Sonetos del Renacimiento y Barroco sobre la belleza fugaz
1. Del Renacimiento al Barroco
SONETO XXIII
En tanto que de rosa y d´azucena
se muestre la color en vuestro gesto,
y que vuestro mirar ardiente, honesto,
con clara luz la tempestad serena;
y en tanto que´l cabello, que´n la vena
del oro s´escogió, con vuelo presto
por el hermoso cuello blanco, enhiesto,
el viento mueve, esparce y desordena:
coged de vuestra alegre primavera
el dulce fruto antes que´l tiempo airado
cubra de nieve la hermosa cumbre.
Marchitará la rosa el viento helado,
todo lo mudará la edad ligera
por no hacer mudanza en su costumbre.
Garcilaso de la Vega ( 1501-1536 )
POEMA I
Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido al sol relumbra en vano,
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;
mientras a cada labio, por cogello
siguen más ojos que al clavel temprano,
y mientras triunfa con desdén lozano
de el luciente cristal tu gentil cuello;
goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada
oro, lilio, clavel, cristal luciente,
no sólo en plata o viola troncada
se vuelva, más tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.
Luis de Góngora ( 1561-1627)
POEMA II
En tanto que el cabello
resplandeciente y bello,
luce en tu altiva frente
de cristal transparente,
y en tu blanca mejilla
la púrpura que brilla,
la púrpura que al labio
no quiso hacerle agravio,
goza tu abril, Drusila,
en esta edad tranquila;
coge, coge tu rosa,
muchacha desdeñosa,
antes que menos viva
vejez te lo prohiba.
Porque si te rodea
y en ti horror emplea,
quizá lo hará la suerte
que llegues a no verte
por no verte tan fea.
E. Manuel de Villegas ( 1589-1669)
POEMA III
Antes que el cierzo de la edad ligera
seque la rosa que en tus labios crece,
y el blanco de ese rostro, que parece
cándidos grumos de lavada cera,
estima la esmaltada primavera,
Laura gentil, que en tu beldad florece,
que con el tiempo se ama y aborrece,
y huirá de tí quien a tu puerta espera.
No te detengas en pensar que vives,
oh Laura, que en tocarte y componerte
se entrará la vejez sin que la llames.
Estima un medio honesto, y no te esquives;
que no ha de amarte quien viniera a verte,
Laura, cuando a tí misma te desames.
Lope de Vega (1562-1635)
POEMA IV
Yo os quiero confesar, don Juan, primero:
que aquel blanco y color de doña Elvira
no tiene de ella más, si bien se mira,
que el haberle costado su dinero.
Pero tras eso confesaros quiero
que es tanta la beldad de su mentira
que en vano a competir con ella aspira
belleza igual de rostro verdadero.
Más, ¿qué mucho que yo perdido ande
por un engaño tal, pues que sabemos
que nos engaña así Naturaleza?
Porque ese cielo azul que todos vemos
ni es cielo ni es azul: ¡Lástima grande
que no sea verdad tanta belleza!
B. Leonardo de Aregensola (1562-1631)
POEMA V
Esta cabeza, cuando viva, tuvo
sobre la arquitectura de estos huesos
carne y cabellos, por quien fueron presos
los ojos que mirándola detuvo.
Aquí la rosa de la boca estuvo
marchita ya con tan helados besos;
aquí los ojos, de esmeralda impresos,
color que tantas almas entretuvo;
aquí la estimativa, en quien tenía
el principio de todo movimiento;
aquí de las potencias la armonía.
¡Oh hermosura mortal, cometa al viento!
Donde tan alta presunción vivía
desprecian los gusanos aposento.
Lope de Vega (1562-1635)