Nuevo número del Corredor Mediterráneo, coordinado por Antonio Tello

1. Suplemento Cultural del Centro
Río Cuarto / Río Tercero / San Francisco / Villa María Miércoles 24 de julio de 2019 - Año 19 N° 863
El Corredor Mediterráneo
humorsolini
POR HERALDO MUSSOLINI
Pág. 8
Enredaditos
POR BACHI SALAS
Pág. 6
La torpeza intelectual, la ignorancia y la violencia parecen ser los principales facto-
res que inciden en la desnaturalización de las relaciones humanas, hecho que hace
más difícil la convivencia y el bienestar en las sociedades del mundo actual domina-
das por el ruido y la confusión. Pero ¿cuál es el origen de esta situación?
Pág. 2-3
Algo
de Elena Berrutti
POR CLAUDIO ASAAD
Pág. 7
La música
perdida
Sergio G. Colautti hace para los lec-
tores de ECM una brillante aproxi-
mación al pensamiento del filósofo
italiano Giorgio Agamben y a su pre-
ocupación por hallar un punto de
esperanza en el contexto de un mundo
trastornado por los intereses de
poder.
Pág. 3-4
Los hombres
no son personas
LA COLUMNA
Ver o no ver
POR JORGE RODRÍGUEZ
HIDALGO
Pág. 8
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2. Uno de los mayores problemas que
aquejan al mundo en estos tiempos es
el ruido. En Occidente, desde el
Renacimiento en adelante el ruido ha
ido progresivamente en aumento
hasta convertirse en una cultura “natu-
ral” de nuestra civilización y por ello
parece casi imperceptible. Este ruido
está en el origen de la violencia y las
desigualdades sociales que sostienen
el sistema de poder que rige el mundo.
Una violencia y unas desigualdades que
progresan día a día en la misma medida
que crecen las dificultades para pensar.
Ya lo advirtió George Orwell en un
pequeño ensayo publicado apenas aca-
bada la Segunda Guerra Mundial. La
dificultad para pensar hace que no
podamos expresarnos con claridad y
no expresarnos con claridad hace que
nuestros pensamientos sean confusos.
Todo lo que nos rodea constituye un
gran farfullo ininteligible que imposibi-
lita la comunicación entre los indivi-
duos, incluso entre aquellos que inte-
gran un mismo grupo o comunidad. El
arte, la literatura, la música, todo con-
forma una gran vocinglería que embo-
ta la mente y le resta lucidez para el
pensar. Pero la mayor contribución al
ruido la hacen la televisión, la industria
del espectáculo, que incluye las mani-
festaciones deportivas y políticas, y las
redes sociales, a través de las cuales la
masa canaliza su vocerío particular ele-
vándolo a la categoría de opinión públi-
ca. De aquí que el filósofo español
Emilio Lledó dijera que antes que
defender la libertad de expresión debe-
ríamos defender la libertad de pensa-
miento, porque la elaboración de una
idea implica un esfuerzo que no exige
la opinión. “Lo importante es crear
libertad y capacidad para pensar”, dice.
Públicamente “no se pueden decir
todas las tonterías que se te ocurran, ni
insultar a quien te parezca, ni calumniar
porque eso no es libertad de expre-
sión, ésta procede de la libertad de
pensamiento y ésta te pide que tengas
la mente clara, que las neuronas fluyan,
que no tenga un pringue ideológico o
bloques mentales, casi siempre pringo-
sos, que impidan que el pensamiento
discurra libremente. Esta libertad hace
que aquello que expreses tenga senti-
do colectivo, poético, y sea útil para el
medio donde se desarrolla”.
Pensar con lucidez en estos tiempos no
es tarea fácil. Las circunstancias actua-
les no favorecen hacerlo. Vivimos en un
presente sin arraigo. En un presente en
el que no pensamos y si no pensamos
tampoco recordamos y de aquí la impu-
nidad con que se cometen actos delez-
nables. Para pensar se necesita aislarse
del ruido circundante y, como aconseja
Peter Sloterdijk, el brillante filósofo ale-
mán, retirarse y tomar distancia, “salir
del tiempo impetuoso de la vida” y
observar. La filosofía sería la herra-
mienta ideal para este cometido, por-
que la filosofía “es un intento de dañar
la estupidez”, como dice Sloterdijk
siguiendo a Nietzsche, pero la mayoría
de los filósofos ha dimitido de esta
tarea en favor de la sociología y de la
politología y su lugar lo ocupa la poe-
sía.
Actualmente, la tendencia es mirar y
trabajar sobre lo que está en la superfi-
cie y si hay algo profundo subirlo a ella
y tratarlo como si fuese superficial. Por
esta razón parecería que la metáfora
de lo profundo hoy es casi patrimonio
exclusivo de la poesía. Un poema, cuyo
autor no ha traicionado y contaminado
con sus intereses particulares –ideoló-
gicos, políticos, religiosos, económicos,
“de género”, etc.- lo que ha entrevisto
en las profundidades, dice más que
miles de páginas de filosofía superfi-
cial. No obstante, esto no significa que
no haya en estos tiempos filósofos que
piensan (ya he citado algunos) ni que
toda la poesía sea profunda. Se trata
de decir que en estos tiempos de impe-
rio del ruido, de elucubraciones planas,
el pensar y crear se ha convertido en un
reducto de resistencia frente a las fuer-
zas del mal, ante la degradación y la
disolución de nuestra civilización.
Pensar significa comprender y no es
posible comprender si no se toma con-
ciencia de las limitaciones del conoci-
miento humano; pensar es acercarse a
lo esencial de la vida y luego recordar
esa proximidad a los esencial para des-
cubrir y evitar todo aquello que nos
confunde y hace imposible la felicidad.
En cierto modo, somos infelices por-
que no podemos pensar. Pensar es
poner de manifiesto nuestra inteligen-
cia, pero cómo apelar a esta cuando la
adormecemos mientras soñamos con
la inteligencia artificial. Pensar es avivar
El Corredor Mediterráneo / Página 2
Los hombres
no son personas
Por Antonio Tello
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3. nuestra capacidad para intuir e imagi-
nar el mundo y el universo, incluso en
su totalidad aún antes de que podamos
constatarla a través de la experiencia.
Pensar es situarse en la antesala de lo
infinito. En este sentido, las imágenes y
las metáforas poéticas tienen una gran
importancia conceptual que inducen a
introspecciones profundas que no en
pocas ocasiones trascienden los textos
conceptuales propiamente dichos ela-
borados por los filósofos. Pienso ahora
en los poetas Roberto Juarroz, Paul
Celan y Edmond Jabès, entre otros.
Ante este panorama, parecería que el
ser humano ha perdido la costumbre
de pensar –pensar de verdad- porque
éste le exige una concentración que el
ruido no le permite y un esfuerzo que
no se siente capaz de realizar.
Entonces, lo que piensa –o cree que
piensa- y expresa es confuso y casi
siempre disparatado. De algún modo,
siente con desasosiego o desespera-
ción la degradación de su condición
humana, su despersonalización, y tal
sentir, paradójicamente, lo conduce a
exacerbar la sentimentalidad y oponer-
la al pensamiento o, dicho de modo
llano, a pensar con las tripas mezclan-
do las ideas con las heces.
Como consecuencia de este sentimien-
to nacido de la confusión, los indivi-
duos manifiestan una crisis de identi-
dad personal y de representación
social. En un estado de identidad radi-
calizada en lo individual, nada ni nadie
parece representarlos. Ni los políticos,
a quienes, sin embargo, votan; ni los
medios de comunicación, ni el lenguaje
que hablan, según reclaman algunos
grupos feministas, homosexuales,
transexuales, bisexuales ¿También los
gordos, los flacos, los bajos, los cal-
vos…? Nadie parece sentirse cómodo
con su cuerpo y reivindican para éste
una personalidad, una identidad, que al
parecer la comunidad no puede darle,
porque ha sido fragmentada hasta los
más hondos principios que la habían
sostenido hasta ahora. Nadie cree ni se
reconoce en el otro. Ni siquiera en sí
mismo.
El ruido y la ausencia de pensamiento
han dado paso a una realidad manipula-
ble e inalcanzable para una masa cada
vez alienada. Una masa de muertos
vivientes, según la interpretación
metafórica que hace el lingüista esta-
dounidense Noam Chomsky de los des-
clasados por el sistema. La masa des-
personalizada que constituye el campo
propicio para la consolidación de los
sistemas de poder y de las corrientes
populistas que trafican con los naciona-
lismos, la xenofobia y las identidades
tribales, sexuales o de grupo cuyas
algaras hacen más caótica e incom-
prensible la realidad. Incluso creando
una meta realidad futura dominada por
una supuesta inteligencia artificial
superior a la humana. La inteligencia
artificial no existe ni existirá. En todo
caso existirán dispositivos que funcio-
nen a partir de la información empírica
de una mente humana.
“Lo que [ahora] hay –como afirma el
joven filósofo alemán Markus Gabriel-
es un software de códigos escritos por
humanos para explotar a otros huma-
nos. Todos trabajamos para Facebook
o para Google. Cuando usas el busca-
dor, generas un rastro, produces algo y
eso es trabajo. Y luego sus algoritmos
producidos por humanos se utilizan
para anticipar tu comportamiento y el
de los demás, para ganar dinero con tu
trabajo. Es lo que llamo el proletariado
digital”.
En este soberbio proceso de desperso-
nalización impulsado por el poder, los
hombres ya no son personas. Una
expresión precisa, título a su vez de
este artículo, que en el contexto de
confusión y desconocimiento generali-
zado del que se da cuenta, podría ser
ambigua o excluyente si se tomara
hombre como varón y no como espe-
cie. En tal caso, quienes así piensen,
estarán tratando de llevar a la superfi-
cie los sedimentos históricos de la len-
gua para tratarlos como si fuesen
superficiales añadiendo más confusión
a la confusión.
El Corredor Mediterráneo / Página 3
Las carencias físicas y espirituales, las injusticias y la violencia socia-
les se ha extendido como una epidemia que trastorna la realidad y
corroeloscimientosdelacivilizaciónhastaelpuntodequenadiepare-
ce oír o entender al otro, ni siquiera hombre y mujer parecen ser de la
misma especie.
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4. El Corredor Mediterráneo / Página 4
Música en el sentido griego significa
Idea o ritmo entre relaciones. Pero,
¿no es también aquello contra lo que
parece luchar para poder significar o
sugerir algo en lugar de nada?
Silvio Mattoni, sobre S. Mallarmé
Es Agamben quien señala que la músi-
ca es la que gobierna la relación que los
hombres tienen con el acontecimiento
de la palabra ( ).
Música, aclara Agamben, en el sentido
de “Musa”, la experiencia del origen,
“el archi-acontecimiento que constitu-
ye al hombre como hablante”. Las
musas griegas expresan esa articula-
ción originaria que luego se despliega
en nuevas formas o modalidades, pero
ya no será posible acceder a ese punto
inicial y originario, dice Agamben, que
es la música: “en ella se expresa algo
que no puede decirse desde el lengua-
je”.
La Musa canta y le da canto al hombre
porque hablar no alcanza. El lenguaje
se va convirtiendo en la morada vital
del hombre pero hablar es necesario
aunque no suficiente: hay que cantar.
Los modos del canto (enérgico, alegre,
audaz, triste, lánguido, etc.) son pre-
vios al lenguaje porque están en la
música, en la expresión que las Musas
donan a los hombres. He aquí la hipó-
tesis central de Agamben: “la apertura
originaria del hombre no sucede a tra-
vés del conocimiento racional y el len-
guaje sino a sobre todo en una tonali-
dad emotiva que remite a la esfera
acústica” No un origen lógico sino poé-
Por Sergio G. Colautti
La música
perdida
La lectura de “La música suprema.
Música y política”, de Giorgo
Agamben, sirve a Sergio Colautti
parafijaralgunasinteresantespautas
que rigen el pensamiento de uno de
los filósofos más importantes de la
actualidad.
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5. El Corredor Mediterráneo / Página 5
tico y musical. Es el concepto que pro-
pone Heidegger en Ser y Tiempo
cuando habla del origen del lenguaje
como Stimne, es decir, como voz y no
como palabra. Y es la insistencia de la
filosofía griega de no separar música y
palabra: “el lenguaje está en el
canto”, afirmaba Sócrates.
La formulación política de estas nocio-
nes puede rastrearse en las músicas
que acompañan los procesos civiliza-
torios, que se transforman en síntesis
de culturas y que dicen más allá de lo
que los lenguajes pueden decir.
Agrega el filósofo romano: “En este
sentido, el estado de la música condi-
ciona la política de una determinada
sociedad mucho mejor y mucho antes
que cualquier otro índice. La mala
música que hoy invade nuestras ciuda-
des en todo momento y en todo lugar
es inseparable de la mala política que
las gobierna”
Si el discurso político, dice Agamben,
gira en el vacío, quizás haya que bus-
car razones en lo que advertía Hannah
Arent sobre la importancia esencial
del pensamiento, entendiéndolo
como aquello que irrumpe en el insen-
sato flujo de las frases y los sonidos.
La tarea actual de la filosofía, parece
decir finalmente Agamben, será
devolver el pensamiento a su función
disruptiva y a su origen musical.
1. Agamben Giorgio, La música suprema. Música
y política en Qué es la filosofía. Adriana Hidalgo
ed. Bs As, 2017.
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6. El Corredor Mediterráneo / Página 6
ENREDADITOS es un material educa-
tivo digital, producido por la SUBSE-
CRETARÍA DE EDUCACIÓN Y CULTO
DE LA MUNICIPALIDAD DE RÍO CUAR-
TO , destinado a los niveles inicial y
primario de todas las escuelas de la
ciudad y que se encuentra en el sitio
oficial de la Municipalidad, www.rio-
cuarto.gov.ar . La siguiente carta,
destinado al NIVEL PRIMARIO se
publica en el marco del trabajo
sobre MEDIO AMBIENTE que reali-
zan los Programas EXTENSIÓN DE
JORNADA SOCIO EDUCATIVA y
APOYO ESCOLAR COMUNITARIO,
CARTA DE UN OSO A LOS HUMANOS
Bachi Salas
País del Cautiverio, año de la Tristeza
A los que quieran leer:
Me presento. Soy un oso amaestra-
do. Y les escribo a ustedes, los
niños, porque saben escuchar con
el corazón.
Ustedes, aunque pequeños, son los
grandes defensores de todos los
hermanos de mi especie: pájaros,
leones, tigres, mariposas, delfines,
ballenas, zorros.
Por eso quiero que conozcan mi
historia. El cazador que me capturó
me llamó Gaika, pero mi nombre es
más simple: Oso. Aunque a diferen-
cia de mis hermanos que saben
cazar y viven felices en el bosque,
yo soy un oso triste y en cautiverio,
lejos de su hogar. Me he vuelto
esclavo de un hombre que me
enseña a hacer cosas extrañas.
Toco la trompeta, bailo y aplaudo.
Uso sombrero y pollerita, y la
gente que me ve ríe, grita, aplaude
y comenta que soy un oso inteli-
gente. Porque casi, casi parezco un
ser humano. Me amaestraron para
eso: para mostrarme como un
fenómeno en la televisión.
Qué gran vida se da este oso, dicen
muchos. Es famoso y todo el
mundo lo conoce. Aparece en un
programa llamado “Animales diver-
tidos” junto con la cerdita vestida
con un tutú, con el perro que anda
en patineta y los caballos que bai-
lan una danza española ¡Eso sí que
es genial!
Pero ¿qué dirían ustedes, humanos,
si fueran capturados por nosotros y
obligados a vivir en el bosque?
Desnudos, comiendo raíces y fru-
tos silvestres, durmiendo siete
meses en una guarida.
Deben saber que a mí me sacaron
de mi hábitat natural, es decir, de
mi casa, sabiendo que soy un ani-
mal salvaje. No soy como el perro o
el gato o el hámster o algún cana-
rio, que pueden vivir junto a los
hombres y ser domesticados. No.
Para que toque la trompeta y me
pare en dos patas para bailar, mi
amo me sacó los dientes, me quitó
las garras, me perforó la nariz y me
dio palos y golpes y más palos.
Ahora hago lo que él quiere. Pero
extraño mi mundo.
Felizmente, algunos humanos que
protegen los animales, han alzado
su voz por nosotros, hablando de
maltrato animal. Ellos son los que
lucharon para que no existan nue-
vos zoológicos ni se capturen ani-
males para los circos. Pero en
muchos lugares que ustedes ni ima-
ginan, el maltrato sigue. Por ejem-
plo, el que se les hace a los perros o
los gallos de pelea, a los caballos
que tiran algunos carros, a los pája-
ros silvestres que se encierran en
una jaula como si fueran un adorno.
Mis queridos chicos, yo sé mucho
del tema. Mis hermanos amaestra-
dos me han contado historias de
todas partes el mundo. Cautiverio.
Maltrato. Jaulas. Golpes.
Por eso necesitaba escribirles y en
nombre de toda mi especie, pedir-
les que sigan luchando por nuestra
bien amada libertad.
Esa libertad con la que sueño des-
pierto y también cuando duermo.
Porque es entonces, en el momen-
to en que cierro los ojos, cuando
dejo de ver al amo y a la gente que
aplaude y desaparecen los palos y
los golpes. Huelo bosque, huelo
ríos y pescado fresco y me acerco a
la osezna y a nuestras crías. Y todos
somos libres y felices.
Ustedes se preguntarán cómo es
que un oso sueña.
No tengo la respuesta. Solo puedo
decirles que este oso sabe que
ustedes, chicos, respetan la fanta-
sía y saben que a veces no alcan-
zan los folletos para enseñar que
los animales salvajes no podemos
vivir en cautiverio.
Gracias por la esperanza, que me
lleva a imaginar que mi próxima
carta les llegará desde el país al
que pertenezco: el País de la
Libertad.
Enredaditos
Por Bachi Salas
Ilustración:
Jesica Casan
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7. El Corredor Mediterráneo / Página 7
reseña Algo
ELENA BERRUTTI
Cartografías, Río Cuarto, 2019
Decir algo para comenzar. Un inicio que
sepa cuidar, la premura residual de lo que
el lenguaje deja como estela, fosforescen-
cia, nítida luminancia sobre un tiempo que
ha sido devorado por su propia boca. “A la
tinta hay que esperarla, en su timidez iner-
cial”, dice Elena. Y veo como su letra de
patas largas y coquetas ocupa el blanco
con fucsia o violeta. Hace pie en el abismo
del mundo. La tinta dejó su timidez, rom-
pió la inercia a fuerza del calor de los
dedos índice y mayor, del movimiento sos-
tenido a favor del vivir como se piensa.
La pregunta sobre la poesía ha sido acucia-
da por un derrotero de rodeos sobre el
núcleo de su cuerpo tembloroso nunca dis-
puesto a ser diseccionado en nombre de
una analítica negadora de su pulsión crea-
dora.
¿Cuál es el miedo a la poesía? Se pregunta
Diana Bellesi y responde en parte: El
poema nace en la violenta y amorosa
acción que reclama a la lengua volver a
hablar.
“En un punto solo somos /catadores de lo
que late”, dice Elena en “no sé narrar” y
abre paso a un gesto frontal contra la inge-
nuidad nunca inocente de lo aparente. Las
palabras desusaran su forma, se unirán en
rebeldía encolumnadas en la horizontali-
dad que ninguna regla gramatical podrá
quebrar. Nunca repartidas, pero si unidas
por la vitalidad del lenguaje, provocarán su
eficiencia, se desmontarán de las expecta-
tivas del lenguaje para humedecer con llu-
via de agua y perfume a jazmín el seco
ambiente, el violento ambiente de un
mundo dolido por el silencio de una len-
guaje falaz de significados eficientes:
“No acredita ese yo nadadenada/ de su
mundo dimuminuto/ ni de su manera de
eludir o afrontar un problema o amor”
escribe en el poema winzip.
Los versos berrutianos, si se me permite
este adjetivo más bien amoroso que gran-
dilocuente, han migrado desde “zócalo” y
“pan apenas blando”, los libros anteriores
publicados por Elena en los años 2007 y
2011, respectivamente. La voz sigue su
tono reflexivo, desenvuelve los mantos de
su espesura, entregan el alimento emocio-
nal que los nutre. Lo que se dice es dado,
no como devuelve la imagen un espejo,
igual pero al revés. Trabajan para transpa-
rentar sin renunciar a una poética intensa y
personal, las ideas/mundo que pronun-
cian. La voz de la amiga poeta, convoca a
las otras, a les otres en un ritual amoroso
de la poesía. En Pan Apenas Blando la
comunidad, el grupo la identificación es
lugar para pensarse poeta, para mirarse
desde la otredad con la única distancia
posible, la de la voz propia En apenas,
concluye “yo apenas escondo trozos de
pan no muy blando, para cuando tenga
hambre”. Personalmente creo que esta es
la clave de “Algo”, la suerte es que Elena
ha guardado mucho de ese pan, no muy
blando, como la vida para masticar con su
lengua de poeta, mujer acá dispuesta a
decir sin temor, lo que el hambre como
escucha atenta demanda para que el len-
guaje pueda hablar. No hay peor fracaso
que callar cuando la herida ajena y la pro-
pia comparten dolor. La poesía es un acto
político en cuanto desgrana lo dado para
saber si hay todavía vida que late y sino
qué hacemos? Dice mi poeta amiga en
hechaamano “A veces ni error hace falta
/sólo un poco más de garra ganas pasión
para hundir lápiz o birome en la pulpa de
papel” Y la infancia es esta niña/mujer/ que
va del borrón a cuenta nueva, de la man-
cha a la incorrección. Sabe que es esa,
pero yano, todo junto, porque la palabra
mostró, y porque la lengua “ordena y san-
ciona/rige disciplina. Control de la lengua
sobre mundo: Pero también, a veces len-
guajea a calzón o mordaza quitados.”
Elena crea una lengua propia, unos modos
poéticos tarareantes, quiero decir, una
música, un ritmo que nunca abandona al
lector. Lo lleva de la mano desde el inicio
en ese mundo que acaba de crea, va como
zizzageando, fluye ese río, ese ritmo que
enumera y arma, para desarmar y dejar en
los últimos versos del poema ese final sin
aliento casi y protector al fin. Una música
que evoca la voz de Elena. Se me hace difí-
cil leer los poemas de Elena, sin evocar su
voz leyéndolos, sin pensar en la oralidad,
en la sonoridad, de su voz, en las meta-
morfosis en las que las palabras se envuel-
ven cuando ella las pronuncia.
Algo no es Algo, es tanto que este título
con nombre pronombre o adverbio inde-
terminado se expande adentro: allí están
los vínculos, la madre naturaleza, la escri-
tura, y la lectura, la militancia en banderas
hay, mujeres .Mujer, mujeres. En pan ape-
nas blando Elena escribe
“hermanean/saben hermanear bellamente
para mi/ ya nunca más sola”. Esos versos
se vuelven un registro interno/escritura y
contenido que formula una ética impregna
un modo de sentir y pensar la vida. Y es
otra entrega compartida. Nunca más sola,
ni en silencio, ni al margen de ningún espa-
cio. No sólo como posicionamiento, sino
como modo de quitar el velo a la violencia,
de lo que se expresa desde los criterios de
una normatividad comunicativa
"Mujermente nos están matando como a
moscas”. Moscas no, Mujeres, matando
no. El poema dice todo junto
“Derechoalavida, lesionado por portación
de género. Moscas no. Elena denuncia. La
voz es firme y si te tengo que putear, mirá
También. ¿Es el poema un lugar de unas
formas del lenguaje? Las voces tienen
diversas intensidades y están legitimadas
por el lugar desde donde hablan, pero son
Elena. La misma que dedica a la querida
Anahí ambarnena, “todo talismán necesita
de un soplo juguetón y enamoradizo /para
fraguar en ámbar, y pienso en una música
de Adriana Calcanhoto en ámbar : Todo
está encendido en mí/ Todo está tan claro
Todo está brillando en mí/ Todo conecta-
do/ Como si yo fuera un cerro iluminado/
Por un ámbar eléctrico.” Y hablando de
cruces..
En lo que “pudo ser” de José Di Marco hay
un poema dedicado a José Ammann, com-
pañero de Elena que se llama Algo, en el
parece que mi amigo José Amman que es
un irreverente, propone eliminar los adjeti-
vos, los puntos y las comas. El poeta Di
Marco se pregunta. ¿Vaciar la lengua de
accesorios y meandros para tender una
línea recta entre el cerebro y el afuera y su
abundancia diversa y palpitante? En el
poema Algo Elena parece dialogar con
aquel poema a modo de propuesta: Algo
que te despabile como coscorrón en la
cabeza/ que te sacuda el letargo/ que te
anime sin fiesta/ algo de sentir jugar/algo
que cuidar para que crezca/algo que arries-
gar o que/ desvele sin tormento o/ para
conjugar en tiempos y modos aún desco-
nocidos / con ferocidad.
En otro poema dedicado a Gastón Elena
entra en cada desvelo con la propia voz del
otro y corea:
El verbo de lo bruto, sabe de contunden-
cias drama llovizna, olor a madera, amar-
gura o dulzor, luces diversas. Y no le esqui-
va a oscuridad alguna.
Los amigos estamos, tan abrazados, tan
amados en muchos lugares de la poesía de
Elena, su generosidad nos abriga. Nos mira
a los ojos, nos sostiene sin olvido. No
puedo pensar mi propia historia sin mis
amigos, sin la hermandad que nos une con
Elena desde décadas tampoco. Nos sabe-
mos la escritura, la luz que falta en la mira-
da, la espera y la necesidad. Y nos unió la
poesía. Ese es el lugar donde reconocemos
el origen de un encuentro. La separación
no es un plan. Ni el futuro. Acá estamos
uno con el otro, juntos. Mi gratitud como
sé que la de muchos con Elena, es más
que Algo que nos pasa, es un tiempo sin
tiempo que no se devora por su propia
boca porque es un tiempo ganado por el
genuino amor.
Claudio Asaad
Algo
Algo
pequeño
en minúsculas
no todo, claro
ni mucho ni bastante
ni siquiera alguien
o alguna, alguno
algo como quien dice
pizca
o sacarle un pellizco a la nada
al nadie
o al nunca
así: algo
¿algo para tener?
como posesión o propiedad privadísima
No
¿para poder con algo?
como autoridad o vigilancia
No
¿saber algo?
como atributo o investidura
Tampoco
Más bien como querer algo, no sé,
desearlo sin placidez
pulsar hacia algo sin
romance alguno
sin que medie encanto
¿algo en qué creer?
como religión o ciencia o proyecto
No.
Algo que te despabile como coscorrón en
la cabeza
que te sacuda del letargo
que te anime sin fiesta
algo de beber sentir jugar
algo que cuidar para que crezca
algo que arriesgar o que
desvele sin tormento o
para conjugar en tiempos y modos que
aún no conocemos.
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8. El Corredor Mediterráneo / Página 8
MUNICIPALIDAD
DE LA CIUDAD
DE RÍO CUARTO
Subsecretaría de Cultura.
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Tel. 0358 - 4671995
MUNICIPALIDAD
DE LA CIUDAD
DE VILLA MARÍA
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Director:
Antonio Tello
Redacción:
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Colaboradores:
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Sergio G. Colautti
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José Di Marco
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Jorge Felippa
Hernán Genero
Alberto Hernández
Francisco Martínez Hoyos
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Heraldo Mussolini
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Isabel Rezmo
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Bachi Salas
Mario Trecek
Ingrid Waisman
Miguel Zupán
Fotografía:
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Jorge Tello
Ilustración:
José Aranguez
Paco Rodríguez Ortega
Jorge Sarraute
Rocío Toledo
DIRECCIÓN MUNICIPAL
DE CULTURA
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(2400) San Francisco
Tel. 03564-439157
La Columna
humorsolini
Por Heraldo Mussolini
De orilla a orilla
Ver o no ver
Por Jorge Rodríguez Hidalgo
Dicen que el secreto mejor guardado en París durante la cele-
bración del torneo de tenis de Roland Garros es que en la capital francesa
llueve más de doscientos días al año. Que la lluvia permita la celebración
del juego es sin duda importante para el propio deporte, pero sobre todo
para el cosmopolitismo de la ciudad. El secreto a voces nos habla, pues,
del milagro que en ésta se produce y cuya regularidad lo convierte en ina-
preciable. De regreso de mi primera visita, con las imágenes muy vivas de
sus calles, de las huellas del lujo pasado; con el olor del río y de las aguas
residuales; con la postal de las cloacas abiertas a una luz ya desaparecida;
bendecido a mi pesar por las tormentas que se han presentado cada vez
que intentaba las alturas del plomizo cielo, afirmo que la mayor de las
reservas sobre esta ingente urbe tiene que ver con la miseria. Sí, un Víctor
Hugo de nuestros días podría describir la actualidad con Los miserables o
Nuestra Señora de París porque no parece que el tiempo haya mejorado
la situación de los incontables menesterosos que pululan por todos los
rincones de esta magna y sempiterna Corte de los Milagros. París no se
acaba nunca, como bien afirmaba Enrique Vila-Matas, pues nunca se
acaba lo que empieza siempre de la misma forma y a sí mismo se imita,
incluso en el declinar.
Mientras Rafael Nadal alcanzaba la docena de triunfos sobre la
arcilla parisina, conversaba con M. y O. frente a las puertas del Palacio de
Versalles. La comunidad de la lengua de pronto nos reveló entre la multi-
tud que aguardaba el turno para entrar en el inmenso recinto, símbolo de
la poderosa monarquía gala de los siglos XVII y XVIII. Entre tanta gente de
todo el mundo, un barcelonés y dos bonaerenses se sorprendían y con-
gratulaban por encontrarse, en tierra extraña, en la propia tierra, la del
idioma. Tras las presentaciones, las primeras impresiones de la gran ciu-
dad. Admirado y entristecido a la sazón, enfaticé acerca de la miseria que
había podido ver en todos los rincones de la urbe. Lejos de corroborar
mis palabras, la pareja argentina aseguraba no haber visto lo que mismo
que yo. “Nosotros no vemos”, afirmaron, porque, según ellos, venían de
un lugar donde la precariedad económica era extrema y las escenas de
menesterosos formaban parte de la cotidianidad. Dado que desconozco
de primera mano lo que sin dudar aseguraban, sí quise objetar que el mal
no debe medirse por su cuantía sino por su naturaleza. “¿Cómo es posible
no ver?”, repuse. Y ellos: “¿cómo podés verlo todo y no hacer nada?
¡Mañana quizás el miserable seas vos!”
Dejamos el intercambio de pareceres en este punto. Una voz
nos anunció que podíamos iniciar la visita al feudo de la deslumbradora
riqueza. Nos perdimos en la multitud, quizá adrede. No pude evitar seguir
pensando durante unos minutos en lo hablado. Me preguntaba si es posi-
ble ver discriminando lo que interesa y lo que no, lo que se quiere y lo que
no, lo que se desea y lo que no. ¿Qué visión es más completa, la del que
ignora lo conocido o la del que suma las sucesivas visiones de lo mismo
como novedades diarias de un problema irresoluto? ¿Es posible convivir
con un ojo acostumbrado? En estas disquisiciones estaba cuando la fas-
tuosidad de lo que veía en el interior del Château de Versailles me impelió
a buscar la humanidad de los hombres como si de un reto se tratara. ¿Los
ojos de los moradores de aquellas desmesuradas construcciones vieron
la desgracia que posibilitó su fortuna? ¿La conocieron con el órgano de la
vista o con la inteligencia? ¿La negaron con ésta pese a verla con aquél?
¿O quizá es que es tan humano ignorar como atender? ¿Tan legítimo inclu-
so obrar el mal como procurar el bien? ¿O en realidad solo se realiza el
bien, pero visto desde muy diferentes atalayas? Ni el criminal más sangui-
nario de la historia creerá posible envenenarse si se muerde. Entonces,
¿no ver es lo mismo que ver y otorgar? ¿El buenismo es un aspecto de la
maldad? ¿O el malismo es una verdad consensuada o caprichosa, esto es,
una posverdad?
Las grandes ciudades del mundo son así reconocidas pese a
contener una bolsa de miseria e injusticia. El turismo publicita sus imáge-
nes (o sea, el capitalismo que representan los operadores turísticos) sos-
layando parte de su realidad. La sordidez queda sobrentendida incluso
para quienes forman parte de la ciudadanía. Sin embargo, cada ciudad es
tantas ciudades como ciudadanos la habitan. Cuando el concepto de glo-
balización ya ha sido incorporado al lenguaje habitual porque la regulari-
dad de las relaciones socioeconómicas así lo ha determinado, de pronto
se opone a la visión colectiva la individual. Es decir, la estrechez de la
mirada particular, que es la que fomentan las instancias rectoras de la
sociedad a fin de atomizar y aislar a los individuos, apenas permite colum-
brar o vislumbrar el entorno, identificar el medio en que se desenvuelve
y reconocer al prójimo o aceptarse como parte común de la vida que vive,
SUPLEMENTO CULTURAL DEL CENTRO
DECLARADO DE INTERéS CULTURAL POR EL
CONCEJO DELIBERANTE DE RíO CUARTO
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