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HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN 
Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. 
Obstetricia integral 
Siglo XXI 
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HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. 
Siglo XXI La hemorragia de la segunda mitad de la gestación, o hemorragia 
Obstetricia integral 
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anteparto, se define como el sangrado del tracto genital en la se-gunda 
mitad de la gestación, pero antes del nacimiento fetal. Es causa 
importante de mortalidad perinatal y morbilidad materna y se presen-ta 
en el 3,5% de todos los embarazos. La principal causa es el abrupcio 
de placenta seguido por la placenta previa, la vasa previa y la ruptura 
uterina. Sin embargo, en aproximadamente el 50% de los casos de he-morragia 
anteparto, la etiología no se conoce (1,2). 
ABRUPCIO PLACENTAe 
Definición 
Se define como la separación prematura de la placenta normoinserta 
de la pared uterina (decidua basalis), en forma parcial o completa, an-tes 
del nacimiento del feto. Este fenómeno también recibe el nombre 
de ablatio placentae o hemorragia accidental, para diferenciarlo de la 
hemorragia producida por las placentas previa y marginal (anormal-mente 
insertadas) (1-5). 
Epidemiología 
El abrupcio de placenta es la principal causa de hemorragia anteparto 
(30-35%). Se presenta en 0,4 a 1,3% de todos los embarazos y un riesgo 
asociado de muerte perinatal de 10 a 30%. Aproximadamente el 50% 
de los casos de Abrupcio placentae ocurren antes de las 36 semanas 
de gestación, traduciéndose en peores resultados fetales por la pre-maturez. 
Cerca de la mitad de muertes perinatales ocurren in útero 
(1-3,5,6). 
Fisiopatología 
La causa precisa de abrupcio no se conoce. El Abrupcio placentae ini-cia 
con la aparición de hemorragia dentro de la decidua basalis, for-mación 
de hematoma, incremento de la presión hidrostática y final-mente 
separación de la placenta subyacente. El hematoma puede ser 
pequeño y autolimitado, sin mayores consecuencias para el embarazo, 
o progresar hasta disecar las capas deciduales. Una vez se inicia el des-prendimiento 
de la placenta las fibras miometriales, como en el alum-bramiento 
normal, se contraen para intentar controlar la hemorragia, 
pero la presencia de las partes fetales impide la hemostasia y acentúa el 
desprendimiento, produciendo dolor intenso, hipertonía y taquisisto-lia, 
que empeoran la hipoxia fetal. 
Como la placenta se separa, la suplencia de oxígeno hacia el feto se 
interrumpe rápidamente, se produce hipoxemia, acidosis y, en casos 
extremos, muerte fetal. En la madre los principales problemas repor-tados 
son falla renal por choque hipovolémico, coagulopatía de con-sumo 
y trombocitopenia. El coágulo retroplacentario desencadena la 
formación de productos de degradación de fibrina y dímero D que 
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se depositan en los vasos pequeños de los diferentes órganos y sis-temas 
causando isquemia. La hipoxia tisular asociada a la hemólisis 
microangiopática produce la mayoría de complicaciones de la coagu-lación 
intravascular diseminada, tales como falla renal, hipoperfusión 
pulmonar, hemorragia posparto, necrosis pituitaria posparto y diátesis 
hemorrágica (2,7,8). 
Se han propuesto dos mecanismos potenciales para el Abrupcio pla-centae, 
uno relacionado con inflamación aguda y otro con inflamación 
crónica o secundaria a disfunción vascular. El proceso inflamatorio 
está mediado por citoquinas tales como interleuquina -1 y el factor 
de necrosis tumoral, productores de metaloproteinasas, que causan 
destrucción de la matriz extracelular, daño de las interacciones entre 
células y finalmente desprendimiento prematuro de placenta. Algunos 
autores sugieren que la inflamación aguda es el mecanismo dominante 
en el Abrupcio placentae pretérmino, mientras que la inflamación cró-nica 
y la vasculopatía los son para abrupcios a través de la gestación (2). 
Factores de riesgo 
Existen varios factores de riesgo que se han asociado con el abrupcio 
placentario en forma significativa (Tabla 1) (9). 
Si ambos padres fuman, el riesgo de abrupcio placentario es de 4,8 
(IC 95% 2,2-10). El mecanismo propuesto es por reducción del flujo 
sanguíneo en la unidad feto-placentaria y alteración en la producción 
de prostaciclina secundario a necrosis decidual de los márgenes de la 
placenta, microinfartos placentarios, cambios fibrinoides o ateroma-tosos 
y presencia de hipovascularidad con atrofia de las vellosidades 
placentarias (9). 
El riesgo de abrupcio aumenta más de 2 veces en pacientes con hiper-tensión 
crónica (RR 2,4; IC 95% 2,3-2,5), se aumenta 4 veces si además 
se asocia a restricción de crecimiento intrauterino (RR 3,8; IC 95% 
3,6-4,1), casi 8 veces cuando se asocia a hipertensión inducida por el 
embarazo (RR 7,7; IC 95% 6,6-8,9) y, cuando se encuentran las tres en-tidades 
(hipertensión crónica, hipertensión inducida por el embarazo 
y restricción del crecimiento intrauterino) el riesgo se aumenta 9 veces 
(RR 9,0; IC 95% 7,2-11,3) (10). Los casos más graves de abrupcio que 
comprometen la vida fetal se relacionan con hipertensión (crónica o 
inducida por el embarazo) hasta en el 50% de los casos (11). Sin em-bargo, 
la gravedad de la preeclampsia no se relaciona con la incidencia 
de abrupcio (12). 
Las mujeres con antecedente de pérdida fetal en el segundo trimestre, 
y aquellas que sufren pérdidas fetales repetidas, tienen un riesgo 3 ve-ces 
mayor de Abrupcio placentae. Otros factores que se asocian con 
elevación del riesgo hasta en 3 veces son: restricción del crecimiento 
intrauterino, historia familiar de tromboembolismo venoso y emba-razo 
múltiple (5,9-6,5 por 1.000 partos simples frente a 12,2 por 1.000 
partos múltiples) (5,6). Se ha hallado una relación significativa entre 
las gestantes mayores (mayor que 40 años), siendo más común en ges-tantes 
multíparas mayores (13,14). La operación cesárea aumenta el 
riesgo de Abrupcio placentae en la segunda gestación hasta en un 40% 
(15). 
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El abrupcio placentae se presenta en el 40% de los casos de trauma 
materno severo y en el 1 al 5% de los casos de trauma materno menor, 
siendo responsable del 70% de las pérdidas fetales en estos casos. La 
elasticidad del útero, en contraste con la rigidez relativa de la placenta, 
crea una interface vulnerable para que se presente desprendimiento 
prematuro parcial o total de la placenta (16,17). 
Se ha estimado que el abrupcio puede ocurrir en el 2% al 15% de las 
usuarias de cocaína. El efecto hipertensivo de la cocaína y el aumento 
de la contractibilidad uterina causada por el incremento en los nive-les 
de norepinefrina predisponen a la mujer embarazada a sufrir de 
Abrupcio placentae. Aunque el uso de cocaína se limite al primer tri-mestre, 
el riesgo de abrupcio es aún alto, comparado con aquellas mu-jeres 
gestantes que no consumen este psicofármaco (18). 
Las enfermedades respiratorias agudas superiores, la neumonía viral 
y bacteriana, se han asociado a abrupcio placentario (RR 3,2, IC95% 
3,0-3,4) con neumonía bacteriana o viral (RR 2,2, IC95% 1,9-2,4) y 
con la bronquitis crónica (RR 31,8, IC 95% 29,6-34,3). Realizando aná-lisis 
estratificados según la raza, se demostró que el asma se asocia más 
con abrupcio en mujeres negras que en blancas (19). 
Se ha reportado riesgo elevado de Abrupcio placentae en mujeres con 
mutación en el gen de la angiotensina, mutación homocigota del gen 
de la betaína-homocisteína S- metiltransferasa (BHMT) (RRI 2,82, 
IC95% 1,84-4.97) y la mutación en la metilenetetrahidrofolato reduc-tasa 
(MTHFR) (20-23). 
Una alta incidencia de trombofilias hereditarias se ha encontrado en 
pacientes con abrupcio. Generalmente hay elevada prevalencia de mu-taciones 
en los genes que codifican para factor V de Leiden, homo-cisteína 
y anticuerpos antifosfolípidos, por lo cual se recomienda que 
mujeres que han presentado abrupcio debieran ser sometidas a tami-zaje 
para estos factores. 
La fertilización asistida, el polihidramnios, el oligohidramnios, la dia-betes 
materna, la versión cefálica externa, el cordón umbilical corto , 
la inserción velamentosa del cordón, los defectos en la coagulación, 
la amniocentesis y la biopsia placentaria, han sido históricamente re-portados, 
aunque no en forma conclusiva, como causas de abrupcio 
placentario (2). 
Presentación clínica 
En casos leves el abrupcio puede pasar desapercibido, se presenta con 
la sintomatología de una parto pretérmino y suele diagnosticarse re-trospectivamente, 
después del parto, durante el examen de la placenta. 
En casos moderados a severos el dolor uterino asociado a sangrado 
vaginal y la actividad uterina con hipersensibilidad, son las caracte-rísticas 
cardinales. Es importante tener en cuenta que la cantidad de 
sangrado vaginal no refleja la hemorragia real, pues si el hematoma no 
alcanza el margen de la placenta y del cérvix el sangrado permanece 
oculto en forma parcial o total y no es visto por vía vaginal (20 a 30% 
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de las pacientes); si diseca en dirección a la vagina se manifiesta con 
hemorragia externa importante; si diseca la decidua y las membranas 
fetales hacia el saco amniótico, produce una coloración característica 
en vino Oporto, en el líquido amniótico. Finalmente, si infiltra el mio-metrio 
y la serosa, en casos de sangrados mayores de 500 cm3 lleva a 
la formación del útero de Couvelaire, caracterizado por inercia uterina 
y apoplejía útero-placentaria (Tabla 2) (1). 
Según el grado de desprendimiento placentario, se evidenciaran signos 
de hipovolemia tales como: taquicardia, palidez mucocutánea, hipo-tensión. 
En casos de separación placentaria severa el útero está duro, 
doloroso a la palpación, es difícil de palpar las partes fetales, y puede 
asociarse a CID (2). 
Clasificación 
Existen dos sistemas de clasificación del abrupcio placentario: el pri-mero 
hace referencia a la localización del desprendimiento y el segun-do 
al grado de separación (2,5). 
Según la localización, el abrupcio puede ser: 
• Central: en el cual el centro de la placenta se separa, la sangre queda 
atrapada entre la placenta y la pared uterina y generalmente no se 
presenta sangrado vaginal. En casos severos la sangre invade el tejido 
miometrial entre las fibras musculares, produce hipertonía uterina, 
se asocia a gran dolor abdominal y aumento del diámetro abdominal. 
• Marginal: cuando el sangrado pasa a la vagina. La paciente puede te-ner 
dolor uterino y el sangrado es a menudo más oscuro que el de la 
placenta previa. 
• Completo: es el tipo más serio; la placenta se separa totalmente de la 
pared uterina y produce sangrado vaginal masivo. 
Según el grado, el abrupcio puede ser: 
• Grado I (leve): desprendimiento del 10 al 30% de la superficie placen-taria. 
La paciente tiene actividad uterina, sangrado y dolor uterino 
leve. El feto y la madre permanecen estables. El volumen de sangrado 
es de hasta 150 cm3. 
• Grado II (moderado): desprendimiento del 30 al 50% de la superficie 
placentaria. La mujer tiene dolor uterino y sangrado vaginal, perma-nece 
estable, pero se empieza a evidenciar estado fetal insatisfactorio 
(92% de los casos). El volumen de sangrado perdido es de 150 a 500 
cm3. 
• Grado III (severo): desprendimiento de más del 50% de la superficie 
placentaria. La madre presenta tetania uterina, con signos de hipovo-lemia, 
el feto está muerto. Este grupo se puede subdividir en dos: 
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- Grado III (A): con coagulación intravascular diseminada. 
- Grado III (B): sin coagulación intravascular diseminada. ‹‹‹‹‹‹ 
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Diagnóstico 
El diagnóstico es clínico y se confirma con la evaluación de la placenta 
luego del parto (1,3,24). 
El valor de la ecografía en las pacientes con abrupcio es limitado por su 
baja sensibilidad (50%). En la fase aguda el área de desprendimiento no 
se puede diferenciar fácilmente de la placenta; sin embargo, puede verse 
hiperecoica, pasando a ser hipoecoica luego de varios días; además estos 
hallazgos ecográficos son similares en apariencia a las contracciones ute-rinas, 
los miomas o los plejos vasculares. El manejo de las pacientes con 
sospecha de abrupcio nunca debe ser retrasado en espera de la ecografía, 
pues ésta solamente detecta el 20% de los casos y es común encontrar 
ecografías normales en pacientes con abrupcios clínicamente significa-tivos 
(1, 3, 24). 
La alteración de las arterias uterinas en la mitad del embarazo (muesca 
diastólica) es el único test de tamizaje con alguna eficacia para la predic-ción 
de abrupcio. Sin embargo, tiene utilidades clínicas limitadas debido 
a la baja prevalencia de abrupcio y a la alta tasa de falsos positivos (2). 
Tratamiento 
Una vez el diagnóstico de abrupcio placentario es sospechado, debe esta-blecerse 
prioritariamente el estado de hipovolemia en la madre y el bien-estar 
fetal. El manejo de cada paciente es individualizado, dependiendo 
de la edad gestacional y el grado de desprendimiento placentario. 
Medidas generales. Todas las pacientes deben ser hospitalizadas para 
control estricto de la tensión arterial, frecuencia cardiaca y diuresis; 
canalizar dos accesos venosos, reservar dos unidades de glóbulos ro-jos, 
tomar muestras para cuadro hemático, hemoclasificación, y deter-minar 
si existe coagulación intravascular diseminada. 
Teniendo en cuenta el grado de desprendimiento y la edad gestacional, 
se puede optar por manejo expectante, cesárea inmediata o ruptura de 
membranas y parto vaginal (1-3). 
Abrupcio leve. El sangrado puede parar y resolver los síntomas gra-dualmente, 
sin compromiso materno-fetal. Si la gestación es menor 
de 34 semanas la paciente puede recibir tocólisis, aplicación de corti-coides 
para maduración pulmonar y valoración materno-fetal estricta. 
Según los síntomas, la paciente puede ser seguida ambulatoriamente, 
y si está cerca al término, podría realizársele amniotomía y uso de oxi-tocina 
si es necesario para intentar parto por vía vaginal (1,2). 
Abrupcio moderado o severo. El manejo en estos casos requiere ser in-dividualizado 
y planear en forma rápida el parto. Se debe intentar par-to 
vaginal siempre que la unidad materno-fetal lo soporte, con control 
estricto de la frecuencia cardiaca fetal y corrección de los trastornos de 
la coagulación y del choque hipovolémico. Si se evidencia compromi-so 
del estado fetal o existe deterioro rápido de la condición materna, 
hay que realizar cesárea (1). 
El retraso en el tratamiento del abrupcio de placenta incrementa el 
riesgo de choque hipovolémico, coagulación intravascular disemina- 
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da, hemorragia posparto y muerte fetal. La literatura reporta que el 
70% de los casos de mortalidad perinatal se da cuando el intervalo 
entre el diagnóstico y el parto es mayor que 2 horas, y cuando éste es 
menor a 20 minutos la mortalidad neonatal se reduce sustancialmente, 
comparado con intervalos mayores de 30 minutos (RRI 0.44) (2,3). 
El abrupcio severo es una emergencia que requiere manejo multidis-ciplinario, 
monitoría invasiva con líneas arteriales y venosas, control 
estricto del gasto urinario y manejo de las complicaciones tales como 
insuficiencia renal y coagulación intravascular diseminada. Los prin-cipios 
de manejo se resumen en la tabla 3 (2,15,25,26). 
Cuando la muerte fetal ocurre, el parto vaginal es la vía ideal, a menos 
que la hemorragia sea importante o haya otras complicaciones obs-tétricas 
que contraindiquen el parto vaginal, realizando amniotomía 
precoz y colocando oxitocina si es necesario. Debe tenerse en cuenta 
que cuando muere el feto la pérdida sanguínea es importante; se de-ben 
transfundir al menos 2 U de glóbulos rojos empaquetados (GRE) 
independientemente de los signos vitales maternos, pues las maternas 
compensan muy bien la hipovolemia y pueden perder cerca del 30% de 
su volumen circulante antes de desarrollar signos clínicos (1-3,7). 
El choque hipovolémico causa hipoperfusión de órganos tales como 
riñón, cerebro e intestino, por lo que es importante realizar una ade-cuada 
reposición de líquidos, electrolitos, GRE y medición de la pre-sión 
venosa central para mantener gastos urinarios mayores a 30 cm3/ 
hora. La reanimación se debe hacer con líquidos expansores como los 
cristaloides, con un volumen aproximado de tres veces lo estimado en 
la pérdida sanguínea. 
Manejo de la coagulopatía intravascular diseminada (CID). El diagnós-tico 
de CID se hace con la presencia de tiempos de coagulación (PT y 
PTT) elevados, fibrinógeno bajo (menor que 100 ng/dl), productos de 
degradación de la fibrina aumentados (mayor que 10 ug/ml) y trombo-citopenia. 
Es importante mantener las plaquetas por encima de 50.000 
(una U incrementa las plaquetas en aproximadamente 5x109/L). Si los 
tiempos de coagulación se encuentran elevados y la relación INR/PTT 
activado es mayor de 1,5 es necesario transfundir plasma fresco en una 
relación de 15cm3/kg. El fibrinógeno debe ser mayor a 1 g/L (10 bolsas 
de crioprecipitado incrementan el fibrinógeno en 1,0 g/L) (2,15,25,26). 
La reposición de los diferentes componentes debe hacerse en el si-guiente 
orden: cristaloides, glóbulos rojos empaquetados, plasma fres-co, 
seguido de los crioprecipitado y las plaquetas. En casos de hemo-rragia 
obstétrica existen protocolos que recomiendan la reposición de 
seis unidades de glóbulos rojos, cuatro de plasma fresco y una unidad 
de plaquetas, lo cual se aproxima a la composición de la sangre total 
(15). 
La falla renal ocurre cuando el tratamiento de la hipovolemia se retra-sa 
o es incompleto (prerrenal) o por daño renal (renal). El daño renal 
es a menudo debido a necrosis tubular aguda, la cual es reversible. En 
formas severas el daño renal puede ser secundario a necrosis cortical, 
y aunque ésta forma es menos común, requiere diálisis temprana. En 
el periodo inicial la oliguria puede ser seguida de polaquiuria, con dis-balance 
electrolítico y ácido-base, por lo cual se recomienda que los 
electrolitos, la urea y la creatinina sean medidos cada cuatro horas. Los 
gases arteriales deben ser medidos en forma periódica (2). 
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En el 2% de los casos de abrupcio de placenta el útero se torna hipo-tónico 
y resistente al uso de oxitocina, requiriendo del manejo que se 
explica en el capítulo de hemorragia posparto (2,15). 
Pronóstico 
El abrupcio es una emergencia materno-fetal seria. La tasa de mortali-dad 
materna es del 1%, asociada a choque hemorrágico, insuficiencia 
renal y CID. La tasa de mortalidad fetal es del 20 al 30%, además es 
causa importante de hipoxia, hipovolemia y anemia fetal (5). 
El riesgo de recurrencia en el siguiente embarazo es de 10-15%, en 
casos de dos abrupcios previos la recurrencia de un tercer abrupcio es 
del 25% (RRI 36,5) (27). 
Prevención 
La incidencia de abrupcio puede disminuirse evitando el hábito de fu-mar 
y el consumo de cocaína y anfetaminas, y con un adecuado con-trol 
de los trastornos hipertensivos en el embarazo. El estudio Magpie 
demostró la disminución de abrupcio en pacientes con preeclampsia, 
manejadas con sulfato de magnesio (28). 
PLACENTA PREVIA 
Definición 
Es definida como la implantación de la placenta en el segmento ute-rino 
inferior, traslapando o aproximándose al orificio cervical interno 
por delante del polo fetal (Figura 1) (1,2,7,24). 
Epidemiología 
Se presenta en 2,8 a 4 por cada 1.000 embarazos simples y 3,9 por cada 
1.000 embarazos gemelares (1,2,4,5,24). 
Fisiopatología 
La placenta previa es ocasionada por la implantación del blastocisto 
en el segmento uterino inferior. Aunque el motivo de por qué la im-plantación 
ocurre a este nivel no es bien conocido, la fuerte asociación 
con multiparidad, cesárea anterior y curetaje previo, sugieren daño 
endometrial como principal causa. El blastocito busca implantarse en 
el mejor sitio que supla sus necesidades, haciéndolo en el segmento 
uterino inferior (29). 
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Factores de riesgo 
Los factores asociados con el desarrollo de placenta previa incluyen 
(Tabla 4). 
Presentación clínica 
Se caracteriza por la presencia de sangrado indoloro, rojo rutilante, 
episódico, en ausencia de actividad uterina y dolor. El sangrado vagi-nal 
en los primeros episodios suele ser autolimitado, con eventos de 
sangrados posteriores de mayor intensidad. La cantidad de sangrado 
depende del tipo de placenta previa. Sin embargo, el sangrado antepar-to 
puede estar ausente hasta en el 35 al 40% de los casos (1-5). 
En esta entidad no se presenta hemorragia oculta como en el abrupcio 
de placenta, por lo que el sangrado evidenciado en forma subjetiva es 
el que está presentando la paciente, el feto en esta entidad se halla rela-tivamente 
protegido debido a que el sangrado, a menos que se asocie a 
vasa previa o abrupcio placentae, es exclusivamente de origen materno 
(7). 
La placenta previa se asocia a presentaciones anómalas (pelvis o trans-versa) 
hasta en una tercera parte de los casos (1,2). 
Clasificación 
Tradicionalmente la placenta previa se ha dividido en cuatro tipos o 
grados (Figura 2). 
1. Grado I (placenta previa lateral o inserción baja): la placenta invade el 
segmento uterino inferior y se encuentra a máximo 5 cm del orificio 
cervical interno, pero no lo alcanza (Figura 2A). 
2. Grado II (placenta previa marginal): el borde de la placenta llega justo 
al borde del orificio cervical interno, pero no lo cubre (Figura 2B). 
3. Grado III (placenta previa parcial): la placenta cubre parcialmente el 
orifico cervical interno. 
4. Grado IV (placenta previa central total): la placenta cubre totalmente 
el orificio cervical interno (Figura 2C). 
Esta clasificación, basada originalmente en la palpación digital a través 
del cérvix, es de difícil uso en la práctica clínica. Actualmente el diag-nóstico 
de placenta previa se hace en mujeres asintomáticas a quienes 
en una ecografía de rutina se les encuentra una inserción baja de la 
placenta, de tal forma que el examen digital está proscrito (1). 
La nueva clasificación de localización placentaria basada en la ecogra-fía 
transvaginal es la siguiente (2,24,30): 
1. Placenta situada normalmente: la placenta se encuentra insertada a 
una distancia de 3,5 cm del orificio cervical interno en un embarazo 
a término. 
2. Placenta baja: la placenta se halla de 2 a 3,5 cm del orificio cervical 
interno, en una gestación a término. 
3. Placenta previa: la placenta está a menos de 2 cm del orificio cervical 
interno, en una gestación a término. La placenta puede sobrepasar el 
orificio cervical interno. 
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Diagnóstico 
Clásicamente la placenta previa se presenta con sangrado vaginal sin 
dolor. El tacto vaginal, rectal, o la especuloscopia, están contraindica-dos 
por el riesgo de desencadenar sangrado masivo (5). 
La ecografía transvaginal se ha establecido como el gold estándar para 
determinar la localización exacta de la placenta y es segura aun cuan-do 
exista sangrado vaginal activo; tiene una sensibilidad del 87,5%, 
especificidad del 98,8%, valor predictivo positivo de 93,3% y valor pre-dictivo 
negativo del 97,6%. No se recomienda la ecografía abdominal, 
pues tiene una tasa de falsos positivos de 25%, explicado porque existe 
pobre visualización de las placentas de localización posterior, la cabeza 
fetal interfiere en la visualización del segmento uterino inferior y la 
obesidad y la vejiga muy llena o desocupada pueden interferir con la 
precisión del diagnóstico; un 60% de las mujeres a quienes se les reali-za 
ecografía transabdominal requieren de posterior reclasificación con 
ecografía transvaginal (1,2,30,31). 
El diagnóstico de placenta previa se sospecha, aun sin presentar sínto-mas, 
durante la evaluación ecográfica de rutina entre las 20 a 24 sema-nas 
de gestación. A estas pacientes se les debe enviar a ecografía trans-vaginal 
para valorar la relación de la placenta con respecto al orificio 
cervical interno e informarlas acerca de la posibilidad de “migración 
placentaria” (2,24-31). 
La “migración placentaria” es un término aplicado para describir el 
desplazamiento de la placenta, en relación con el cérvix, desde una 
implantación baja o previa a una posición superior del útero, docu-mentada 
por ecografía. Se ha encontrado que la migración placentaria 
no es realmente que la placenta se mueva, sino un proceso que podría 
involucrar degeneración periférica secundaria a disminución en la 
vascularización, con crecimiento preferencial hacia las áreas óptima-mente 
perfundidas o un crecimiento más rápido del segmento uterino 
inferior en relación con el resto del cuerpo uterino (24,31). Aproxima-damente 
el 25% de las placentas son bajas a las 20 semanas de gesta-ción, 
y sólo un 3% lo son al término (1,5,7). La migración placentaria 
es menos frecuente cuando la placenta es posterior o existe cesárea 
previa. En estudios retrospectivos se ha documentado que el 58% de 
las placentas previas completas y el 92,5% de las placentas previas mar-ginales, 
migran; y que la persistencia de placenta previa en pacientes 
sin antecedentes de cesárea es del 11%, y del 50% cuando tiene antece-dentes 
de cesárea (31,32). 
En pacientes asintomáticas con placentas previas grados I y II se debe 
realizar ecografía transvaginal a las 36 semanas para confirmar el diag-nóstico, 
y en casos de placenta previa grados III y IV, a las 32 semanas. 
Las placentas que son diagnosticadas en el 3er trimestre permanecen 
en su posición hasta en el 90% de los casos (33). 
Tratamiento 
El tratamiento depende de la presentación clínica, la edad gestacional, 
la intensidad del sangrado vaginal y el grado de la placenta previa (1). 
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Toda paciente con sangrado vaginal secundario a placenta previa debe 
ser hospitalizada para reposo con monitorización de signos vitales y 
de la frecuencia cardiaca fetal en forma continua; vigilancia de la acti-vidad 
uterina, del dolor y del sangrado vaginal; toma de muestras para 
hemoclasificación, cuadro hemático, y reservar dos unidades glóbulos 
rojos empaquetados (5). En general, los episodios iniciales de sangra-do 
vaginal por placenta previa son pequeños y autolimitados, con epi-sodios 
de sangrado posteriores de mayor magnitud (1). 
El manejo expectante puede ser realizado en pacientes con sangra-do 
vaginal que no presenten descompensación hemodinámica y con 
inmadurez fetal. En estos casos se inicia maduración pulmonar con 
corticosteroides, y aunque su uso es controversial, puede realizarse 
inhibición de la actividad uterina con tocolíticos. La hospitalización 
prolongada podría aumentar el riesgo de tromboembolismo, por lo 
tanto se deben fomentar ejercicios de movilización de miembros in-feriores 
durante el reposo, asociado al uso de medias de compresión. 
La anticoagulación profiláctica, con heparinas de bajo peso molecular 
como primera opción, debe reservarse a pacientes con alto riesgo de 
tromboembolismo. Todas las mujeres RH negativas requieren recibir 
inmunoglobulina anti-D (2,31). 
Una vez controlado el sangrado vaginal, el manejo ambulatorio es 
una opción en pacientes hemodinámicamente estables, que puedan 
ser monitorizadas en casa, vivan próximas a un hospital, con la po-sibilidad 
de ser transportada rápidamente a un centro de urgencias 
obstétricas, y que tengan comunicación telefónica (nivel de evidencia 
(II-2C) (30). Las pacientes con placenta grados III y IV y episodios 
previos de sangrado, como lo recomienda el Royal College of Obstetri-cian 
and Gynaecologist, deben ser hospitalizadas desde las 34 semanas 
de gestación, por el alto riesgo de sangrado (31). 
La hemorragia masiva, el estado fetal insatisfactorio o la maduración 
pulmonar comprobada, son indicadores de terminación de la gesta-ción 
(29). La vía del parto depende de la distancia del borde placenta-rio 
al orificio cervical interno y las características clínicas (inestabili-dad 
hemodinámica, sufrimiento fetal o grado de sangrado vaginal). Si 
la distancia del borde placentario al orificio cervical interno es mayor 
de 20 mm se puede intentar parto vaginal. Si la distancia de la placenta 
es de 0 a 20 mm se puede pensar en parto vaginal con vigilancia estric-ta 
materno-fetal en casos de estabilidad hemodinámica sin sangrado 
vaginal (nivel de evidencia II-2A). 
En general algunos autores recomiendan que siempre que exista algún 
grado de sobreposición entre la placenta y el orificio cervical interno 
se debe realizar cesárea (nivel de evidencia II-2A) (1,30). Otros, como 
el Royal College of Obstetrician an Gynecologists, recomiendan rea-lizar 
cesárea en todas las pacientes con un distancia menor de 20 mm 
del borde placentario al orifico cervical interno, especialmente si la 
placenta es posterior o gruesa. 
No hay evidencia suficiente sobre el uso del cerclaje cervical para redu-cir 
el sangrado en pacientes con placenta previa (III D) (30,31). 
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Pronóstico 
La cesárea de una paciente con placenta previa puede ser técnicamente 
difícil, con alta posibilidad de sangrado intraoperatorio (8 a 10%) por 
la presencia de várices, la probabilidad de extensión de la incisión y la 
posibilidad de acretismo placentario (2,34). 
Una posible complicación de la migración placentaria es la vasa pre-via, 
con resultados potenciales catastróficos (24). El acretismo placen-tario 
se presenta en el 1% de las pacientes con placenta previa y debe 
ser descartado siempre que se presente esta entidad (29). 
A nivel fetal la placenta previa se suele asociar a restricción del creci-miento 
intrauterino, anemia e hipoxia fetal (29-34). 
El riesgo de presentar recurrencia de placenta previa es de 4 al 8% (5). 
En un estudio retrospectivo se evidenció que en mujeres afroamerica-nas 
(RRI 1,43, p menor que 0,001) y asiáticas (RRI 1,73, p menor que 
0,001) la placenta previa es más prevalente que en mujeres caucásicas 
(31). 
RUPTURA UTERINA 
La ruptura uterina, aunque no es una entidad muy común, es un 
evento catastrófico, por el compromiso agudo sobre la madre y el feto 
(4,7,35). 
Epidemiología 
La incidencia de esta entidad varía en forma importante a nivel mun-dial, 
su incidencia aproximada es del 1% entre las mujeres que tienen 
parto vaginal luego de un parto por cesárea. El efecto sobre la morbili-dad 
y la mortalidad también fluctúa geográficamente: mientras que en 
África la muerte materna se da en el 16% de las mujeres que sufren esta 
entidad, en los países desarrollados la mortalidad no es tan alta. La mor-bilidad 
asociada a la histerectomía es la principal complicación (7,35). 
Factores de riesgo 
El principal factor de riesgo de ruptura uterina es la cesárea previa 
(RRI 41, IC95% 29-58), el riesgo aumenta al doble en pacientes a quie-nes 
se les induce el trabajo de parto (RRI 2; IC 95% IC 1,48-2,86). Sin 
embargo, aun sin antecedente de cesárea, las pacientes a quienes se 
les induce el trabajo del parto presentan el doble de riesgo de ruptura 
uterina al compararlas con aquellas que inician espontáneamente el 
trabajo de parto (RRI 2,20; IC 95% 0,99-4,92%). 
La ruptura uterina se presenta en pacientes con macrosomía fetal, ges-taciones 
de 42 semanas o más, edad mayor de 35 años, estatura mater-na 
menor de 165 cm, trauma abdominal, versión interna, extracción 
de nalgas y trabajo de parto prolongado (7,35,36). 
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Clasificación 
Existen dos tipos de ruptura uterina: 
1. Completa: ruptura de la pared uterina y de las membranas fetales, con 
comunicación de la cavidad uterina con la cavidad abdominal, lo cual 
ocurre en un útero sin cicatrices previas. 
2. Incompleta: ruptura de una incisión uterina previa, con el peritoneo 
visceral intacto. 
Según el origen de la ruptura uterina, puede ser: 
1. Traumática: ocurre por administración incorrecta de oxitócicos, ma-nipulación 
obstétrica, cicatriz uterina de cualquier etiología. 
2. Espontánea: ocurre en un útero grávido intacto y sin ninguna causa 
evidente. 
Diagnóstico 
Aunque la ruptura uterina es más común durante el trabajo de parto, 
también puede ocurrir anteparto o posparto (7). El diagnóstico de-pende 
de si se trata de una ruptura uterina completa o incompleta; en 
el primer caso el cuadro clínico es dramático y potencialmente letal, 
mientras que la ruptura incompleta suele ser silente y sólo se diagnos-tica 
durante la cesárea o la revisión uterina luego de un parto vaginal 
con antecedente de cesárea (37). 
Los signos premonitorios de ruptura uterina son: 
• Dolor suprapúbico intenso que no cede al finalizar la contracción 
• Anillo patológico de retracción (signo de Bandl) 
• Sangrado genital oscuro (signo de Pinard) 
• Hematuria 
• Palpación fácil de ligamentos redondos (signo de Frommel) 
• Sufrimiento fetal 
Luego de la ruptura uterina se encuentran los siguientes signos: 
• Desaparición del dolor 
• Interrupción de la actividad uterina 
• Ascenso de la presentación 
• Sangrado genital 
• Signos de choque hipovolémico 
Tratamiento 
Si se trata de una ruptura uterina incompleta asintomática detectada 
durante la cesárea, se deben desbridar los bordes y realizar histerorra-fia. 
Si se descubre posterior a un parto vaginal, en una paciente con 
cesárea anterior, debe dejarse en observación. Si hay signos de hemo-rragia, 
se practica laparotomía exploratoria con cierre del defecto. 
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En caso de ruptura completa con compromiso materno o fetal es nece-sario 
canalizar dos accesos venosos, infusión de 2.000 cm3 de líquidos 
en bolo, toma de muestras para cuadro hemático, grupo sanguíneo y 
reserva de sangre. La paciente debe ser llevada a laparotomía de ur-gencia 
para extracción fetal, desbridamiento y reparo del sitio de la 
ruptura. En caso de que el reparo sea difícil, no se logre una adecuada 
hemostasia, en mujeres multíparas sin deseo de paridad, se puede rea-lizar 
histerectomía (37). 
Complicaciones 
La ruptura uterina se asocia con incremento en la mortalidad neonatal 
(RRI 65; IC95% 32-132) y con Apgar bajo (< 6) a los 5 minutos (RRI 
13,8; IC 95% 9,82-19,63) (35). 
VASA PREVIA 
Definición 
Es una variante anatómica poco común de la placenta. Principalmente 
se presenta de dos formas, una con inserción velamentosa del cordón, 
y otra con un lóbulo succenturiado de la placenta en su lado opuesto al 
orificio cervical interno (Figura 3). 
Epidemiología 
Ocurre en 1: 2.500 - 6.000 nacimientos. La mortalidad perinatal de-pende 
del diagnóstico oportuno. Cuando el diagnóstico se hace en el 
control prenatal, el 97% de los fetos sobreviven, comparado con el 44% 
cuando no se diagnostica (1-3,7,29). 
Fisiopatología 
En el transcurso del parto o durante la ruptura de membranas (espon-tánea 
o mediante amniotomía), debido a que los vasos fetales dentro 
de las membranas no están protegidos por la gelatina de Wharton y 
por eso se pueden desgarrar y, a que el volumen sanguíneo de un feto 
es de aproximadamente 250 cm3, en forma rápida puede llevar a un 
feto a un estado exangüe y, en el peor de los casos, a la muerte. Se aso-cia 
en la mayoría de los casos a placenta previa (1-4,7,29). 
Factores de riesgo 
Dentro de los factores de riesgo se encuentran el fenómeno de “mi-gración 
placentaria” en casos de placenta previa, embarazos múltiples, 
presencia de inserción velamentosa del cordón, lóbulos placentarios 
succenturiados o accesorios, y la fertilización in vitro (3,7,24). 
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Cuadro clínico 
La vasa previa se manifiesta típicamente como una hemorragia de ini-cio 
súbito, al momento de la amniotomía o de la ruptura espontánea 
de membranas, con compromiso posterior del bienestar fetal. 
Diagnóstico 
Aunque el diagnóstico previo sin presencia de hemorragia es difícil, 
puede realizarse mediante palpación, al sentir el vaso durante la reali-zación 
del tacto vaginal, o ser observado con especuloscopia. En casos 
de hemorragia anteparto y sospecha de vasa previa se puede tomar 
sangre del fondo del saco vaginal para identificar la presencia de he-moglobina 
fetal. El test Apt es el más comúnmente realizado y se basa 
en la identificación de la hemoglobina fetal, teniendo en cuenta su re-sistencia 
a la desnaturalización por agentes alcalinos. Sin embargo, no 
es necesario esperar la confirmación de la presencia de sangre fetal si 
la hemorragia es masiva o existe compromiso del estado fetal (1,3). 
La presencia del cordón umbilical (líneas circulares o paralelas eco-génicas) 
cerca del orificio cervical interno, durante la ecografía obs-tétrica 
transabdominal, puede hacer sospechar el diagnóstico. Si tie-ne 
factores de riesgo se debe realizar doppler por medio de ecografía 
transvaginal en busca de vasos velamentosos sobre el orificio cervical 
interno (1,2,3). La ecografía tridimensional, la angiografía y la RMN 
también han sido usadas para hacer el diagnóstico (7,24). 
Tratamiento 
Si el diagnóstico es efectuado previo al inicio del trabajo de parto, se 
debe realizar cesárea electiva, luego de comprobar madurez pulmonar 
o a las 35 semanas de gestación. En caso de que dicha entidad haya pa-sado 
desapercibida y se sospeche en el momento que ocurra la ruptura 
de membranas, la paciente requiere ser llevada a cesárea de urgencia 
debido a que aun con sangrados subjetivamente pequeños puede pre-sentarse 
la muerte fetal (1-4,24). 
ACRETISMO PLACENTARIO 
Definición 
El acretismo placentario es un desorden caracterizado por la penetra-ción 
placentaria anormal dentro de la pared uterina debido a la au-sencia 
de la capa de Nitabuch en la decidua basalis; dicha adherencia 
puede darse en toda la placenta o en una porción de ella (2,24,38-40). 
Epidemiología 
La incidencia del acretismo placentario es de 1 por cada 2.500 partos, 
es decir, se presenta en el 0,0004% de los casos, siendo más frecuente 
en pacientes con placenta previa; ocurre hasta en el 9,3% de las pacien-tes 
que cursan con esta entidad. La incidencia de acretismo ha aumen- 
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tado hasta 10 veces en los últimos años debido al aumento del índice 
de cesáreas. El 51% de las histerectomías obstétricas son realizadas por 
acretismo placentario (1, 2, 24, 39-44). 
Factores de riesgo 
Los factores de riesgo incluyen: 
• Placenta previa 
• Edad materna mayor de 35 años 
• Multiparidad 
• Legrado previo 
• Miomectomía previa 
• Cirugía uterina previa 
• Mioma submucoso 
• El síndrome de Asherman 
• Periodo intergenésico corto 
• Feto femenino 
• Técnicas de reproducción asistida 
El riesgo de placenta acreta se incrementa dramáticamente según el 
número de cesáreas previas. Se describe un aumento de 8 veces cuan-do 
se compara con pacientes sin cicatrices previas y de 4 veces con 2 
cesáreas o más. En pacientes en quienes además de la cesárea exista 
placenta previa asociada, el riesgo se acrecienta mucho más, reportán-dose 
hasta de 34%, 56%, 75% y 100% después de 0, 1, > 2 cesáreas, res-pectivamente, 
al igual que el riesgo de acretismo crece con el número 
de legrados, especialmente si han existido cesáreas previas, siendo del 
36%, 58% y 70% luego de 0, 2 y 3 curetajes previos (38-42). 
Clasificación 
El acretismo placentario ha sido clasificado clásicamente de acuerdo al 
grado de invasión placentaria a estructuras vecinas (Figura 4): 
1. Placenta acreta: invade la superficie del miometrio 
2. Placenta increta: atraviesa el miometrio 
3. Placenta pércreta: alcanza la serosa y los órganos vecinos. 
Cuadro clínico 
Generalmente se presenta con hemorragia posparto por imposibilidad 
de remoción de la placenta, acompañada por signos de shock hipovolé-mico 
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y coagulopatía (4,24,39). ‹‹‹‹‹‹ 
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Diagnóstico 
El diagnóstico, en la mayoría de los casos, se hace durante el control pre-natal 
en pacientes con factores de riesgo. 
• Ecografía: la ecografía transabdominal es el método más simple, am-pliamente 
usado y costo-efectivo para realizar el diagnóstico de acre-tismo 
placentario. Sin embargo, no siempre permite una adecuada 
visualización del segmento inferior del cérvix o de las áreas comunes 
de implantaciones placentarias luego de múltiples cesáreas, por lo 
cual debe complementarse con ecografía transvaginal. La pared pos-terior 
del útero puede no ser valorada correctamente por este método 
(38). 
Los hallazgos ecográficos que sugieren el diagnóstico de acretismo 
son: 
• Presencia de múltiples lagos placentarios alargados e irregulares 
(S: 79%, VPP: 92%). 
• Pérdida de la zona hipoecogénica retroplacentaria, representada 
por la ausencia de vasos placentarios retroplacentarios y de la de-cidua 
basal. Tiene baja importancia diagnóstica por su baja sensi-bilidad 
y alta tasa de falsos positivos (50%). 
• Adelgazamiento progresivo del miometrio placentario, que indica 
la extrema proximidad del tejido placentario a la serosa y a órga-nos 
vecinos. Un adelgazamiento miometrial de menos de 1 mm es 
sugestivo de placentación anormal (S: 93%, E: 79%, VPP: 73%). 
• Protrusión de la placenta dentro de la vejiga. 
• Incremento de la vasculatura en la interfase entre la serosa y la 
vejiga o adelgazamiento o disrupción de la serosa vesicouterina. 
• La presencia de vasos perpendiculares al eje uterino indica la pre-sencia 
de vasos placentarios desde y hacia el miometrio o hacia 
órganos vecinos, generalmente se ha asociado con la presencia de 
diferentes grados de acretismo placentario (24,38,39,43). 
• Doppler color: su utilidad como prueba diagnóstica es controversial; 
tiene un valor predictivo negativo del 95%. Sin embargo, han me-jorado 
los hallazgos de la ecografía al permitir detallar la anatomía 
vascular entre el útero y los órganos relacionados. 
Los hallazgos que se han relacionado con placenta acreta son: pre-sencia 
de canales vasculares dilatados con flujo lacunar difuso, hi-pervascularidad 
en la interfase entre la placenta y la vejiga con vasos 
anormales y canales vasculares subplacentarios periféricos dilatados 
con flujo venoso pulsátil sobre el cérvix uterino (39). 
• Resonancia magnética nuclear: es un examen que no siempre está dis-ponible, 
se recomienda cuando los hallazgos con la ecografía no son 
conclusivos y se requiere confirmar el grado, extensión y localización 
placentaria en la toma de decisiones quirúrgicas (38,39). 
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Tratamiento 
Como regla general, la cesárea debe ser realizada a las 37 semanas en 
casos de placenta acreta y de 35 semanas en increta y percreta. En la 
eventualidad de invasión placentaria inferior-lateral se recomienda la ca-teterización 
ureteral para evitar lesiones inadvertidas durante la cirugía. 
En algunos casos con extensa invasión parametrial la identificación de 
los uréteres luego de la extracción fetal puede reducir la posibilidad de 
lesiones si la histerectomía es necesaria (38). 
El objetivo primario es el de intentar realizar la cesárea en las condicio-nes 
más seguras posibles, de acuerdo a los recursos disponibles, aplican-do 
los más simples y eficientes procedimientos y minimizando el riesgo 
de hemorragia. La remoción placentaria no siempre es necesaria durante 
el acto quirúrgico y puede ser pospuesta. El manejo siempre debe ser 
multidisciplinario, con un anestesiólogo y un ginecólogo expertos y la 
paciente ser avisada sobre el alto riesgo de sangrado y la necesidad de 
histerectomía, transfusión y lesión de órganos vecinos. Se debe hacer 
reserva de glóbulos rojos empaquetados. 
En general existen dos formas de manejo: 
Conservación del útero 
a. Cesárea clásica para evitar la placenta. 
b. Dejar la placenta in situ y esperar por su reabsorción posterior. 
c. Ligadura o embolización profiláctica de las arterias uterinas o hi-pogástricas. 
d. Remoción de la placenta en caso de hemorragia con control del 
sangrado mediante suturas circunferenciales del lecho placenta-rio, 
inyección intramiometrial de prostaglandina F2α. 
e. Empaquetamiento uterino. 
Durante el periodo de involución placentaria puede ocurrir hemorragia, 
infección o diseminación intravascular diseminada. Para reducir el vo-lumen 
placentario y su vascularización puede ser usado el metotrexato; 
sin embargo, no hay evidencia conclusiva sobre las ventajas de su uso 
(38,45). 
Histerectomía 
a. Cesárea clásica 
b. Evitar la remoción de la placenta 
c. Cistotomía deliberada para facilitar la movilización de la vejiga 
d. Cateterizar uréteres 
e. Ligadura o embolización de las arterias hipogástricas 
Las indicaciones de histerectomía en placenta acreta incluyen: 
• Problemas técnicos anticipados, con imposibilidad para ser repara-dos. 
• Imposibilidad técnica de realizar hemostasia segura. 
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• Luego de manejo conservador, cuando se presentan complicaciones 
tales como infección o hemorragia no controlada (38). 
En un estudio de casos y controles no se halló diferencia significativa 
en cuanto a pérdida sanguínea, necesidad de transfusión, tiempo qui-rúrgico 
y días de hospitalización postoperatoria en pacientes someti-das 
a histerectomía con catéteres de balón intravascular, comparadas 
con aquellas a quienes no se les colocó catéter. Sin embargo, algunos 
autores lo recomiendan (46,47). 
Pronóstico 
El acretismo placentario se asocia con una tasa de mortalidad del 7% y 
alta morbilidad intraoperatoria y postoperatoria dada por hemorragia 
masiva, coagulación intravascular diseminada, SDRA, infección y le-sión 
de órganos vecinos (lesión de uréter, colon y vejiga). 
Hasta el 46% de las pacientes requieren UCI luego de la histerectomía 
y existe un riesgo de recurrencia del 60% en una nueva gestación (2, 
46, 48). 
HEMORRAGIA ANTEPARTO DE ORIGEN DESCONOCIDO 
Las principales causas de sangrado anteparto después de la semana 20 
de gestación son la placenta previa y el abrupcio placentae; no obstan-te, 
el diagnóstico diferencial incluye patologías como erosión, pólipos, 
o cáncer. Aun con una exhaustiva investigación para determinar su 
etiología, la razón del sangrado no puede determinarse en el 2-3% de 
estas mujeres. El sangrado de origen desconocido en el segundo trimes-tre 
del embarazo se ha asociado con un número importante de eventos 
adversos. Los eventos adversos reportados incluyen riesgos aumentados 
de parto pretérmino, inducción de trabajo de parto, cesárea, anomalías 
congénitas, pérdida fetal y tasa de mortalidad perinatal aumentada. La 
información acerca de la etiología de la hemorragia anteparto de origen 
desconocido y su manejo es muy limitada (49). 
El manejo de estas pacientes debe incluir un examen físico cuidadoso y 
una ecografía para evaluar la causa del sangrado y realizar especulosco-pia 
para excluir causas de sangrado cervical o vaginal tales como cervi-citis, 
trauma, várices vulvares, tumores genitales e infecciones genitales. 
Si el sangrado se acompaña de contracciones uterinas el riesgo de parto 
es alto (hasta un 15% en las dos semanas siguientes), y si el embarazo es 
menor que 34 semanas debe administrarse corticoides para acelerar la 
maduración pulmonar. En la mayoría de los casos el sangrado vaginal es 
leve y se controla en forma espontánea (1,2,49). 
En todos los casos el manejo de estas pacientes debe hacerse estando hos-pitalizada; 
se debe vigilar estrictamente la cantidad de sangrado vaginal, 
el bienestar fetal y la estabilidad hemodinámica materna; si el sangrado 
se autolimita, debe dejarse a la paciente en observación durante 48 horas; 
si no se presentan nuevos episodios de sangrado, puede ser dada de alta, 
con recomendaciones de asistir nuevamente a urgencias por cualquier 
tipo de manchado o sangrado genital. En caso de gestaciones mayores 
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Tomo II. Contenido 
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de 37 semanas, si el sangrado es recurrente o si se asocia con restricción 
del crecimiento intrauterino, se requiere indicar la inducción del parto, 
con vigilancia materno-fetal estricta. En casos de gestaciones menores 
de 37 semanas, si el sangrado es significativo y recurrente, la inducción 
del parto puede a veces ser necesaria (1,2,49). 
El papel de las pruebas de bienestar fetal como el perfil biofísico o Do-ppler, 
no ha sido claramente documentado. Sin embargo, hasta que no 
sea demostrado lo contrario, las pruebas de bienestar fetal deben ser in-cluidas 
dentro del plan de manejo de estas pacientes (49). 
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Obstetricia integral 
Siglo XXI 
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Assisted Reproductive Technologies (ART): The Incidence of Placenta Accreta is 
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Previos Cesarean Scar. J Obstet Gynecol Res 2007; 33(4): 431-437. 
44. Daskalakis G. Emergency Obstetrics Hysterectomy. Acta Obstetricia et 
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Accreta. Brief Communications 2007:142. 
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and without Prophylactic Placement of Intravascular Balloon Catheters for 
Placenta Accreta. Am J Obstet Gynecol 2007; 197:402e1-402 e2. 
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Obstetricia integral 
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47. Mok M et al. Interventional Radiology in Women with Suspected Placenta 
Accreta Undergoing Caesarean Section. Int J Obstet Anest 2008; 17: 225-261. 
48. Shah M et al. Characteristics and Outcomes of Patients Undergoing Cesarean- 
Hysterectomy for Placenta Accreta: The Columbia Experience. Am J Obstet 
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49. Magann EF, Cummings JE, Niederhauser A, Rodríguez-Thompson D, Mc- 
Cormack R, Chauhan SP. Antepartum Bleeding of Unknown Origin in the Se-cond 
Half of Pregnancy: A Review. Obst and Gyn Survey 2005; 60: 741-745. 
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Tabla 1 
Factores de riesgo para Abruptio placentae 
Factor RRI 
Antecedente de placenta previa 5,7 
Muy pequeño para la edad gestacional 3,99 
Uso de cocaína 3,92 
Corioamnionitis 3,3 
Preeclampsia 2,7 
Ruptura prematura de membranas 2,44 
Alcohol 2,2 
Hipertensión crónica 2,4 
Oligohidramnios 2,09 
Embarazo gemelar 2,0 
Preeclampsia 1,9 
Tabaquismo 1,8 
Paridad > 3 1,6 
Edad materna > 40 1,37 
Soltera 1.27 
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Tabla 2 
Presentación clínica en casos de abrupcio moderado a severo (1-3, 9) (%) 
Sangrado vaginal 78 
Estado fetal insatisfactorio 69 
Hipersensibilidad uterina / dolor lumbar 66 
Líquido amniótico color vino Oporto 50 
Polisistolia 17 
Trabajo de parto pretérmino inexplicado 22 
Hipertonía uterina 17 
Muerte fetal 15 
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Tabla 3 
Principios de manejo en casos de abrupcio severo 
Evaluar el estado fetal en cuanto a bienestar y tamaño (el RCIU es frecuente) 
Calcular la severidad del abrupcio (tono uterino, dolor, cantidad de sangrado vaginal) 
Evaluar en la madre el estado de hipovolemia y coagulación 
Manejo agresivo y precoz en casos de CID 
Si hay compromiso fetal llevar a cesárea de emergencia lo más rápido posible 
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Tabla 4 
Factores asociados a placenta previa (1, 2, 4, 24) 
Factor OR 
Edad materna > 40 (vs. < 20) 9,1 
Consumo de drogas ilícitas 2,8 
Antecedente de una o más cesáreas 2,7 
Paridad > 5 (vs. 0) 2,3 
Paridad 2-4 (vs. 0) 1,9 
Antecedente de aborto 1,9 
Fumadora 1,6 
Anomalías congénitas 1,7 
Feto masculino (vs. femenino) 1,1 
Hipertensión inducida por el embarazo 0,4 
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A B 
Figura 1 
A: Placenta normoinserta. B: Placenta previa 
Placenta 
normal 
Cordón 
umbilical 
Pared uterina 
Cervix 
Placenta 
previa 
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Figura 2 
Clasificación de la placenta previa. 
A: Lateral o baja. B: Marginal. C: Central total 
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85 Figura 3 
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Foto de vasa previa 
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86 Figura 4 
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  • 1. capítulo 4 HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido ›››››› Cerrar
  • 2. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Siglo XXI La hemorragia de la segunda mitad de la gestación, o hemorragia Obstetricia integral Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 58 anteparto, se define como el sangrado del tracto genital en la se-gunda mitad de la gestación, pero antes del nacimiento fetal. Es causa importante de mortalidad perinatal y morbilidad materna y se presen-ta en el 3,5% de todos los embarazos. La principal causa es el abrupcio de placenta seguido por la placenta previa, la vasa previa y la ruptura uterina. Sin embargo, en aproximadamente el 50% de los casos de he-morragia anteparto, la etiología no se conoce (1,2). ABRUPCIO PLACENTAe Definición Se define como la separación prematura de la placenta normoinserta de la pared uterina (decidua basalis), en forma parcial o completa, an-tes del nacimiento del feto. Este fenómeno también recibe el nombre de ablatio placentae o hemorragia accidental, para diferenciarlo de la hemorragia producida por las placentas previa y marginal (anormal-mente insertadas) (1-5). Epidemiología El abrupcio de placenta es la principal causa de hemorragia anteparto (30-35%). Se presenta en 0,4 a 1,3% de todos los embarazos y un riesgo asociado de muerte perinatal de 10 a 30%. Aproximadamente el 50% de los casos de Abrupcio placentae ocurren antes de las 36 semanas de gestación, traduciéndose en peores resultados fetales por la pre-maturez. Cerca de la mitad de muertes perinatales ocurren in útero (1-3,5,6). Fisiopatología La causa precisa de abrupcio no se conoce. El Abrupcio placentae ini-cia con la aparición de hemorragia dentro de la decidua basalis, for-mación de hematoma, incremento de la presión hidrostática y final-mente separación de la placenta subyacente. El hematoma puede ser pequeño y autolimitado, sin mayores consecuencias para el embarazo, o progresar hasta disecar las capas deciduales. Una vez se inicia el des-prendimiento de la placenta las fibras miometriales, como en el alum-bramiento normal, se contraen para intentar controlar la hemorragia, pero la presencia de las partes fetales impide la hemostasia y acentúa el desprendimiento, produciendo dolor intenso, hipertonía y taquisisto-lia, que empeoran la hipoxia fetal. Como la placenta se separa, la suplencia de oxígeno hacia el feto se interrumpe rápidamente, se produce hipoxemia, acidosis y, en casos extremos, muerte fetal. En la madre los principales problemas repor-tados son falla renal por choque hipovolémico, coagulopatía de con-sumo y trombocitopenia. El coágulo retroplacentario desencadena la formación de productos de degradación de fibrina y dímero D que ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 3. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 59 se depositan en los vasos pequeños de los diferentes órganos y sis-temas causando isquemia. La hipoxia tisular asociada a la hemólisis microangiopática produce la mayoría de complicaciones de la coagu-lación intravascular diseminada, tales como falla renal, hipoperfusión pulmonar, hemorragia posparto, necrosis pituitaria posparto y diátesis hemorrágica (2,7,8). Se han propuesto dos mecanismos potenciales para el Abrupcio pla-centae, uno relacionado con inflamación aguda y otro con inflamación crónica o secundaria a disfunción vascular. El proceso inflamatorio está mediado por citoquinas tales como interleuquina -1 y el factor de necrosis tumoral, productores de metaloproteinasas, que causan destrucción de la matriz extracelular, daño de las interacciones entre células y finalmente desprendimiento prematuro de placenta. Algunos autores sugieren que la inflamación aguda es el mecanismo dominante en el Abrupcio placentae pretérmino, mientras que la inflamación cró-nica y la vasculopatía los son para abrupcios a través de la gestación (2). Factores de riesgo Existen varios factores de riesgo que se han asociado con el abrupcio placentario en forma significativa (Tabla 1) (9). Si ambos padres fuman, el riesgo de abrupcio placentario es de 4,8 (IC 95% 2,2-10). El mecanismo propuesto es por reducción del flujo sanguíneo en la unidad feto-placentaria y alteración en la producción de prostaciclina secundario a necrosis decidual de los márgenes de la placenta, microinfartos placentarios, cambios fibrinoides o ateroma-tosos y presencia de hipovascularidad con atrofia de las vellosidades placentarias (9). El riesgo de abrupcio aumenta más de 2 veces en pacientes con hiper-tensión crónica (RR 2,4; IC 95% 2,3-2,5), se aumenta 4 veces si además se asocia a restricción de crecimiento intrauterino (RR 3,8; IC 95% 3,6-4,1), casi 8 veces cuando se asocia a hipertensión inducida por el embarazo (RR 7,7; IC 95% 6,6-8,9) y, cuando se encuentran las tres en-tidades (hipertensión crónica, hipertensión inducida por el embarazo y restricción del crecimiento intrauterino) el riesgo se aumenta 9 veces (RR 9,0; IC 95% 7,2-11,3) (10). Los casos más graves de abrupcio que comprometen la vida fetal se relacionan con hipertensión (crónica o inducida por el embarazo) hasta en el 50% de los casos (11). Sin em-bargo, la gravedad de la preeclampsia no se relaciona con la incidencia de abrupcio (12). Las mujeres con antecedente de pérdida fetal en el segundo trimestre, y aquellas que sufren pérdidas fetales repetidas, tienen un riesgo 3 ve-ces mayor de Abrupcio placentae. Otros factores que se asocian con elevación del riesgo hasta en 3 veces son: restricción del crecimiento intrauterino, historia familiar de tromboembolismo venoso y emba-razo múltiple (5,9-6,5 por 1.000 partos simples frente a 12,2 por 1.000 partos múltiples) (5,6). Se ha hallado una relación significativa entre las gestantes mayores (mayor que 40 años), siendo más común en ges-tantes multíparas mayores (13,14). La operación cesárea aumenta el riesgo de Abrupcio placentae en la segunda gestación hasta en un 40% (15). ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 4. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 60 El abrupcio placentae se presenta en el 40% de los casos de trauma materno severo y en el 1 al 5% de los casos de trauma materno menor, siendo responsable del 70% de las pérdidas fetales en estos casos. La elasticidad del útero, en contraste con la rigidez relativa de la placenta, crea una interface vulnerable para que se presente desprendimiento prematuro parcial o total de la placenta (16,17). Se ha estimado que el abrupcio puede ocurrir en el 2% al 15% de las usuarias de cocaína. El efecto hipertensivo de la cocaína y el aumento de la contractibilidad uterina causada por el incremento en los nive-les de norepinefrina predisponen a la mujer embarazada a sufrir de Abrupcio placentae. Aunque el uso de cocaína se limite al primer tri-mestre, el riesgo de abrupcio es aún alto, comparado con aquellas mu-jeres gestantes que no consumen este psicofármaco (18). Las enfermedades respiratorias agudas superiores, la neumonía viral y bacteriana, se han asociado a abrupcio placentario (RR 3,2, IC95% 3,0-3,4) con neumonía bacteriana o viral (RR 2,2, IC95% 1,9-2,4) y con la bronquitis crónica (RR 31,8, IC 95% 29,6-34,3). Realizando aná-lisis estratificados según la raza, se demostró que el asma se asocia más con abrupcio en mujeres negras que en blancas (19). Se ha reportado riesgo elevado de Abrupcio placentae en mujeres con mutación en el gen de la angiotensina, mutación homocigota del gen de la betaína-homocisteína S- metiltransferasa (BHMT) (RRI 2,82, IC95% 1,84-4.97) y la mutación en la metilenetetrahidrofolato reduc-tasa (MTHFR) (20-23). Una alta incidencia de trombofilias hereditarias se ha encontrado en pacientes con abrupcio. Generalmente hay elevada prevalencia de mu-taciones en los genes que codifican para factor V de Leiden, homo-cisteína y anticuerpos antifosfolípidos, por lo cual se recomienda que mujeres que han presentado abrupcio debieran ser sometidas a tami-zaje para estos factores. La fertilización asistida, el polihidramnios, el oligohidramnios, la dia-betes materna, la versión cefálica externa, el cordón umbilical corto , la inserción velamentosa del cordón, los defectos en la coagulación, la amniocentesis y la biopsia placentaria, han sido históricamente re-portados, aunque no en forma conclusiva, como causas de abrupcio placentario (2). Presentación clínica En casos leves el abrupcio puede pasar desapercibido, se presenta con la sintomatología de una parto pretérmino y suele diagnosticarse re-trospectivamente, después del parto, durante el examen de la placenta. En casos moderados a severos el dolor uterino asociado a sangrado vaginal y la actividad uterina con hipersensibilidad, son las caracte-rísticas cardinales. Es importante tener en cuenta que la cantidad de sangrado vaginal no refleja la hemorragia real, pues si el hematoma no alcanza el margen de la placenta y del cérvix el sangrado permanece oculto en forma parcial o total y no es visto por vía vaginal (20 a 30% ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 5. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 61 de las pacientes); si diseca en dirección a la vagina se manifiesta con hemorragia externa importante; si diseca la decidua y las membranas fetales hacia el saco amniótico, produce una coloración característica en vino Oporto, en el líquido amniótico. Finalmente, si infiltra el mio-metrio y la serosa, en casos de sangrados mayores de 500 cm3 lleva a la formación del útero de Couvelaire, caracterizado por inercia uterina y apoplejía útero-placentaria (Tabla 2) (1). Según el grado de desprendimiento placentario, se evidenciaran signos de hipovolemia tales como: taquicardia, palidez mucocutánea, hipo-tensión. En casos de separación placentaria severa el útero está duro, doloroso a la palpación, es difícil de palpar las partes fetales, y puede asociarse a CID (2). Clasificación Existen dos sistemas de clasificación del abrupcio placentario: el pri-mero hace referencia a la localización del desprendimiento y el segun-do al grado de separación (2,5). Según la localización, el abrupcio puede ser: • Central: en el cual el centro de la placenta se separa, la sangre queda atrapada entre la placenta y la pared uterina y generalmente no se presenta sangrado vaginal. En casos severos la sangre invade el tejido miometrial entre las fibras musculares, produce hipertonía uterina, se asocia a gran dolor abdominal y aumento del diámetro abdominal. • Marginal: cuando el sangrado pasa a la vagina. La paciente puede te-ner dolor uterino y el sangrado es a menudo más oscuro que el de la placenta previa. • Completo: es el tipo más serio; la placenta se separa totalmente de la pared uterina y produce sangrado vaginal masivo. Según el grado, el abrupcio puede ser: • Grado I (leve): desprendimiento del 10 al 30% de la superficie placen-taria. La paciente tiene actividad uterina, sangrado y dolor uterino leve. El feto y la madre permanecen estables. El volumen de sangrado es de hasta 150 cm3. • Grado II (moderado): desprendimiento del 30 al 50% de la superficie placentaria. La mujer tiene dolor uterino y sangrado vaginal, perma-nece estable, pero se empieza a evidenciar estado fetal insatisfactorio (92% de los casos). El volumen de sangrado perdido es de 150 a 500 cm3. • Grado III (severo): desprendimiento de más del 50% de la superficie placentaria. La madre presenta tetania uterina, con signos de hipovo-lemia, el feto está muerto. Este grupo se puede subdividir en dos: ›››››› - Grado III (A): con coagulación intravascular diseminada. - Grado III (B): sin coagulación intravascular diseminada. ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 6. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 62 Diagnóstico El diagnóstico es clínico y se confirma con la evaluación de la placenta luego del parto (1,3,24). El valor de la ecografía en las pacientes con abrupcio es limitado por su baja sensibilidad (50%). En la fase aguda el área de desprendimiento no se puede diferenciar fácilmente de la placenta; sin embargo, puede verse hiperecoica, pasando a ser hipoecoica luego de varios días; además estos hallazgos ecográficos son similares en apariencia a las contracciones ute-rinas, los miomas o los plejos vasculares. El manejo de las pacientes con sospecha de abrupcio nunca debe ser retrasado en espera de la ecografía, pues ésta solamente detecta el 20% de los casos y es común encontrar ecografías normales en pacientes con abrupcios clínicamente significa-tivos (1, 3, 24). La alteración de las arterias uterinas en la mitad del embarazo (muesca diastólica) es el único test de tamizaje con alguna eficacia para la predic-ción de abrupcio. Sin embargo, tiene utilidades clínicas limitadas debido a la baja prevalencia de abrupcio y a la alta tasa de falsos positivos (2). Tratamiento Una vez el diagnóstico de abrupcio placentario es sospechado, debe esta-blecerse prioritariamente el estado de hipovolemia en la madre y el bien-estar fetal. El manejo de cada paciente es individualizado, dependiendo de la edad gestacional y el grado de desprendimiento placentario. Medidas generales. Todas las pacientes deben ser hospitalizadas para control estricto de la tensión arterial, frecuencia cardiaca y diuresis; canalizar dos accesos venosos, reservar dos unidades de glóbulos ro-jos, tomar muestras para cuadro hemático, hemoclasificación, y deter-minar si existe coagulación intravascular diseminada. Teniendo en cuenta el grado de desprendimiento y la edad gestacional, se puede optar por manejo expectante, cesárea inmediata o ruptura de membranas y parto vaginal (1-3). Abrupcio leve. El sangrado puede parar y resolver los síntomas gra-dualmente, sin compromiso materno-fetal. Si la gestación es menor de 34 semanas la paciente puede recibir tocólisis, aplicación de corti-coides para maduración pulmonar y valoración materno-fetal estricta. Según los síntomas, la paciente puede ser seguida ambulatoriamente, y si está cerca al término, podría realizársele amniotomía y uso de oxi-tocina si es necesario para intentar parto por vía vaginal (1,2). Abrupcio moderado o severo. El manejo en estos casos requiere ser in-dividualizado y planear en forma rápida el parto. Se debe intentar par-to vaginal siempre que la unidad materno-fetal lo soporte, con control estricto de la frecuencia cardiaca fetal y corrección de los trastornos de la coagulación y del choque hipovolémico. Si se evidencia compromi-so del estado fetal o existe deterioro rápido de la condición materna, hay que realizar cesárea (1). El retraso en el tratamiento del abrupcio de placenta incrementa el riesgo de choque hipovolémico, coagulación intravascular disemina- ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 7. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 63 da, hemorragia posparto y muerte fetal. La literatura reporta que el 70% de los casos de mortalidad perinatal se da cuando el intervalo entre el diagnóstico y el parto es mayor que 2 horas, y cuando éste es menor a 20 minutos la mortalidad neonatal se reduce sustancialmente, comparado con intervalos mayores de 30 minutos (RRI 0.44) (2,3). El abrupcio severo es una emergencia que requiere manejo multidis-ciplinario, monitoría invasiva con líneas arteriales y venosas, control estricto del gasto urinario y manejo de las complicaciones tales como insuficiencia renal y coagulación intravascular diseminada. Los prin-cipios de manejo se resumen en la tabla 3 (2,15,25,26). Cuando la muerte fetal ocurre, el parto vaginal es la vía ideal, a menos que la hemorragia sea importante o haya otras complicaciones obs-tétricas que contraindiquen el parto vaginal, realizando amniotomía precoz y colocando oxitocina si es necesario. Debe tenerse en cuenta que cuando muere el feto la pérdida sanguínea es importante; se de-ben transfundir al menos 2 U de glóbulos rojos empaquetados (GRE) independientemente de los signos vitales maternos, pues las maternas compensan muy bien la hipovolemia y pueden perder cerca del 30% de su volumen circulante antes de desarrollar signos clínicos (1-3,7). El choque hipovolémico causa hipoperfusión de órganos tales como riñón, cerebro e intestino, por lo que es importante realizar una ade-cuada reposición de líquidos, electrolitos, GRE y medición de la pre-sión venosa central para mantener gastos urinarios mayores a 30 cm3/ hora. La reanimación se debe hacer con líquidos expansores como los cristaloides, con un volumen aproximado de tres veces lo estimado en la pérdida sanguínea. Manejo de la coagulopatía intravascular diseminada (CID). El diagnós-tico de CID se hace con la presencia de tiempos de coagulación (PT y PTT) elevados, fibrinógeno bajo (menor que 100 ng/dl), productos de degradación de la fibrina aumentados (mayor que 10 ug/ml) y trombo-citopenia. Es importante mantener las plaquetas por encima de 50.000 (una U incrementa las plaquetas en aproximadamente 5x109/L). Si los tiempos de coagulación se encuentran elevados y la relación INR/PTT activado es mayor de 1,5 es necesario transfundir plasma fresco en una relación de 15cm3/kg. El fibrinógeno debe ser mayor a 1 g/L (10 bolsas de crioprecipitado incrementan el fibrinógeno en 1,0 g/L) (2,15,25,26). La reposición de los diferentes componentes debe hacerse en el si-guiente orden: cristaloides, glóbulos rojos empaquetados, plasma fres-co, seguido de los crioprecipitado y las plaquetas. En casos de hemo-rragia obstétrica existen protocolos que recomiendan la reposición de seis unidades de glóbulos rojos, cuatro de plasma fresco y una unidad de plaquetas, lo cual se aproxima a la composición de la sangre total (15). La falla renal ocurre cuando el tratamiento de la hipovolemia se retra-sa o es incompleto (prerrenal) o por daño renal (renal). El daño renal es a menudo debido a necrosis tubular aguda, la cual es reversible. En formas severas el daño renal puede ser secundario a necrosis cortical, y aunque ésta forma es menos común, requiere diálisis temprana. En el periodo inicial la oliguria puede ser seguida de polaquiuria, con dis-balance electrolítico y ácido-base, por lo cual se recomienda que los electrolitos, la urea y la creatinina sean medidos cada cuatro horas. Los gases arteriales deben ser medidos en forma periódica (2). ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 8. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 64 En el 2% de los casos de abrupcio de placenta el útero se torna hipo-tónico y resistente al uso de oxitocina, requiriendo del manejo que se explica en el capítulo de hemorragia posparto (2,15). Pronóstico El abrupcio es una emergencia materno-fetal seria. La tasa de mortali-dad materna es del 1%, asociada a choque hemorrágico, insuficiencia renal y CID. La tasa de mortalidad fetal es del 20 al 30%, además es causa importante de hipoxia, hipovolemia y anemia fetal (5). El riesgo de recurrencia en el siguiente embarazo es de 10-15%, en casos de dos abrupcios previos la recurrencia de un tercer abrupcio es del 25% (RRI 36,5) (27). Prevención La incidencia de abrupcio puede disminuirse evitando el hábito de fu-mar y el consumo de cocaína y anfetaminas, y con un adecuado con-trol de los trastornos hipertensivos en el embarazo. El estudio Magpie demostró la disminución de abrupcio en pacientes con preeclampsia, manejadas con sulfato de magnesio (28). PLACENTA PREVIA Definición Es definida como la implantación de la placenta en el segmento ute-rino inferior, traslapando o aproximándose al orificio cervical interno por delante del polo fetal (Figura 1) (1,2,7,24). Epidemiología Se presenta en 2,8 a 4 por cada 1.000 embarazos simples y 3,9 por cada 1.000 embarazos gemelares (1,2,4,5,24). Fisiopatología La placenta previa es ocasionada por la implantación del blastocisto en el segmento uterino inferior. Aunque el motivo de por qué la im-plantación ocurre a este nivel no es bien conocido, la fuerte asociación con multiparidad, cesárea anterior y curetaje previo, sugieren daño endometrial como principal causa. El blastocito busca implantarse en el mejor sitio que supla sus necesidades, haciéndolo en el segmento uterino inferior (29). ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 9. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 65 Factores de riesgo Los factores asociados con el desarrollo de placenta previa incluyen (Tabla 4). Presentación clínica Se caracteriza por la presencia de sangrado indoloro, rojo rutilante, episódico, en ausencia de actividad uterina y dolor. El sangrado vagi-nal en los primeros episodios suele ser autolimitado, con eventos de sangrados posteriores de mayor intensidad. La cantidad de sangrado depende del tipo de placenta previa. Sin embargo, el sangrado antepar-to puede estar ausente hasta en el 35 al 40% de los casos (1-5). En esta entidad no se presenta hemorragia oculta como en el abrupcio de placenta, por lo que el sangrado evidenciado en forma subjetiva es el que está presentando la paciente, el feto en esta entidad se halla rela-tivamente protegido debido a que el sangrado, a menos que se asocie a vasa previa o abrupcio placentae, es exclusivamente de origen materno (7). La placenta previa se asocia a presentaciones anómalas (pelvis o trans-versa) hasta en una tercera parte de los casos (1,2). Clasificación Tradicionalmente la placenta previa se ha dividido en cuatro tipos o grados (Figura 2). 1. Grado I (placenta previa lateral o inserción baja): la placenta invade el segmento uterino inferior y se encuentra a máximo 5 cm del orificio cervical interno, pero no lo alcanza (Figura 2A). 2. Grado II (placenta previa marginal): el borde de la placenta llega justo al borde del orificio cervical interno, pero no lo cubre (Figura 2B). 3. Grado III (placenta previa parcial): la placenta cubre parcialmente el orifico cervical interno. 4. Grado IV (placenta previa central total): la placenta cubre totalmente el orificio cervical interno (Figura 2C). Esta clasificación, basada originalmente en la palpación digital a través del cérvix, es de difícil uso en la práctica clínica. Actualmente el diag-nóstico de placenta previa se hace en mujeres asintomáticas a quienes en una ecografía de rutina se les encuentra una inserción baja de la placenta, de tal forma que el examen digital está proscrito (1). La nueva clasificación de localización placentaria basada en la ecogra-fía transvaginal es la siguiente (2,24,30): 1. Placenta situada normalmente: la placenta se encuentra insertada a una distancia de 3,5 cm del orificio cervical interno en un embarazo a término. 2. Placenta baja: la placenta se halla de 2 a 3,5 cm del orificio cervical interno, en una gestación a término. 3. Placenta previa: la placenta está a menos de 2 cm del orificio cervical interno, en una gestación a término. La placenta puede sobrepasar el orificio cervical interno. ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 10. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 66 Diagnóstico Clásicamente la placenta previa se presenta con sangrado vaginal sin dolor. El tacto vaginal, rectal, o la especuloscopia, están contraindica-dos por el riesgo de desencadenar sangrado masivo (5). La ecografía transvaginal se ha establecido como el gold estándar para determinar la localización exacta de la placenta y es segura aun cuan-do exista sangrado vaginal activo; tiene una sensibilidad del 87,5%, especificidad del 98,8%, valor predictivo positivo de 93,3% y valor pre-dictivo negativo del 97,6%. No se recomienda la ecografía abdominal, pues tiene una tasa de falsos positivos de 25%, explicado porque existe pobre visualización de las placentas de localización posterior, la cabeza fetal interfiere en la visualización del segmento uterino inferior y la obesidad y la vejiga muy llena o desocupada pueden interferir con la precisión del diagnóstico; un 60% de las mujeres a quienes se les reali-za ecografía transabdominal requieren de posterior reclasificación con ecografía transvaginal (1,2,30,31). El diagnóstico de placenta previa se sospecha, aun sin presentar sínto-mas, durante la evaluación ecográfica de rutina entre las 20 a 24 sema-nas de gestación. A estas pacientes se les debe enviar a ecografía trans-vaginal para valorar la relación de la placenta con respecto al orificio cervical interno e informarlas acerca de la posibilidad de “migración placentaria” (2,24-31). La “migración placentaria” es un término aplicado para describir el desplazamiento de la placenta, en relación con el cérvix, desde una implantación baja o previa a una posición superior del útero, docu-mentada por ecografía. Se ha encontrado que la migración placentaria no es realmente que la placenta se mueva, sino un proceso que podría involucrar degeneración periférica secundaria a disminución en la vascularización, con crecimiento preferencial hacia las áreas óptima-mente perfundidas o un crecimiento más rápido del segmento uterino inferior en relación con el resto del cuerpo uterino (24,31). Aproxima-damente el 25% de las placentas son bajas a las 20 semanas de gesta-ción, y sólo un 3% lo son al término (1,5,7). La migración placentaria es menos frecuente cuando la placenta es posterior o existe cesárea previa. En estudios retrospectivos se ha documentado que el 58% de las placentas previas completas y el 92,5% de las placentas previas mar-ginales, migran; y que la persistencia de placenta previa en pacientes sin antecedentes de cesárea es del 11%, y del 50% cuando tiene antece-dentes de cesárea (31,32). En pacientes asintomáticas con placentas previas grados I y II se debe realizar ecografía transvaginal a las 36 semanas para confirmar el diag-nóstico, y en casos de placenta previa grados III y IV, a las 32 semanas. Las placentas que son diagnosticadas en el 3er trimestre permanecen en su posición hasta en el 90% de los casos (33). Tratamiento El tratamiento depende de la presentación clínica, la edad gestacional, la intensidad del sangrado vaginal y el grado de la placenta previa (1). ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 11. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 67 Toda paciente con sangrado vaginal secundario a placenta previa debe ser hospitalizada para reposo con monitorización de signos vitales y de la frecuencia cardiaca fetal en forma continua; vigilancia de la acti-vidad uterina, del dolor y del sangrado vaginal; toma de muestras para hemoclasificación, cuadro hemático, y reservar dos unidades glóbulos rojos empaquetados (5). En general, los episodios iniciales de sangra-do vaginal por placenta previa son pequeños y autolimitados, con epi-sodios de sangrado posteriores de mayor magnitud (1). El manejo expectante puede ser realizado en pacientes con sangra-do vaginal que no presenten descompensación hemodinámica y con inmadurez fetal. En estos casos se inicia maduración pulmonar con corticosteroides, y aunque su uso es controversial, puede realizarse inhibición de la actividad uterina con tocolíticos. La hospitalización prolongada podría aumentar el riesgo de tromboembolismo, por lo tanto se deben fomentar ejercicios de movilización de miembros in-feriores durante el reposo, asociado al uso de medias de compresión. La anticoagulación profiláctica, con heparinas de bajo peso molecular como primera opción, debe reservarse a pacientes con alto riesgo de tromboembolismo. Todas las mujeres RH negativas requieren recibir inmunoglobulina anti-D (2,31). Una vez controlado el sangrado vaginal, el manejo ambulatorio es una opción en pacientes hemodinámicamente estables, que puedan ser monitorizadas en casa, vivan próximas a un hospital, con la po-sibilidad de ser transportada rápidamente a un centro de urgencias obstétricas, y que tengan comunicación telefónica (nivel de evidencia (II-2C) (30). Las pacientes con placenta grados III y IV y episodios previos de sangrado, como lo recomienda el Royal College of Obstetri-cian and Gynaecologist, deben ser hospitalizadas desde las 34 semanas de gestación, por el alto riesgo de sangrado (31). La hemorragia masiva, el estado fetal insatisfactorio o la maduración pulmonar comprobada, son indicadores de terminación de la gesta-ción (29). La vía del parto depende de la distancia del borde placenta-rio al orificio cervical interno y las características clínicas (inestabili-dad hemodinámica, sufrimiento fetal o grado de sangrado vaginal). Si la distancia del borde placentario al orificio cervical interno es mayor de 20 mm se puede intentar parto vaginal. Si la distancia de la placenta es de 0 a 20 mm se puede pensar en parto vaginal con vigilancia estric-ta materno-fetal en casos de estabilidad hemodinámica sin sangrado vaginal (nivel de evidencia II-2A). En general algunos autores recomiendan que siempre que exista algún grado de sobreposición entre la placenta y el orificio cervical interno se debe realizar cesárea (nivel de evidencia II-2A) (1,30). Otros, como el Royal College of Obstetrician an Gynecologists, recomiendan rea-lizar cesárea en todas las pacientes con un distancia menor de 20 mm del borde placentario al orifico cervical interno, especialmente si la placenta es posterior o gruesa. No hay evidencia suficiente sobre el uso del cerclaje cervical para redu-cir el sangrado en pacientes con placenta previa (III D) (30,31). ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 12. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 68 Pronóstico La cesárea de una paciente con placenta previa puede ser técnicamente difícil, con alta posibilidad de sangrado intraoperatorio (8 a 10%) por la presencia de várices, la probabilidad de extensión de la incisión y la posibilidad de acretismo placentario (2,34). Una posible complicación de la migración placentaria es la vasa pre-via, con resultados potenciales catastróficos (24). El acretismo placen-tario se presenta en el 1% de las pacientes con placenta previa y debe ser descartado siempre que se presente esta entidad (29). A nivel fetal la placenta previa se suele asociar a restricción del creci-miento intrauterino, anemia e hipoxia fetal (29-34). El riesgo de presentar recurrencia de placenta previa es de 4 al 8% (5). En un estudio retrospectivo se evidenció que en mujeres afroamerica-nas (RRI 1,43, p menor que 0,001) y asiáticas (RRI 1,73, p menor que 0,001) la placenta previa es más prevalente que en mujeres caucásicas (31). RUPTURA UTERINA La ruptura uterina, aunque no es una entidad muy común, es un evento catastrófico, por el compromiso agudo sobre la madre y el feto (4,7,35). Epidemiología La incidencia de esta entidad varía en forma importante a nivel mun-dial, su incidencia aproximada es del 1% entre las mujeres que tienen parto vaginal luego de un parto por cesárea. El efecto sobre la morbili-dad y la mortalidad también fluctúa geográficamente: mientras que en África la muerte materna se da en el 16% de las mujeres que sufren esta entidad, en los países desarrollados la mortalidad no es tan alta. La mor-bilidad asociada a la histerectomía es la principal complicación (7,35). Factores de riesgo El principal factor de riesgo de ruptura uterina es la cesárea previa (RRI 41, IC95% 29-58), el riesgo aumenta al doble en pacientes a quie-nes se les induce el trabajo de parto (RRI 2; IC 95% IC 1,48-2,86). Sin embargo, aun sin antecedente de cesárea, las pacientes a quienes se les induce el trabajo del parto presentan el doble de riesgo de ruptura uterina al compararlas con aquellas que inician espontáneamente el trabajo de parto (RRI 2,20; IC 95% 0,99-4,92%). La ruptura uterina se presenta en pacientes con macrosomía fetal, ges-taciones de 42 semanas o más, edad mayor de 35 años, estatura mater-na menor de 165 cm, trauma abdominal, versión interna, extracción de nalgas y trabajo de parto prolongado (7,35,36). ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 13. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 69 Clasificación Existen dos tipos de ruptura uterina: 1. Completa: ruptura de la pared uterina y de las membranas fetales, con comunicación de la cavidad uterina con la cavidad abdominal, lo cual ocurre en un útero sin cicatrices previas. 2. Incompleta: ruptura de una incisión uterina previa, con el peritoneo visceral intacto. Según el origen de la ruptura uterina, puede ser: 1. Traumática: ocurre por administración incorrecta de oxitócicos, ma-nipulación obstétrica, cicatriz uterina de cualquier etiología. 2. Espontánea: ocurre en un útero grávido intacto y sin ninguna causa evidente. Diagnóstico Aunque la ruptura uterina es más común durante el trabajo de parto, también puede ocurrir anteparto o posparto (7). El diagnóstico de-pende de si se trata de una ruptura uterina completa o incompleta; en el primer caso el cuadro clínico es dramático y potencialmente letal, mientras que la ruptura incompleta suele ser silente y sólo se diagnos-tica durante la cesárea o la revisión uterina luego de un parto vaginal con antecedente de cesárea (37). Los signos premonitorios de ruptura uterina son: • Dolor suprapúbico intenso que no cede al finalizar la contracción • Anillo patológico de retracción (signo de Bandl) • Sangrado genital oscuro (signo de Pinard) • Hematuria • Palpación fácil de ligamentos redondos (signo de Frommel) • Sufrimiento fetal Luego de la ruptura uterina se encuentran los siguientes signos: • Desaparición del dolor • Interrupción de la actividad uterina • Ascenso de la presentación • Sangrado genital • Signos de choque hipovolémico Tratamiento Si se trata de una ruptura uterina incompleta asintomática detectada durante la cesárea, se deben desbridar los bordes y realizar histerorra-fia. Si se descubre posterior a un parto vaginal, en una paciente con cesárea anterior, debe dejarse en observación. Si hay signos de hemo-rragia, se practica laparotomía exploratoria con cierre del defecto. ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 14. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 70 En caso de ruptura completa con compromiso materno o fetal es nece-sario canalizar dos accesos venosos, infusión de 2.000 cm3 de líquidos en bolo, toma de muestras para cuadro hemático, grupo sanguíneo y reserva de sangre. La paciente debe ser llevada a laparotomía de ur-gencia para extracción fetal, desbridamiento y reparo del sitio de la ruptura. En caso de que el reparo sea difícil, no se logre una adecuada hemostasia, en mujeres multíparas sin deseo de paridad, se puede rea-lizar histerectomía (37). Complicaciones La ruptura uterina se asocia con incremento en la mortalidad neonatal (RRI 65; IC95% 32-132) y con Apgar bajo (< 6) a los 5 minutos (RRI 13,8; IC 95% 9,82-19,63) (35). VASA PREVIA Definición Es una variante anatómica poco común de la placenta. Principalmente se presenta de dos formas, una con inserción velamentosa del cordón, y otra con un lóbulo succenturiado de la placenta en su lado opuesto al orificio cervical interno (Figura 3). Epidemiología Ocurre en 1: 2.500 - 6.000 nacimientos. La mortalidad perinatal de-pende del diagnóstico oportuno. Cuando el diagnóstico se hace en el control prenatal, el 97% de los fetos sobreviven, comparado con el 44% cuando no se diagnostica (1-3,7,29). Fisiopatología En el transcurso del parto o durante la ruptura de membranas (espon-tánea o mediante amniotomía), debido a que los vasos fetales dentro de las membranas no están protegidos por la gelatina de Wharton y por eso se pueden desgarrar y, a que el volumen sanguíneo de un feto es de aproximadamente 250 cm3, en forma rápida puede llevar a un feto a un estado exangüe y, en el peor de los casos, a la muerte. Se aso-cia en la mayoría de los casos a placenta previa (1-4,7,29). Factores de riesgo Dentro de los factores de riesgo se encuentran el fenómeno de “mi-gración placentaria” en casos de placenta previa, embarazos múltiples, presencia de inserción velamentosa del cordón, lóbulos placentarios succenturiados o accesorios, y la fertilización in vitro (3,7,24). ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 15. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 71 Cuadro clínico La vasa previa se manifiesta típicamente como una hemorragia de ini-cio súbito, al momento de la amniotomía o de la ruptura espontánea de membranas, con compromiso posterior del bienestar fetal. Diagnóstico Aunque el diagnóstico previo sin presencia de hemorragia es difícil, puede realizarse mediante palpación, al sentir el vaso durante la reali-zación del tacto vaginal, o ser observado con especuloscopia. En casos de hemorragia anteparto y sospecha de vasa previa se puede tomar sangre del fondo del saco vaginal para identificar la presencia de he-moglobina fetal. El test Apt es el más comúnmente realizado y se basa en la identificación de la hemoglobina fetal, teniendo en cuenta su re-sistencia a la desnaturalización por agentes alcalinos. Sin embargo, no es necesario esperar la confirmación de la presencia de sangre fetal si la hemorragia es masiva o existe compromiso del estado fetal (1,3). La presencia del cordón umbilical (líneas circulares o paralelas eco-génicas) cerca del orificio cervical interno, durante la ecografía obs-tétrica transabdominal, puede hacer sospechar el diagnóstico. Si tie-ne factores de riesgo se debe realizar doppler por medio de ecografía transvaginal en busca de vasos velamentosos sobre el orificio cervical interno (1,2,3). La ecografía tridimensional, la angiografía y la RMN también han sido usadas para hacer el diagnóstico (7,24). Tratamiento Si el diagnóstico es efectuado previo al inicio del trabajo de parto, se debe realizar cesárea electiva, luego de comprobar madurez pulmonar o a las 35 semanas de gestación. En caso de que dicha entidad haya pa-sado desapercibida y se sospeche en el momento que ocurra la ruptura de membranas, la paciente requiere ser llevada a cesárea de urgencia debido a que aun con sangrados subjetivamente pequeños puede pre-sentarse la muerte fetal (1-4,24). ACRETISMO PLACENTARIO Definición El acretismo placentario es un desorden caracterizado por la penetra-ción placentaria anormal dentro de la pared uterina debido a la au-sencia de la capa de Nitabuch en la decidua basalis; dicha adherencia puede darse en toda la placenta o en una porción de ella (2,24,38-40). Epidemiología La incidencia del acretismo placentario es de 1 por cada 2.500 partos, es decir, se presenta en el 0,0004% de los casos, siendo más frecuente en pacientes con placenta previa; ocurre hasta en el 9,3% de las pacien-tes que cursan con esta entidad. La incidencia de acretismo ha aumen- ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 16. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 72 tado hasta 10 veces en los últimos años debido al aumento del índice de cesáreas. El 51% de las histerectomías obstétricas son realizadas por acretismo placentario (1, 2, 24, 39-44). Factores de riesgo Los factores de riesgo incluyen: • Placenta previa • Edad materna mayor de 35 años • Multiparidad • Legrado previo • Miomectomía previa • Cirugía uterina previa • Mioma submucoso • El síndrome de Asherman • Periodo intergenésico corto • Feto femenino • Técnicas de reproducción asistida El riesgo de placenta acreta se incrementa dramáticamente según el número de cesáreas previas. Se describe un aumento de 8 veces cuan-do se compara con pacientes sin cicatrices previas y de 4 veces con 2 cesáreas o más. En pacientes en quienes además de la cesárea exista placenta previa asociada, el riesgo se acrecienta mucho más, reportán-dose hasta de 34%, 56%, 75% y 100% después de 0, 1, > 2 cesáreas, res-pectivamente, al igual que el riesgo de acretismo crece con el número de legrados, especialmente si han existido cesáreas previas, siendo del 36%, 58% y 70% luego de 0, 2 y 3 curetajes previos (38-42). Clasificación El acretismo placentario ha sido clasificado clásicamente de acuerdo al grado de invasión placentaria a estructuras vecinas (Figura 4): 1. Placenta acreta: invade la superficie del miometrio 2. Placenta increta: atraviesa el miometrio 3. Placenta pércreta: alcanza la serosa y los órganos vecinos. Cuadro clínico Generalmente se presenta con hemorragia posparto por imposibilidad de remoción de la placenta, acompañada por signos de shock hipovolé-mico ›››››› y coagulopatía (4,24,39). ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 17. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 73 Diagnóstico El diagnóstico, en la mayoría de los casos, se hace durante el control pre-natal en pacientes con factores de riesgo. • Ecografía: la ecografía transabdominal es el método más simple, am-pliamente usado y costo-efectivo para realizar el diagnóstico de acre-tismo placentario. Sin embargo, no siempre permite una adecuada visualización del segmento inferior del cérvix o de las áreas comunes de implantaciones placentarias luego de múltiples cesáreas, por lo cual debe complementarse con ecografía transvaginal. La pared pos-terior del útero puede no ser valorada correctamente por este método (38). Los hallazgos ecográficos que sugieren el diagnóstico de acretismo son: • Presencia de múltiples lagos placentarios alargados e irregulares (S: 79%, VPP: 92%). • Pérdida de la zona hipoecogénica retroplacentaria, representada por la ausencia de vasos placentarios retroplacentarios y de la de-cidua basal. Tiene baja importancia diagnóstica por su baja sensi-bilidad y alta tasa de falsos positivos (50%). • Adelgazamiento progresivo del miometrio placentario, que indica la extrema proximidad del tejido placentario a la serosa y a órga-nos vecinos. Un adelgazamiento miometrial de menos de 1 mm es sugestivo de placentación anormal (S: 93%, E: 79%, VPP: 73%). • Protrusión de la placenta dentro de la vejiga. • Incremento de la vasculatura en la interfase entre la serosa y la vejiga o adelgazamiento o disrupción de la serosa vesicouterina. • La presencia de vasos perpendiculares al eje uterino indica la pre-sencia de vasos placentarios desde y hacia el miometrio o hacia órganos vecinos, generalmente se ha asociado con la presencia de diferentes grados de acretismo placentario (24,38,39,43). • Doppler color: su utilidad como prueba diagnóstica es controversial; tiene un valor predictivo negativo del 95%. Sin embargo, han me-jorado los hallazgos de la ecografía al permitir detallar la anatomía vascular entre el útero y los órganos relacionados. Los hallazgos que se han relacionado con placenta acreta son: pre-sencia de canales vasculares dilatados con flujo lacunar difuso, hi-pervascularidad en la interfase entre la placenta y la vejiga con vasos anormales y canales vasculares subplacentarios periféricos dilatados con flujo venoso pulsátil sobre el cérvix uterino (39). • Resonancia magnética nuclear: es un examen que no siempre está dis-ponible, se recomienda cuando los hallazgos con la ecografía no son conclusivos y se requiere confirmar el grado, extensión y localización placentaria en la toma de decisiones quirúrgicas (38,39). ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 18. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 74 Tratamiento Como regla general, la cesárea debe ser realizada a las 37 semanas en casos de placenta acreta y de 35 semanas en increta y percreta. En la eventualidad de invasión placentaria inferior-lateral se recomienda la ca-teterización ureteral para evitar lesiones inadvertidas durante la cirugía. En algunos casos con extensa invasión parametrial la identificación de los uréteres luego de la extracción fetal puede reducir la posibilidad de lesiones si la histerectomía es necesaria (38). El objetivo primario es el de intentar realizar la cesárea en las condicio-nes más seguras posibles, de acuerdo a los recursos disponibles, aplican-do los más simples y eficientes procedimientos y minimizando el riesgo de hemorragia. La remoción placentaria no siempre es necesaria durante el acto quirúrgico y puede ser pospuesta. El manejo siempre debe ser multidisciplinario, con un anestesiólogo y un ginecólogo expertos y la paciente ser avisada sobre el alto riesgo de sangrado y la necesidad de histerectomía, transfusión y lesión de órganos vecinos. Se debe hacer reserva de glóbulos rojos empaquetados. En general existen dos formas de manejo: Conservación del útero a. Cesárea clásica para evitar la placenta. b. Dejar la placenta in situ y esperar por su reabsorción posterior. c. Ligadura o embolización profiláctica de las arterias uterinas o hi-pogástricas. d. Remoción de la placenta en caso de hemorragia con control del sangrado mediante suturas circunferenciales del lecho placenta-rio, inyección intramiometrial de prostaglandina F2α. e. Empaquetamiento uterino. Durante el periodo de involución placentaria puede ocurrir hemorragia, infección o diseminación intravascular diseminada. Para reducir el vo-lumen placentario y su vascularización puede ser usado el metotrexato; sin embargo, no hay evidencia conclusiva sobre las ventajas de su uso (38,45). Histerectomía a. Cesárea clásica b. Evitar la remoción de la placenta c. Cistotomía deliberada para facilitar la movilización de la vejiga d. Cateterizar uréteres e. Ligadura o embolización de las arterias hipogástricas Las indicaciones de histerectomía en placenta acreta incluyen: • Problemas técnicos anticipados, con imposibilidad para ser repara-dos. • Imposibilidad técnica de realizar hemostasia segura. ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 19. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 75 • Luego de manejo conservador, cuando se presentan complicaciones tales como infección o hemorragia no controlada (38). En un estudio de casos y controles no se halló diferencia significativa en cuanto a pérdida sanguínea, necesidad de transfusión, tiempo qui-rúrgico y días de hospitalización postoperatoria en pacientes someti-das a histerectomía con catéteres de balón intravascular, comparadas con aquellas a quienes no se les colocó catéter. Sin embargo, algunos autores lo recomiendan (46,47). Pronóstico El acretismo placentario se asocia con una tasa de mortalidad del 7% y alta morbilidad intraoperatoria y postoperatoria dada por hemorragia masiva, coagulación intravascular diseminada, SDRA, infección y le-sión de órganos vecinos (lesión de uréter, colon y vejiga). Hasta el 46% de las pacientes requieren UCI luego de la histerectomía y existe un riesgo de recurrencia del 60% en una nueva gestación (2, 46, 48). HEMORRAGIA ANTEPARTO DE ORIGEN DESCONOCIDO Las principales causas de sangrado anteparto después de la semana 20 de gestación son la placenta previa y el abrupcio placentae; no obstan-te, el diagnóstico diferencial incluye patologías como erosión, pólipos, o cáncer. Aun con una exhaustiva investigación para determinar su etiología, la razón del sangrado no puede determinarse en el 2-3% de estas mujeres. El sangrado de origen desconocido en el segundo trimes-tre del embarazo se ha asociado con un número importante de eventos adversos. Los eventos adversos reportados incluyen riesgos aumentados de parto pretérmino, inducción de trabajo de parto, cesárea, anomalías congénitas, pérdida fetal y tasa de mortalidad perinatal aumentada. La información acerca de la etiología de la hemorragia anteparto de origen desconocido y su manejo es muy limitada (49). El manejo de estas pacientes debe incluir un examen físico cuidadoso y una ecografía para evaluar la causa del sangrado y realizar especulosco-pia para excluir causas de sangrado cervical o vaginal tales como cervi-citis, trauma, várices vulvares, tumores genitales e infecciones genitales. Si el sangrado se acompaña de contracciones uterinas el riesgo de parto es alto (hasta un 15% en las dos semanas siguientes), y si el embarazo es menor que 34 semanas debe administrarse corticoides para acelerar la maduración pulmonar. En la mayoría de los casos el sangrado vaginal es leve y se controla en forma espontánea (1,2,49). En todos los casos el manejo de estas pacientes debe hacerse estando hos-pitalizada; se debe vigilar estrictamente la cantidad de sangrado vaginal, el bienestar fetal y la estabilidad hemodinámica materna; si el sangrado se autolimita, debe dejarse a la paciente en observación durante 48 horas; si no se presentan nuevos episodios de sangrado, puede ser dada de alta, con recomendaciones de asistir nuevamente a urgencias por cualquier tipo de manchado o sangrado genital. En caso de gestaciones mayores ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 20. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 76 de 37 semanas, si el sangrado es recurrente o si se asocia con restricción del crecimiento intrauterino, se requiere indicar la inducción del parto, con vigilancia materno-fetal estricta. En casos de gestaciones menores de 37 semanas, si el sangrado es significativo y recurrente, la inducción del parto puede a veces ser necesaria (1,2,49). El papel de las pruebas de bienestar fetal como el perfil biofísico o Do-ppler, no ha sido claramente documentado. Sin embargo, hasta que no sea demostrado lo contrario, las pruebas de bienestar fetal deben ser in-cluidas dentro del plan de manejo de estas pacientes (49). REFERENCIAS 1. Ngeh N, Bhide A. Antepartum haemorrhage. Current Obstetrics Et Gynecology 2006; 16: 79-83. 2. Mukherjee S, Bhide A. Antepartum haemorrhage. Obstetrics, Gynecology and Reproductive Medicine 2008; 18(12): 335-339. 3. Sakornbut E. Late Pregnancy Bleeding. American Family Physician 2007; 75(8): 1999-2006. 4. Mercier F, Van de Velde M. Major Obstetric Hemorrhage. Anesthesiology Clin 2008; 26: 53-66. 5. Hoyt G. Bleeding in Pregnancy: What´s the Diagnosis? Spring 2006. p. 16-18. 6. Lindqvisr P, Happach C. Risk and Risk Estimation of placental abruption. Eur J Obstet Gynecol Reprod Biol 2006; 126: 160-164. 7. Carlin A, Zarco A. Intrapartum Fetal Emergencias. Seminars in Fetal and Neonatal Medicine 2006; 11: 150-157. 8. Levi, M. Pathogenesis and Treatment of Disseminated Intravascular Coagulation (DIC) in the Peripartum Period. Thrombosis Research 2007; 119(1): s16. 9. Tikkanen M. et al. Clinical Presentation and Risk Factores of Placental Abrup-tion. Acta Obstetricia et Ginecológica 2006; 85: 700-705. 10. Ananth C et al. Chronic Hipertensión ans Risk of Placental abruptio: is the association modified by ischemic placental disease? Am J Obstet Gynecol 2007; 273: e1-e7. 11. Morgan et al. Abruptio Placentae: Perinatal Outcome in Normotensive and Hypertensive Patients. Am J Obstet Gynecol 1994; 170: 1595. 12. Sibai et al. Risk Factors for Preeclampsia, Abruptio placentae, and Adverse Neonatal Outcomes among Women with Chronic Hipertensión. N Engl J Med 1998. p. 339-667. 13. Jahromi B, Husseini Z. Pregnancy Outcome at Maternal Age 40 and Older. Taiwán J Obstet Gynecol 2008; 47(3): 318-321. 14. Bardin R et al. Pregnancy Outcome at Extremely Advanced Maternal Age. Am J Obstet Gynecol 2007; S88. 15. Yang Q et al. Association of Caesarean Delivery for First Birth with Placenta Praevia and Placental Abruption in Second Pregnancy. BJOG 2007: 609-613. 16. Cusick S, Tibbles C. Trauma in Pregnancy. Emerg Med Clin N Am 2007; 25: 861- 872. 17. Williams J et al. Critical Care in Obstetrics: pregnanacy-specific conditions. Best Practice and Research Clinical Obstetrics and Gynecology 2008; 22(5): 825- 846. 18. Fajemirokun-Odudeyi O, Lindow SW. Obstetric Implications of Cocaine Use in Pregnancy: a literature review. Eur J Obstet Gynecol Reprod Biol 2004; 112(1):2-8. 19. Getahun D et al. Acute and Chronic Respiratory Disease in Pregnancy: associations with Placental Abruption. Am J Obst Gyn 2006; 195: 1180-1184. 20. Zhang X et al. Placental Abruption is more frequent in women with the Angiotensinogen THR235 Mutation. Placenta 2007; 28: 616-619. 21. Ananth C et al. Polymorphisms in Methionine Synthase Reductase and Betaine- Homoccysteine S- methyltransferase Genes: Risk of Placental Abruption. Molecular Genetics and Metabolism 2007; 91: 104-110. ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 21. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 77 22. Clive N et al. Methylenetetrahydrofolate Reductase Gene Polymorphism in Africa Women with Abruptio Placentae. Eur J Obstet Gynecol Reprod Biol 2007; 132: 241-243. 23. Gebhardt G et al. Combined Heterozygosity for Methylenetetrahydrofolate Reductase (MTHFR) Mutation C677T and A1289C: is Associated with Abruptio Placentae but not with Intrauterine Growth Restriction. Eur J Obstet Gynecol Reprod Biol 2001; 97: 174-177. 24. Abramowicz J, Sheiner E. Ultrasound of Placenta: A Systematic Approach. Part I: Imaging. Placenta 2008; 29: 225-240. 25. Lefkou E, Hunt B. Haematological management of obstetric Haemorrhage. Obstetrics, Gynecology and Reproductive Medicine 2008; 18(10): 265-271. 26. Levi M et al. Plasma and Plasma Components in the Mangement of Disseminated Intravascular Coagulation. Best Practice and Research Clinical Haematology 2006; 19(1): 127-142. 27. Matsaseng T et al. Pregnancy Outcomes in Patients with Previous History of Abruptio Placentae. Int J Obstet Gynaecol 2006; 92: 253-254. 28. Altman D et al. For the Magpie Trial Collaborative Group. Do Women with Pre-eclampsia, and their babies, benefit from magnesium sulphate? The Magpie Trial: a randomised placebo-controlled trial. Lancet 2002; 359: 1877-1890. 29. Chaguendo J. Hemorragias de la segunda mitad del embarazo. Congreso para Médicos Generales del Suroccidente Colombiano. Popayán; 2004. 30. SOGC Clinical Practice Guideline. Diagnosis and Management of Placenta Previa. Int J Obstet Gynecol 2008: 1-6. 31. Caughey A, Escobar G. Racial and Ethnic Differences in the Prevalence of Placenta Previa. Am J Obstet Gynecol 2008; S105. 32. Royal College of Obstetrician and Gynaecologists. Placenta Praevia and Placenta Praevia Accreta: Diagnosis and Management. RCOG Guideline 2005: 1-12. 33. Sparks T, Cheng W. Placenta Previa: Resolution by the Third Trimestre. Am J Obstet Gynecol 2008; S107 34. Zlatnik M et al. Placenta Previa and the Risk of Preterm Delivery. The Journal of Maternal Fetal and Neonatal Medicine 2007; 20(10): 719-723. 35. Kaczmarczyk M et al. Risk Factors for Uterine Ruptura and Neonatal Consequences of Uterine Ruptura: a population – based study of successive pregnancies in Sweden. BJOG 2007: 1208-1214. 36. Zúñiga G, Vásquez J. Rupturas uterinas en el curso del parto. Revisión de la literatura. Revista de Ginecología y Obstetricia de México 1956; 11: 357-374. 37. Lancheros M. Ruptura uterina. Texto de Obstetricia y Perinatologia 1999: 295- 301. 38. Palacios J. Diagnosis and Management of Placenta Accreta. Best Pract Res Clin Endocrinol Metab 2008; 22 (6): 1133-1148. 39. Mazouuni M et al. Placenta Accreta: A Review of Current Advances in Prenatal Diagnosis. Placenta 2007; 28: 599-603. 40. ACOG Committee Opinion. Placenta Accreta. Int J Obstet Gynaecol 2002; 77: 77-78. 41. Usta I Hab et al. Placenta Previa Accreta: Risk Factors and Complications. Am J Obstet Gynecol 2005; 193: 1045-1049. 42. Roy N et al. Placental Abnormalities in Singleton Pregnancies Following Assisted Reproductive Technologies (ART): The Incidence of Placenta Accreta is increased. Abstracts 2008; 90(1): s210. 43. Japaraj, R. Antenatal Diagnosis of Placenta Previa Accreta in Patients with Previos Cesarean Scar. J Obstet Gynecol Res 2007; 33(4): 431-437. 44. Daskalakis G. Emergency Obstetrics Hysterectomy. Acta Obstetricia et Gynecologia 2007; 86: 223-227. 45. Kayem et al. Recurrence Following Conservative Management of Placenta Accreta. Brief Communications 2007:142. 46. Shrivastava V et al. Case –Control Comparison of Cesarean Histerectomy with and without Prophylactic Placement of Intravascular Balloon Catheters for Placenta Accreta. Am J Obstet Gynecol 2007; 197:402e1-402 e2. ›››››› ‹‹‹‹‹‹ Cerrar
  • 22. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 78 Volver 47. Mok M et al. Interventional Radiology in Women with Suspected Placenta Accreta Undergoing Caesarean Section. Int J Obstet Anest 2008; 17: 225-261. 48. Shah M et al. Characteristics and Outcomes of Patients Undergoing Cesarean- Hysterectomy for Placenta Accreta: The Columbia Experience. Am J Obstet Gynecol 2008; S103. 49. Magann EF, Cummings JE, Niederhauser A, Rodríguez-Thompson D, Mc- Cormack R, Chauhan SP. Antepartum Bleeding of Unknown Origin in the Se-cond Half of Pregnancy: A Review. Obst and Gyn Survey 2005; 60: 741-745. Volver Cerrar
  • 23. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 79 Volver Tabla 1 Factores de riesgo para Abruptio placentae Factor RRI Antecedente de placenta previa 5,7 Muy pequeño para la edad gestacional 3,99 Uso de cocaína 3,92 Corioamnionitis 3,3 Preeclampsia 2,7 Ruptura prematura de membranas 2,44 Alcohol 2,2 Hipertensión crónica 2,4 Oligohidramnios 2,09 Embarazo gemelar 2,0 Preeclampsia 1,9 Tabaquismo 1,8 Paridad > 3 1,6 Edad materna > 40 1,37 Soltera 1.27 Volver Cerrar
  • 24. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 80 Volver Tabla 2 Presentación clínica en casos de abrupcio moderado a severo (1-3, 9) (%) Sangrado vaginal 78 Estado fetal insatisfactorio 69 Hipersensibilidad uterina / dolor lumbar 66 Líquido amniótico color vino Oporto 50 Polisistolia 17 Trabajo de parto pretérmino inexplicado 22 Hipertonía uterina 17 Muerte fetal 15 Volver Cerrar
  • 25. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 81 Volver Tabla 3 Principios de manejo en casos de abrupcio severo Evaluar el estado fetal en cuanto a bienestar y tamaño (el RCIU es frecuente) Calcular la severidad del abrupcio (tono uterino, dolor, cantidad de sangrado vaginal) Evaluar en la madre el estado de hipovolemia y coagulación Manejo agresivo y precoz en casos de CID Si hay compromiso fetal llevar a cesárea de emergencia lo más rápido posible Volver Cerrar
  • 26. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 82 Volver Tabla 4 Factores asociados a placenta previa (1, 2, 4, 24) Factor OR Edad materna > 40 (vs. < 20) 9,1 Consumo de drogas ilícitas 2,8 Antecedente de una o más cesáreas 2,7 Paridad > 5 (vs. 0) 2,3 Paridad 2-4 (vs. 0) 1,9 Antecedente de aborto 1,9 Fumadora 1,6 Anomalías congénitas 1,7 Feto masculino (vs. femenino) 1,1 Hipertensión inducida por el embarazo 0,4 Volver Cerrar
  • 27. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 83 Volver A B Figura 1 A: Placenta normoinserta. B: Placenta previa Placenta normal Cordón umbilical Pared uterina Cervix Placenta previa Volver Cerrar
  • 28. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 84 Volver Figura 2 Clasificación de la placenta previa. A: Lateral o baja. B: Marginal. C: Central total Volver Cerrar
  • 29. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 85 Figura 3 Volver Foto de vasa previa Volver Cerrar
  • 30. HEMORRAGIA DE LA SEGUNDA MITAD DE LA GESTACIÓN, Jairo Amaya Guío, Magda Alexandry Gaitán. Obstetricia integral Siglo XXI Tomo I. Contenido Tomo II. Contenido 86 Figura 4 Volver Clasificación del acretismo placentario Volver Cerrar