1. Basura tecnológica
Un reportaje de Chris Carroll titulado “Basura tecnológica”,
recientemente publicado por la revista Nacional Geographic, narra con
claridad y agudeza esta realidad que los países avanzados prefieren
ignorar: la industria mundial produce con asombrosa rapidez una
cantidad inimaginable de aparatos electrónicos y los consumidores de
los países desarrollados son aún más veloces cuando de reemplazarlos
se trata… Pero el mundo, como sistema, no ha sido capaz de encontrar
la manera para reutilizar toda esta basura tecnológica, o, al menos,
para hacerla que ocasione el menor daño ambiental posible.
Los números hablan por sí solos. Más de un millón 700 mil toneladas de
electrónicos se desechan cada año en los Estados Unidos. Según
cifras de la ONU citadas en este artículo, a nivel mundial esta cifra
superaría los 45 millones de toneladas anuales. En Estados Unidos se
ha optado por dejar que el mercado se autorregule y apenas se premia
con un sello de aprobación los productos verdes.
Sin importar lo que digan sus leyes, la cual llega generalmente a países
asiáticos o africanos donde los materiales comercialmente útiles son
recuperados sin ninguna protección.
Estos sistemas de recolección tienen que ser sencillos para el
consumidor que quiere desechar un producto de este tipo, porque de
lo contrario no se puede criticar a quien opte por simplemente tirarlo
al basurero.
La minera urbana
Rescatar estos metales es lo que se denomina minería urbana, un
negocio cada vez más rentable, debido al valor que están alcanzando
estos metales. La mayoría de elementos recuperados se reutilizan en
nuevos componentes electrónicos, pero otros como el oro o la plata se
funden para ser vendidos como lingotes.