El documento contrasta la publicidad y la propaganda, señalando que comparten mecanismos técnicos similares como ofrecer beneficios de forma persuasiva. Sin embargo, la publicidad promueve bienes y servicios para un mercado de consumidores, mientras que la propaganda lo hace para un mercado político. Ambas usan la persuasión y la disuasión, apelando tanto a lo racional como a las emociones para influir en las decisiones de los receptores.