1. La Ciencia, su método y su filosofía
Mario Bunge
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5. El método científico, técnica de planteamiento y comprobación
Los especialistas científicos habitualmente no se interesan por el problema de la génesis
de las hipótesis científicas; esta cuestión es de competencia de las diversas ciencias de
la ciencia. El proceso que conduce a la enunciación de una hipótesis científica puede
estudiarse en diversos niveles; el lógico, el psicológico y el sociológico. El lógico se
interesará por la inferencia plausible como conexión inversa (no deductiva) entre
proposiciones singulares y generales. El psicólogo investigará la etapa de la
"iluminación" o relámpago en el proceso de resolución de los problemas, etapa en que
se produce la síntesis de elementos anteriormente inconexos; también se propondrá
estudiar fenómenos tales como los estímulos e inhibiciones que caracterizan al trabajo
en equipo. El sociólogo inquirirá por qué determinada estructura social favorece ciertas
clases de hipótesis mientras desalienta a otras.
El metodólogo, en cambio no se ocupará de la génesis de las hipótesis, sino de
planteamiento de los problemas que las hipótesis intentan resolver y de su
comprobación. El origen del nexo entre el planteamiento y la comprobación —esto es,
el surgimiento de la hipótesis— se lo deja a otros especialistas. El motivo es,
nuevamente, una cuestión de nombres: lo que hoy se llama "método científico" no es ya
una lista de recetas para dar con las respuestas correctas a las preguntas científicas, sino
el conjunto de procedimientos por los cuales: a) se plantean los problemas científicos y,
b) se ponen a prueba las hipótesis científicas.
El estudio del método científico es, en una palabra, la teoría de la investigación. Esta
teoría es descriptiva en la medida en que descubre pautas en la investigación científica
(y aquí interviene la historia de la ciencia, como proveedora de ejemplos). La
metodología es normativa en la medida en que muestra cuáles son las reglas de
procedimiento que pueden aumentar la probabilidad de que el trabajo sea fecundo. Pero
las reglas discernibles en la práctica científica exitosa son perfectibles, no son cánones
intocables, porque no garantizan la obtención de la verdad; pero, en cambio, facilitan la
detección de errores.
Si la hipótesis que ha de ser puesta a prueba se refiere a objetos ideales (números,
funciones, figuras, fórmulas lógicas, suposiciones filosóficas, etc.), su verificación
consistirá en la prueba de su coherencia —o incoherencia— con enunciados
(postulados, definiciones, etc.) previamente aceptados. En este caso, la confirmación
puede ser una demostración definitiva. En cambio, si el enunciado en cuestión se refiere
(de manera significativa) a la naturaleza o a la sociedad, puede ocurrir, o bien que
podamos averiguar su valor de verdad con la sola ayuda de la razón, o que debamos
recurrir, además a la experiencia.
El análisis lógico basta cuando el enunciado que se pone a prueba es de alguno de los
siguientes tipos: a) una simple tautología, o sea, un enunciado verdadero en virtud de su
sola forma, independientemente de su contenido (como el caso de "El agua moja o no
2. moja"; b) una definición, o equivalencia entre dos grupos de términos (como en el caso
de "Los seres vivos se alimentan, crecen y se reproducen); c) una consecuencia de
enunciados fácticos que poseen una extensión o alcance mayor (como ocurre cuando se
deduce el principio de la palanca de la ley de conservación de la energía). Vale decir, el
análisis lógico y matemático comprobará la validez de los enunciados (hipótesis) que
son analíticos, determinado contexto. Muchos enunciados no son intrínsecamente
analíticos en su analiticidad es relativa o contextual, como lo demuestra el hecho de que
esta propiedad puede perderse, si se estrecha o amplía el contexto, o si se reagrupan los
enunciados de la teoría correspondiente, de manera tal que los antiguos teoremas se
conviertan en postulados y viceversa.
Vale decir, la mera referencia a los hechos no basta para decidir qué herramienta, si el
análisis o la experiencia, ha de emplearse. Para convalidar una proposición hay que
empezar por determinar su status y estructura lógica. En consecuencia, el análisis
lógico (tanto sintáctico como semántico), es la primera operación que debiera
emprenderse al comprobar las hipótesis científicas, sean fácticas o no. Esta norma
debiera considerarse como una regla del método científico.
Los enunciados fácticos no analíticos —esto es, las proposiciones referentes a hechos
pero indecidibles con la sola ayuda de la lógica— tendrán que concordar con los datos
empíricos o adaptarse a ellos. Esta norma, que distaba de ser obvia antes del siglo
XVIII, y que contradice tanto el apriorismo escolástico como el racionalismo
cartesiano, es la segunda regla del método científico. Podemos enunciarla de la
siguiente manera: El método científico, aplicado a la comprobación de afirmaciones
informativas, se reduce al método experimental.
Tomado de: Bunge, M. La Ciencia, su método y su filosofía, encontrado en
http://inicia.es/de/cgarciam/bunge.htm el día 1 de diciembre de 2008