1. Y ¡A por “chuches”!
o tendría dos o tres años. Estábamos en mi casa e íbamos a salir de
paseo. Mi padre y mi hermano se bajaron a la cochera y yo me quedé con
mi madre. Entonces mi madre me dijo: “bájate con el papá que yo voy en
seguida. Cuando mi madre llegó a la cochera le preguntó a mi padre que
donde estaba yo y mi padre le contestó: ¿no estaba contigo? Mi madre le
dijo que sí, pero que le había dicho que me bajara con él.
Entonces mi madre subió a la casa a buscarme, pero no me encontró.
Y mientras tanto mi padre vio a un amigo que pasaba por mi casa y le dijo:
¿Es tu hijo el que está en la puerta del kiosco de “La Sebas”?...
Menudo susto les di a mis padres. Pero todo acabó en eso, un susto.
Antonio Llorente
2. Viaje a la “mili”
D
ice mi padre que es una pena que ya no haya “mili”, porque a él le pasaron
muchas cosas graciosas. En su primer día, cuando se tenía que ir a
Valencia, lo tenía que hacer en tren. Éste salía de la estación de Murcia a
las ocho de la mañana, como no quería que se le hiciera tarde, a las siete y
media ya estaba allí. Había unos cien reclutas y sobre las siete y media
llegó el tren, pero lo hizo en sentido contrario por lo que mi padre, muy
seguro, pensó que ese no era, aunque vio que todos los reclutas que
estaban esperando se montaban en él. A los veinte minutos de quedarse
solo comenzó a dudar y cuando faltaban sólo unos minutos preguntó y
tuvo que correr por las vías para que no se le escapara y llegó por los
pelos. La cuestión fue que nunca se había montado en tren y no sabía que
tenía dos locomotoras, por lo que lo vio llegar en sentido a Cartagena,
pero cuando salió de la estación lo hizo en sentido contrario, sin tener
que dar la vuelta.
Dice mi padre que en la mili se aprendían muchas cosas…
Ana Agudo
3. El baño de mi amiga
C
uando vivía en Mallorca, tenía una vecina, dos años mayor que yo, que
siempre me pagaba, ella tenía cinco años y yo tres. Una noche que íbamos
a cenar, todos muy guapos, estábamos cerca de la piscina esperando a las
mamás y entonces llego el momento de mi “venganza”.
Estuve esperando hasta que vi como se acercaba al borde de la
piscina y, justo en ese momento, le pegué un empujón y cayó vestida y con
zapatos.
Esa fue mi venganza.
Esto pasó de verdad
David Hernández
4. La silla y mi padre
M
i padre cuando era pequeño, es decir cuando era de mi edad más o menos,
metió la cabeza en el hueco de la silla de la clase y no podía sacarla
porque era un poco cabezón. Tuvieron que llamar a los bomberos para
desarmar la silla y poder sacar la cabeza. Eso ocurrió en el colegio Pérez
Villanueva y Gregorio lo presenció.
Hipólito Gómez
5. Mi padre y sus amigos
C
uando mi padre era pequeño se fue un día con sus amigos a “saltar
ribazos”. Este juego consistía en que cuando labraban la tierra, ésta se
quedaba blanda y desde lo alto se lanzaban y se tiraban sobre ella.
Cuando se cansaron de jugar y saltar decidieron irse a sus casas pero
entonces un amigo vio un bancal de habas y dijo: ¡habas! Y todos fueron a
coger habas, cuando se hartaron de comer, uno de los amigos empezó a
dar patadas a las matas y todos lo imitaron. Destrozaron muchas y seguro
que el dueño se quedaría de piedra cuando viera lo que había pasado.
…Por cierto no los “pillaron”.
Daniel Martínez
6. Mi padre y el casco
U
n día mi padre estaba trabajando en una obra. Como él es carpintero
necesitaba llevar un casco, para no golpearse en la cabeza. Cuando
terminó de trabajar se montó en el coche con sus amigos.
Ellos no paraban de reírse y entonces fue cuando se dio cuenta que,
aún, llevaba puesto el casco.
Juande Valero
7. Jugando en el cuarto de baño
E
stábamos en Calasparra mi hermano y yo. Jugábamos en el cuarto de
baño y cerré la puerta con el pestillo, teníamos dos años, y cuando mi
madre se dio cuenta, llevábamos dentro un buen rato. Ella, empezó a
llamar a la puerta y a dar golpes. Nosotros estábamos dentro jugando.
Luego vino mi tío Juan y mi tía Lola. Mi tío cogió las herramientas para
desarmar la puerta y mientras mi tía nos decía: dale al “llavo” (el llavo era
el pestillo) y nosotros jugando y dando saltos. Mis tíos y mi madre
estaban preocupadísimos, hasta que al final, abrí la puerta.
Jaime Martínez
8. El gran susto de mi madre
C
uando tenía 18 meses estaba jugando con mi hermano en la terraza y mi
madre estaba en la cocina preparando la comida, entonces vi una lagartija
y la cogí con la mano y fui a la cocina a enseñársela a mi madre. Pero en
cuanto me vio con el “bicho” en la mano, cerró de un golpe la puerta y
empezó a “chillar” como una loca, hasta que la solté.
Sergio Martínez
9. Las vírgenes
T
enía dos años y me madre me enseñó a decir “Iaaa Igen e la Ieves”, que
quiere decir: “Viva la Virgen de las Nieves”.
Y cuando fueron las fiestas del Escobar dije: ¡Viva la Virgen de las
Nieves! Y todas las personas aplaudieron y se rieron.
A los pocos días fui a Asturias y fuimos al Santuario de Covadonga.
En la cueva, había mucha gente y una cola muy larga, larguísima, y cuando
más silencio había yo grité: ¡Viva la Virgen de las Nieves! ¡Viva la Virgen
de las Nieves! Y todo el mundo se rió y me dijeron que esa no era la
Virgen de las Nieves que era la Virgen de Covadonga. Un cura que había
allí se puso muy serio y mi madre me sacó corriendo de allí, roja como un
tomate, de la vergüenza que le dio.
Antonio del Amor
10. Hacer cosquillas tiene sus peligros
Y
o tendría unos dos o tres años de edad, y estaba jugando en el comedor
de mi casa, con mi madre y mi tía “Avi”.
De pronto mi tía empezó a hacerme cosquillas, con las dos manos por
todo el cuerpo y yo no podía parar de reírme a carcajadas y entonces
sucedió algo inesperado; como hacía poco tiempo que había merendado
eché toda la merienda encima de mi tía y tuvo que lavarse toda la cara y
además los ojos le escocían mucho, mucho y los tuvo irritados durante un
buen rato.
No le quedaron ganas de volver a hacerme cosquillas, o eso creo.
Álvaro Marín
Besos peligrosos
11. U
n día, cuando era pequeño, mi madre me iba a dar un beso, pero como yo
estaba jugando agaché la cabeza y en ese mismo momento, su cabeza
chocó contra la mía y del golpe tan fuerte que se dio, le salió un moratón
en la boca y estuvo con él más de una semana.
Pero no se enfadó conmigo y con el moratón y todo me siguió dando
besos.
Daniel Arnau
Las travesuras de mi perro
U
12. n día fui a pasear con mi tío y me llevé a mi perro. Mi tío tuvo que ir al
banco y yo entré con él. Entonces mi perro, que yo creía que estaba
sentado, empezó a hacer pis en mi pie. Cuando mi tío se dio cuenta de lo
que estaba pasando empezó a reírse y no paraba de reírse y mientras
tanto mi perro seguía haciéndose pis en mi zapato.
Claudia Garrido
M¡ madre y las olas
E
13. sto sucedió un día que mi madre fue a la playa cuando tenía seis años.
Como ella se creía que ya sabía nadar se quitó el flotador y empezó a
nadar junto a su madre, pero entonces se formó un remolino en el agua y
casi se ahogan las dos. Entonces mi abuela se puso a gritar y a mi madre
la cogió su hermana y a mi abuela un socorrista y no les pasó nada. Pero
desde entonces mi madre siempre que iba a bañarse a la playa se ponía el
flotador y no se lo quitaba nunca.
Laura Espín
La corriente de la playa
U
14. na tarde durante las vacaciones de verano mi hermana se estaba bañando
en la playa, de pronto una ola se llevó una de sus chanclas y la corriente la
arrastró, llevándosela lejos.
Mi hermana intentó cogerla y se le soltó un manguito, que también lo
arrastró la corriente. Después ella se detuvo en el agua y lloraba tanto
que no se dio cuenta de que también a ella se la llevaba la corriente y la
iba alejando cada vez más.
Al final mi madre se tuvo que tirar al agua a rescatarla y todo quedó
en un buen susto.
Patricia Robles
Una noche accidentada
15. U
na noche de verano, yo tendría unos cuatro o cinco años, como hacía
mucho calor tuve la idea de quitarme toda la ropa, entonces empecé a dar
vueltas en la cama y tantas vueltas di que al final me caí al suelo y allí
estuve un rato hasta que noté que estaba el suelo muy helado y me volví a
meter en la cama.
Al poco rato empecé a dar vueltas, otra vez en la cama, y volví a
caerme, pero esta vez di con la cabeza y a pesar del golpe no me di
cuenta de nada, hasta que a la mañana siguiente me miré en el espejo y vi
un chichón en mi frente.
Esa fue la señal de una noche accidentada.
José Ruiz
Un susto
16. U
n día mi madre y mi abuela se fueron, con mi padre, de compras a la
tienda. Yo me quedé sola en mi casa, bueno también estaba mi hermano.
Empezamos a jugar y a saltar y entonces, sin darme cuenta, le di un golpe
a mi hermano y como era muy pequeño empezó a llorar y yo me asusté
mucho porque pensaba que mis padres me iban a pegar. Cuando llegaron
mis padres, mi hermano ya no lloraba y no se enteraron de nada, pero yo
sí estuve mucho rato asustada pensando en que me la iba a cargar. Pero
todo terminó bien.
Yura Todorova
Mi prima, el cruasán y yo
17. F
ui un día a la casa de mi prima y estábamos comiendo cruasán y mi prima
se fue a la cocina con su amiga y allí, sin que yo las viera, cogieron y le
echaron pimienta y me lo dieron. Cuando le di el primer bocado lo tuve
que tirar porque picaba tanto que la lengua se me puso roja y tuve que
beber mucha agua para quitarme el picor que tenía. Me enfadé mucho con
ellas.
Cristóbal Pérez
Una equivocación
18. U
n día fuimos mis padres y yo al aquapark, que es un parque acuático, y
estaba esperando en la cola del tobogán, para lanzarme y de repente llegó
un hombre muy preocupado porque no encontraba a su hijo y como yo me
parecía mucho a su hijo, el pobre hombre me confundió con él y me dio un
guantazo enorme y cuando se dio cuenta, me pidió mil disculpas, pero el
guantazo me lo quedé.
Alejandro Lorencio
Mis vacaciones más divertidas
E
19. l año pasado estuvimos de vacaciones en Roquetas de Mar, en un
hotel super chulo, el único problema que tenía era que para entrar
había una puerta giratoria y mi tía cada vez que teníamos que
entrar o salir se quedaba dando vueltas en la puerta y no había
manera de sacarla y todos nos reíamos mucho de verla allí dando
vueltas sin parar.
Mª José Pérez
La envidia de mi hermana
U
20. n día mi madre me compró unos pantalones y a mi hermana le dio mucha
envidia, porque a ella no le había comprado nada, y cuando me los puse ella
empezó a pegarme y yo me puse a llorar y fui a contárselo a mi madre.
Entonces ella me dijo que no le hiciera caso porque era más pequeña. Yo
me enfadé mucho y estuve peleada con ella durante un rato, pero al final
empezó a darme besos y yo la perdoné.
Asenova Radka
Un susto en la piscina
U
21. n día de verano, siendo yo muy pequeño, estábamos en el Club Molino
Chico y mi madre y yo estábamos en la piscina.
Mi madre se salió porque la llamaron un momento y entonces yo, que
estaba en la orilla, me resbalé y me caí al agua y menos mal que había
gente y me secaron muy deprisa, porque si no me ahogo. Mi madre se llevó
un buen susto y yo también, pero como era muy pequeño no me acuerdo.
Juan Carlos Puerta
Una broma pesada
U
22. n día mi padre cogió el mechero de su padre y se lo metió en el bolsillo y
se fue con mi madre al mercado, y como era muy travieso, cuando estaba
en un puesto del mercado lo encendió y lo acercó a la cabeza de una
señora y le empezó a arder el pelo, menos mal que su madre, mi abuela, se
lo apagó rápidamente, pero a la pobre señora se le quedó el pelo
“chuscarrado”.
David Sánchez