Este documento discute la importancia de enseñar tanto los derechos como las responsabilidades de los niños y adolescentes. Argumenta que enseñar solo los derechos no es suficiente y que el verdadero desafío es enseñar ambos conceptos de manera integral. También examina cómo la inclusión, la no discriminación y la igualdad de derechos a veces sufren en los sistemas educativos debido a problemas arraigados en la formación de los maestros y las ideologías ocultas que gobiernan algunas escuelas. Finalmente
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Enseñamos solo derechos y no enseñamos responsabilidades
1. ¿Enseñamos solo derechos y no enseñamos responsabilidades?
Siguiendo a Freire: “…En este sentido, enseñar el y desde enfoque integral de derechos a niñas, niños y
adolescentes, no implica enseñarles que no tienen responsabilidades, justamente, todo lo contrario. El gran
desafío es enseñar las responsabilidades…” Realmente nos preguntamos: ¿Qué implicancias en el campo de
la educación y prácticas pedagógicas tiene esta nueva visión? ¿Que implica enseñar desde el enfoque integral
de derechos en la escuela? ¿Qué es el Sistema de Protección integral? Y…la escuela ¿dónde se ubica en este
sistema? Es indudable que muchos de nosotros no logramos traducir lo aprendido (conste que no digo
aprehendido) en nuestra práctica diaria, por varias razones: Puede ser que recibamos ejemplos no muy claros
o tergiversados (por aquello del currículum oculto, en sus aspectos negativos), o, puede ser que consideremos,
que no se puede hacer nada (como ya expliqué anteriormente) e igualmente, pueden existir conexiones
ideológicas o religiosas que evitan que realicemos nuestra práctica, con normalidad, con objetividad, con
deseos de aprender, para aprehender. Ver más en http://www.csicsif.es/andalucia/modules/mod_ense/revista/pdf/Numero_14/BEATRIZ_CARRILLO_2.pdf
En el campo de la educación la inclusión, la no discriminación, la igualdad de derechos y obligaciones, sin
desconocer el derecho a ser diferentes, manteniendo la individualidad, sufre de problemas de arraigo en la
formación de los formadores, que se continúan durante toda la carrera docente y se traduce en jerarquías
administrativas que llevan la impronta de una escuela elitista, o, religiosa, o, ideológica (de cualquier
ideología). Pero lo anterior no nos permite olvidar, que también existen leyes nacionales que penalizan
ideologías extremas, como los fascismos (en especial el conocido nazismo), pero se observa en la charla
cotidiana, o, no tan cotidiana a pares (con o sin jerarquía), que explícitamente dicen querer algo de esas
posturas penalizadas por la ley (incluido su sola mención). En la práctica y en apariencia existe y se mantiene
la libertad de cátedra, pero, por lo ya explicado, es muy posible que esa práctica se torne dificultosa por
imperio del currículum oculto que gobierna algunas de nuestras escuelas, basado en poderes nunca lo
suficientemente claros, porque se oponen a la Ley, como ya se explicó en estas líneas. El considerar al otro,
como un ser humano, común y corriente como uno, implica, en la relación con los alumnos el respeto por las
individualidades desde una mirada integral e integradora o igualadora en cuanto a la capacidad de aprender,
para aprehender del mismo docente. Es una verdad de Perogrullo, que la maestría se logra, con la práctica.
Pero también es evidente, que la escuela no logra asimilar el enfoque integral de derechos y tiene muchas
dificultades, para reconocerse, como parte del Sistema de Protección Integral, por lo ya dicho de las
ideologías prohibidas, por las leyes de derechos humanos, no solo en nuestro país, sino en buena parte del
mundo.
Es lamentable, que algunas personas digan “en broma”, que tienen posturas de ideologías prohibidas, frente a
determinadas actitudes de otros, o, frente a costumbres de alumnos o profesores, porque esa manera de
“bromear” también es ilegal. Y ello tiene que ver con las capacidades coercitivas del mismo Estado, porque
esas prácticas empañan la elaboración de una genuina capacidad de reelaborar el currículum oculto, para
transformarlo en positivo, no solo en la relación docente-alumno, sino como parte de la política general
escolar. Lejos quedan, frente a la voluntad censora, de algunos, las posibilidades de transformar nuestra casa
en inclusiva. Solo la posibilidad de lograr un genuino cogobierno educativo integral e integrador, nos
mantiene al frente de los cursos a los que bregamos por el respeto integral a los tratados internacionales, sobre
derechos humanos en general y en particular con el derecho a expresarse y ser escuchado de los niños (que en
muchos de los casos no es respetado con adultos) pero no se observa, salvando este tipo de cursos, que exista
una voluntad política firme, que permita trabajar esta temática sin bromas, por no decir con la seriedad que el
tema merece y, por ello, se dificulta la posibilidad de corregir actitudes discriminadoras de niños, con otros
niños que no visten, no cultivan los mismos valores, religiones o costumbres étnicas, que la mayoría en el
común de nuestros cursos, que, generalmente, se comportan, como no corrientes, por imperio de los ejemplos
negativos, que vienen de la mano del currículum oculto negativo.