1. EL PAÍS, miércoles 15 de julio de 2009 3
INTERNACIONAL
China ha encontrado en África a
principios del siglo XXI el territo-
rio virgen y prometedor que le
permite saciar su sed de recursos,
al igual que EE UU tuvo en el si-
glo XIX su far west y Europa hasta
el siglo XX al resto del mundo. En
2008, el comercio entre China y
África alcanzó un valor de 76.000
millones de euros, diez veces más
que en 2000. La cifra es cuatro
veces superior al total de la ayuda
oficial al desarrollo que recibió el
continente africano en 2008.
El exótico encuentro entre dos
civilizaciones tan alejadas benefi-
cia a una y otra. A China le repor-
ta las materias primas y la ener-
gía que demanda su voraz econo-
mía, y a los africanos un despegue
económico sin precedentes desde
los años sesenta, cuando se acele-
ró la descolonización. En los últi-
mos cinco años África ha crecido
a una media del 5%.
La ofensiva económica china
está desplazando a las antiguas
potencias coloniales europeas. Pe-
kín ofrece a los gobernantes afri-
canos una forma distinta de ha-
cer negocios. A diferencia de la
práctica de europeos y estadouni-
denses desde principios de los no-
venta, las inversiones y ayudas
chinas no están condicionadas a
reformas políticas o humanita-
rias. “Nunca escucharás a los chi-
nos decir que no terminarán un
proyecto porque el Gobierno no
ha hecho lo suficiente contra la
corrupción. Si prometen cons-
truir una carretera, lo harán”, ha
dicho un portavoz del Gobierno
keniano.
El modelo chino entusiasma
en la región, hastiada por los po-
bres resultados de las recetas libe-
rales. Crecen las voces que defien-
den una economía dirigida por el
Estado y, a su vez, se extiende el
deseo de los gobernantes de per-
petuarse en el poder mediante re-
formas que suprimen los límites
al número de mandatos presiden-
ciales. Dirigentes proscritos por
la comunidad internacional, co-
mo Omar el Bashir (Sudán) o Ro-
bert Mugabe (Zimbabue), han en-
contrado en Pekín al aliado per-
fecto.
Occidente teme un contagio
del autoritarismo chino y el dis-
curso que Barack Obama pronun-
ció el sábado en Ghana puso el
énfasis en la necesidad de que
África siga luchando por la demo-
cracia. Hay signos preocupantes.
En una reciente visita oficial al
Parlamento nigeriano, el presi-
dente chino, Hu Jintao, fue recibi-
do con un discurso en el que se
calificaba a China como “ejemplo
de desarrollo y democracia”.
Más allá de la pérdida de in-
fluencia en el terreno de las ideas,
a las potencias occidentales les
preocupa quedar relegadas en la
carrera por las riquezas africa-
nas, a la que sí se han apuntado
otros actores emergentes, como
India, Brasil o Rusia. Esta última
reaparece en el continente des-
pués de haberlo usado como cam-
po de batalla en la guerra fría.
“Actualmente, más del 70% de
los contratos de obra pública en
África subsahariana son adjudica-
dos a compañías chinas o indias”,
indica como dato revelador Pa-
trick Smith, redactor jefe de Afri-
ca Confidential, una influyente pu-
blicación británica sobre África.
“Occidente está perdiendo este
mercado y no va a poder recupe-
rarlo porque no puede competir
con los precios que ofrecen las
compañías chinas y de otras po-
tencias emergentes”.
La pérdida de peso de Francia
en los países de la francofonía ha
suscitado un debate nacional so-
bre si la antigua metrópoli no ha
sabido adaptarse a tiempo a los
cambios en el continente. “La ma-
nera de medir la influencia de un
país en África no puede ser hoy la
misma que hace 20 o 30 años”,
explica Roland Marchal, investi-
gador del Ceri/Sciences Po, una
institución con sede en París. “En-
tonces, se trataba de una interven-
ción colonial, a pesar de que esos
países ya habían adquirido la in-
dependencia. Francia quitaba y
ponía presidentes a su antojo y
sus compañías dominaban en ex-
clusiva en Chad, Mauritania o
Costa de Marfil. Ahora éstas se di-
rigen adonde haya oportunidades
de inversión, con independencia
de que hablen nuestra lengua,
por ejemplo, Suráfrica”.
Las millonarias inversiones
chinas están transformando el
paisaje africano. Autopistas, pre-
sas, puertos y aeropuertos se cons-
truyen en muchas ocasiones a ins-
tancias de Pekín, que necesita es-
tas infraestructuras para trans-
portar sus mercancías. Pero tam-
bién transforma el paisaje huma-
no con relevantes comunidades
chinas en Suráfrica, Angola, Su-
dán o Argelia. Se calcula que en
África hay ya más de 750.000 emi-
grantes chinos, que trabajan en
régimen de semiesclavitud desde
los parámetros occidentales.
Pero, al mismo tiempo, la pre-
sencia china está generando el re-
sentimiento local. “China está
arruinando la industria textil y la
economía popular, que eran los
motores de la región. Sólo Suráfri-
ca o Senegal se han protegido le-
vantando aranceles”, asegura
Mbuyi Kabunda, profesor del Ins-
tituto Internacional de Derechos
Humanos de Estrasburgo.
África, el nuevo
Eldorado del
gigante asiático
El comercio con el continente negro fue
en 2008 diez veces mayor que en 2000
FERNANDO PEINADO
Madrid
Presencia china en África
Fuente: China en África, de Serge Michel y Michel Beuret. Alianza Editorial (2009). EL PAÍS
NÍGER
• 1.000
• Uranio, petróleo,
construcción, textil.
• 330
NIGERIA
• 50.000
• Petróleo, construcción,
ferrocarril, presas,
comercio.
• 10.700
CAMERÚN
• 7.000
• Construcción,
madera.
• 118,7
GABÓN
• 6.000
• Madera,
minería,
petróleo.
• 2.600
CONGO
• 5.000
• Madera,
construcción,
comercio.
• 373
ANGOLA
• 30.000
• Construcción (ferrocarril,
aeropuertos, vivienda),
industria.
• 4.500
SURÁFRICA
• 300.000
• Comercio, industria, bancos.
• 3.600
ZIMBABUE
• 10.000
• Agricultura,
construcción,
armamento.
• 390
ZAMBIA
• 40.000
• Minas, agricultura,
industria, comercio.
• 420
• Número de chinos
• Actividades principales
• Dinero público chino, invertido,
prestado o donado
(mill. de euros)
ARGELIA
• 30.000
• Construcción: vivienda,
autopistas, desalinizadoras,
refinerías.
• 612
SUDÁN
• 20.000 - 50.000
• Petróleo, agricultura,
construcción (presas).
• 15.000
REP. DEM. DEL CONGO
• 10.000
• Construcción, minas.
• 8.860
ETIOPÍA
• 5.000 - 7.000
• Construcción: presas,
edificios, carreteras.
• 15.000
Argel
Jartum
Adis Abeba
Niamey
Libreville
Brazzaville
Kinshasa
Luanda
Abuja
Yaundé
Pretoria
Harare
Lusaka
Las ayudas chinas
no se condicionan
al respeto de los
derechos humanos