2. DATOS PERSONALES EN INTERNET
Internet ha evolucionado muy rápido desde su aparición. Se ha pasado de la simple
comunicación a poder realizar movimientos bancarios. A su vez, esto se debe, en gran
parte, al progreso que ha experimentado la sociedad en sus hábitos, como por ejemplo,
el cambio de la moneda por las tarjetas de crédito. Esto ha permitido que muchas
empresas hayan dado el salto a la Red, y que las compras se hagan con tarjeta a través
de Internet. Pero el uso de datos de carácter personal no se queda ahí. En muchas
ocasiones, para poder acceder a los contenidos de alguna página hay que facilitar cierta
información que sólo el usuario conoce. Además con la aparición de las webs 2.0 ha
permitido que gran parte de nuestra vida privada esté a la vista de mucha gente. La duda
que crea es si esos datos están a salvo de manos poco fiables y por qué no nos
preocupamos cuando exponemos nuestra vida, a través de las webs 2.0, en un escaparate
tan grande como lo es la Red.
La Ley Orgánica 15/1999, de 13 de diciembre, de Protección de Datos de Carácter
Personal, como dice en su artículo 1 “tiene por objeto garantizar y proteger, en lo que
concierne al tratamiento de los datos personales, las libertades públicas y los derechos
fundamentales de las personas físicas, y especialmente de su honor e intimidad personal
y familiar.” Esta Ley se aplicará en los datos personales que se encuentren en soportes
físicos, así como todo conjunto organizado de datos de carácter personal, sin importar la
forma o modalidad de su creación, almacenamiento, organización y acceso. Pero como
ya se sabe, las redes sociales en las que participan jóvenes y no tan jóvenes, se guardan
toda la información que se encuentre en dicha página, haciéndola suya. Muchas
personas no saben esto, a pesar de haberlo aceptado en las condiciones generales (que
nadie lee).
Como acabamos de ver, hay diferencias dentro de los datos personales. Hay que
distinguir entre los que se crean en y para Internet y los datos que tienen que ver con la
vida privada; los dos están muy relacionados, ya que a partir se los segundos se pueden
llegar a conocer los datos del primero. En éstos, que se pueden considerar “datos
virtuales”, están la cuenta de correo electrónico, contraseñas o el nombre de usuario que
se crea para acceder a algunas páginas. La gente no muestra reparos a la hora de
registrarse en algún sitio web y enviar su cuenta de correo electrónico o su nombre y
apellidos, pero aunque con las contraseñas no ocurre lo mismo, puesto que no se suelen
facilitar, hay que ser reacios a dar datos sobre nuestros gustos, preferencias… como
salud, opciones sexuales, preferencias religiosas, ideas políticas, familia, fechas etc., es
decir, los datos más íntimos de una persona u otros que permitan identificarte en
accesos a información privada. Muchas de las contraseñas que se eligen tienen que ver
con estos temas. Está claro que si alguien quiere saber nuestra clave de acceso a algún
lugar, no va a preguntar directamente, ya que la respuesta sería más que obvia, pero si
pregunta indirectamente, puede que consiga más información. En relación con el tema
de las redes sociales, de estas pueden obtener información muy válida para conocer
contraseñas y claves privadas, ya que pueden conoces nuestros gustos, nuestra fecha de
nacimiento, el lugar donde vivimos… y sólo por el simple hecho de tener “Tuenti”,
“Facebook”, “Hi5” o cualquier otra red similar.
3. Hasta ahora hemos hablado de los “datos virtuales” pero también es muy significativo
que las instituciones se hayan acoplado a las nuevas tecnologías y que gracias a ello se
puedan realizar muchas operaciones por Internet y de esta manera le es más cómodo al
usuario, aunque no podemos decir que éste tenga plena confianza en realizar algunas de
ellas por este medio, ya que todavía las personas no se han acostumbrado a realizar
ciertas transacciones porque no conocen el procedimiento ni la fiabilidad de éste. La
causa de que ocurra esto es la “analfabetización” digital, mucha gente, ya sean jóvenes o
adultos, cree que conoce la Red, pero no es así.
La mayoría de los usuarios conocen las todas las posibilidades que nos ofrece Internet
para comunicarnos, en las que se suele tener una mayor confianza, aunque puede
traernos los mismo inconvenientes que una compra a través de la Red, ya que no
sabemos si la persona con la que estamos tratando es de fiar. Por un lado, las
conversaciones que se tienen por medio de alguna red social o de algún chat no son
transparentes, ya que gracias al anonimato o al no contacto directo, la gente tiende a ser
diferente en su comportamiento, pero a la vez este hecho nos hace sentir más seguros ya
que podemos ser menos vergonzosos y tendemos a desinhibirnos cuando no estamos
dando la cara. Por el otro lado, cuando hay que realizar alguna operación bancaria o de
compra-venta, en el fondo ocurre lo mismo, pero la reacción que tienen las personas es
lo contrario; es decir, no se sabe si es seguro o no porque no conocemos quién está al
otro lado (lo mismo ocurre con las conversaciones), y precisamente por eso se intenta
realizar estas acciones en persona; cuando probablemente sea más seguro realizar estas
operaciones que hablar con alguien que no se conoce. Por eso se puede decir que los
usuarios no saben cuán provechoso puede ser Internet, porque tampoco conocen cómo
funciona y eso crea una especia de rechazo el uso de la Red para ciertas cosas.
Para realizar algunas actividades, sobre todo las relacionadas con la compra-venta
prefieren hacerlo en persona. Está claro que hay que ser muy cautelosos a la hora de
utilizar la tarjeta de crédito en Internet pero hay miles de páginas seguras a través de las
cuales podemos realizar nuestras compras sin ningún tipo de problemas, como por
ejemplo, empresas de transporte, supermercados, tiendas de merchandising (sobre todo
de cantantes y empresas)… En estos lugares hay que actuar de forma segura sobre todo
cuando pagas con Tarjeta porque ese dato te identifica y puede servirle al "ladrón" para
utilizarlo en tu contra. En este tipo de operaciones "compra virtual", como en el resto,
puesto que todo el mundo intenta "vender" por cualquier medio, incluida la Web, hay
que comprobar que señales como el candado, que aparece en la barra de herramientas de
la página, son importantes. Muchos errores se comenten, precisamente por esto, por no
fijarse en los avisos que aparecen en la página.
A parte de haber empresas que se han trasladado a la Red para expandir sus compras a
lo largo del mundo, los bancos también están realizando algunas operaciones con sus
clientes a través del correo electrónico. Puede parecer muy poco seguro, ya que el
acceso a la Red es ilimitado y dado la cantidad de piratas informáticos que circulan por
Internet, se puede considerar muy fácil el acceso a esa información. Pero muy lejos de
ello, si los bancos realizan estas operaciones a través de este medio, es porque creen que
es seguro.
4. Respecto de los correos electrónicos que se reciben, hay que considerar que la dirección
que se cede es como un buzón de correspondencia electrónica, igual al físico que se
tiene en la residencia o en el lugar de trabajo y lo que llega es cualquier información
(publicidad, avisos del banco, etc.) en formato electrónico; todos los que conocen la
cuenta de correo, pueden hacer llegar sus noticias, propuestas, avisos y cualquier otra
cosa, al igual que ocurre con el correo ordinario. Así que se puede decir que un correo
electrónico es lo mismo que el correo físico, ya que si tienen intención de interceptarlo y
de extraer información de él, lo pueden conseguir.
Además estos envíos se recogen, almacenan y tramitan en una especie de Oficina de
correos electrónica, llamada "Proveedor de servicios de mensajería por Internet"; por
ejemplo "hotmail" es uno de ellos, "gmail" otro; algunos son gratuitos y otros tienen un
coste añadido según los servicios que ofrecen. En esa oficina electrónica se controla
todo el trasiego de mensajes y disponen de ordenadores potentes (servidores de correo)
que los gestionan; de cara a la seguridad, disponen de programas anti-virus (MacAfee,
por ejemplo) que exploran los contenidos adjuntos para detectar que no contienen
información "espía" que pueda dañar el ordenador o contenidos considerados poco
recomendables (pornografía, violencia, tu contraseña...), si bien esto último es difícil de
evitar.
Aún así no se pueden pasar por alto las miles de estafas que se realizan por medio del
correo electrónico, sobre todo en temas relacionados con datos bancarios. En muchas
ocasiones se reciben mensajes, en los cuales el remitente es desconocido y mediante el
cual solicitan datos de identificación. En otras ocasiones indican un enlace a una página
que puede resultar un fraude, por lo que se aconseja que nunca se abran mensajes de
procedencia desconocida. Esto es algo que todo el mundo sabe y que por lo general no
se suele caer en la “trampa”. Es más complicado cuando la fuente es el banco, o mejor
dicho, alguien suplantando la identidad del banco y requiriendo que envíes contraseñas,
números PIN, número de cuenta bancaria, de tarjeta de crédito… alegando que es por
seguridad. La gente tiende a facilitar estos datos, porque cree que es el banco el que se
lo exige (y aquí hay otro ejemplo de analfabetización digital), cuando una identidad
bancaria nunca pedirá a sus usuarios datos personales a través del correo electrónico.
Como conclusión hay que decir que es muy curioso que la gente no se inquiete por
exponer su vida en la Red a través de las redes sociales, cuando en el fondo, es de donde
pueden obtener más información a cerca de nosotros: lugares que frecuentamos, amigos,
gustos e incluso cuando estamos en casa y cuando no, ya que se controla el horario de
entrada y de salida de la página. ¿Se puede concluir que no nos preocupa que la
cualquier persona interesada pueda acceder a toda esa información?, ¿Por qué no se usa
el mismo baremo para medir las posibilidades de fraude o de peligrosidad que tiene una
red social o un chat frente a una transacción bancaria? ¿Nos preocupa más el dinero que
nuestra intimidad? En el fondo todo se reduce a lo mismo: la fiabilidad que depositamos
en algo viene dada por el conocimiento que tenemos sobre ello y probablemente si
supiéramos más acerca del funcionamiento de las webs 2.0 nos plantearíamos crearnos
una; en cambio si conociéramos la seguridad que hay alrededor de las operaciones de
compra o bancarias, no tendríamos reparos para realizarlas a través de la Red,
básicamente porque sería más cómodo.