El documento describe cómo la escuela se ha vuelto una institución aislada de otras instituciones socializadoras e incluso en contradicción con ellas. Antes, la escuela, la familia, la iglesia y los medios de comunicación se apoyaban mutuamente en transmitir valores, pero ahora cada una funciona con lógicas diferentes e incluso contradictorias. Como resultado, los valores y enseñanzas de la escuela parecen no aplicarse a la vida real fuera de ella.
2. Nos presenta un lugar donde los tiempos están perfectamente pautados, lo mismo que los espacios: ahora es el momento de jugar, no antes ni después, y se ha de hacer aquí, no en otro sitio. Un lugar donde la norma es la convivencia pacífica, ordenada, respetuosa: no se admite la imposición por la fuerza de unos sobre otros, se practica el diálogo, se comparten los objetos de juego y se funciona desde la igualdad.
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4. Si pensamos que esos mismos niños y niñas viven fuera de la escuela, en el seno de sus familias, en las calles de nuestras ciudades y pueblos, en las cada vez más prolongadas y solitarias sesiones ante el televisor o las consolas de videojuegos. No es de extrañar que todas esas cosas que la escuela enseña sean sólo eso: cosas que tienen su lugar en el espacio escolar, pero no fuera de él. Cosas que nada tienen que ver con la vida real. Lo que ha ocurrido es que se ha roto la fuerza que existía entre las grandes instituciones socializadoras: familia, escuela, iglesia, medios de comunicación, trabajo y el grupo de amigos. Hasta hace unos años todas esas instituciones se apoyaban mutuamente: hoy cada una funciona movida por lógicas distintas y hasta contradictorias.
5. Hay violencia en la escuela como la hay en la sociedad, hay víctimas en la escuela, y victimarios, como los hay en cualquier otro ámbito de la sociedad. Pero algo ha cambiado. Antaño la escuela no era el lugar raro que es hoy. El diálogo se ha roto y la escuela se ha quedado sola. Han fallado las alarmas. Tal vez porque cada uno de nosotros se preocupa sólo por cumplir nuestra tarea. Irresponsabilidad organizada. Fallan las alarmas, y porque fallan se multiplican las sanciones que nada reparan, los controles que nada evitan y las seguridades que nada aseguran. IMANOL ZUBERO – Diario El Pais España.(fragmento)