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Mejores Prácticas – BestPrectices / Prácticas Propias
Own Practices
Durante el Sapphire 09 (Orlando, Mayo 2009) asistí a la presentación Clear Business
Value realizada por los ejecutivos Bill McDermott y JimHagemannSnabe [1], ellos
responden a la pregunta: ¿Cómo se genera ventaja competitiva con los procesos de
negocios? Plantearon que para generar Valor para el Cliente es necesario tener: Visión
del Negocio, Mejores Prácticas y Prácticas Propias. La aplicación de estos tres
elementos lleva a la Excelencia Operativa, y ésta es la que genera Valor para el Cliente
y permite obtener ventaja sobre la competencia. En los párrafos siguientes expondré
estos conceptos con algunas explicaciones mías.
Visión del Negocio
Con cualquier ejecutivo que uno converse le dirá que tiene una visión y un
conocimiento profundo de su negocio, sin embargo McDermott y Hagemann definen
que la visión se da cuando se dispone de:
Información Unificada, toda la información de los procesos de negocios está
estandarizada para toda la compañía, es decir un parámetro, un campo, una
clasificación, un KPI, etc. significan lo mismo para cualquier empleado,
independiente del cargo, de la gerencia o filial a la que pertenezca.
Acceso Instantáneo, los empleados tienen acceso a la información que precisan
en cualquier momento, no están sujetos a la necesidad de pedir a un tercero la
información deseada.
Ciclo cerrado entre estrategia y ejecución. Los procesos de negocios, que
soportan la ejecución y el control, están alineados con la estrategia corporativa;
es decir, en cada proceso se tienen mecanismos que permiten medir
cuantitativamente la estrategia (presupuestos, planes, KPI, etc.)
El diagrama siguiente muestra como se insertan estos conceptos en un modelo de
operación más general.

Modelo presentando por Bill McDermott y JimHagemannSnabe en Sapphire 09
Mejores Prácticas – BestPractices
Originalmente el término o concepto Mejores Prácticas -BestPractices- fue acuñado en
1993 por Hammer and Champy [2] para identificar siete reglas o indicaciones para
modelar procesos de negocios.
Hoy la Mejor Práctica corresponde a un modelo completamente definido, cuyos buenos
resultados operacionales están comprobados y que está disponible para ser utilizada. Por
ejemplo: SAP por medio de su aplicación SolutionManager[3] permite “bajar” Mejores
Prácticas prácticamente para cualquier proceso.
El usar Mejores Prácticas significa un gran ahorro de dinero, debido a que los modelos
ya están establecidos y han sido refinados por el uso en muchas empresas. Las ventajas
de utilizarlas son básicamente el menor costo y el menor plazo de implementación. Sin
embargo, utilizar las Mejores Prácticas, a pesar que su habilitación no es un mero copiar
/ pegar, es simplemente una replicación de un modelo de proceso de negocios que
muchas empresas ya tienen en uso, con la salvedad que quien la está implementando no
será ni el primero ni el último. De modo que podemos decir que al usar una compañía
Mejores Prácticas sólo está “empatando” con las otras compañías que también ocupan la
referida Mejor Práctica.
Prácticas Propias – OwnPractices
Son modelos de procesos de negocios propios que corresponden a aspectos específicos
de la operación de una compañía, que se refieren a aspecto particulares de su operación
y que al llevarlos a nivel de excelencia permiten generar más Valor para los Clientes.
Por ejemplo en una empresa distribuidora puede ser algún aspecto de la logística, en
otra será un forma diferencial en la generación de demanda, en el tratamiento de las
órdenes de producción.
Las localizaciones del tipo LLL (Legal, Localization&Language) no corresponden a
una Práctica Propia, pues dan satisfacción a una necesidad que es común para varias
empresas en un país determinado.
Las Prácticas Propias se construyen por medio de:
Identificación de las áreas de diferenciación.
Expandiendo las Mejores Prácticas en uso.
Construyendo Mejores Prácticas.
Apalancándose en SOA para aumentar la velocidad de implementación.
Conclusión
La vía propuesta por McDermott y Hagemann consiste en desarrollar en paralelo la
implementación de las Mejores Prácticas y la habilitación de una plataforma de
Business Intelligence para proveer a los usuarios el acceso instantáneo a la información
que necesitan. Una vez resueltos estos dos aspectos se procede con la generación de las
Prácticas Propias, se estima que éstas debieran corresponder al 20% de las Prácticas de
una empresa.
Luego, las Prácticas Propias serán las implementaciones de los modelos de procesos de
negocios que en definitiva permitan generar Valor para Cliente y, establecer una
diferencia competitiva por la vía de la Excelencia Operativa, que como se sabe es
mucho más difícil de copiar que los productos y los servicios.
Referencias:
[1] McDermott y Hagemann,
http://www.sap.com/community/events/sapphire_online_2009/index.epx
[2]Hammer, M (1990) “Reengineeringwork: don’tautomate, obliterate”, Harvard
Business Review, Vol. 68, No. 4, pp 104-112.
[3] SAP BestPractices
-

http://msaffirio.wordpress.com/2009/06/06/mejores-practicas-best-precticespracticas-propias-own-practices/

Mejores Prácticas
Sinónimo de buenas prácticas. Mejores Prácticas corresponde a la traducción literal de
la expresión que se usa en el Concurso Internacional: BestPractices. Sin embargo, el
Comité Habitat Español ha elegido usar la expresión Buenas Prácticas. Se encuentran
múltiples y diversas razones a este uso. La catalogación utilizada en el Concurso incluye
prácticas premiadas (award), mejores (best) y buenas (good). «El hecho de que las
prácticas catalogadas como buenas también tengan valor, y de que las siglas BP en
inglés tengan su correspondencia con buenas prácticas en español hace que subsista una
cierta ambigüedad en la denominación, que unas veces emplea el termino buenas, y en
otras el término Mejores.» (Cervera y Hernández Aja, 1999).
Isabel Velázquez, invitada como experta al concurso del 2000, explica además:
En la primera convocatoria de este concurso internacional [...], el Comité Hábitat español
cometió una errata deliberada traduciendo el Premio de Mejores Prácticas Urbanas
(BestPracticesAward) por un más humilde Concurso de Buenas Prácticas. Este intencionado
error de traducción, fiel al conocido dicho de «traduttore-tradittore», refleja el concepto
preciso que el Comité Hábitat Español quería imprimir a la selección de experiencias urbanas
innovadoras que empezaban a producirse en las ciudades españolas. En este año 2000
retomamos la tarea de seleccionar experiencias urbanas notables dentro del panorama
español desde el mismo planteamiento de evitar el superlativo, e incluso en algún grado el
comparativo, para no caer en el concepto banal de Buena Práctica como modelo indiscutible
que puede replicarse en otras ciudades sin apenas cambios.
Velázquez (2001)
-http://habitat.aq.upm.es/temas/a-buena-practica.html#27
n° 12 - AttiConvegnoAssiterm 2009

Terminología y buenas prácticas
M. Teresa CABRÉ CASTELLVÍ

Table
1. El concepto “buenas prácticas”
2. Elementos para una clasificación de “buenas prácticas” en distintos campos de
actividad
3. La noción de calidad como precedente de buenas prácticas en terminología
4. Buenas prácticas en terminología: aspectos que determinan buenas prácticas
Referencias bibliográficas

Intuitivamente y de manera general el término “buenas prácticas” nos remite a dos
interpretaciones:
a) buenas practicas como forma de hacer recta, en el sentido moral y ético del término
y, por tanto, contrapuesto a “malas prácticas” o “prácticas perversas”,
“malintencionadas”, “engañosas”, etc.
b) buenas prácticas como forma de actuar siguiendo sistemáticamente unas pautas
establecidas, reconocidas y aceptadas por un colectivo profesional o social
suficientemente representativo.

La unidad “buenas prácticas” es un término sintagmático, generalmente usado en plural
y en sentido colectivo, que está compuesto por un nombre (prácticas) y un adjetivo
(buenas). Si bien el nombre no pone problemas de interpretación (se trata de acciones,
puesta en escena, realizaciones, actos y no de ideas o teorías), el adjetivo “buenas” por
el hecho de ser valorativo puede dar lugar a interpretaciones distintas. Lo que se
considera “bueno” depende de quién lo juzgue, del objeto sobre el que se aplica, de
dónde y con qué finalidad se aplica, o desde qué posición o ideología se actúa, por
considerar sólo algunas posibilidades.
En primer lugar, y tomando la primera acepción de la expresión, el término “buenas
prácticas” es moral, ético. El adjetivo “buena” representa un juicio de moralidad. El
adjetivo “bueno -a” presupone que hay prácticas que no lo son y ello puede ser por
varios motivos. Desde esta perspectiva se interpreta como una manera de hacer honesta,
recta, acorde con principios morales propios del derecho natural. Desde esta acepción
las prácticas se consideran “buenas” en su aspecto intrínseco. Como puede suponerse es
imposible, con excepción de casos muy extremos, objetivar lo que entendemos por
“bueno” negando que nuestro juicio depende de variables culturales e ideológicas.
En segundo lugar, el término “buenas prácticas” nos remite a la recta aplicación de
reglas o instrucciones predeterminadas como adecuadas en un determinado campo y
para una determinada actividad. Desde esta acepción, las prácticas se consideran
“buenas” por su aplicación recta y sistemática. De hecho serán “buenas” aquellas
prácticas que siguiendo las reglas establecidas permiten alcanzar los objetivos que
inicialmente se ha previsto alcanzar.
De hecho podemos decir que apenas existen voces críticas que se hayan alzado contra el
uso banal del término “buenas prácticas” equiparándolas a simples etiquetas
comerciales de las que hacen uso las empresas para vender más y más fácilmente
BestPracticeis, however, often a misusedterm.
Itisfrequentlyusedtosupportpoliticallycorrectidealswhich, in realitytake no account of
individual needorcircumstances. In thissensetheensuingpracticeisfarfrom 'best'
whentheresultingeffects are contrarytothe real ideal situation.
Itisalsousedtopreventchallengesto rules and systemsthat are, in reality, notbestpractice.
(BestPracticees, sin embargo, a menudo un términomal utilizado. Se utiliza con
frecuenciapara apoyarideaspolíticamente correctasque, en realidad,no tienen encuenta
lanecesidado las circunstanciasindividuales. Eneste sentido, laprácticaposteriorestá lejos
de ser"mejor"que los efectosresultantesson contrarias ala
verdaderasituaciónideal.Tambiénse usa para prevenirproblemasen las normasy sistemas
que son, en realidad, no esla mejor práctica.)
Y lo cierto es que el término “buenas prácticas” ha hecho fortuna y son poquísimos los
organismos, instituciones o empresas que se muestran críticos ante ellas, y menos aun
las rechazan. Las buenas prácticas se han asociado actualmente no solo a lo que un
organismo debe hacer por responsabilidad social, sino también para ser considerado
innovador y moderno.

En esta conferencia me propongo explorar el concepto de buenas prácticas y aplicarlo al
trabajo terminológico aplicado a la elaboración de glosarios monolingües y
multilingües.
Para ello, tras desplegar algunas definiciones generales sobre el término y analizar los
criterios que nos permitirán entenderlo, trataré de delimitar el concepto de buenas
prácticas en terminología, hurgaré en sus antecedentes y analizaré aquellas normas
internacionales que irían en el sentido de prescribir una buena práctica.

1. El concepto “buenas prácticas”
Wikipedia define el concepto “buena práctica” como una idea que afirma que hay
técnicas, métodos, procesos, actividades o incentivos que son más eficaces que otros
para alcanzar un resultado, o que permiten alcanzarlo de forma más simple o con menos
complicaciones.
De esta idea abstracta del término “buena práctica” surge el concepto de “buenas
prácticas”, que se conciben como los modos de actuar más eficientes (que reclaman
menos esfuerzo) y eficaces (que producen mejores resultados) para cumplir una tarea,
basándose en procedimientos repetibles probados por un número representativo de
personas.
Es una buena práctica desarrollar una manera de actuar estándar para hacer cosas que
puedan aplicar múltiples organismos.
Uno de los ámbitos en que se ha aplicado abundantemente el concepto de “buenas
prácticas”, con el nombre de GoodLaboratoryPractices, es en la experimentación
científica. Las BPL surgen en la década de los sesenta del siglo XX, básicamente en los
laboratorios de la industria farmacéutica, para asegurar la fiabilidad de los datos. Por
qué razón? Porque los laboratorios no operaban con protocolos y la información solía
estar en forma oral, con lo que a menudo no se podía asegurar la fiablidad de los datos
ni comprobar los resultados posteriormente.
Las BPL son sistemas de calidad que establecen las condiciones bajo las que se
planifican, elaboran, controlan, registran, archivan y difunden los estudios que se llevan
a cabo. Materialmente son un conjunto de reglas, procedimientos operativos y prácticos
establecidos por un organismo para asegurar la calidad e integridad de los datos
producidos en investigaciones o estudios en un laboratorio.
A partir de aquí, la noción de “buenas prácticas” en este mismo sentido se aplica a todos
los laboratorios que quieren tener prestigio.
GoodLaboratoryPracticesembodies a set of principlesthatprovides a
frameworkwithinwhichlaboratoystudies are planned, performed, monitored, recorded,
reported and archived.
También en la industria, se habla de buenas prácticas para hacer referencia a códigos
que prescriben maneras de hacer y se toman como estándares.
En el campo de la farmacovigilancia, actividad de salud pública destinada a la
identificación, cuantificación, evaluación y prevención de posibles riesgos derivados del
uso de los medicamentos una vez autorizados y comercializados, definen así las buenas
prácticas:
Buenas prácticas de farmacovigilancia para la industria farmacéutica son un conjunto de
estándares de calidad relativos a la organización y el funcionamiento de los titulares de
autorización de comercialización de medicamentos. La aplicación de estos principios
por parte de los laboratorios farmacéuticos debe permitir garantizar la autenticidad y la
calidad de los datos de seguridad para la evaluación continua de los riesgos asociados a
los medicamentos comercializados.
Del análisis del contenido de estas definiciones de buenas prácticas observamos que
existe una constante presente en todas las situaciones en que se promueven buenas
prácticas: se trata de una acción reguladora, de una “regulación”.
De este análisis y de los casos aplicados que hemos podido explorar, extraemos los
principales factores que siempre intervienen en ellas. En las buenas prácticas hay
siempre:
una entidad promotora
un objeto en qué se proyectan
un tema del que tratan
un o unos destinatarios de las mismas
una forma en que se expresan formalmente o materialmente.

Cada factor constituye una variable que puede parametrizarse en valores distintos. De
esta parametrización obtenemos la tipología de lo que se entiende por buenas prácticas
en distintos sectores de actividad.

2. Elementos para una clasificación de “buenas
prácticas” en distintos campos de actividad
Las opciones de cada una de las variables anteriores, y sobre la información que hemos
obtenido de la búsqueda en Internet sobre buenas prácticas en distintos ámbitos,
podemos establecer un panorama de tipos de buenas prácticas.
La entidad promotora de buenas prácticas puede ser:
un laboratorio
una empresa
una administración
un organismo corporativo

El objeto en qué se proyectan puede ser:
un proceso
una técnica
una relación
un concepto
una información

El tema del que tratan suele restringirse (aunque no sea cerrado) a:
biomedicina
farmacología
medio ambiente
seguridad
condiciones laborales
salud
comercio
prestación de servicios
multilingüismo
comunicaciones, etc.

Los objetivos que hemos detectado son la consecución de:
fiabilidad
calidad
eficiencia
eficacia
equidad
productividad
sistematicidad o consistencia

Los destinatarios de las buenas prácticas promovidas por una entidad pueden ser
internos a ella o externos, pueden estar dirigidas a un colectivo específico o a la
sociedad en general.
Y, finalmente, la forma en qué se formalizan las buenas prácticas es siempre un
conjunto de instrucciones que se editan bajo distintos títulos:
código
manual
protocolo
guía, etc.

3. La noción de calidad como precedente de buenas
prácticas en terminología
Cómo la noción de “buenas prácticas” que hasta aquí hemos presentado incide en la
terminología?
Como sabemos la terminología es al mismo tiempo un campo de conocimiento y un
campo de aplicaciones destinadas a cubrir distintas necesidades, llevadas a cabo por
distintos colectivos profesionales, con finalidades distintas y estrategias de trabajo
también distintas, aunque compartiendo todas ellas, en el mejor de los casos, una visión
unitaria de los fundamentos de la materia y de la características de sus unidades.
Es en el terreno aplicado dónde las buenas prácticas tienen su papel. Como práctica, la
terminología es un proceso de trabajo que, como cualquier otro proceso, puede ser
regulado por orientaciones preestablecidas que se pueden considerar códigos de buenas
prácticas. Estas orientaciones existen en terminología tanto de forma explícita como de
forma implícita. Vamos a intentar aclarar esta diferencia y ver en qué aspectos del
trabajo se materializan.
Sabemos que un trabajo aplicado no se lleva a cabo nunca sin unos supuestos de base
que lo nutren. Contrariamente, cualquier actividad en este trabajo sería arbitraria. El
trabajo terminológico tiene su anclaje en una serie de fundamentos teóricos que
constituyen sus bases y sin los cuales no se podría garantizar un mínimo de calidad.
Al lado de este aspecto teórico, el trabajo terminológico práctico es un proceso
organizado, una cadena de decisiones y acciones organizadas que conducen a la
producción de un recurso o a la solución de un problema. El proceso de trabajo, sin
embargo, no es uno, sino diverso en función de las necesidades a cubrir y del contexto
en que se lleva a cabo.
Hurgando en el pasado, podemos decir que, de hecho, lo que actualmente conocemos
como buenas prácticas ya se recogía en los años ochenta y noventa bajo la etiqueta de
“calidad”. En 1998 El Conseil Internacional de la LangueFrançaise editó un número
especial de la revista La Banque des mots dedicado a la calidad, bajo la responsabilidad
de Elizabeth Blanchon, en la época miembro del Cetro de Terminología y Neología de
Francia. Era el momento de la emergencia de las normas ISO 9000 dedicadas a la
calidad.
El término “calidad”, como ahora el de “buenas prácticas”, era una etiqueta necesaria
para dar prestigio a cualquier empresa, organismo, actividad o producto, pero entonces,
como ahora, se trataba de un término ambiguo del que podían desprenderse
interpretaciones distintas.
La calidad consiste en explicitar para una actividad dada el conjunto de procesos que se
llevan a cabo en la elaboración de un producto. Esta actividad dinámica se expresa en
dos fases: en una primera fase elabora una metodología que permite desarrollar un
producto o una acción de calidad; y en una segunda fase se pone en pie un sistema de
control de la puesta en práctica de esta metodología. Se trata pues de una actividad
metodológica de carácter evaluativo.
Este mismo enfoque aplicado hoy a la terminología se conoce como buenas prácticas.
Se trata de asegurar que el trabajo terminológico se realiza a partir de una metodología,
y para ello hay que establecer la metodología y buscar mecanismos de seguimiento y
control de que esta metodología se ha aplicado rectamente.

4. Buenas prácticas en terminología: aspectos que
determinan buenas prácticas
Vamos a entrar a continuación en la noción de buenas prácticas aplicada a la práctica
terminológica, y nos centraremos en la actividad relativa a la elaboración de glosarios
monolingües y multilingües.
En esta actividad (y en general en todas las que competen el trabajo terminográfico) hay
aspectos de buenas prácticas que son incuestionables. Tienen que ver con los
fundamentos de la terminología, con las competencias necesarias para resolver el
trabajo y con principios generales que afectan la puesta en práctica del proceso de
trabajo. Seleccionaremos de entre los muchos posibles cinco aspectos:
1. El conocimiento y respeto de los fundamentos de la terminología, como base de una
buena práctica
2. La necesidad de reunir las competencias necesarias para resolver un trabajo
3. La importancia de adecuar la metodología y la resolución de problemas a las
características y condiciones de cada trabajo
4. La necesidad de disponer de una documentación fiable y seleccionada con criterios
explícitos
5. El uso de las tecnologías para dar acceso a la información
4.1. Los fundamentos mínimos de la terminología

El primer elemento importante para el desarrollo de una buena práctica terminológica
tanto en traducción como en terminografía es saber claramente qué tenemos entre
manos, es decir, con que material estamos trabajando. Y en esta línea, los supuestos
mínimos que, con independencia del tipo de trabajo, contexto y situación, consideramos
que deben respetarse en el trabajo terminológico son los siguientes:
a) Hacer terminología supone aplicar una metodología específica para detectar y
recopilar los términos de especialidad; no puede confundirse por tanto con otras
actividades como hacer diccionarios de lengua general (la lexicografía), traducir de una
lengua a otra (la traducción) o acuñar unidades nuevas para actualizar o modernizar una
lengua (la neología). La lexicografía, la traducción y la neología son útiles en
terminología como fuente de consulta o para resolver determinadas cuestiones
problemáticas, pero cada materia dispone de su propia metodología, y no respetarla
conduce a resultados insatisfactorios.
b) Un término es la asociación de una forma y un contenido; el contenido corresponde a
un conjunto de rasgos coincidente con un nodo de una estructura conceptual dada y
siempre en el contexto propio de una especialidad. La expresión lingüística de estos
rasgos constituye una definición o una explicación.
c) La forma y el contenido de los términos presentan una doble sistematicidad: en
relación a la lengua general y también dentro de cada ámbito de especialidad. Un
término lo es de una lengua y responde formalmente a los mecanismos de formación de
unidades léxicas de esta lengua, que incluyen la creación (neologismos ex nihilo), la
formación (morfológica, fonológica, sintáctica y semántica) y el préstamo de unidades
de otras lenguas. Los términos en general son sistemáticos en relación a una
especialidad porque en ella responden a dos tendencias: a la estructuración (clases y
subclases de conceptos que se resuelven de forma aproximadamente homogénea), y a la
economía (una unidad que refleja un concepto de una clase suele actuar de modelo para
la denominación de los conceptos de esta misma clase).
d ) Los términos son siempre temáticamente específicos de forma que no hay término
sin ámbito de especialidad, sin que esto suponga que los términos solo se usen en una
materia.
e) Dentro de cada ámbito los términos están conectados entre si por diferentes tipos de
relación. Las relaciones basadas en los conceptos permiten establecer, por un lado, la
estructura conceptual de un ámbito, y, por otro lado, su sentido.
f) Todo trabajo terminológico es, por lo menos inicialmente, descriptivo. Hacer
terminología significa recopilar los términos usados efectivamente en la comunicación
especializada. Solo posteriormente a la descripción, si existe una reducción de
posibilidades que conducen a la propuesta de una forma de referencia eliminando las
demás, o a la preferencia de una forma sobre otras, un trabajo pasa a ser prescriptivo,
porque su finalidad ya no es la de reflejar el uso, sino la de orientarlo.
g) Los términos recopilados en un trabajo descriptivo tienen una fuente real, es decir
han sido recogidos en textos especializados, en discursos orales de especialistas o en
encuestas terminológicas. Ello no supone que sean satisfactorios desde el punto de vista
denominativo porque el nivel de satisfacción de un término responde a un patrón
establecido exteriormente, y este patrón puede responder a diferentes criterios, como la
genuinidad gramatical, la frecuencia de uso, la forma internacional, etc.
h) todos los términos sin excepción están asociados a una categoría gramatical, lo que
no impide que cuando aparecen en el discurso puedan adoptar el funcionamiento de otra
categoría. La categoría básica a la que se asocian los términos es fundamentalmente la
nominal en una concepción de la terminología exclusivamente denominativa. La
categoría nombre, sin embargo, puede esconder otras categorías de origen verbal o
adjetivo. Si la terminología en lugar de identificarse por su capacidad denominativa se
define por su especificidad significativa (significado propio del ámbito en que se utiliza)
y pragmática (situación comunicativa de determinadas características pragmáticas,
posicionales, etc.), amplia su identificación más allá de las unidades estrictamente
nominales y empieza a solaparse con otros tipos de unidades como la fraseología o las
expresiones especializadas.
i) Todos los términos admiten una definición, que se concreta con precisión solo dentro
de un ámbito determinado y nunca en abstracto. Este supuesto no invalida la propuesta
de explicar las distintas opciones de un mismo término de forma generalizada a través
de una propuesta que concibe las palabras y los términos como realizaciones en el uso
de las unidades léxicas.
j) Los términos pueden admitir valores pragmáticos de distinto orden, más o menos
diversos según los propósitos del trabajo terminológico y los supuestos teóricos en que
se fundamenta.
k) Un término puede tener variantes denominativas en relación de sinonimia; estas
variantes pueden tener los mismos valores pragmáticos o valores diferentes, y pueden
representar el mismo contenido o aspectos distintos de un mismo concepto.
l) Un trabajo terminológico conduce siempre a una aplicación: una lista de términos, un
glosario, un diccionario, la resolución de una consulta, un listado normalizado, etc.
4.2. La organización del proceso de trabajo y las competencias necesarias para llevarlo a
cabo

También en este aspecto una buena práctica en el trabajo terminológico aplicado supone
contar con unos mínimos de competencia para su correcta resolución. Como se ha
descrito en numerosas ocasiones, la práctica terminológica presupone el dominio de
cuatro grandes competencias: cognitiva, lingüística, sociofuncional y metodológica.
La competencia cognitiva corresponde al conocimiento del ámbito especializado que va
a ser objeto de trabajo. Sin conocer una materia no es posible identificar la terminología,
y menos aun estructurarla. Tampoco es posible resolver una cuestión de equivalencia en
la traducción.
La competencia lingüística abarca el conocimiento de la lengua o las lenguas sobre las
que se investiga. Resulta imposible recoger los términos de especialidad de un texto sin
conocer la lengua del texto. Y tampoco hacer una análisis terminológico de un texto de
partida para producir adecuadamente un texto en otra lengua.
La competencia sociofuncional se refiere a las características que debe tener un trabajo
terminológico para ser eficiente en relación con los fines que persigue y adecuado a los
destinatarios a los que se dirige. Y, en el caso de la traducción, se refiere a saber qué
variante es la más adecuada para un texto de condiciones pragmáticas determinadas.
Y la competencia metodológica, que está relacionada, no con los fundamentos de la
materia sino con las habilidades de su aplicación: sólo si adquirimos esta competencia
metodológica podemos llevar a cabo un proceso de trabajo ordenado y sistemático, y
presentar los datos de manera adecuada y eficiente, tal y como exige la competencia
sociofuncional, pero sin contravenir principios ni directrices técnicos.
4.3. La adecuación a las necesidades y a los contextos

El tercer aspecto importante a nuestro entender en las buenas prácticas en terminología
en general tiene que ver con la adecuación del trabajo terminológico a las condiciones
específicas de cada situación, tanto para producir glosarios como para resolver un
problema terminológico en la traducción.
Los recursos terminológicos que pueden producirse pueden tener características muy
variadas y servir a finalidades distintas. Producir un glosario presupone como buena
práctica analizar previamente la situación y características del proyecto a producir y a
continuación diseñarlo y planificarlo de acuerdo con estas características. Esta manera
de actuar puede resumirse diciendo que se trata de aplicar el principio de adecuación,
según el cual el trabajo terminológico aplicado no es monolítico sino variado en función
de las circunstancias temáticas, sociolingüísticas, funcionales y contextuales en las que
va a desarrollarse.
Paralelamente, en la traducción cada problema terminológico tiene su contexto
específico tanto por el concepto que vehicula, como por las condiciones de las lenguas
en juego, como por las finalidades y características de la traducción que se debe llevar a
cabo. Resolver un problema terminológico de la traducción presupone conocer tomar en
consideración qué traducción se está haciendo, sobre qué tema, en qué circunstancias,
dónde y para qué finalidad.
4.4. La documentación: selección y fuente

Uno de los fundamentos de la metodología terminológica es el respeto al principio de
que todo término tiene una fuente real y que hacer terminología no es hacer neología, ni
tampoco hacer traducción. La consecuencia de este principio es que la búsqueda y
selección de una buena documentación es una de las piezas clave para la realización de
un trabajo terminológico usando buenas prácticas. La descripción de los usos debe
siempre preceder a las decisiones, tanto en el trabajo sistemático como en el puntual en
la traducción.
El análisis de la documentación en la que se basa la extracción terminológica debe
llevarse a cabo con rigor y con criterios evaluativos que permitan dar a cada opción un
valor fiable.
4.5. El uso de las tecnologías y el acceso a la información

Como es obvio, todo proceso de trabajo conduce a la producción de conocimiento
nuevo. El trabajo terminológico no es ninguna excepción. Un glosario es una
herramienta de información valiosa para la comunidad profesional implicada en el tema
del que trata. La resolución de problemas terminológicos para pares de lenguas y sobre
un tema determinado es también un conocimiento que puede servir a otros
profesionales. En nuestra opinión una buena práctica terminológica es poner a
disposición de la comunidad profesional, siempre que sea posible, el conocimiento
generado por el trabajo: ya sea en forma de glosario, ya sea en forma de resolución de
una consulta o problema terminológico de una traducción. Las tecnologías nos facilitan
el acceso a los datos y nuevas plataformas como wikipedia la puesta a disposición de la
información a toda la comunidad. Los foros de discusión entre terminológos y
traductores especializados en un tema es otra de las vías de cooperativizar la
información acumulada y el conocimiento adquirido.
4.6. Normas ISO y buenas prácticas

Como hemos dicho en el apartado sobre las características de las buenas prácticas, uno
de los elementos constantes en todos los casos en los que se habla de buenas prácticas
es la producción de documentos que especifican las acciones a llevar a cabo para que
una actuación se considere una buena práctica. Aunque el título de estos documentos
cambie (Guía, Manual, Protocolo, Código) el formato es básicamente el mismo: se trata
de recopilaciones de orientaciones, consejos o instrucciones que indican cómo actuar.
En las normas de terminología encontramos estas características de orientación:
Se recomienda que la entrada de datos se organice siguiendo modelos que faciliten la
representación de datos que se repiten
Si se usa una ficha en papel para representar una entrada terminológica que después será
automatizada, el registro informático y la ficha deben ser compatibles.
Para la terminología existen guías metodológicas que pretender dar sistematicidad y
rigor al proceso de trabajo. La gran mayoría de los organismos terminológicos
institucionales poseen guías de este tipo. Pero, de todas estas guías existentes, son las
Normas ISO emitidas por el Comité 37 las que se presentan como orientaciones de
alcance internacional para el trabajo terminológico. De hecho, estas normas, llámense
buenas prácticas o normas, tienen parecida pretensión a las guías de buenas prácticas
que hemos presentado anteriormente.
Como sabemos, la necesidad de disponer de normas en terminología nace de la
preocupación por la multiplicación y diversificación del conocimiento técnico y de la
búsqueda de formas comunicativas que aseguren la transferencia de conocimientos,
servicios y productos en el ámbito internacional. Actualmente, la actividad
normalizadora en terminología de ISO está ligada al Comitè 37, inicialmente
denominado Principios y coordinación (Principles and coordination), y ahora
Terminología y otros recursos lingüísticos y semánticos (Terminology and
otherlanguage and contentresources). La función de este comité es la siguiente:
Standardization of principles, methods and applicationsrelatingtoterminology and
otherlanguage and contentresources in thecontexts of multilingualcommunication and
cultural diversity.
De entrada las normas de terminología se pueden clasificar en dos grandes grupos:
a) Normas que establecen la terminología de un sector de actividad. Estas normas no
emanan del CT 37 sino de los distintos comités técnicos de cada sector. Se presentan
en forma de glosario y suelen seguir las recomendaciones de presentación de los datos
que promueven las normas del CT 37.
b) Normas sobre terminología, que emanen del CT 37, que, además de fijar los
términos de la terminología, establecen criterios de elaboración de glosarios y de
representación de las categorías de datos.

Una revisión de los títulos de las normas de este segundo grupo nos hace ver, por un
lado, la gran diversidad temática que presentan, y, por otro lado, cómo se han ampliado
las competencias del CT 37, entrando hoy en día en todos los aspectos de la lingüística
computacional y de la representación del conocimiento.
Nos interesan particularmente en este caso las normas que aluden a cómo llevar a cabo
el trabajo terminológico. Se trata de normas de metodología, la más importante de las
cuales es la Norma 704, que explica así sus objetivos:
toprovideassistancetothoseinvolved in terminologymanagement. Theprinciples and
methodsshould be observednotonlyforthemanipulation of
terminologicalinformationbutalso in theplanning and decision-makinginvolved in
managing a stock of terminology.
Y explicita las situaciones en las que puede ser útil aplicarla:
identifyingconcepts and concept relations
analysing and modelling concept systemsonthebasis of identifiedconcepts and concept
relations
establishingrepresentations of concept systemsthrough concept diagrams;
definingconcepts
attributingdesignations (predominantlyterms) toeach concept in oneor more languages
recording and presentingterminological data, principally in print and electronic media
(terminography).
4.7. A modo de síntesis

En esta exposición hemos intentado presentar el tema de las buenas prácticas aplicado al
trabajo terminológico. Para ello, hemos partido de una reflexión sobré qué se quiere
decir cuando se habla de buenas prácticas en distintos sectores de actividad y hemos
concluido que de hecho, y a pesar del carácter valorativo moral del adjetivo “buenas”,
se trata de normas que regulan una actividad, un producto o un servicio y que se
materializan formalmente en un documento.
En la exploración que hemos llevado a cabo hemos podido observar que como esquema
general las buenas prácticas suponen siempre: una entidad promotora, un objeto, un
tema, unos destinatarios y un objetivo. Y se materializan en un documento formal.
En el caso de la terminología la entidad promotora de buenas prácticas suele ser un
organismo. Este organismo pretende ser en el ámbito internacional el Comité 37 de ISO.
No obstante, cada entidad que es responsable de trabajo terminológico suele emitir sus
directrices con la finalidad de asegurar la sistematicidad en la aplicación de las
consignas de trabajo y la forma de presentación de los datos. Sólo así, se dice, que se
asegura la calidad del recurso que se produce. El objeto pues de las buenas prácticas en
terminología es doble: por un lado, la información, y, por otro lado, el método con que
se recogen, representan, editan y gestionan los datos sobre todos los temas de los
ámbitos de especialidad.
Los destinatarios de estas directrices, que suelen formalizarse en una norma, en un
protocolo de funcionamiento o en una metodología son los propios terminólogos, que
son quienes llevan a cabo el trabajo con ayuda de expertos en el seno de un organismo o
a título individual. Y los objetivos que persiguen estas orientaciones en terminología
dicen buscar todas y cada una de las finalidades que antes hemos mencionado: la
fiabilidad de los datos, la calidad del recurso producido, la eficiencia del método, la
eficacia de la actividad, la equidad entre lenguas por cuanto se dota a las que no
disponen de ellos de recursos actualizados, y la sistematicidad y consistencia de la
información.
Pero aun asumiendo que disponer de directrices para el trabajo terminológico para
asegurar los objetivos que acabamos de mencionar, la “regulación” de modos de
funcionar se puede llevar a cabo de muchas maneras, y sería una mala práctica
pretender uniformizar mecánicamente la diversidad de la realidad terminológica,
diversidad que afecta a las lenguas, las situaciones, las temáticas y las finalidades del
trabajo.
Para ello creemos que a la noción de buenas prácticas debería asociársele la noción de
“adecuación” para llamar la atención de los terminólogos sobre la diversidad real y la
necesidad de tenerla en cuenta para producir no únicamente un trabajo de calidad en
cuanto al proceso seguido y a la representación formal de los datos, sino también en la
utilidad del recurso para una situación sociolingüística dada.
Es indiscutible que disponer de directrices para el trabajo terminológico y seguirlas
rectamente facilita el intercambio de datos y la internacionalización de los resultados,
pero la mesura debe aplicarse con la vista puesta en el hecho de que uniformizar sólo es
adecuado en determinados escenarios y para determinados fines y que, en muchos casos
una armonización respetuosa con la diversidad puede ser un indicio de buena práctica,
preferible a la aplicación ciega de directrices descontextualizadas.

Referencias bibliográficas
La Banque des mots, Numérospécial 8: Qualité et terminologie. París: Conseil
Internacional de la LangueFrançaise, 1998.
ISO 704:2000 Terminologywork -- Principles and methods.
Cabré, M. Teresa (1999). "Sobre la noció de qualitat en terminologia". DinsLa
terminología. Representación y comunicación. Una teoría de base comunicativa y otros
artículos. Barcelona: InstitutUniversitari de Lingüística Aplicada,
UniversitatPompeuFabra, (SèrieMonografies, 3) : 271-293.
Articulo de:M. Teresa CABRÉ CASTELLVÍ ,Terminología y buenas prácticas,
AttiConvegnoAssiterm 2009, Publifarum, n. 12, pubblicatoil 01/12/2010, consultatoil
05/09/2013, url: http://publifarum.farum.it/ezine_articles.php?id=161
-http://www.publifarum.farum.it/ezine_articles.php?art_id=161
Buenas prácticas de productividad operacional
Las buenas prácticas de productividad operacional son un conjunto de metodologías y
herramientas que ayudan a las empresas a mejorar e incrementar su productividad, a
través de su incorporación en el hacer diario y su apropiación en las empresas.
Existen en el mundo muchos tipos de buenas prácticas productivas. Enplanta propone y
ofrece la aplicación de las siguientes buenas prácticas de productividad operacional
(BPPO) en las empresas beneficiarias del Programa:
5s

Es una práctica de calidad y mejoramiento ideada en Japón a principios de la década de
los 70. Su nombre responde a las iniciales de cinco palabras en japonés: SEIRI o
clasificación y descarte, SEITON que significa organización, y se refiere al estudio
continuo de la eficacia con la premisa “un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio”;
SEISO, que traduce limpieza, manifiesta en organizar el ambiente y la mente del
trabajador; SEIKETSU, relativa a la higiene y visualización, al mantenimiento de la
limpieza y el orden; y SHITSUKE, que es disciplina y compromiso o la voluntad del
trabajador para hacer las cosas como se deben hacer. Las 5s se refieren al
mantenimiento integral de la empresa, incluyendo tanto aparatos como el entorno del
trabajador, con el propósito de mejorar los niveles de calidad, eliminar los tiempos
muertos, reducir los costos y mejorar la calidad de vida de las personas.
Actividades de pequeños grupos

Bajo la premisa: “no hay compromiso sin participación”, esta metodología se
fundamenta en el análisis y eliminación de pérdidas por medio de actividades en
pequeños grupos interdisciplinarios de trabajo, e incluye actividades de grupos
pequeños organizados dentro de la empresa para llevar a cabo tareas específicas en un
ambiente laboral. Los grupos tratan temas vinculados a la calidad, los costos, la
productividad y la seguridad, entre otros. En cualquier empresa, es posible y necesario
fomentar este tipo de actividades tendientes a lograr un mejor trabajo en equipo y
obtener la interacción entre sus componentes para mejorar los estándares de la
organización.
Sistema de sugerencias

Es una metodología que incentiva la participación de todo el personal, en el
fortalecimiento del proceso misional de la empresa. Su implementación se realiza con
las directivas para lograr su participación y compromiso activo, como condición
fundamental para el éxito del Sistema.
Tiempos y movimientos

Es una metodología para la medición de trabajo, utilizada con éxito desde finales del
siglo XIX, cuando fue desarrollada por Taylor. A través de los años dichos estudios han
ayudado a solucionar multitud de problemas de producción y a reducir costos. Implica
la técnica de establecer un estándar de tiempo permisible para realizar una tarea
determinada, con base en la medición del contenido del trabajo del método prescrito,
con la debida consideración de la fatiga, las demoras personales y los retrasos
inevitables.
-http://www.enplanta.com/index.php/modules-positions/2012-12-10-07-08-59.html

CALIDAD
Introducción
El aseguramiento de la calidad delas agencias conlleva hacer las cosas de la mejor manera
posible(experiencias exitosas) medianteacciones, directrices, lineamientos o formas de
proceder que seconocen como “buenasprácticas”.

Hay cuatro elementos que influyen de manera importante sobre la calidad:

Figura 1 elementos influyentes sobre la calidad
Los elementos clave relacionados con la calidad son:
Procesos y (buenas) prácticas: La calidad aumenta al aplicar una serie de procesos o
metodologías y (buenas) prácticas. Controlan el proceso para poderlo analizar y
mejorar.
Herramientas: Proporcionan apoyo a la gestión de la calidad
Personas: Son elementos clave en la calidad como creadores y ejecutores.
Medidas y métricas: Son los datos los que permiten evaluar el estado actual y ejecutar
acciones para mejorar.

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Mejores prácticas

  • 1. Mejores Prácticas – BestPrectices / Prácticas Propias Own Practices Durante el Sapphire 09 (Orlando, Mayo 2009) asistí a la presentación Clear Business Value realizada por los ejecutivos Bill McDermott y JimHagemannSnabe [1], ellos responden a la pregunta: ¿Cómo se genera ventaja competitiva con los procesos de negocios? Plantearon que para generar Valor para el Cliente es necesario tener: Visión del Negocio, Mejores Prácticas y Prácticas Propias. La aplicación de estos tres elementos lleva a la Excelencia Operativa, y ésta es la que genera Valor para el Cliente y permite obtener ventaja sobre la competencia. En los párrafos siguientes expondré estos conceptos con algunas explicaciones mías. Visión del Negocio Con cualquier ejecutivo que uno converse le dirá que tiene una visión y un conocimiento profundo de su negocio, sin embargo McDermott y Hagemann definen que la visión se da cuando se dispone de: Información Unificada, toda la información de los procesos de negocios está estandarizada para toda la compañía, es decir un parámetro, un campo, una clasificación, un KPI, etc. significan lo mismo para cualquier empleado, independiente del cargo, de la gerencia o filial a la que pertenezca. Acceso Instantáneo, los empleados tienen acceso a la información que precisan en cualquier momento, no están sujetos a la necesidad de pedir a un tercero la información deseada. Ciclo cerrado entre estrategia y ejecución. Los procesos de negocios, que soportan la ejecución y el control, están alineados con la estrategia corporativa; es decir, en cada proceso se tienen mecanismos que permiten medir cuantitativamente la estrategia (presupuestos, planes, KPI, etc.) El diagrama siguiente muestra como se insertan estos conceptos en un modelo de operación más general. Modelo presentando por Bill McDermott y JimHagemannSnabe en Sapphire 09 Mejores Prácticas – BestPractices
  • 2. Originalmente el término o concepto Mejores Prácticas -BestPractices- fue acuñado en 1993 por Hammer and Champy [2] para identificar siete reglas o indicaciones para modelar procesos de negocios. Hoy la Mejor Práctica corresponde a un modelo completamente definido, cuyos buenos resultados operacionales están comprobados y que está disponible para ser utilizada. Por ejemplo: SAP por medio de su aplicación SolutionManager[3] permite “bajar” Mejores Prácticas prácticamente para cualquier proceso. El usar Mejores Prácticas significa un gran ahorro de dinero, debido a que los modelos ya están establecidos y han sido refinados por el uso en muchas empresas. Las ventajas de utilizarlas son básicamente el menor costo y el menor plazo de implementación. Sin embargo, utilizar las Mejores Prácticas, a pesar que su habilitación no es un mero copiar / pegar, es simplemente una replicación de un modelo de proceso de negocios que muchas empresas ya tienen en uso, con la salvedad que quien la está implementando no será ni el primero ni el último. De modo que podemos decir que al usar una compañía Mejores Prácticas sólo está “empatando” con las otras compañías que también ocupan la referida Mejor Práctica. Prácticas Propias – OwnPractices Son modelos de procesos de negocios propios que corresponden a aspectos específicos de la operación de una compañía, que se refieren a aspecto particulares de su operación y que al llevarlos a nivel de excelencia permiten generar más Valor para los Clientes. Por ejemplo en una empresa distribuidora puede ser algún aspecto de la logística, en otra será un forma diferencial en la generación de demanda, en el tratamiento de las órdenes de producción. Las localizaciones del tipo LLL (Legal, Localization&Language) no corresponden a una Práctica Propia, pues dan satisfacción a una necesidad que es común para varias empresas en un país determinado. Las Prácticas Propias se construyen por medio de: Identificación de las áreas de diferenciación. Expandiendo las Mejores Prácticas en uso. Construyendo Mejores Prácticas. Apalancándose en SOA para aumentar la velocidad de implementación. Conclusión La vía propuesta por McDermott y Hagemann consiste en desarrollar en paralelo la implementación de las Mejores Prácticas y la habilitación de una plataforma de Business Intelligence para proveer a los usuarios el acceso instantáneo a la información que necesitan. Una vez resueltos estos dos aspectos se procede con la generación de las Prácticas Propias, se estima que éstas debieran corresponder al 20% de las Prácticas de una empresa. Luego, las Prácticas Propias serán las implementaciones de los modelos de procesos de negocios que en definitiva permitan generar Valor para Cliente y, establecer una
  • 3. diferencia competitiva por la vía de la Excelencia Operativa, que como se sabe es mucho más difícil de copiar que los productos y los servicios. Referencias: [1] McDermott y Hagemann, http://www.sap.com/community/events/sapphire_online_2009/index.epx [2]Hammer, M (1990) “Reengineeringwork: don’tautomate, obliterate”, Harvard Business Review, Vol. 68, No. 4, pp 104-112. [3] SAP BestPractices - http://msaffirio.wordpress.com/2009/06/06/mejores-practicas-best-precticespracticas-propias-own-practices/ Mejores Prácticas Sinónimo de buenas prácticas. Mejores Prácticas corresponde a la traducción literal de la expresión que se usa en el Concurso Internacional: BestPractices. Sin embargo, el Comité Habitat Español ha elegido usar la expresión Buenas Prácticas. Se encuentran múltiples y diversas razones a este uso. La catalogación utilizada en el Concurso incluye prácticas premiadas (award), mejores (best) y buenas (good). «El hecho de que las prácticas catalogadas como buenas también tengan valor, y de que las siglas BP en inglés tengan su correspondencia con buenas prácticas en español hace que subsista una cierta ambigüedad en la denominación, que unas veces emplea el termino buenas, y en otras el término Mejores.» (Cervera y Hernández Aja, 1999). Isabel Velázquez, invitada como experta al concurso del 2000, explica además: En la primera convocatoria de este concurso internacional [...], el Comité Hábitat español cometió una errata deliberada traduciendo el Premio de Mejores Prácticas Urbanas (BestPracticesAward) por un más humilde Concurso de Buenas Prácticas. Este intencionado error de traducción, fiel al conocido dicho de «traduttore-tradittore», refleja el concepto preciso que el Comité Hábitat Español quería imprimir a la selección de experiencias urbanas innovadoras que empezaban a producirse en las ciudades españolas. En este año 2000 retomamos la tarea de seleccionar experiencias urbanas notables dentro del panorama español desde el mismo planteamiento de evitar el superlativo, e incluso en algún grado el comparativo, para no caer en el concepto banal de Buena Práctica como modelo indiscutible que puede replicarse en otras ciudades sin apenas cambios. Velázquez (2001) -http://habitat.aq.upm.es/temas/a-buena-practica.html#27
  • 4. n° 12 - AttiConvegnoAssiterm 2009 Terminología y buenas prácticas M. Teresa CABRÉ CASTELLVÍ Table 1. El concepto “buenas prácticas” 2. Elementos para una clasificación de “buenas prácticas” en distintos campos de actividad 3. La noción de calidad como precedente de buenas prácticas en terminología 4. Buenas prácticas en terminología: aspectos que determinan buenas prácticas Referencias bibliográficas Intuitivamente y de manera general el término “buenas prácticas” nos remite a dos interpretaciones: a) buenas practicas como forma de hacer recta, en el sentido moral y ético del término y, por tanto, contrapuesto a “malas prácticas” o “prácticas perversas”, “malintencionadas”, “engañosas”, etc. b) buenas prácticas como forma de actuar siguiendo sistemáticamente unas pautas establecidas, reconocidas y aceptadas por un colectivo profesional o social suficientemente representativo. La unidad “buenas prácticas” es un término sintagmático, generalmente usado en plural y en sentido colectivo, que está compuesto por un nombre (prácticas) y un adjetivo (buenas). Si bien el nombre no pone problemas de interpretación (se trata de acciones, puesta en escena, realizaciones, actos y no de ideas o teorías), el adjetivo “buenas” por el hecho de ser valorativo puede dar lugar a interpretaciones distintas. Lo que se considera “bueno” depende de quién lo juzgue, del objeto sobre el que se aplica, de dónde y con qué finalidad se aplica, o desde qué posición o ideología se actúa, por considerar sólo algunas posibilidades. En primer lugar, y tomando la primera acepción de la expresión, el término “buenas prácticas” es moral, ético. El adjetivo “buena” representa un juicio de moralidad. El adjetivo “bueno -a” presupone que hay prácticas que no lo son y ello puede ser por varios motivos. Desde esta perspectiva se interpreta como una manera de hacer honesta, recta, acorde con principios morales propios del derecho natural. Desde esta acepción
  • 5. las prácticas se consideran “buenas” en su aspecto intrínseco. Como puede suponerse es imposible, con excepción de casos muy extremos, objetivar lo que entendemos por “bueno” negando que nuestro juicio depende de variables culturales e ideológicas. En segundo lugar, el término “buenas prácticas” nos remite a la recta aplicación de reglas o instrucciones predeterminadas como adecuadas en un determinado campo y para una determinada actividad. Desde esta acepción, las prácticas se consideran “buenas” por su aplicación recta y sistemática. De hecho serán “buenas” aquellas prácticas que siguiendo las reglas establecidas permiten alcanzar los objetivos que inicialmente se ha previsto alcanzar. De hecho podemos decir que apenas existen voces críticas que se hayan alzado contra el uso banal del término “buenas prácticas” equiparándolas a simples etiquetas comerciales de las que hacen uso las empresas para vender más y más fácilmente BestPracticeis, however, often a misusedterm. Itisfrequentlyusedtosupportpoliticallycorrectidealswhich, in realitytake no account of individual needorcircumstances. In thissensetheensuingpracticeisfarfrom 'best' whentheresultingeffects are contrarytothe real ideal situation. Itisalsousedtopreventchallengesto rules and systemsthat are, in reality, notbestpractice. (BestPracticees, sin embargo, a menudo un términomal utilizado. Se utiliza con frecuenciapara apoyarideaspolíticamente correctasque, en realidad,no tienen encuenta lanecesidado las circunstanciasindividuales. Eneste sentido, laprácticaposteriorestá lejos de ser"mejor"que los efectosresultantesson contrarias ala verdaderasituaciónideal.Tambiénse usa para prevenirproblemasen las normasy sistemas que son, en realidad, no esla mejor práctica.) Y lo cierto es que el término “buenas prácticas” ha hecho fortuna y son poquísimos los organismos, instituciones o empresas que se muestran críticos ante ellas, y menos aun las rechazan. Las buenas prácticas se han asociado actualmente no solo a lo que un organismo debe hacer por responsabilidad social, sino también para ser considerado innovador y moderno. En esta conferencia me propongo explorar el concepto de buenas prácticas y aplicarlo al trabajo terminológico aplicado a la elaboración de glosarios monolingües y multilingües. Para ello, tras desplegar algunas definiciones generales sobre el término y analizar los criterios que nos permitirán entenderlo, trataré de delimitar el concepto de buenas prácticas en terminología, hurgaré en sus antecedentes y analizaré aquellas normas internacionales que irían en el sentido de prescribir una buena práctica. 1. El concepto “buenas prácticas” Wikipedia define el concepto “buena práctica” como una idea que afirma que hay técnicas, métodos, procesos, actividades o incentivos que son más eficaces que otros para alcanzar un resultado, o que permiten alcanzarlo de forma más simple o con menos complicaciones.
  • 6. De esta idea abstracta del término “buena práctica” surge el concepto de “buenas prácticas”, que se conciben como los modos de actuar más eficientes (que reclaman menos esfuerzo) y eficaces (que producen mejores resultados) para cumplir una tarea, basándose en procedimientos repetibles probados por un número representativo de personas. Es una buena práctica desarrollar una manera de actuar estándar para hacer cosas que puedan aplicar múltiples organismos. Uno de los ámbitos en que se ha aplicado abundantemente el concepto de “buenas prácticas”, con el nombre de GoodLaboratoryPractices, es en la experimentación científica. Las BPL surgen en la década de los sesenta del siglo XX, básicamente en los laboratorios de la industria farmacéutica, para asegurar la fiabilidad de los datos. Por qué razón? Porque los laboratorios no operaban con protocolos y la información solía estar en forma oral, con lo que a menudo no se podía asegurar la fiablidad de los datos ni comprobar los resultados posteriormente. Las BPL son sistemas de calidad que establecen las condiciones bajo las que se planifican, elaboran, controlan, registran, archivan y difunden los estudios que se llevan a cabo. Materialmente son un conjunto de reglas, procedimientos operativos y prácticos establecidos por un organismo para asegurar la calidad e integridad de los datos producidos en investigaciones o estudios en un laboratorio. A partir de aquí, la noción de “buenas prácticas” en este mismo sentido se aplica a todos los laboratorios que quieren tener prestigio. GoodLaboratoryPracticesembodies a set of principlesthatprovides a frameworkwithinwhichlaboratoystudies are planned, performed, monitored, recorded, reported and archived. También en la industria, se habla de buenas prácticas para hacer referencia a códigos que prescriben maneras de hacer y se toman como estándares. En el campo de la farmacovigilancia, actividad de salud pública destinada a la identificación, cuantificación, evaluación y prevención de posibles riesgos derivados del uso de los medicamentos una vez autorizados y comercializados, definen así las buenas prácticas: Buenas prácticas de farmacovigilancia para la industria farmacéutica son un conjunto de estándares de calidad relativos a la organización y el funcionamiento de los titulares de autorización de comercialización de medicamentos. La aplicación de estos principios por parte de los laboratorios farmacéuticos debe permitir garantizar la autenticidad y la calidad de los datos de seguridad para la evaluación continua de los riesgos asociados a los medicamentos comercializados. Del análisis del contenido de estas definiciones de buenas prácticas observamos que existe una constante presente en todas las situaciones en que se promueven buenas prácticas: se trata de una acción reguladora, de una “regulación”.
  • 7. De este análisis y de los casos aplicados que hemos podido explorar, extraemos los principales factores que siempre intervienen en ellas. En las buenas prácticas hay siempre: una entidad promotora un objeto en qué se proyectan un tema del que tratan un o unos destinatarios de las mismas una forma en que se expresan formalmente o materialmente. Cada factor constituye una variable que puede parametrizarse en valores distintos. De esta parametrización obtenemos la tipología de lo que se entiende por buenas prácticas en distintos sectores de actividad. 2. Elementos para una clasificación de “buenas prácticas” en distintos campos de actividad Las opciones de cada una de las variables anteriores, y sobre la información que hemos obtenido de la búsqueda en Internet sobre buenas prácticas en distintos ámbitos, podemos establecer un panorama de tipos de buenas prácticas. La entidad promotora de buenas prácticas puede ser: un laboratorio una empresa una administración un organismo corporativo El objeto en qué se proyectan puede ser: un proceso una técnica una relación un concepto una información El tema del que tratan suele restringirse (aunque no sea cerrado) a: biomedicina farmacología medio ambiente seguridad condiciones laborales salud comercio prestación de servicios multilingüismo comunicaciones, etc. Los objetivos que hemos detectado son la consecución de:
  • 8. fiabilidad calidad eficiencia eficacia equidad productividad sistematicidad o consistencia Los destinatarios de las buenas prácticas promovidas por una entidad pueden ser internos a ella o externos, pueden estar dirigidas a un colectivo específico o a la sociedad en general. Y, finalmente, la forma en qué se formalizan las buenas prácticas es siempre un conjunto de instrucciones que se editan bajo distintos títulos: código manual protocolo guía, etc. 3. La noción de calidad como precedente de buenas prácticas en terminología Cómo la noción de “buenas prácticas” que hasta aquí hemos presentado incide en la terminología? Como sabemos la terminología es al mismo tiempo un campo de conocimiento y un campo de aplicaciones destinadas a cubrir distintas necesidades, llevadas a cabo por distintos colectivos profesionales, con finalidades distintas y estrategias de trabajo también distintas, aunque compartiendo todas ellas, en el mejor de los casos, una visión unitaria de los fundamentos de la materia y de la características de sus unidades. Es en el terreno aplicado dónde las buenas prácticas tienen su papel. Como práctica, la terminología es un proceso de trabajo que, como cualquier otro proceso, puede ser regulado por orientaciones preestablecidas que se pueden considerar códigos de buenas prácticas. Estas orientaciones existen en terminología tanto de forma explícita como de forma implícita. Vamos a intentar aclarar esta diferencia y ver en qué aspectos del trabajo se materializan. Sabemos que un trabajo aplicado no se lleva a cabo nunca sin unos supuestos de base que lo nutren. Contrariamente, cualquier actividad en este trabajo sería arbitraria. El trabajo terminológico tiene su anclaje en una serie de fundamentos teóricos que constituyen sus bases y sin los cuales no se podría garantizar un mínimo de calidad. Al lado de este aspecto teórico, el trabajo terminológico práctico es un proceso organizado, una cadena de decisiones y acciones organizadas que conducen a la producción de un recurso o a la solución de un problema. El proceso de trabajo, sin embargo, no es uno, sino diverso en función de las necesidades a cubrir y del contexto en que se lleva a cabo. Hurgando en el pasado, podemos decir que, de hecho, lo que actualmente conocemos como buenas prácticas ya se recogía en los años ochenta y noventa bajo la etiqueta de “calidad”. En 1998 El Conseil Internacional de la LangueFrançaise editó un número especial de la revista La Banque des mots dedicado a la calidad, bajo la responsabilidad de Elizabeth Blanchon, en la época miembro del Cetro de Terminología y Neología de
  • 9. Francia. Era el momento de la emergencia de las normas ISO 9000 dedicadas a la calidad. El término “calidad”, como ahora el de “buenas prácticas”, era una etiqueta necesaria para dar prestigio a cualquier empresa, organismo, actividad o producto, pero entonces, como ahora, se trataba de un término ambiguo del que podían desprenderse interpretaciones distintas. La calidad consiste en explicitar para una actividad dada el conjunto de procesos que se llevan a cabo en la elaboración de un producto. Esta actividad dinámica se expresa en dos fases: en una primera fase elabora una metodología que permite desarrollar un producto o una acción de calidad; y en una segunda fase se pone en pie un sistema de control de la puesta en práctica de esta metodología. Se trata pues de una actividad metodológica de carácter evaluativo. Este mismo enfoque aplicado hoy a la terminología se conoce como buenas prácticas. Se trata de asegurar que el trabajo terminológico se realiza a partir de una metodología, y para ello hay que establecer la metodología y buscar mecanismos de seguimiento y control de que esta metodología se ha aplicado rectamente. 4. Buenas prácticas en terminología: aspectos que determinan buenas prácticas Vamos a entrar a continuación en la noción de buenas prácticas aplicada a la práctica terminológica, y nos centraremos en la actividad relativa a la elaboración de glosarios monolingües y multilingües. En esta actividad (y en general en todas las que competen el trabajo terminográfico) hay aspectos de buenas prácticas que son incuestionables. Tienen que ver con los fundamentos de la terminología, con las competencias necesarias para resolver el trabajo y con principios generales que afectan la puesta en práctica del proceso de trabajo. Seleccionaremos de entre los muchos posibles cinco aspectos: 1. El conocimiento y respeto de los fundamentos de la terminología, como base de una buena práctica 2. La necesidad de reunir las competencias necesarias para resolver un trabajo 3. La importancia de adecuar la metodología y la resolución de problemas a las características y condiciones de cada trabajo 4. La necesidad de disponer de una documentación fiable y seleccionada con criterios explícitos 5. El uso de las tecnologías para dar acceso a la información 4.1. Los fundamentos mínimos de la terminología El primer elemento importante para el desarrollo de una buena práctica terminológica tanto en traducción como en terminografía es saber claramente qué tenemos entre manos, es decir, con que material estamos trabajando. Y en esta línea, los supuestos mínimos que, con independencia del tipo de trabajo, contexto y situación, consideramos que deben respetarse en el trabajo terminológico son los siguientes: a) Hacer terminología supone aplicar una metodología específica para detectar y recopilar los términos de especialidad; no puede confundirse por tanto con otras actividades como hacer diccionarios de lengua general (la lexicografía), traducir de una
  • 10. lengua a otra (la traducción) o acuñar unidades nuevas para actualizar o modernizar una lengua (la neología). La lexicografía, la traducción y la neología son útiles en terminología como fuente de consulta o para resolver determinadas cuestiones problemáticas, pero cada materia dispone de su propia metodología, y no respetarla conduce a resultados insatisfactorios. b) Un término es la asociación de una forma y un contenido; el contenido corresponde a un conjunto de rasgos coincidente con un nodo de una estructura conceptual dada y siempre en el contexto propio de una especialidad. La expresión lingüística de estos rasgos constituye una definición o una explicación. c) La forma y el contenido de los términos presentan una doble sistematicidad: en relación a la lengua general y también dentro de cada ámbito de especialidad. Un término lo es de una lengua y responde formalmente a los mecanismos de formación de unidades léxicas de esta lengua, que incluyen la creación (neologismos ex nihilo), la formación (morfológica, fonológica, sintáctica y semántica) y el préstamo de unidades de otras lenguas. Los términos en general son sistemáticos en relación a una especialidad porque en ella responden a dos tendencias: a la estructuración (clases y subclases de conceptos que se resuelven de forma aproximadamente homogénea), y a la economía (una unidad que refleja un concepto de una clase suele actuar de modelo para la denominación de los conceptos de esta misma clase). d ) Los términos son siempre temáticamente específicos de forma que no hay término sin ámbito de especialidad, sin que esto suponga que los términos solo se usen en una materia. e) Dentro de cada ámbito los términos están conectados entre si por diferentes tipos de relación. Las relaciones basadas en los conceptos permiten establecer, por un lado, la estructura conceptual de un ámbito, y, por otro lado, su sentido. f) Todo trabajo terminológico es, por lo menos inicialmente, descriptivo. Hacer terminología significa recopilar los términos usados efectivamente en la comunicación especializada. Solo posteriormente a la descripción, si existe una reducción de posibilidades que conducen a la propuesta de una forma de referencia eliminando las demás, o a la preferencia de una forma sobre otras, un trabajo pasa a ser prescriptivo, porque su finalidad ya no es la de reflejar el uso, sino la de orientarlo. g) Los términos recopilados en un trabajo descriptivo tienen una fuente real, es decir han sido recogidos en textos especializados, en discursos orales de especialistas o en encuestas terminológicas. Ello no supone que sean satisfactorios desde el punto de vista denominativo porque el nivel de satisfacción de un término responde a un patrón establecido exteriormente, y este patrón puede responder a diferentes criterios, como la genuinidad gramatical, la frecuencia de uso, la forma internacional, etc. h) todos los términos sin excepción están asociados a una categoría gramatical, lo que no impide que cuando aparecen en el discurso puedan adoptar el funcionamiento de otra categoría. La categoría básica a la que se asocian los términos es fundamentalmente la nominal en una concepción de la terminología exclusivamente denominativa. La categoría nombre, sin embargo, puede esconder otras categorías de origen verbal o adjetivo. Si la terminología en lugar de identificarse por su capacidad denominativa se
  • 11. define por su especificidad significativa (significado propio del ámbito en que se utiliza) y pragmática (situación comunicativa de determinadas características pragmáticas, posicionales, etc.), amplia su identificación más allá de las unidades estrictamente nominales y empieza a solaparse con otros tipos de unidades como la fraseología o las expresiones especializadas. i) Todos los términos admiten una definición, que se concreta con precisión solo dentro de un ámbito determinado y nunca en abstracto. Este supuesto no invalida la propuesta de explicar las distintas opciones de un mismo término de forma generalizada a través de una propuesta que concibe las palabras y los términos como realizaciones en el uso de las unidades léxicas. j) Los términos pueden admitir valores pragmáticos de distinto orden, más o menos diversos según los propósitos del trabajo terminológico y los supuestos teóricos en que se fundamenta. k) Un término puede tener variantes denominativas en relación de sinonimia; estas variantes pueden tener los mismos valores pragmáticos o valores diferentes, y pueden representar el mismo contenido o aspectos distintos de un mismo concepto. l) Un trabajo terminológico conduce siempre a una aplicación: una lista de términos, un glosario, un diccionario, la resolución de una consulta, un listado normalizado, etc. 4.2. La organización del proceso de trabajo y las competencias necesarias para llevarlo a cabo También en este aspecto una buena práctica en el trabajo terminológico aplicado supone contar con unos mínimos de competencia para su correcta resolución. Como se ha descrito en numerosas ocasiones, la práctica terminológica presupone el dominio de cuatro grandes competencias: cognitiva, lingüística, sociofuncional y metodológica. La competencia cognitiva corresponde al conocimiento del ámbito especializado que va a ser objeto de trabajo. Sin conocer una materia no es posible identificar la terminología, y menos aun estructurarla. Tampoco es posible resolver una cuestión de equivalencia en la traducción. La competencia lingüística abarca el conocimiento de la lengua o las lenguas sobre las que se investiga. Resulta imposible recoger los términos de especialidad de un texto sin conocer la lengua del texto. Y tampoco hacer una análisis terminológico de un texto de partida para producir adecuadamente un texto en otra lengua. La competencia sociofuncional se refiere a las características que debe tener un trabajo terminológico para ser eficiente en relación con los fines que persigue y adecuado a los destinatarios a los que se dirige. Y, en el caso de la traducción, se refiere a saber qué variante es la más adecuada para un texto de condiciones pragmáticas determinadas. Y la competencia metodológica, que está relacionada, no con los fundamentos de la materia sino con las habilidades de su aplicación: sólo si adquirimos esta competencia metodológica podemos llevar a cabo un proceso de trabajo ordenado y sistemático, y
  • 12. presentar los datos de manera adecuada y eficiente, tal y como exige la competencia sociofuncional, pero sin contravenir principios ni directrices técnicos. 4.3. La adecuación a las necesidades y a los contextos El tercer aspecto importante a nuestro entender en las buenas prácticas en terminología en general tiene que ver con la adecuación del trabajo terminológico a las condiciones específicas de cada situación, tanto para producir glosarios como para resolver un problema terminológico en la traducción. Los recursos terminológicos que pueden producirse pueden tener características muy variadas y servir a finalidades distintas. Producir un glosario presupone como buena práctica analizar previamente la situación y características del proyecto a producir y a continuación diseñarlo y planificarlo de acuerdo con estas características. Esta manera de actuar puede resumirse diciendo que se trata de aplicar el principio de adecuación, según el cual el trabajo terminológico aplicado no es monolítico sino variado en función de las circunstancias temáticas, sociolingüísticas, funcionales y contextuales en las que va a desarrollarse. Paralelamente, en la traducción cada problema terminológico tiene su contexto específico tanto por el concepto que vehicula, como por las condiciones de las lenguas en juego, como por las finalidades y características de la traducción que se debe llevar a cabo. Resolver un problema terminológico de la traducción presupone conocer tomar en consideración qué traducción se está haciendo, sobre qué tema, en qué circunstancias, dónde y para qué finalidad. 4.4. La documentación: selección y fuente Uno de los fundamentos de la metodología terminológica es el respeto al principio de que todo término tiene una fuente real y que hacer terminología no es hacer neología, ni tampoco hacer traducción. La consecuencia de este principio es que la búsqueda y selección de una buena documentación es una de las piezas clave para la realización de un trabajo terminológico usando buenas prácticas. La descripción de los usos debe siempre preceder a las decisiones, tanto en el trabajo sistemático como en el puntual en la traducción. El análisis de la documentación en la que se basa la extracción terminológica debe llevarse a cabo con rigor y con criterios evaluativos que permitan dar a cada opción un valor fiable. 4.5. El uso de las tecnologías y el acceso a la información Como es obvio, todo proceso de trabajo conduce a la producción de conocimiento nuevo. El trabajo terminológico no es ninguna excepción. Un glosario es una herramienta de información valiosa para la comunidad profesional implicada en el tema del que trata. La resolución de problemas terminológicos para pares de lenguas y sobre un tema determinado es también un conocimiento que puede servir a otros profesionales. En nuestra opinión una buena práctica terminológica es poner a disposición de la comunidad profesional, siempre que sea posible, el conocimiento generado por el trabajo: ya sea en forma de glosario, ya sea en forma de resolución de una consulta o problema terminológico de una traducción. Las tecnologías nos facilitan el acceso a los datos y nuevas plataformas como wikipedia la puesta a disposición de la información a toda la comunidad. Los foros de discusión entre terminológos y
  • 13. traductores especializados en un tema es otra de las vías de cooperativizar la información acumulada y el conocimiento adquirido. 4.6. Normas ISO y buenas prácticas Como hemos dicho en el apartado sobre las características de las buenas prácticas, uno de los elementos constantes en todos los casos en los que se habla de buenas prácticas es la producción de documentos que especifican las acciones a llevar a cabo para que una actuación se considere una buena práctica. Aunque el título de estos documentos cambie (Guía, Manual, Protocolo, Código) el formato es básicamente el mismo: se trata de recopilaciones de orientaciones, consejos o instrucciones que indican cómo actuar. En las normas de terminología encontramos estas características de orientación: Se recomienda que la entrada de datos se organice siguiendo modelos que faciliten la representación de datos que se repiten Si se usa una ficha en papel para representar una entrada terminológica que después será automatizada, el registro informático y la ficha deben ser compatibles. Para la terminología existen guías metodológicas que pretender dar sistematicidad y rigor al proceso de trabajo. La gran mayoría de los organismos terminológicos institucionales poseen guías de este tipo. Pero, de todas estas guías existentes, son las Normas ISO emitidas por el Comité 37 las que se presentan como orientaciones de alcance internacional para el trabajo terminológico. De hecho, estas normas, llámense buenas prácticas o normas, tienen parecida pretensión a las guías de buenas prácticas que hemos presentado anteriormente. Como sabemos, la necesidad de disponer de normas en terminología nace de la preocupación por la multiplicación y diversificación del conocimiento técnico y de la búsqueda de formas comunicativas que aseguren la transferencia de conocimientos, servicios y productos en el ámbito internacional. Actualmente, la actividad normalizadora en terminología de ISO está ligada al Comitè 37, inicialmente denominado Principios y coordinación (Principles and coordination), y ahora Terminología y otros recursos lingüísticos y semánticos (Terminology and otherlanguage and contentresources). La función de este comité es la siguiente: Standardization of principles, methods and applicationsrelatingtoterminology and otherlanguage and contentresources in thecontexts of multilingualcommunication and cultural diversity. De entrada las normas de terminología se pueden clasificar en dos grandes grupos: a) Normas que establecen la terminología de un sector de actividad. Estas normas no emanan del CT 37 sino de los distintos comités técnicos de cada sector. Se presentan en forma de glosario y suelen seguir las recomendaciones de presentación de los datos que promueven las normas del CT 37.
  • 14. b) Normas sobre terminología, que emanen del CT 37, que, además de fijar los términos de la terminología, establecen criterios de elaboración de glosarios y de representación de las categorías de datos. Una revisión de los títulos de las normas de este segundo grupo nos hace ver, por un lado, la gran diversidad temática que presentan, y, por otro lado, cómo se han ampliado las competencias del CT 37, entrando hoy en día en todos los aspectos de la lingüística computacional y de la representación del conocimiento. Nos interesan particularmente en este caso las normas que aluden a cómo llevar a cabo el trabajo terminológico. Se trata de normas de metodología, la más importante de las cuales es la Norma 704, que explica así sus objetivos: toprovideassistancetothoseinvolved in terminologymanagement. Theprinciples and methodsshould be observednotonlyforthemanipulation of terminologicalinformationbutalso in theplanning and decision-makinginvolved in managing a stock of terminology. Y explicita las situaciones en las que puede ser útil aplicarla: identifyingconcepts and concept relations analysing and modelling concept systemsonthebasis of identifiedconcepts and concept relations establishingrepresentations of concept systemsthrough concept diagrams; definingconcepts attributingdesignations (predominantlyterms) toeach concept in oneor more languages recording and presentingterminological data, principally in print and electronic media (terminography). 4.7. A modo de síntesis En esta exposición hemos intentado presentar el tema de las buenas prácticas aplicado al trabajo terminológico. Para ello, hemos partido de una reflexión sobré qué se quiere decir cuando se habla de buenas prácticas en distintos sectores de actividad y hemos concluido que de hecho, y a pesar del carácter valorativo moral del adjetivo “buenas”, se trata de normas que regulan una actividad, un producto o un servicio y que se materializan formalmente en un documento. En la exploración que hemos llevado a cabo hemos podido observar que como esquema general las buenas prácticas suponen siempre: una entidad promotora, un objeto, un tema, unos destinatarios y un objetivo. Y se materializan en un documento formal. En el caso de la terminología la entidad promotora de buenas prácticas suele ser un organismo. Este organismo pretende ser en el ámbito internacional el Comité 37 de ISO. No obstante, cada entidad que es responsable de trabajo terminológico suele emitir sus directrices con la finalidad de asegurar la sistematicidad en la aplicación de las consignas de trabajo y la forma de presentación de los datos. Sólo así, se dice, que se asegura la calidad del recurso que se produce. El objeto pues de las buenas prácticas en terminología es doble: por un lado, la información, y, por otro lado, el método con que
  • 15. se recogen, representan, editan y gestionan los datos sobre todos los temas de los ámbitos de especialidad. Los destinatarios de estas directrices, que suelen formalizarse en una norma, en un protocolo de funcionamiento o en una metodología son los propios terminólogos, que son quienes llevan a cabo el trabajo con ayuda de expertos en el seno de un organismo o a título individual. Y los objetivos que persiguen estas orientaciones en terminología dicen buscar todas y cada una de las finalidades que antes hemos mencionado: la fiabilidad de los datos, la calidad del recurso producido, la eficiencia del método, la eficacia de la actividad, la equidad entre lenguas por cuanto se dota a las que no disponen de ellos de recursos actualizados, y la sistematicidad y consistencia de la información. Pero aun asumiendo que disponer de directrices para el trabajo terminológico para asegurar los objetivos que acabamos de mencionar, la “regulación” de modos de funcionar se puede llevar a cabo de muchas maneras, y sería una mala práctica pretender uniformizar mecánicamente la diversidad de la realidad terminológica, diversidad que afecta a las lenguas, las situaciones, las temáticas y las finalidades del trabajo. Para ello creemos que a la noción de buenas prácticas debería asociársele la noción de “adecuación” para llamar la atención de los terminólogos sobre la diversidad real y la necesidad de tenerla en cuenta para producir no únicamente un trabajo de calidad en cuanto al proceso seguido y a la representación formal de los datos, sino también en la utilidad del recurso para una situación sociolingüística dada. Es indiscutible que disponer de directrices para el trabajo terminológico y seguirlas rectamente facilita el intercambio de datos y la internacionalización de los resultados, pero la mesura debe aplicarse con la vista puesta en el hecho de que uniformizar sólo es adecuado en determinados escenarios y para determinados fines y que, en muchos casos una armonización respetuosa con la diversidad puede ser un indicio de buena práctica, preferible a la aplicación ciega de directrices descontextualizadas. Referencias bibliográficas La Banque des mots, Numérospécial 8: Qualité et terminologie. París: Conseil Internacional de la LangueFrançaise, 1998. ISO 704:2000 Terminologywork -- Principles and methods. Cabré, M. Teresa (1999). "Sobre la noció de qualitat en terminologia". DinsLa terminología. Representación y comunicación. Una teoría de base comunicativa y otros artículos. Barcelona: InstitutUniversitari de Lingüística Aplicada, UniversitatPompeuFabra, (SèrieMonografies, 3) : 271-293. Articulo de:M. Teresa CABRÉ CASTELLVÍ ,Terminología y buenas prácticas, AttiConvegnoAssiterm 2009, Publifarum, n. 12, pubblicatoil 01/12/2010, consultatoil 05/09/2013, url: http://publifarum.farum.it/ezine_articles.php?id=161 -http://www.publifarum.farum.it/ezine_articles.php?art_id=161
  • 16. Buenas prácticas de productividad operacional Las buenas prácticas de productividad operacional son un conjunto de metodologías y herramientas que ayudan a las empresas a mejorar e incrementar su productividad, a través de su incorporación en el hacer diario y su apropiación en las empresas. Existen en el mundo muchos tipos de buenas prácticas productivas. Enplanta propone y ofrece la aplicación de las siguientes buenas prácticas de productividad operacional (BPPO) en las empresas beneficiarias del Programa: 5s Es una práctica de calidad y mejoramiento ideada en Japón a principios de la década de los 70. Su nombre responde a las iniciales de cinco palabras en japonés: SEIRI o clasificación y descarte, SEITON que significa organización, y se refiere al estudio continuo de la eficacia con la premisa “un sitio para cada cosa y cada cosa en su sitio”; SEISO, que traduce limpieza, manifiesta en organizar el ambiente y la mente del trabajador; SEIKETSU, relativa a la higiene y visualización, al mantenimiento de la limpieza y el orden; y SHITSUKE, que es disciplina y compromiso o la voluntad del trabajador para hacer las cosas como se deben hacer. Las 5s se refieren al mantenimiento integral de la empresa, incluyendo tanto aparatos como el entorno del trabajador, con el propósito de mejorar los niveles de calidad, eliminar los tiempos muertos, reducir los costos y mejorar la calidad de vida de las personas. Actividades de pequeños grupos Bajo la premisa: “no hay compromiso sin participación”, esta metodología se fundamenta en el análisis y eliminación de pérdidas por medio de actividades en pequeños grupos interdisciplinarios de trabajo, e incluye actividades de grupos pequeños organizados dentro de la empresa para llevar a cabo tareas específicas en un ambiente laboral. Los grupos tratan temas vinculados a la calidad, los costos, la productividad y la seguridad, entre otros. En cualquier empresa, es posible y necesario fomentar este tipo de actividades tendientes a lograr un mejor trabajo en equipo y obtener la interacción entre sus componentes para mejorar los estándares de la organización. Sistema de sugerencias Es una metodología que incentiva la participación de todo el personal, en el fortalecimiento del proceso misional de la empresa. Su implementación se realiza con las directivas para lograr su participación y compromiso activo, como condición fundamental para el éxito del Sistema.
  • 17. Tiempos y movimientos Es una metodología para la medición de trabajo, utilizada con éxito desde finales del siglo XIX, cuando fue desarrollada por Taylor. A través de los años dichos estudios han ayudado a solucionar multitud de problemas de producción y a reducir costos. Implica la técnica de establecer un estándar de tiempo permisible para realizar una tarea determinada, con base en la medición del contenido del trabajo del método prescrito, con la debida consideración de la fatiga, las demoras personales y los retrasos inevitables. -http://www.enplanta.com/index.php/modules-positions/2012-12-10-07-08-59.html CALIDAD Introducción El aseguramiento de la calidad delas agencias conlleva hacer las cosas de la mejor manera posible(experiencias exitosas) medianteacciones, directrices, lineamientos o formas de proceder que seconocen como “buenasprácticas”. Hay cuatro elementos que influyen de manera importante sobre la calidad: Figura 1 elementos influyentes sobre la calidad Los elementos clave relacionados con la calidad son:
  • 18. Procesos y (buenas) prácticas: La calidad aumenta al aplicar una serie de procesos o metodologías y (buenas) prácticas. Controlan el proceso para poderlo analizar y mejorar. Herramientas: Proporcionan apoyo a la gestión de la calidad Personas: Son elementos clave en la calidad como creadores y ejecutores. Medidas y métricas: Son los datos los que permiten evaluar el estado actual y ejecutar acciones para mejorar.