Este documento discute la representación en el arte. Explica que la obra de arte es una representación de la visión particular del artista, no una copia exacta de la realidad. También describe cómo un mismo tema, como la Revolución Mexicana, puede ser representado de diferentes maneras por diferentes artistas. Finalmente, usa el cuadro Las Meninas de Velázquez como ejemplo de cómo una obra puede ser reinterpretada de varias formas por otros artistas.
La representación en el arte: análisis de Las Meninas de Velázquez
1. UNIVERSIDAD DE GUADALAJARA Guía de
Aprendizaje:
SISTEMA DE EDUCACIÓN MEDIA SUPERIOR APRECIACIÓN
DEL ARTE
BACHILLERATO GENERAL POR COMPETENCIAS Módulo 2.
Actividad 8
LA REPRESENTACIÓN EN EL ARTE
Autor: Efraín Amador Sánchez
Hasta hace algunos años se concebía el acto de leer como pasar la vista por lo
escrito o lo impreso, haciéndose cargo del valor de los caracteres
pronunciados o no pronunciados.1 Sin embargo, en la actualidad dicho
concepto se ha ampliado y ahora el pensar que sólo se pueden leer las
palabras resulta limitado, ya que, desde la perspectiva de la Semiótica, todo
aquello que podemos percibir en nuestro entorno social o natural se convierte
en un texto que podemos leer: un campesino puede leer en las formas, en la
cantidad y el color de las nubes, la presencia de la lluvia. De la misma manera,
podemos decodificar una serie televisiva, un mitin o una obra artística.
La ensayista y novelista Susan Sontag sostenía que muchos teóricos
coinciden con la idea de que una sociedad llega a ser moderna cuando una de
sus actividades principales es producir y consumir imágenes; cuando las
imágenes ejercen poderes extraordinarios en la determinación de lo que
exigimos a la realidad y son en sí mismas enunciados sustitutos de las
experiencias de primera mano, se hacen indispensables para la salud de la
economía, la estabilidad de a política y la búsqueda de la felicidad.
En el ámbito artístico es posible transformar cualquier idea en imagen,
color, forma, sonido o movimiento. Por tal razón, resulta conveniente intentar
leer la obra de arte para ir más allá de lo superficial, como cuando simplemente
pensamos que una obra nos gusta o no, pero no podemos explicarlo con
argumentos o, por el contrario, podemos analizar la obra de manera más
profunda, a partir de los elementos que la conforman. Para eso nos sirve
conocer los aspectos de contenido y forma (temática y técnicas) que han sido
revisados previamente). Ahora es conveniente incluir otros factores presentes
en la obra, para tener más elementos para entenderla y disfrutarla.
1
Sartra, Marta, (1990), Guía para Promotores de Lectura, México DF. CONACULTA.
2. La representación
Para el Filósofo alemán Arthur Shopenhauer la representación es la forma
ilusoria y sensorial del mundo. La obra es una realidad atrapada que nace de la
percepción del autor, es decir que los creadores, de manera consciente o no,
plasman su idea muy particular de los fenómenos o de los objetos que
construyen, pero no es la realidad en si misma.
En una novela o una película de corte histórico es probable que
encontremos una serie de referentes que nos permiten entender de manera
más clara el suceso abordado, pero para reconocer dicho pasaje de forma más
objetiva es necesario remitirse a un texto de Historia. Aun cuando se trate de
un producto de las artes visuales, el artista elige el ángulo que desea captar y
puede tener ingerencia sobre la luz y el color que estarán presentes en la obra.
Un mismo fenómeno puede ser representado de muy diversas maneras.
La Revolución Mexicana fue una temática recurrente para muchos de los
artistas connacionales de la primera mitad del siglo XX. Sin embargo, la
manera en que fue representada resulta contrastante. Por poner un ejemplo,
mientras que Diego Rivera, en murales como La maestra rural, El reparto de
tierras o La sangre de los mártires fertilizando la tierra, muestra como un logro
de la Revolución, al reparto agrario representado por campesinos que han
dejado la lucha para integrarse al pacífico y productivo campo mexicano, en la
obra de Juan Rulfo, la realidad del México post-revolucionario es lacerante; de
manera específica, en el cuento Nos han dado la tierra, Rulfo plasma un medio
rural miserable, en el que a los campesinos solo les han entregado tierras
áridas.
Roger Callois señala que existe una clasificación para los juegos, uno de
ellos es el mimicry (mimetismo), donde el sujeto juega a representar a otro,
para lo cual se puede disfrazar con la mascara y otros elementos. Esta forma
de juego es probablemente el origen de muchos rituales, entre ellos el teatro.2
2
Callois Roger, (1986), Los juegos y los hombres. La máscara y el vértigo, México, Fondo de cultura
económica.
3. Sin embargo, el sujeto es conciente que se trata de una representación y no de
la realidad.
Es erróneo considerar al arte como una mera imitación del mundo físico
o una imitación de los sentimientos humanos. Como ya ha quedado claro, el
artista no realiza una copia de su entorno; lo representa. Y, para ello, puede
utilizar algunos recursos con los que podrá transmitir cómo ve el mundo. Entre
estos recursos podemos citar el símbolo, la alegoría y la metáfora.
Un ejemplo bastante notable de cómo las distintas representaciones de
una misma obra pueden trastornar considerablemente tanto las significaciones
como la estructura formal de una manifestación artística, se encuentra en el
cuadro Las Meninas de Diego de Velázquez, al compararlo con las
reinterpretaciones hechas por Picasso, Manolo Valdez y Jaqueline Vanek.
Las Meninas
Diego de Velázquez
4. Las Meninas
Pablo Picasso
Las Meninas
Manolo Valdez
Las Meninas
Jaqueline Vanek