La catedral de León es descrita como una "Jerusalén celestial" que transporta a los visitantes al cielo a través de cinco puntos clave: la fachada dedicada a la Virgen Blanca, la vida social como centro académico y de apelaciones, las vidrieras que representan los niveles natural, social y eclesial, el altar como mesa de fiesta asociada con San Froilán y el Rey Ordoño II, y el topo misterioso bajo tierra.