El documento discute el papel de la religión en la educación. Argumenta que la religión ha sido fundamental en el desarrollo de la ciencia, la música, la literatura y otras disciplinas, y que eliminarla de la enseñanza privaría a los estudiantes de parte importante de la historia y la cultura. También señala que la religión ha desempeñado un papel social clave y que la separación total entre religión y estado es inviable.
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Papel religión aulas
1. Sobre el papel de la religión en las aulas.
1.-
Yo me llamo José. Ella se llama María. Si la religión no tuviera lugar en la sociedad, la
mayoría de nosotros nos llamaríamos de otra manera.
Si la religión fuera expulsada de las aulas, como quieren tantas y tantas plataformas
que abogan «por una enseñanza laica», quedaría expulsado en la asignatura de Biología el
origen mismo de la genética, fundada como se sabe, por el monje agustino Gregor Johan
Mendel (1822-1884). El gran científico y filósofo Roger Bacon (1214-1294) no podría
estudiarse, pues fue monje, así como también lo fue Copérnico, condenado, como se sabe por
parte de la Iglesia debido a la definitiva instauración del sistema heliocéntrico por su parte.
Tampoco tendría lugar en las aulas la figura del padre Saccheri, el precursor de las
grandes revoluciones representadas por las geometrías no euclidianas. O la filosofía de Tomás
de Aquino o Agustín de Hipona. Pese a todo, el pensamiento panteísta de Spinoza o de Xavier
Zubiri, el cual decía «ver a Dios en todas las cosas» sí podría enseñarse, pues ninguno de ellos
profesó la vida religiosa.
Si la religión fuera eliminada de la en enseñanza, la asignatura de música,¡ se vería
privada de la inmensa parte de la obra de Bach, las grandes misas de Beethoven o Mozart, así
como el papel íntegro del más renombrado compositor español en la historia de la música,
Tomás Luis de Vitoria (1540-1611) quedarían abolidas. En literatura, las figuras de Teresa de
Ávila, el arcipreste de Hita, fray Luis de León o Juan de la Cruz no podrían estudiarse. De
hecho, en un libro ya clásico, Dámaso Alonso afirma «desde esta ladera», que este último es
«el mejor de los poetas de lengua hispánica».1
Y lo dice «desde esta ladera», es decir, con
criterio profano, técnico, poético, conceptual, no religioso o místico. Es por lo que, aunque es
innegable que en el propio poeta y en todos los demás nombres que hemos mencionado, el
componente religioso es en gran medida inseparable de su tareas intelectuales o artísticas,
ambas perspectivas pueden separarse a la hora de estudiarlos.
Por no hablar de la asignatura de Historia: gran parte de las estrategias políticas que
han modificado el mapa de Europa durante siglos, así como innumerables y determinantes
guerras que han asolado Europa durante siglos han tenido un carácter religioso, cuando no han
1
ALONSO, Dámaso. La poesía de san Juan de la Cruz (desde esta ladera). Madrid: Aguilar, 1968, p. 18.
2. sido directamente protagonizadas por el Papado. En la asignatura de Arte, la casi práctica
totalidad de los monumentos, edificios, obras pictóricas de los siglos V a XVIII quedarían fueran
de las escuelas primarias o secundarias. Estilos artísticos como el gótico o el barroco
quedarían prácticamente eliminados de los programas de estudio.
Si la religión desapareciera de la enseñanza y, por ende, de la sociedad, habría que
modificar los calendarios que planifican los trimestres en función de las fiestas de Navidad o
Semana Santa. Eso sin contar las fiestas patronales, todas ellas celebradas bajo el nombre de
santos o santas, por lo cual desaparecerían, todo sea dicho, la mayoría de los deseados
«puentes».
De hecho, el origen de lo que en gran medida han sido los actuales servicios sociales
del llamado «Estado del bienestar» han tenido un origen eclesiástico, cuando no están
directamente basados en su mayor parte a partir de virtudes tan eminentemente cristianas
como la caridad. Los hospitales, por ejemplo, deben en gran medida su existencia a las
instituciones religiosas que practicaban la ayuda a los necesitados.2
El espíritu del sistema
público de pensiones, por ejemplo, se encuentra muy vinculado a los llamados Montes de
Piedad. Originados en el norte Italia durante el s. XV. Los Montes de Piedad, antecedentes en
parte del sistema bancario contemporáneo, surgieron también –al igual que los hospitales-
como entidades benéficas, precisamente para combatir la usura.3
Dichas entidades concedían
empréstitos a los necesitados sin interés alguno. Se trata de un espíritu al que, todo sea dicho,
no podría adscribirse hoy día la Banca actual.
Lo cierto es que la Iglesia en Occidente ha desempeñado durante siglos el lugar de
reunión social para toda población civil. No existe pueblo o localidad sin el templo en el que, a
través del culto, la sociedad fortalecía sus lazos y se cohesionaba como un todo. Se trata de un
evidente hecho antropológico que se constata en todas las culturas, así como en la situación
central que, junto a la fuente, ocupan hoy día las iglesias en toda urbe española y europea, sea
esta del tamaño que sea. Esto es solo un ejemplo, no solo del absurdo, sino de la imposibilidad
material misma de suprimir el papel que la religión ha tenido y tiene en todas las sociedades sin
excepción. Por ello, y al contrario de la actitud que las numerosas plataformas pro-laicistas
sostienen, no se trata de vindicar dicho papel, sino de mostrar la inviabilidad misma toda
propuesta que pretenda separar la religión de la educación, y asimismo, de la sociedad civil.
Podría decirse que la religión en general, y la Iglesia en particular, por ejemplo, a través de la
Inquisición, han sido protagonistas de latrocinios, asesinatos o masacres. Pero también
grandes monarcas o movimientos como el nazismo lo han hecho y eso no los priva de formar
parte de los libros de historia.
Resulta innegable que hoy día la Iglesia, además de constituir la institución más
importante y longeva de la historia de la Humanidad, ejerce un papel decisivo en la llamada hoy
día «cooperación para el desarrollo». Es preciso decir, en honor a la verdad, que la iglesia, ha
constituido inveteradamente la más importante y activa ONG durante siglos. Sin embargo, esta
misma institución, a través de sus participantes, es incapaz de dar a conocer el uso de condón
para prevenir muertes por SIDA en algunos países de África. En el documental La pesadilla de
Darwin (Hubert Sauper, 2004)4
se muestra como en los alrededores del lago Victoria (que baña
los países de Uganda, Tanzania y Kenia), el índice de muertos por el Síndrome de
Inmunodeficiencia Adquirida se cobra la vida de 2,5 individuos cada mes, debido al contagio
que las prostitutas adquirieron por parte de los europeos que acuden a explotar los recursos del
lago y que posteriormente, propagan a través de los varones nativos, los cuales viven sumidos
en la más absoluta ignorancia respecto a dicha enfermedad, por lo que desconocen cualquier
modo de profilaxis a la hora de mantener relaciones sexuales. Los misioneros que se afanan en
2
LÓPEZ TERRADA, M. Luz: «El hospital como objeto histórico». En Revista d'História Medieval 7, pp. 192-204 [en
línea] http://centros.uv.es/web/departamentos/D210/data/informacion/E125/PDF167.pdf. <fecha de consulta:
19/02/2011>
3
Vid. MUÑOZ SERRULLA, M. Teresa: Francisco Piquer y la creación del Monte de Piedad de Madrid (1702-1739).
Madrid: Servicio de Publicaciones de la UCM, 2005. <en línea> http://eprints.ucm.es/tesis/ghi/ucm-t28042.pdf [fecha de
consulta: 22/02/2011]
4
http://tu.tv/videos/la-pesadilla-de-darwin-2004-documental
3. su cuidado les niegan, sin embargo, los preservativos que al menos podrían salvar sus vidas, a
falta de una correcta y necesaria educación sexual que para los religiosos constituye un pecado
enseñar. Por ello y a pesar de las justificaciones de la Iglesia oficial,5
no es difícil ver en dicha
omisión una complicidad tácita de dichas muertes. Se trata de la misma institución, la Iglesia,
que siglos antes colaboró decisivamente en la propagación del español en América hasta
convertir a la lengua de Cervantes en una de las más importantes del Globo.
Del mismo modo que la religión ha formado parte ab ovo de la culturas humanas,
también lo han hecho los oráculos. «Desde que el hombre es hombre, este ha consultado a los
astros», decía Octavio Paz. Los helenistas de las más variadas orientaciones han puesto de
manifiesto la importancia cultural y social que el oráculo de Delfos poseía para la Hélade en
tiempos de Sócrates. ¿Significa eso que las astrología o las más variadas «mancias» (del
griego manteía, adivinación) como la: nigromancia, quiromacia, onicomancia, oseomancia,
cartomancia o tarot…etc. han de estar presentes en los planes de estudio? Y sin embargo, se
trata de unos modos, que aunque, permítaseme decir, suponen toda una gama de ciencias
racionalmente «para-anormales», suponen millones de euros en volumen de negocio, y
resultan de gran una importancia social por el gran mercado que son capaces de mover. Es por
ello que todo consiste, precisamente, en una cuestión de educación. Es por ello que conviene
distinguir a qué nos referimos cuando hablamos de «enseñanza de la religión».
2.-
Se entiende por «laicismo», la autonomía de la esfera civil y política respecto de la
esfera religiosa y eclesiástica.6
La etimología misma de la palabra «laico» (del griego laikóç,
«proveniente del pueblo», a su vez de la raíz láoç, «pueblo») hace referencia ya a una
categoría prístinamente religiosa. En efecto, en las comunidades clericales (del griego klhrw’n,
«el elegido») los laicos eran aquellos miembros profanos que, por falta de capacidad o de
alcurnia, ocupaban cargos menos dignos (hoy diríamos de «intendencia») dentro de la
ecclesía, de la comunidad.
La autonomía de la esfera pública o popular respecto de la esfera religiosa ha sido
siempre, pese a lo que pueda parece a oídos «profanos» un valor adquirido y reconocido por la
Iglesia. Así lo señala la Nota Doctrinal, de 24.11.2002, de la Congregación para la Doctrina de
la Fe la cual reconoce que el laicismo «pertenece al patrimonio de civilización alcanzado». Ya
Pío XII hablaba de la «sana laicidad del Estado». El Estado, podemos decir, es entitativamente
laico, en cuanto, por exigencia de su propia naturaleza, la res pública no es sujeto posible de
acto religioso alguno, es incompetente en cuestiones formalmente religiosas. Pero lo es
justamente por cuanto, también por eso, el Estado es «lego» (de la misma raíz: λαός) que ni
entiende de, ni está, por lo mismo, legitimado para entender en asuntos doctrinales,
institucionales, etc. de la ecclesía clerical. Lo que incumbe por tanto al Estado es garantizar la
libertad religiosa, entendida esta, (y esto significa un punto decisivo) en tanto libertad «de
conciencia».
Hasta tal punto es esto así que, en efecto, la laicidad ha de entenderse ante todo como
condición y garantía del efectivo ejercicio de la libertad religiosa por parte de todos los
ciudadanos en pie de igualdad. Para asegurar esta igualdad, la laicidad, que es respeto a la
pluralidad de opciones ante lo religioso, se traduce necesariamente en neutralidad. La religión,
por tanto, se reduce a la esfera de la privacidad. Así, el laicismo reserva la religión a una
creencia individual, pues el individuo lego es incapaz de ser persona en la ecclesía. Se observa
5
El médico y sacerdote francés Jacques Saudeau, del Pontificio Consejo para la Familia, explicaba en un artículo de
L'Osservatore Romano (5 abril 2000) qué está haciendo la Iglesia en África en la lucha contra el SIDA.
6
Sobre el término Laicismo víd. http://www.fgbueno.es/med/tes/t062.htm.
4. de este modo, como el laicismo se convierte en un modo por el cual no es el Estado el que se
desentiende de la religión, sino por su propia etimología, más bien al revés: el modo por el que
la Iglesia ignora al pueblo ignaro en cuestiones seculares. De este modo, la neutralidad laica
sería ya propiamente y por definición, eclesial.
Pero frente a la posición, bienvenida por la Iglesia como hemos visto, que reserva la
religión al creyente interno más que al practicante externo, existe la idea de religión instaurada
de facto en la sociedad civil de la que hemos hablado en un principio. De este modo, frente a lo
laico se establece la alternativa de lo aconfesional, entendido este no desde la tolerancia
pasiva o la neutralidad, sino, bien al contrario, desde una idea de religión esencialmente
protagonista, para bien o para mal, de la sociedad civil, por lo que el Estado no debe -ni de
hecho puede de ningún modo- desentenderse de los asuntos clericales, debido a la influencia
que estos han tenido y tienen de un modo indefectible. La religión resulta, desde esta óptica,
una característica esencial de las distintas civilizaciones a lo largo de la historia. Su valor
antropológico resulta innegable y su enseñanza, por tanto, tan necesaria como la de las
matemáticas, la biología o la física, cuando no es se encuentra, como hemos dicho,
intrínsecamente dada en muchas de ellas.
Llevando a buen puerto la feliz distinción orteguiana entre ideas y creencias, se
comprueba como el humus laicista domina mayoritariamente en las sociedades occidentales,
aplicado en gran medida a distintas religiones de la cristiana, como es el caso del islam. De
este modo, es frecuente toparse por doquier con posturas que defienden el uso del velo por
parte de ciertas alumnas musulmanas, así como la negación de realizar ciertas actividades
físicas en la escuela, apelando a la justificación interna e hipostasiada de una conciencia
religiosa que se lo prohíbe y a la libertad que les ampara, según la ideología laicista. De este
modo, un individuo perteneciente a la secta llamada de los Testigos de Jehová, apelando a su
libre conciencia, podría legitimar, por ejemplo, la libre y consentida prohibición de realzar
transfusiones de sangre en el caso de un accidente grave. Pero siguiendo la misma base
argumental, si esa libertad fuera incluso ejercida por la suma de la mayoría de los padres del
AMPA de un colegio o instituto de enseñanza secundaria, (todos ellos públicos, se entiende)
ello podría realizarse a un nivel más general. Así ha sucedido en el famoso caso del CEP
Ortega y Gasset de Almendralejo.
Del mismo modo, la festividad de Moros y Cristianos se viene descafeinando en
Alicante, llegando incluso a alterar sumisamente la historia y escenificando una paz entre
iguales, moros y cristianos, sin vencedores o vencidos, todo ello para no herir la sensibilidad de
los musulmanes. Tampoco parece resultar ya escandaloso llegar a obviar una escena de la
ópera Idomeneo de Mozart, representada en 2006 en la cual el rey de Creta presenta las
cabezas decapitadas de Jesús, Buda y el dios griego Poseidón.7
No sería extraño, por la
misma razón, poner en duda la explicación de las teorías evolucionistas o de la teoría del Big-
Bang8
en el seno del propio sistema educativo, Desde la década de 1920 se prohibió en varios
estados de los EEUU la enseñanza de la teoría de la evolución de las especies, y a partir de
1960 surgió una nueva ofensiva clerical contra la teoría de la evolución, que dio lugar a varios
episodios. Uno fue el juicio del juez William Overton sobre la constitucionalidad de una ley que
pretendía dar igual tiempo en las escuelas a la enseñanza de la visión creacionista, primer caso
en que la cuestión de cientificidad de una teoría era sometida a una decisión judicial.9
Todo
ello, como es natural, choca directamente con las competencias del Estado, garante principal
7
El director Han Neuenfels decidió no incluir dicha escena en la representación tras el escándalo, ocurrido en
septiembre de 2005, por el que el periódico danés Jyllands-Posten imprimió doce caricaturas humorísticas del
profeta Mahoma y que originó protestas violentas alrededor de todo el mundo. De hecho, ese mismo año la
ópera de Berlín abandonó la propuesta de llevarla a los escenarios una vez decidida previamente. Esta decisión
generó reacciones opuestas en la capital alemana y la propia canciller Angela Merkel llegó a pronunciarse al
respecto, mostrando su insatisfacción tras la cancelación.
8
Dicha teoría se establece a partir de observaciones y avances teóricos. Por medio de observaciones, comenzadas en
la década de 1910 por cosmólogos y astrónomos como Vesto Slipher o Carl Wilhelm Wirtz. Su envoltura teórica la
constituye en gran medida la teoría de Albert Einstein sobre la relatividad general, en coordenadas cosmológicas no
cabe la idea del Universo estático. De hecho, fue precisamente un jesuita, el padre belga Georges Lemaître el cual, a
principios de los años treinta del pasado siglo, propuso la tesis de que el Universo se inició con la explosión de un
átomo primigenio, lo que más tarde se denominaría «Big Bang».
5. de toda educación en la cual, obviar las teorías evolucionistas resulta una responsabilidad
social muy grave.
El científico y monje agustino Georg Mendel El astrofísico y sacerdote católico Georges Lemaître
(1822 – 1884) (1894 – 1966)
Y sin embargo, y este un argumento felizmente repetido cada vez con más frecuencia,
nadie consentiría en apelar a sus creencias para obstaculizar la enseñanza del nazismo en un
centro de enseñanza secundaria, apelando a la justificación moral de la mayor catástrofe del
siglo XX. Del mismo modo, ¿por qué hacerlo con la religión? ¿No sería acaso su enseñanza el
fundamento mismo para su posterior destrucción desde posiciones ateas o anticonfesionales?
Del mismo modo que lo sería para valorar sus méritos morales por parte de ciertas posturas
confesionales. ¿No es preciso acaso conocer al diablo para combatirlo, sea este ángel caído o
revolucionario inmortal? El gran director español Luis Buñuel solía decir: «ateo soy, gracias a
Dios». Y en el siglo II antes de Cristo (y no antes del paso del Rubicón o de la toma de
Constantinopla) el comediógrafo Terencio dijo: Homo sum et nihil humanum a me alienum puto.
«Humano soy y nada de lo humano me es ajeno». Esa debería ser, en gran medida, una de las
consignas de toda educación.
Del mismo modo que la religión ha formado parte ab ovo de la culturas humanas,
también lo han hecho los oráculos. «Desde que el hombre es hombre, este ha consultado a los
astros», decía Octavio Paz. Los helenistas de las más variadas orientaciones han puesto de
manifiesto la importancia cultural y social que el oráculo de Delfos poseía para la Hélade en
tiempos de Sócrates. ¿Significa eso que la astrología o las más variadas «mancias» (del griego
manteía, adivinación) como la: nigromancia, quiromacia, onicomancia, oseomancia,
cartomancia o tarot…etc) han de estar presentes en los planes de estudio? Y sin embargo, se
trata de unos modos, que aunque, permítaseme decir, suponen toda una gama de disciplinas
que podríamos denominar «para-anormales» racionalmente, suponen millones de euros en
volumen de negocio, y resultan de gran una importancia social por el gran mercado que son
capaces de mover. Se trata, precisamente, de una cuestión de educación.
Habría en este caso que invertir la perspectiva de Ortega: las creencias las tenemos en
tanto hipóstasis subjetivas. En cambio, vivimos inmersos en las ideas objetivas disueltas en la
realidad. Lo cierto es que el laicismo está resultando en parte el resquicio por el que la religión,
enclaustrada en el sancta sanctorum de la interioridad, está penetrando peligrosamente en las
democracias occidentales, olvidándose su categoría objetiva de cultura antropológica.
Y sin embargo, desde el momento en que el Estado se erige en formador objetivo de
valores morales, entonces es cuando instituciones como la Iglesia, protagonista tradicional de
9
SCHOIJET, Mauricio: «El fundamentalismo protestante y la resistencia tardía contra la teoría de la evolución en
Estados Unidos». En Estudios Sociales, 8, (2004), p. 67.
6. dicha formación, muestra su cara más díscola y contestataria. Eso es lo que está sucediendo
con la implantación en la Unión Europea de la asignatura Educación para la Ciudadanía. Las
virtudes teologales de la fe, esperanza y caridad, llamadas en la Ilustración posterior libertad,
igualdad y fraternidad vuelven formar el catecismo de la nueva religión ilustrada en esta Europa
cada vez más escéptica. Pero la lechuza del conocimiento sigue levantando, en el atardecer de
los tiempos cumplidos, el vuelo. Y a diferencia de otras especies, ella nunca puede ni quiere
realizar prospecciones, así como tampoco es su misión valorar lo venido o por venir. Pues
somos hombres, María o José, y no dioses.
7. dicha formación, muestra su cara más díscola y contestataria. Eso es lo que está sucediendo
con la implantación en la Unión Europea de la asignatura Educación para la Ciudadanía. Las
virtudes teologales de la fe, esperanza y caridad, llamadas en la Ilustración posterior libertad,
igualdad y fraternidad vuelven formar el catecismo de la nueva religión ilustrada en esta Europa
cada vez más escéptica. Pero la lechuza del conocimiento sigue levantando, en el atardecer de
los tiempos cumplidos, el vuelo. Y a diferencia de otras especies, ella nunca puede ni quiere
realizar prospecciones, así como tampoco es su misión valorar lo venido o por venir. Pues
somos hombres, María o José, y no dioses.