1. Aprendizaje Basado en el Pensamiento: pedagogías emergentes para tiempos de
confinamiento.-
En estos momentos de confinamiento, los docentes hemos tenido que reformular nuestros
programas y nuestra manera de enseñar aceleradamente. El reto ha sido inmenso: pasar de lo
presencial a lo virtual, sin transición y, casi, sin instrucciones. No ha sido fácil, pero ¿y si se
convirtiera en una oportunidad para aprender y para desarrollarnos profesionalmente?
n este sentido, el Aprendizaje basado en el Pensamiento nos da claves sobre cómo fusionar los
contenidos con las estrategias válidas de pensamiento creativo, analítico y crítico necesarias
durante la escolarización pero, sobre todo, desde una perspectiva de aprendizaje permanente
a lo largo de toda la vida.
Para la UNESCO (2017, p. 10), el pensamiento crítico se encuentra entre una de las ocho
competencias clave consideradas como cruciales para el progreso del desarrollo sostenible,
por ser “la habilidad para cuestionar normas, prácticas y opiniones; para reflexionar sobre los
valores, percepciones y acciones propias; y para adoptar una postura en el discurso de la
sostenibilidad”.
El Aprendizaje basado en el Pensamiento (o Thinking Based Learnig, TBL. Nota: usaremos TBL
para distinguirlo del ABP, Aprendizaje basado en Problemas o Proyectos) ayuda a los
estudiantes a aprender a ser buenos pensadores, de manera que aprendan a desarrollar este
pensamiento dentro de la escuela y fuera de ella, donde tan necesario es para, entre otras
cuestiones, racionalizar eficazmente la sobrecarga informativa proveniente de medios de
comunicación y de redes sociales.
Desde que Robert Swartz creara este movimiento, a principios de los años 80, son muchos los
docentes de diferentes asignaturas y de distintas etapas y niveles educativos que han
empleado las destrezas de pensamiento para la enseñanza del contenido de sus materias.
Entre otras destrezas, en el TBL se trabajan destrezas de pensamiento creativo, analítico y
crítico aplicado a distintas situaciones académicas y vitales.
Desde la cuna en la que se materializó esta pedagogía, el Centro para la Enseñanza del
Pensamiento (The Center for Teaching Thinking, CTT) de la Universidad de Massachusetts
(Boston), se propuso el término “infusión” en el ámbito educativo. Dicho término sirve para
“describir la enseñanza en el aula que fusiona la enseñanza de técnicas para un pensamiento
eficaz con la enseñanza de los contenidos descritos en el currículo de forma específica”
(Swartz, 2019, p. 5).
¿Por qué necesitamos enseñar a pensar a nuestros estudiantes?
Existen diversas razones y motivos para incorporar las propuestas del Aprendizaje basado en el
Pensamiento a nuestra enseñanza. Así, el TBL aporta las siguientes ventajas:
1º- Mejora de la capacidad cognitiva superior, el pensamiento, frente al desarrollo exclusivo de
la capacidad cognitiva básica, la memoria. Entre otros, Yussuf (2017) presenta los resultados
favorables que obtuvieron los estudiantes de un aula en la que se implementó TBL: estos
estudiantes mostraron, especialmente, mayores habilidades de resolución de problemas, en
2. comparación con aquellos que fueron enseñados mediante un enfoque basado en la memoria
-a pesar de que se comprobó que en ambos métodos aumentan igualmente el conocimiento
de los estudiantes-.
2º- Aumenta la creatividad. El docente puede guiar explícitamente a los estudiantes no solo
con técnicas como la lluvia de ideas, sino proporcionando instrucciones para que de dos o más
ideas se obtenga otra nueva, o mostrando cómo crear metáforas originales. Swartz (2016, p.
10) defiende que “muchas pinturas (…) son metáforas complejas desarrolladas por personas
que se habían convertido en genios creativos (…), las semillas que se plantan en los jóvenes de
cinco años, si los maestros posteriores las cultivan bien, pueden darnos los Velásquez y los
Goyas del siglo XXI”.
3º- Capacita para la resolución de problemas en cualquier circunstancia de la vida. Al
desarrollar las destrezas de pensamiento conectadas con los contenidos curriculares, los
estudiantes adquieren recursos para que estas puedan aplicarse a su vida cotidiana.
4º- Previene de los errores de pensamiento que se fijan en nuestros esquemas mentales. Es
una falacia que todo el mundo sepa pensar correctamente. Pinedo, García & Cañas (2018, p.
5577) explican que “todas las personas piensan, pero no eficazmente. El pensamiento eficaz
necesita ser aprendido”.
Para entender la necesidad de esta enseñanza, basta con pensar en la propia experiencia y
darnos cuenta de que los siguientes errores de pensamiento los realizamos de manera
recurrente, como patrones fijos (Perkins & Swartz, 1991):
− Pensamiento apresurado: se toman decisiones de manera precipitada o se formulan ideas sin
apenas reflexionar o sin prestar la mínima atención.
− Pensamiento estrecho de miras: no se consideran las evidencias, los puntos de vista
diferentes, las opciones posibles; y el pensamiento se focaliza en un solo aspecto de la
realidad.
− Pensamiento vago: las ideas son poco claras y se formulan de manera ambigua, sin
especificaciones, sin planteamientos profundos.
− Pensamiento enmarañado: los pensamientos están desorganizados y no se concretan, sino
que se formulan de manera inconexa.
Ante estas carencias, se justifica la necesidad de desarrollar de manera explícita las estrategias
que permitan a nuestros estudiantes ser pensadores críticos, analíticos y creativos para que
resuelvan eficazmente las situaciones complejas de esta sociedad de la información.
¿Cómo aplicar el TBL en el currículo?
Los cuatro pasos importantes para implementar el método TBL son (Tajudin, Zamzamir &
Othman, 2019):
1º Detectar estrategias de pensamiento específicas en contextos reales.
3. En primer lugar, se deben reconocer las estrategias de pensamiento requeridas en un contexto
real. Esto significa que se debe desarrollar la capacidad de ser conscientes de estar utilizando
una estrategia de pensamiento para poder clasificarla y de etiquetarla.
2º Promover el uso de uno o más hábitos mentales concretos. En segundo lugar, se deben dar
herramientas a los estudiantes no solo para ser conscientes de las estrategias que se emplean,
sino para que las usen de manera que guíen y dirijan con efectividad su pensamiento.
3º Ofrecer orientación a los estudiantes para que piensen eficazmente sobre el propio
aprendizaje de contenidos. En este momento, nos solo se trata de tomar consciencia de que se
aprende, sino que se trata de orientar el pensamiento hacia lo que se quiere aprender; así, por
ejemplo, se toman las medidas que se creen necesarias para obtener los resultados deseados.
4º Alentar a los estudiantes para que reflexionen sobre su pensamiento de manera consciente.
¿Cómo hacer visible lo invisible?
Los organizadores visuales son esquemas verbales o gráficos que sirven para disponer nuestro
pensamiento para desarrollarlo eficazmente. Cada estrategia de pensamiento tiene sus
propios organizadores visuales. A continuación, puedes encontrar dichos organizadores en los
enlaces de la siguiente tabla, la cual presenta una clasificación de las estrategias según el tipo
de pensamiento que promueven:
Tipo de pensamiento Estrategias de pensamiento
Pensamiento creativo (Síntesis)TOMA DE DECISIONESRESOLUCIÓN DE PROBLEMAS
(http://organizadoresgraficos.com/grafico/analogia.php)
Entendimiento (Análisis) IDENTIFICACIÓN DE LAS PARTES Y DEL TODOCOMPARACIONES
Y CONTRASTES (http://www.organizadoresgraficos.com/grafico/triple-venn.php)
Pensamiento crítico (Evaluación) FORMULACIÓN DE PREDICCIONESEXPLICACIÓN DE
CAUSAS (http://www.organizadoresgraficos.com/grafico/fishbone.php)
¿Y cómo hacerlo visible en estas circunstancias de confinamiento?
La propuesta es sencilla: se trata de incluir las rutinas de pensamiento en las tareas que
solicitemos a nuestros estudiantes.
1º Pensar qué tipo de estrategias de pensamiento les estamos solicitando para llevar a cabo la
tarea requerida.
2º Podemos recurrir a vídeos o a textos que les aporten información sobre las mismas.
3º Les pediremos el organizador visual o gráfico para que su pensamiento quede visible en un
documento.
4º Les pediremos que reflexionen acerca de la ayuda que les ha proporcionado, o bien que
analicen cómo podrían mejorar la tarea concreta.
4. Este tiempo de confinamiento debe servirnos para la reflexión: ¿qué mejor manera de
fomentar ese hábito reflexivo en nuestros estudiantes que proporcionándoles herramientas
para que sea un pensamiento creativo, analítico y crítico válido?
Nueve principios básicos para enseñar a pensar
I. Por qué, cómo y dónde mejorar el pensamiento
II. Los organizadores del pensamiento
III. La infusión con el currículum académico
IV. Atención a las habilidades, procesos y disposiciones
V. La importancia de ser explícitos
VI. Atención a la metacognición
VII. Transferencia del aprendizaje
VIII. Construir un programa infusionado
IX. La Necesidad de Desarrollo Continuo del Personal
Autora: María Teresa Mateo Girona es Filóloga Hispánica e Inglesa y Doctora en Educación.
Docente de Didáctica de la Lengua en la UCM y en la UAM y Miembro del grupo de
investigación Didactext. Este artículo forma parte de un proyecto de aprendizaje-servicio
coordinado por el profesor Fernando Trujillo Sáez y Conecta13 dentro del Máster en
Innovación Educativa de la Universidad Carlos III, la Fundación Estudio y la Institución Libre
de Enseñanza.