1. Salud Villazón en tus cien años de vida
Villazón no sólo es el pueblo con sus casas, edificios, calles y avenidas, acariciado por inclementes
ventarrones en los meses de invierno y cálido y tierno en el verano, sino también eres tú, yo y
todos los que queremos a este girón asentado en las márgenes de la patria boliviana. Villazón no
es sólo un diamante duro, cristalino, transparente, valioso y olvidado de muchos que se pule solo,
sino también, Villazón es el centinela que cuida la cultura boliviana: su música, bailes, costumbres
e idiomas, Villazón es quien abre las puertas de Bolivia a miles y miles de personas que pasan por
el puente internacional de un lado a otro de la banda. Villazón es un joven que espera que, de una
vez por todas, se terminen sus carreteras de integración, sus plazas, sus estadios, sus canchas,
escuelas, colegios y hospitales y que sus calles y avenidas se rejuvenezcan con nuevos pavimentos
y asfaltos que nos conduzcan a los destinos de la grandeza y el estudio.
Por eso saludo a todos aquellos ciudadanos que construyen casas bonitas en Villazón porque
piensan quedarse para siempre en el pueblo para hermosearlo y engrandecerlo y no a aquellos
que construyen su patrimonio como pueden y luego abandonan el pueblo sin un sentimiento de
pena ni agradecimiento.
Saludo al alcalde que construye obras, plazas y parques en tiempos perentorios para embellecer el
pueblo y facilitar la vida de sus habitantes y estantes y no a aquel que haciendo uso de su
autoridad aprovecha la coyuntura para prolongar indefinidamente una obra y llenarse, mientras
tanto, de dinero corrupto e irse a otros lugares a gastarlo y despilfarrarlo; no, a ese no le saludo.
Saludo a los profesores carismáticos y entregados a la docencia que forman ciudadanos reflexivos,
inteligentes y eficientes a través de lecciones adecuadas a la realidad de nuestra frontera y no a
aquellos que sólo enseñan mecánicamente a memorizar lecciones de fotocopias mal elaboradas y
a hacer filas tras de la postergación, el conformismo y el nomeimportismo; no, a esos no les
saludo.
Saludo a autoridades militares y policiales que exponiendo su seguridad física cuidan la seguridad
ciudadana cada día y no a aquellos que aprovechándose de su situación y posición hacen gala de
abuso y prepotencia.
Saludo a los aduaneros que trabajan con esmero, entrega y eficiencia en el desempeño de sus
funciones para engrandecer este pueblo con los impuestos a las mercaderías importadas y
exportadas y no a aquellos que aprovechándose de su puesto aduanero piden coimas y dineros y
se enriquecen a costa del estado que confió en ellos una tarea importante para el pueblo y la
patria; no, a esos no les saludo.
Saludo a los buenos comerciantes que, asentados en todos los mercados y puestos de venta en las
calles y avenidas de Villazón cobran por su mercadería en moneda boliviana poniendo en alto el
valor del boliviano y no a aquellos que haciendo uso de las circunstancias cobran por sus
2. mercaderías en pesos argentinos devaluando, de esta manera, nuestra moneda, patriotismo y
orgullo; no, a esos no les saludo.
Saludo a aquellos ciudadanos, jóvenes, niños y ancianos que echan sus basuras en los lugares
adecuados y mantienen limpia la ciudad, especialmente la región de las cataratas y la penitencia y
no a aquellos que creen que las calles, avenidas plazas y lugares de recreo de Villazón son un
basurero; no, a esos no les saludo.
Saludo a todos aquellos jóvenes que se reúnen para formar grupos de estudio o compañeros de
trabajo para alegrarse y formarse de manera eficiente y no a aquellos que aprovechándose de su
juventud se reúnen en pandillas, camarillas y grupos de violencia para amedrentar a los
ciudadanos del pueblo; no, a esos no les saludo.
Saludo a todos aquellos villazonences que, buscando mejores días para ellos y sus familias,
tuvieron que abandonar la frontera en tiempos aciagos pero que, sin embargo, vuelven cada que
pueden a buscar sus fantasmas en el pueblo y se alegran y brindan con los compañeros de antes y
no a aquellos que se van y olvidan su pasado fronterizo.
Saludo a quienes en un supremo sentimiento de pertenencia a este diamante pulido por los
ventarrones de invierno, escriben poemas y odas a su grandeza para perpetuarlo en la memoria
de los que los leen y no a aquellos que en vez de escribir poemas y canciones lo maldicen y
rechazan con improperios y desdeños.
Saludo al pueblo de La Quiaca, entrañable compañero de destino, otro color de bandera, otra letra
y música de himno, gente como nosotros piel de estaño, raza de bronce, corazón de puna, alma
de cóndor que levanta vuelo a altitudes de esperanza y mejores días. Ojala el hado nos sea
propicio y juntos remontemos en alas del viento el vuelo final al progreso, la hermandad y la
bonanza sin fronteras que nos separen ni colores que nos diferencien.
Saludo, en fin, a esa piedra preciosa, a ese diamante que nunca pierde su fulgor a pesar de los
contratiempos, cuyos prismas tornasolados de belleza inaudita, alumbran y presagian nuevos días
de prosperidad y coraje, propicio para todas generaciones que aman su terruño… te saludo a ti ¡oh
Villazón!
Félix Salazar Gonzales
Desde Santa Cruz de la Sierra, Bolivia.