Un sapo amargado asustaba a los otros animales que querían beber del estanque donde vivía para que él pudiera tenerlo solo. Cuando el estanque se secó en el verano, el sapo tuvo sed y encontró otro estanque habitado por los mismos animales, pero ellos lo recibieron con amabilidad a pesar de lo que les había hecho, enseñándole que es mejor compartir.