Este documento habla sobre el efecto de transferencia espontánea de rasgos y cómo las etiquetas que ponemos a los demás afectan nuestra percepción de ellos. Explica que hablar positivamente de otros los hace ver como agradables, mientras que criticarlos constantemente hace que la gente asocie rasgos negativos con uno mismo. También advierte que criticar a otros por su apariencia o intelecto revela nuestra propia fealdad moral.
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Efrén Martín, Gerente de y Associate Consultant de Reddin Assessments
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Nº 153 septiembre 2019 http://www.fvmartin.net
John Skowronski define como
«transferencia espontánea de rasgos», el
efecto que tienen en nosotros… ¡las etiquetas
que ponemos a los demás!: “Cuando cotilleas
sobre alguien, los que te escuchan asocian
inconscientemente a tu persona las
características que describes. Si dices
cosas positivas y agradables sobre los
amigos y los colegas, todos te verán como
una persona agradable. Por el contrario, si
no dejas de criticar sus fallos, la gente
asociará contigo los rasgos negativos y la
incompetencia de la que hables.”
Un fenómeno difícil de percibir, por
contraintuitivo, irónico y perverso; que hace del
acierto premio y del yerro castigo. Mientras
unos atesoran amigos, otros les obligan a
buscar curiosas formas de autodefensa:
“Guardamos el imborrable recuerdo de
un hombre que nos resultó muy
agradable, sin razón aparente, mientras
nos hablaba de sus muchos conocidos.
Finalmente, con esfuerzo, dimos con la
causa de nuestra buena opinión sobre
él: habló bien de todos y mal de nadie.”
“Siempre que acudía con mi niña al
parque, junto al resto de madres, me
marchaba la última; porque veía que
cada vez que una se iba empezaban a
criticarla.”
Con palabras pintamos una imagen
estereotipada de los demás que no envejece,
como el rostro de Dorian; mientras se deteriora
la nuestra como el alma reflejada en su retrato:
Quien se burle de los menos agraciados
física o intelectualmente, dejará patente su
propia deformidad y fealdad moral.
Acusar a todos de mezquinos, demostrará la
propia miseria en ahorrar elogios.
Animar la velada traicionando a los ausentes,
activará la alarma en los oyentes.
Poco importa que otros no puedan
contagiarnos sus defectos (¡menos mal!). Lo
grave es que los nuestros afloren en toda su
intensidad, convirtiéndonos en “non gratos”.
Esta forma autodestructiva de suicido social
genera conflictos por doquier y extiende la
mediocridad, según la idea de Louis Henri
Jean Farigoule: “La gente inteligente habla
de ideas, la gente común habla de cosas,
la gente mediocre habla de gente.”
Google ha descubierto en sus empleados el
secreto de los equipos de alto rendimiento:
gente que se trata bien, capaz de crear un
ambiente de seguridad psicológica, donde
nadie teme ser criticado personalmente por
sus ideas, contribuciones y errores.
Para frenar nuestra crítica, Shakespeare
afirmó: “Es mejor ser Rey de tu silencio que
Esclavo de tus palabras
“No había más que una prueba en contra suya. El
cuadro. Lo destruiría… mataría su obra y todo lo que
significaba. Mataría el pasado y, cuando estuviera
muerto, él recobraría la libertad…
Se oyó un grito y el golpe de una caída… En el interior
encontraron, colgado de la pared, un espléndido retrato
de su señor… en todo el esplendor de su juventud y
singular belleza. En el suelo, vestido de etiqueta, y con
un cuchillo clavado en el corazón, hallaron el cadáver
de un hombre mayor, muy consumido, lleno de arrugas y
con un rostro repugnante. Sólo lo reconocieron cuando
examinaron las sortijas que llevaba en los dedos.
“El retrato de Dorian Gray” de Oscar Wilde