1. 10 errores que frenan el progreso ganadero
1. Deficiente Calostrado. Un importante número de crías no se calostran correctamente. El
momento, la calidad, la cantidad, generalmente no corresponden a lo requerido. Unas cuantas
mueren causando perdida visible, pero numerosos animales crecen con defensas deficientes,
siendo fácilmente atacados por enfermedades, generándose cuantiosas pérdidas ocultas.
2. Cura de ombligo inadecuada. Procedimientos, momentos, productos que no secan ni curan la
herida, permitiendo lesiones, contaminación, inflamación e infecciones del ombligo con serias
consecuencias. Se utilizan con frecuencia productos agresivos, tóxicos. Las pérdidas por
muertes de neonatos(recién nacidos) son minoría ante las causadas por animales que crecen
con daño hepático e infecciones latentes afectando seriamente su productividad, muchos de
ellos convertidos en “cadáveres productivos” generadores de importantes pérdidas inadvertidas
al negocio.
3. Bloqueo a la producción de leche. No ordeñar a fondo desde el primer momento, retirando la
totalidad del calostro en el primer ordeño para que los alveolos sean ocupados por leche,
bloquea la producción de una glándula que requiere ser desocupada al menos dos veces al día.
El ternero es incapaz de hacerlo y el hombre no es consciente de la importancia y necesidad de
ello. La práctica equivocada de no ordeñar siempre a fondo, dos veces al día, especialmente en
los días cercanos al parto, permite que se pierda el potencial lechero de una vaca que termina
con una lactancia pobre, desperdiciando la millonaria inversión en mejoramiento genético
lechero.
4. Persistencia del vinculo Madre-cría. Mantener unidas vaca y cría genera serios bloqueos
productivos para ambos. La vaca no hace su trabajo de manera eficiente, menos lo hará en la
medida en que sea mayor su capacidad productora de leche. El ternero produce un efecto
negativo en la lactancia y en la recuperación hormonal postparto que permite el reinicio de la
ovulación. La vaca trabaja mejor sin su cría. Si debe alimentarla lo mejor es establecer dos
momentos de treinta minutos c/u, durante el día para que lo haga, se ordeñe o no la vaca. El
ternero que tiene acceso voluntario a la teta de la madre no realiza su trabajo eficientemente. El
paso de monogástrico a rumiante estará reprimido y no será el adecuado. Las consecuencias
para el animal cuando es destetado son negativas, generándose pérdidas importantes. La
llegada a la adultez productiva de estos animales siempre será morosa.
5. El Destete tardío. Este punto está ligado al anterior pero merece comentario adicional.
Destetar animales de 8 meses de edad no va acorde con la razón de ser de los rumiantes. Un
correcto manejo debe llevar a que el paso de monogástrico a rumiante se realice totalmente al
2. cuarto mes, entonces, ¿que hace un animal supuestamente rumiante mamando leche?,
Alimentar con leche un rumiante es muy costoso, es muy rentable el uso de concentrados
comerciales y forrajes de calidad. Alimentar correctamente una cría es un excelente negocio.
Nuestra cultura menosprecia la alimentación de estos animales y es por ello que estamos
llegando a una adultez productiva demasiado vieja. Las pérdidas de esta desafortunada
costumbre son enormes. Jamás seremos competitivos destetando animales de esa manera, a
esa edad y mucho menos con esos pesos. Tampoco cuando lo hacemos “a toda leche”
causando un rumen inmaduro.
6. El mercado del desteto. Un animal destetado sobreviviente, desnutrido, con bajo peso,
enclenque, es muy apetecido por los Levantadores, quienes persiguen un animal lo más liviano
posible. Un contrasentido biológico y económico que solo puede ser negocio en un mercado
distorsionado, en el que no se sacan cuentas reales. Existe la conocida “ganancia
compensatoria”, que ocurre con animales cuyo crecimiento ha terminado. No existe el
“desarrollo Compensatorio” que se pretende ocurra con animales sometidos al hambre, con lo
cual no desarrollan su cuerpo y sus órganos de una manera correcta. Un macho con bajo peso
al destete tardara al menos tres años para salir al mercado y una hembra estará haciendo
primer parto sobre los cuatro años. Desconociendo el costo real de estos animales se los
asigna un valor arbitrario muy por debajo del costo real de una buena crianza. Esta ultima si es
posible valorizarla y lograr con ella machos para sacrificio a los dos años y hembras pariendo
antes de los tres. La diferencia en tiempo y calidad productiva son incomparables. Es ilógico
insistir en una práctica totalmente equivocada, generadora de perdidas, solo por que “siempre
ha sido así”. Siempre habrá “inversionistas” que premian la desnutrición y la mala crianza.
¿Ganan?
7. El Terrible periodo “de Levante”. Animales desnutridos son “premiados” enviándolos a un
periodo de verdadero faquirismo, a pasar hambre, a deambular buscando el alimento
indispensable para terminar su desarrollo. Se reitera la falta de atención lógica a los principios
biológicos: Un animal en crecimiento, formación y desarrollo exige una nutrición adecuada. Si
ésta falla, el proceso será deficiente y es claro que no existe la compensación a ello. Mucho
dinero se maneja en la comercialización de animales en este proceso, costos de transporte, de
manejo, de personal, de insumos, incluido el tiempo, que encarecen la obtención de un adulto.
Mucho dinero podría ser mejor utilizado criando y levantando un animal teniendo en cuenta las
necesidades propias de su estado en ganancia. El periodo que biológicamente ofrece las
mejores posibilidades al negocio, es totalmente desaprovechado, desnaturalizado.
8. Deficiencia pastoril. No realizamos prácticas de manejo del pastoreo. Introducimos animales
sin ningún tipo de control a consumir libremente en aéreas enormes, donde se dedican a
caminar, seleccionando el consumo, desechando forrajes que en otras circunstancias
consumirían. Toda planta que se envejece es maleza, incluidos los pastos. Es por ello que en
los potreros extensos proliferan las malezas, formándose “islas” que el animal nunca toca,
terminando por perderse un área importante, ocurriendo sobrepastoreo como resultado de la
agresión reiterada al rebrote por un animal que sin control permanece durante varios días en el
mismo potrero. Las plantas más palatables, mas nutritiva sucumben y desaparecen ante la
repetida agresión. Sin reflexión se concluye por lo fácil: ¡ese pasto es muy malo¡. Un ejercicio
que nos puede ayudar a no cometer tantas barbaridades pastoriles es ubicarnos como
administradores de un gran restaurante, con un variado Bufet que mal controlado nos causa
importantes pérdidas.
9. Ausencia de control individual. La mayoría de nuestras “empresas” ganaderas no realizan
controles, muchas ni siquiera numeran, otras lo hacen pero no toman información de manera
zootécnica, útil para evaluar y medir. Un importante número de estos entables no utilizan la
báscula como herramienta permanente de medición. La mayoría la utilizan solo para comprar o
vender, limitando el uso del recurso más importante de evaluación y control que se puede tener
en un hato productivo, a una simple operación comercial. El aporte de una báscula a la
productividad de un negocio ganadero es inmenso. La numeración bien utilizada es la única
manera de realizar los controles, la selección y el descarte que hacen la diferencia entre una
empresa ganadera y un encarte con ganados. Los resultados de un grupo simplemente son la
sumatoria de los resultados de los individuos. Es necesario entonces identificar y descartar los
3. causantes de efectos negativos, lo que únicamente se hace individualizando (numerando) y
midiendo (pesando y contando).
10. Ligereza con los Toros. Desatendemos un punto muy importante: El Toro es el animal con
mayor impacto en la genética de poblaciones. Un toro bien manejado cubre mucho más que las
25 hembras que, de manera equivocada, se ha impuesto como norma. Esa es una verdad
limitada al llamado “periodo de monta”. No se requieren tantos toros, se requiere si, manejar
Buenos toros, mejoradores. Abundan los toros mediocres padreando en nuestra ganadería,
afortunadamente muchos con problemas reproductivos tan serios que ni preñan, pero si
estorban y hacen daño. Lamentablemente muchos de esos mediocres alcanzan a reproducirse,
dañando la productividad de numerosos hatos. Frecuentemente se encuentran reproductores
que dan pena, lastima y hasta ganas de llorar.