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McDonald's. Sus anuncios y nuestros hijos.
1. Gema Suárez Verdaguer 2º E.I Titu
12 de Junio de 2011
¿ESTÁ ENGAÑANDO
MCDONALD’S A NUESTROS
HIJOS CON SUS ANUNCIOS
DE COMIDA BASURA?
Artículo de opinión sobre la prohibición de los anuncios
de comida rápida.
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¿ESTÁ ENGAÑANDO MCDONALD’S A
NUESTROS HIJOS CON SUS ANUNCIOS DE
COMIDA BASURA?
Artículo de opinión sobre la prohibición de los anuncios de comida
rápida.
¿Está engañando McDonald’s a nuestros hijos con sus anuncios de
comida basura? ¿Debemos prohibirlos?
El bombardeo de anuncios de compañías como McDonald’s es una constante en
nuestros días. Los mismos son graciosos y amigables, hasta el punto que incluso los adultos
nos familiarizamos con los mismos, y no los percibimos como una amenaza.
Todo el mundo es consciente por otro lado de que sus productos no son los más
saludables, en especial para los niños. Sin embargo tendemos a pensar que su uso ocasional
no es perjudicial, y de esta forma justificamos las primeras visitas a sus establecimientos
con nuestros niños.
Las dos variables anteriormente expuestas ocultan sin embargo dos problemas,
digamos en el largo plazo, no tan evidentes:
1).- Por un lado es muy fácil que las visitas esporádicas se conviertan en algo no tan
esporádico. Las comodidades que representan para los padres son evidentes. Son una salida
barata para el entretenimiento de los niños (en especial los fines de semana). Ofrecen no
solo comida asequible y que gusta a los niños, sino un lugar de esparcimiento para los
mismos. Sus pequeños parques infantiles ofrecen bolas de colores, tubos, y toboganes…
¡algo irresistible para un niño! Y los padres pueden encontrar en los mismos una salida fácil
y barata para entretener a los menores, a la que no es fácil renunciar cuando uno se
acostumbra.
2).- Sin embargo el mayor de los problemas no se encuentra en la comodidad que
representan sus establecimientos para los padres (asunto que al fin y al cabo se
encuadraría dentro de la esfera de la responsabilidad de los propios padres). Sino en los
sentimientos y experiencias que van desarrollando los niños desde su infancia. Los anuncios
de la compañía desde hace décadas se dirigen hacia los mismos (como elemento catalizador
de toda la familia). Ello hace que desde muy pequeños los niños asocien sentimientos
positivos hacía este tipo de Restaurantes. Sentimientos que se ven reforzados con cada
visita a sus establecimientos. En los mismos reciben no solo una comida agradable, sino el
regalo correspondiente con cada “Happy Meal” (regalo siempre dirigido a reforzar ese
sentimiento positivo, y en los que la compañía pone tus medios formando acuerdos con
compañías infantiles tan importantes como la propia Disney), y el agradable
entretenimiento de sus parques infantiles.
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Todo ello está contribuyendo a que las visitas a este tipo de Restaurantes sean
todavía más frecuentes en las nuevas generaciones. Y desde luego es uno de los elementos
que explica el incremento de la obesidad infantil en nuestros tiempos (y en menor medida
los incrementos de obesidad en adultos jóvenes).
Expuesto lo anterior podemos volver sobre la pregunta que encabeza este artículo:
¿Esta engañando McDonald’s a nuestros hijos con sus anuncios de comida basura? La
respuesta más obvia seria que SI. Sin embargo a mí personalmente me surgen varios
interrogantes al respecto que me llevan a pensar que dicha respuesta no es del todo
correcta.
En primer lugar, ¿Esta McDonald’s comportándose de forma distinta a cualquier otra
compañía que venda por ejemplo ordenadores, televisiones o cualquier otro producto?
Parece que no. Como cualquier otra empresa trata de vendernos sus productos, y en
consecuencia la información que recibimos por su parte es parcial, destacando sus virtudes
y no sus defectos. Pero si este problema es común a todo tipo de empresas ¿debemos
prohibir la publicidad de cualquier producto y empresa? Parece evidente que no, la
publicidad nos transmite información sobre todo tipo de productos, mucha de ella positiva.
De hecho seguramente sin ella desconoceríamos la existencia de muchos productos que nos
facilitan la vida y no podríamos hacer uso de ellos. En consecuencia la respuesta debe venir
por otra vía, y es la vía de la educación. Debemos enseñar a nuestros hijos a consultar y
valorar las distintas fuentes de información, a discernir y pensar por sí mismos. Este hecho
cobra especial importancia viendo la evolución que está tomando nuestra sociedad. Internet
pone a nuestra disposición y de nuestros hijos una cantidad ingente de información. El
problema futuro desde el punto de vista educativo se centrará no en la falta de información,
sino en enseñar a discernir a los menores entre las distintas fuentes. De forma que puedan
extraer sus propias conclusiones, y en especial tomar noción de que sus acciones pueden
tener efectos no visibles en el corto plazo, pero muy perjudiciales en el largo plazo (este
puede ser el caso de la comida basura, pero también el de las drogas y muchos otros
productos).
En segundo lugar, y saliendo un poco del ámbito educativo, tengo que plantear otra
reflexión. McDonald’s como cualquier otra empresa simplemente vende productos. Todo su
poder se lo otorgamos nosotros comprando sus productos frente a los de la competencia.
¿Entonces porque compramos sus productos? Las encuestas y estadísticas revelan que la
mayoría de la sociedad es consciente de que los productos de estas cadenas de comida
rápida no son los más sanos (por no decir perjudiciales), y sin embargo los compramos. Mi
opinión personal en este sentido es que una cosa es lo que decimos querer (en las encuestas
manifestamos en términos generales querer productos más sanos, incluso cuando ello
implique perder sabor, o un mayor precio del producto). Y otra cosa es lo que demostramos
con nuestros actos. Hay empresas de restauración que ofrecen productos más sanos que
McDonald’s, y no necesariamente a un coste muy superior. Si existiese una demanda real
de estos productos no cabe duda de que este tipo de restaurantes se extenderían como la
espuma. Incluso me atrevería a decir que McDonald’s se podría llegar a convertir en una
empresa de restauración vegetariana si la demanda fuese en esa dirección. Sin embargo a
la hora de la verdad nuestros actos demuestran que demandamos productos baratos y
sabrosos (como los que ofrecen hoy día las cadenas de comida rápida), y preferimos obviar
sus efectos perjudiciales. Es decir el problema en última instancia se encuentra en nuestra
sociedad, que decide menospreciar los problemas que presenta una alimentación alta en
calorías y grasas. McDonald’s es simplemente la consecuencia de dicha sociedad no la causa
del problema.
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Planteado todo lo anterior tengo que decir que no tengo una respuesta clara al
interrogante de si se deben prohibirse o no los anuncios de comida rápida. Me gustaría
pensar que no es necesario prohibirlos porque vivimos en una sociedad suficientemente
educada, en la que cada individuo es capaz de decidir por sí mismo lo que le conviene. Sin
embargo no soy tan ingenua, y soy consciente de que eso no es así en muchos casos. Y por
otro lado no todo el mundo está en disposición de ofrecer una educación apropiada a sus
hijos que les permita afrontar el problema de la comida rápida. Quizás la solución podría
venir por una prohibición limitada al horario infantil o a determinados lugares (como los
centros escolares). Obviamente nuestros niños son los más desprotegidos frente a dichas
campañas publicitarias, y quizás haya que protegerles temporalmente hasta que adquieran
una capacidad de análisis y un conocimiento crítico suficiente. En cualquier caso debemos
ser conscientes que dicha prohibición solamente sería un parche. Los problemas negativos
de la publicidad y la información parcial van mucho más allá de los anuncios de comida
rápida. Y van a estar presentes a lo largo de toda la vida del individuo. En consecuencia la
única solución realmente efectiva pasa por la educación no por la prohibición .
Gema Suárez Verdaguer 2º E.I Titu.