La teoría de la evolución explica cómo las especies cambian a lo largo de generaciones a través de los procesos de variación y selección natural. Jean Baptiste Lamarck fue pionero al proponer que los caracteres adquiridos por los individuos podían transmitirse, mientras que Charles Darwin desarrolló la teoría de la selección natural y cómo esta conduce a la evolución de las especies. En el siglo XX, la síntesis evolutiva moderna integró la genética de poblaciones y otros campos para establecer la teoría ne
1. TEORIA DE LA EVOLUCION
La evolución es el proceso por el que una especie cambia con el de las
generaciones. Dado que se lleva a cabo de manera muy lenta han de
sucederse muchas generaciones antes de que empiece a hacerse
evidente alguna variación.
Desde la antigüedad, el modo de originarse la vida y la aparición de la
gran variedad de organismos conocidos, constituyó un misterio que,
despertó curiosidad de los científicos.
Sin embargo, las supersticiones, los prejuicios, los dogmas religiosos y
las teorías que se aventuraban debido a la imposibilidad de probarlas
con el nivel de conocimiento de aquellas épocas, hicieron que la cuestión
quedara a menudo en el olvido o que, simplemente, se aceptara la
imposibilidad de averiguar los orígenes.
No fue hasta épocas relativamente recientes cuando el hombre pudo
finalmente abordar esta cuestión con unos criterios fiables y unos
conocimientos científicos suficientes para demostrar sus hipótesis.
Es así como podemos afirmar, que antes del siglo XIX existieron
diversas hipótesis que intentaban explicar justamente esta cuestión, “el
origen de la vida sobre la Tierra”. Las teorías creacionistas que hacían
referencia a un hecho puntual de la creación divina
Su abuelo –Erasmo Darwin- quien aportó las primeras muestras de
interés científico por estos temas. No obstante, quien fue precursor de
una corriente de pensamiento sobre el estudio de la evolución de los
seres vivos, es Jean Baptiste de Monet, caballero de Lamarck (1744-
1829).
Su tesis fundamental es la transmisión de los caracteres adquiridos
como origen de la evolución (es decir, que las características que un
individuo adquiere en su interacción con el medio se transmiten después
a su descendencia); denominada este principio como Lamarckismo. La
causa de las modificaciones de dichos caracteres se encuentra en el uso
o no de los diversos órganos, tesis que se resume en la siguiente frase:
«La función crea el órgano». Lamarck resume sus ideas en Filosofía
zoológica (1809), el primer trabajo científico donde se expone de
manera clara y razonada una teoría sobre la evolución. Así, por ejemplo,
los lamarckistas explicaban la aparición del cuello largo en las jirafas
como un proceso paulatino de adaptación de un animal a ir comiendo
2. hojas situadas cada vez más altas. Lo que supondría que sus hijos
heredarían un cuello más largo aún.
La diversidad observada durante esos veinte años siguientes se intentó
explicar de manera coherente mediante la formulación de los datos
obtenidos. Una de las etapas que más influyó en él fue su paso por las
islas Galápagos, donde encontró 14 subespecies distintas de pinzones,
que se diferencian únicamente en la forma del pico. Es decir, que cada
una de ellas, estaba adaptada a un tipo de alimentación y vivía en un
hábitat diferente en las diversas islas.
Desarrollo de la teoría de la evolución
A finales del siglo XIX, el llamado neodarvinismo primitivo, que se basa
en el principio de la selección natural como base de la evolución,
encuentra en el biólogo alemán A. Weismann uno de sus principales
exponentes. Esta hipótesis admite que las variaciones sobre las que
actúa la selección se transmiten según las teorías de la herencia
enunciadas por Mendel, elemento que no pudo ser resuelto Darwin,
pues en su época aún no se conocían las ideas del religioso austriaco.
Durante el siglo XX, desde 1930 a 1950, se desarrolla la teoría
neodarwinista moderna o teoría sintética,: denominada así porque surge
a partir de la fusión de tres disciplinas diferentes: la genética, la
sistemática y la paleontología. La creación de esta corriente viene
marcada por la aparición de tres obra.
La primera, relativa a los aspectos genéticos de la herencia, es Genetics
and the origin of species (1937). Su autor, T. H. Dobzhansky, plantea
que las variaciones genéticas implicadas en la evolución son
esencialmente mínimas y heredables, de acuerdo con las teorías de
Mendel.
El cambio que se introduce, y que coincide posteriormente con las
aportaciones de otras disciplinas científicas, es a consideración de los
seres vivos no como formas aisladas, sino como partícipes de una
población. Esto implica entender los cambios como frecuencia génica de
los alelos que determinan un carácter concreto. Si esta frecuencia es
muy alta en lo que se refiere a la población, esto puede suponer la
creación de una nueva especie.
3. Más adelante, E. Mayr desarrollará en sus obras Systematics and the
origin of the species (1942) y Animal species evolution (1963) dos
conceptos muy importantes: por un lado, el concepto biológico de
especie; por otra parte, Mayr plantea que la variación geográfica y las
condiciones ambientales pueden llevar a la formación de nuevas
especies. De este modo, se pueden originar dos especies distintas como
consecuencia del aislamiento geográfico, o lo que es lo mismo, dando
lugar, cuando intentamos el cruzamiento de dos individuos de cada una
de estas poblaciones, a un descendiente no fértil. Atendiendo a las
condiciones ambientales, en consonancia con las ideas de Dobzhansky.,
la selección actuaría conservando los alelos mejor adaptados a estas
condiciones y eliminando los menos adaptados. En 1944 el paleontólogo
G. G. Simpson publica la tercera obra clave para poder comprender esta
corriente de pensamiento: en Tempo and mode in evolution establece la
unión entre la paleontología y la genética de poblaciones.
Durante la segunda mitad del siglo XX se han planteado dos tendencias
fundamentales, la denominada innovadora y el darvinismo conservador.
La primera de ellas, cuyo máximo exponente es M. Kimura, propone una
teoría llamada neutralista, que resta importancia al papel de la selección
natural en la evolución, dejando paso al azar. Por su parte, el
neodarvinismo conservador, representado por E. O. Wilson, R. Dawkins
y R. L Trivers, queda sustentada en el concepto de «gen egoísta»;
según esta hipótesis, todo ocurre en la evolución como si cada gen
tuviera por finalidad propagarse en la población. Por tanto, la
competición no se produce entre individuos, sino entre los aletos rivales.
Así, los animales y las plantas serían simplemente estrategias de
supervivencia para los genes.