Durante los siglos XV y XVI, los europeos intensificaron su expansión a nuevos territorios más allá de Europa. Esto se debió principalmente a la búsqueda de metales preciosos, productos exóticos y nuevas rutas comerciales, así como al deseo de cristianizar otras regiones. España y Portugal lideraron esta expansión gracias a su posición geográfica, marinos experimentados y apoyo estatal. Los portugueses exploraron la costa de África, mientras que los españoles descubrieron nuevas rutas hacia Asia