1. Las aguas calientes
Hace mucho los pobladores de Santa Cruz, descubrieron que de sus tierras fluían las aguas
calientes. Cerca a esa laguna de aguas calientes, muchos niños, de los distintos caseríos
iban a bañarse, jugar y divertirse, aquellos se sentían relajados al salir del baño. Así al
caer el sol, retornaban a sus casas caminando por los pedregosos caminos, admirando los
cerros verdosos y los animales del campo que comían del suelo. Toda era felicidad para
los pequeñuelos de las distintas comunidades del distrito de Santa Cruz.
Hasta que un día la Municipalidad de Caraz, se enteró de las fabulosas aguas calientes y
decidió aprovechar aquella fuente para hacer una piscina, y cuartos con pequeñas pozas
para bañarse con las aguas cálidas. Acabada la construcción, los pobladores de
Huancarhuaz se adueñaron y tomaron el control de los baños termales, ante ello el
municipio no hizo nada. Fue así que las personas empezaron a venir de todos los lados;
por lo que se empezó a cobrar a la entrada a la piscina y a las pozas termales. Empezaron
a cobrar la entrada con precio mínimo y poco a poco incrementaban sus precios. Esto hizo
reflejar como los comuneros de Huancarhuaz eran ambiciosos, egoístas y materialistas
que cobraban la entrada incluso a los propios pobladores. Los que más acaecían por esta
situación eran los pequeños niños que no lograban costear la entrada por ser pobres…
¡eso era una pena!…
Un día se reunió un grupo de personas y niños de Conay, Tzactza, Cuncash y
Huancarhuaz que estaban en contra del cobro para el ingreso a la piscina. Ellos estaban
hartos de los abusos de los comuneros de Huancarhuaz, pues todo lo veían dinero.
Querían el ingreso libre para que sus niños sonrieran nuevamente y disfrutarán de las
aguas cálidas; sin embargo, las autoridades de la comunidad no cedían ante sus reclamos.
En ese instante un grupo de niños y jóvenes valientes que oía aquella reunión vociferaron
diciendo: ¡Egoístas, ambiciosos, ninguna cosa dura para siempre y menos lo material! Sin
embargo, no hicieron caso.
Al atardecer los niños regresaban a sus casitas, cuando por el camino se les atravesó un
zorrillo y les detuvo para advertirles que no volvieron a acercarse a las aguas calientes
porque iba ocurrir una desgracia como castigo para las autoridades. A los pocos días de
dicha advertencia empezó a llover constantemente; lo que provocó que los huaycos
sepultarán los baños termales; no hubo muertes, solo pérdidas materiales.
2. Las autoridades del pueblo lamentaron la desgracia; después de todo el egoísmo mostrado
fueron a pedir apoyo a la Municipalidad. Ésta no quiso darles apoyo entonces las
autoridades se pusieron agresivas y peor aún no lograron sus objetivos… Todavía falta
reconstruir los baños termales de Santa Cruz.
Moraleja: No debemos ser egoístas y ambiciosos porque nada es para siempre y que en
todo momento necesitaremos la ayuda de los demás.
Andinito.