1. El puente
El 1 de julio de 1779 una cuadrilla de obreros levantó un gran arco de hierro fundido sobre el río Severn, en la
región central de Inglaterra. El arco era la parte final de una ambiciosa apuesta para construir un puente de
hierro fundido, sobre el que pasaría una carretera. Cada una de las nervaduras del Puente de Hierro se
elevaba desde una barcaza con cuerdas y andamios de madera y se colocaba cuidadosamente sobre los
cimientos de piedra. Un famoso herrero local llamado Abraham Darby III se ocupaba de las obras.
Una dinastía de herreros
Se decidió que el puente se construyera de hierro tras meses de encendidas discusiones entre las
autoridades locales y el parlamento, encargados de sancionar las obras. Se trataba de una decisión difícil
pues, hasta entonces, los puentes se habían construido con madera, ladrillo o piedra. La fuerza y resistencia
de estos materiales era sobradamente conocida, mientras que el hierro, un metal caro y relativamente
desconocido, sólo se había usado en arquitectura como refuerzo de estructuras existentes.
El puente tenía una envergadura de 30.6 m y requería 378 toneladas de hierro, fundidas en 30 diseños
diferentes. Cada una de las cinco nervaduras del puente pesaba casi 6 toneladas. Muchos de los detalles de
la estructura, como las uniones entre las piezas, se construyeron siguiendo técnicas de carpintería. Las
ensambladuras a cola de milano y a caja y espiga eran las que se usaban en las viviendas de madera
medievales. Como el hierro fundido no podía soldarse, las partes debían unirse entre sí como las piezas de un
rompecabezas.
El puente, punto central de lo que hoy se conoce como Garganta de Ironbridge, quedó terminado en agosto
de 1779 y, según las crónicas, se gastaron 6 libras de la época para festejar el acontecimiento. Se inauguró el
día de Año Nuevo de 1781. Para entonces, Abraham Darby había encargado a dos artistas que pintaran
algunas vistas del puente, y había anunciado la belleza de su aspecto en un periódico local.
En 1795 el río Severn se desbordó y destruyó la mayoría de los puentes que cruzaban sus aguas. Pero la
obra maestra de Darby se mantuvo intacta, como él siempre había pronosticado.