianos es la pasividad. ¿De dónde viene esto? De la educación
durante siglos llevada a término por la Iglesia en la sumisión, la obediencia y la pasividad.
Los laicos no piensan, no proyectan, no deciden. Así difícilmente se abrirán caminos
nuevos y creativos al proyecto de Jesús en nuestra sociedad2
.
Giacomo Bini, por su parte, fue Ministro general de la OFM durante los años 1997 a 2003.
En un libro titulado “Recuperar la intuición evangélica franciscana” dice que no podemos
reproducir a Francisco en su literalidad. Necesitamos purificar formas viejas e inventar
otras nuevas. Nos recordaba que era hora de dejar de decir que somos pocos, viejos, o que
1
D’ORS, P., El olvido de sí, Galaxia Gutenberg, Madrid 2021, 286.
2
https://www.youtube.com/watch?v=AQnI9VNl9qg Consultado el día 15 de junio de 2022.
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somos tales y cuales… somos lo que somos y necesitamos vivir con la edad que tenemos,
con el entusiasmo que nos anima y evidenciar en lo posible lo inédito que el mundo espera
hoy de nosotros. Vivimos de estadísticas. Pero no es la estadística lo que cambia el mundo,
sino el entusiasmo, el soñar, el afán intenso de vivir nuestra vocación recuperando la
intuición evangélica que en ella se esconde3
.
Si no enfrentamos claramente estas cuestiones, difícilmente podremos celebrar con
renovado entusiasmo los centenarios que nos proponen nuestros Ministros generales.
2. 2023-2026 Un centenario articulado y celebrado en varios centenarios
Entramos en el documento publicado por los Ministros generales. “Orientar
decididamente nuestra mirada hacia el futuro y fortalecer carismáticamente nuestra
identidad franciscana” es el objetivo del documento que ellos nos han entregado. Con el
título 2023-2026 Un centenario articulado y celebrado en varios centenarios, nos
presentan un documento que nos ha de ayudar a profundizar en nuestro carisma, a
enriquecer nuestra formación inicial y permanente, a vivir este centenario de centenarios
como un camino en comunión, y a organizar los distintos Centenarios a nivel local y/o
regional
Tras una breve presentación por los Ministros generales donde explicitan la autoría por
parte de un equipo de trabajo formado por expertos, se indican unas observaciones
generales, y se da contenido a los cinco centenarios precedidos por un apartado que sirve
de marco para todos ellos.
- Observaciones:
o La primera titulada Temas ofrece la perspectiva desde la que se proyecta
cada uno de los centenarios: una perspectiva teológica (Nuestro ser en
Cristo), antropológica (Nuestro ser hermanos y hermanas), eclesiológica
(Nuestro ser en comunión) y sociológica (Nuestro ser en el mundo). Todas
ellas están iluminadas por el magisterio del Papa Francisco y quieren
contribuir a la reforma eclesial por él emprendida.
o Destinatarios: su alcance es universal. Se pide que haya visibilidad de la
Familia Franciscana en su totalidad, se anima a crear comisiones locales y/o
regionales que represente a toda la familia, y se insta a la imaginación y
creatividad para que podamos llegar a toda nuestra sociedad.
o Metodología: consiste en armonizar las cuatro dimensiones señaladas en el
apartado de Temas, a modo de ejes trasversales. Su puesta en marcha ha de
3
BINI, G., Recuperar la intuición evangélica franciscana, Aránzazu, Onate 2010, 13-18.
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tener un impacto ad intra y ad extra de la Familia Franciscana. Recuerda que
se ha de evitar caer en mucha teoría, para lo que se proponen objetivos y
acciones que brinde dinamicidad a la dimensión vivencial y práctica. Y pide
que las acciones genéricas que se plantean en el documento se puedan
concretar en los contextos particulares.
- En el siguiente punto se nos pide “celebrar el Centenario como familia franciscana”,
en comunión y no cada cual por su cuenta. Los Ministros generales nos recuerdan
que la familia franciscana está basada en una reciprocidad inmanente propia del
vínculo que nos une como carisma. Porque la plenitud del carisma recibido por
Francisco se realiza en la complementariedad y en la comunión vital reciproca.
También nos piden que celebremos estos centenarios no solo entre nosotros,
familia franciscana, sino con quienes se sienten atraídos por la belleza evangélica de
Francisco, algo que se constituye en oportunidad para reavivar la riqueza de nuestro
carisma. Y la actitud que ha de presidir estas celebraciones es la del don recibido y
entregado: los dones que Francisco recibió, los vivió “sine proprio”, es decir,
restituyéndolos. El amor acogido pide que se ofrezca y restituya.
- A continuación se expone cada uno de los centenarios a celebrar. El esquema que
proponen es el siguiente: se ofrecen unos textos tomados de las fuentes
franciscanas alusivas al hecho del centenario y se acompaña a los mismos de una
reflexión que justifica tal celebración. A continuación se ofrecen una serie de
objetivos y acciones que están distribuidos en las cuatro dimensiones o ejes
trasversales (teología, antropología, eclesiología y sociología). Como el tiempo de
esta exposición es escaso, invito a hacer lectura de estos objetivos y acciones, y no
solo lectura, sino reflexión, en orden a hacer propuestas que se puedan materializar
en los contextos próximos a cada uno de nosotros. Sí quiero señalar en cada uno de
los cinco centenarios la invitación concreta que se hace y destacar uno de los
objetivos y acciones para que veamos su tenor:
o Celebrar la Regla (1223-2023): es el primer centenario de los cinco, y en él
celebramos que su núcleo es el Evangelio. Esta la profesamos públicamente
para vivir el evangelio en fraternidad. Por tanto, es una oportunidad para
conocernos mejor, para promover la comunión y la confianza mutua,
redescubrir la importancia de soñar juntos y abrir nuevos caminos que nos
permitan ser una fraternidad en salida, constructora de nueva cultura.
Destaco el siguiente objetivo (Nuestro ser en comunión): “Dar sentido
y significado a nuestro modo de vivir la Regla en la Iglesia,
promoviendo la fraternidad y la sinodalidad como estilos esenciales”.
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Y una acción ligada al mismo: “Comprobar si el modo de vivir nuestra
Regla, que hemos profesado en la Iglesia, nos impulsa a realizar
nuestra labor pastoral y actividades apostólicas en comunión con la
Iglesia local y universal”.
o Celebrar la navidad en Greccio (1223-2023): es una invitación a detenerse
ante el misterio de la Encarnación para contemplar la grandeza del amor
divino por la humanidad. Consecuencia: ser instrumentos de vida y
humanidad.
Uno de los objetivos dice (Ser hermanos y hermanas): “Recuperar una
visión integral, libre de divisiones y dicotomías, del ser humano y su
reciprocidad constitutiva hombre-mujer”.
Una de las tres acciones que acompaña a este objetivo es: “Asegurar
que las propuestas de formación de nuestras fraternidades favorezcan
la implementación de procesos de formación integral, desde el punto
de vista humano, espiritual e interpersonal”.
o Celebrar el don de los estigmas (1224-2024): con este centenario se nos
invita a recuperar en nuestra vida cotidiana la dimensión del silencio orante
que nos sitúa ante lo esencial y nos impulsa a salir de nosotros mismos para
tocar la carne sufriente de Cristo en los otros, tal como Francisco lo hizo
como consecuencia de su encuentro con el crucificado.
Un objetivo de los cuatro que aparecen es (Nuestro ser en el mundo):
“Dejarnos tocar e interpelar por las numerosas situaciones de dolor y
sufrimiento que encontramos en los entornos en los que vivimos y
servimos”.
La acción que destaco es: “Servir con dedicación y ternura a las
heridas del cuerpo y del espíritu de todos los que, a nuestro alrededor
y en nuestras fraternidades, se sienten afligidos y sin esperanza”.
o Celebrar el Cántico de las criaturas (1225-2025): este centenario nos ha de
ayudar a realizar un cambio radical en nuestra relación con la creación, que
consiste en sustituir la posesión por el cuidado de nuestra casa común, de tal
modo que seamos hermanos con ella y no dominadores ni consumidores.
Uno de los objetivos dice (Nuestro ser en Cristo): “Recuperar una
mirada contemplativa que sepa reconocer la presencia y la belleza del
Creador, que se revela en todas las criaturas”.
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Y entre las acciones destaco esta: “Dedicar con frecuencia un tiempo
adecuado a la contemplación de la creación, para percibir su belleza y
dar gracias a Dios por ella”.
o Celebrar la Pascua de Francisco de Asís (1226-2026): es el centenario más
destacable. En él se nos invita a contemplar nuestra historia personal y la de
nuestra Familia Franciscana con una mirada de fe que sepa percibir la
presencia y acción divina en todo. A la vez, es una oportunidad para dar
gracias a Dios por todos los dones que nos ha concedido. Finalmente, hemos
de recordarnos que estamos llamados a la santidad e invitados a reflejar la
belleza del Evangelio.
El objetivo que destaco (Nuestro ser en el mundo): “Vivir y realizar la
evangelización como una oportunidad para restituir generosamente
los dones recibidos”.
Y la acción: “Educarnos a leer con sabiduría los signos de los tiempos,
parar reconocer con prontitud lo que el Espíritu está obrando con
creatividad y novedad entre los hombres y mujeres de nuestro
tiempo”.
3. Algunas observaciones al hilo del documento
En primer lugar, considero que este documento era del todo necesario para situarnos ante
una efeméride tan relevante como la Pascua de San Francisco, que viene precedida por los
otros acontecimientos ya señalados. Y es necesario porque no podemos dejar pasar la
oportunidad de dar gracias a Dios en fraternidad amplia por este don tan bello como
regaló a San Francisco y nos regala a nosotros: Jesucristo.
Creo que es una oportunidad que una vez más hemos de dar al Evangelio, esto es, a
Jesucristo, al Espíritu Santo, a la gracia, no para que nos lleguen más simpatizantes o
seguidores de Francisco de Asís en las diversas Órdenes, sino para testimoniar que el
Evangelio es vida y que esa vida nos sigue emocionando, nos hace vivir con pleno sentido.
No creo que tengamos que pretender obtener frutos concretos o generarnos expectativas
desmesuradas con estas celebraciones. De ser así, estaríamos adulterando el carisma. La
celebración de este centenario de centenarios se plantea desde la gratuidad. Si gratis
hemos recibido el carisma, gratis hemos de darlo, con gozo hemos de compartirlo. Tiene
sentido en sí mismo el hecho de podernos reunir, visualizar el impacto real de nuestro
carisma en nuestra cultura y lo que podemos aportar a la misma.
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El documento apunta a mirar hacia el futuro para soñar, proyectar, plantear iniciativas de
vida. Su carácter es propositivo. Aun así, creo que es importante tomar en consideración
que hemos de saber quiénes somos, dónde estamos, cuál es nuestra situación y qué se
puede hacer para llevar a término una organización adecuada a los niveles que plantea:
local y/o regional.
No se dan pautas para crear esos grupos de trabajo que han de organizar todas las
actividades que den contenido a los diversos centenarios, por lo que no podemos
quedarnos esperando a que sean los otros quienes tomen la iniciativa. Hemos de ponernos
en contacto unos con otros al inicio de este curso y organizarnos en pequeños grupos para
llevar a cabo aquellas iniciativas que podamos, luego de un estudio de este documento y
de la reflexión pertinente que nos haga concretar cosas. En este sentido, creo que hemos
de ser lo más inclusivos posible. Entre otras cosas porque el documento no menciona en
ningún momento a las Concepcionistas Franciscanas, y ellas también están llamadas a
participar activamente en estas celebraciones.
Es un documento abierto, exige trabajo, creatividad, participación y compromiso. No nos
da las cosas masticadas. Los objetivos y acciones, como se ha podido comprobar, piden
encuentro entre hermanos y hermanas para ver de qué manera se puede llevar a término
alguna cosa. Todos los hermanos y hermanas que participen en las reuniones preparatorias
han de exponer sus ideas. A la vez, también han de estar atentos a las ideas de otros que
no participan directamente en esas reuniones para poderlas integrar.
Finalmente, creo que es importante no ser excesivamente ambiciosos para no cargarse
demasiado, pero tampoco hay que tener miedo a proponer cosas e intentar llevarlas a
término. Unas saldrán muy bien, otras no, y nos alegraremos igualmente porque el hecho
de prepararlas ya ha sido beneficiosa para esos hermanos y hermanas.
4. Conclusión
Decía Francisco: “comencemos, hermanos, a servir al Señor Dios, pues escaso es o poco lo
que hemos adelantado”. No pensaba haber llegado aún a la meta, y, permaneciendo firme
en el propósito de santa renovación, estaba siempre dispuesto a comenzar nuevamente.
Le hubiera gustado volver a servir a los leprosos» (1 Celano 103). La Pascua de Francisco
nos recuerda que cada día es una oportunidad para empezar de nuevo, para renovar
nuestra respuesta a la llamada del Señor, que nos envía al mundo entero como hermanos
y hermanas para dar testimonio de Él con palabras y con obras, para atraer a todos al amor
de Dios (cf. Paráfrasis del padrenuestro 5).
Muchas gracias y buen camino en este Centenario de Centenarios.