1. PLANIFICADOR DEL TEXTO NARRATIVO
1. NARRADOR DESCRIPCIÓN
2. PARTICIPANTES
O PERSONAJES
William
SECUNDARIOS
Camarera Marcie
Novia
3. MARCO LUGAR
REAL
TIEMPO (PASADO, PRESENTE, FUTURO)
PRESENTE
4. SECUENCIA
NARRATIVA BÁSICA
INICIO
William acostumbra a consumir hamburguesas Big Doe.
NUDO
William tiene conflictos con su pareja por el alto consumo de comida
chatarra; posteriormente, decide terminar con ella y cambiar su
localidad a un lugar cercano al restaurante.
DESENLACE
William concluye que su vida será mejor con el estilo de vida que
presenta.
5.- DISCURSO CRONOLÓGICO
FLASHBACK
INTERMEDIAS RES
TIEMPO OBJETIVO
TIEMPO SUBJETIVO
6. TEMA La autodestrucción de la salud y vitalidad por la conservación de un
estilo no saludable.
7. CONECTORES O
RECURSOS
VERBALES Y OTROS
CONECTORES De consecuencia, causa, etc.
RECURSOS LITERARIOS
Símil, hipérbaton
EXTENSIÓN
Cuento
Big Doe
William logró salir de su ensoñación; el tiempo adecuado para dirigir su atención hacia la
paciente camarera, sonreírle y encogerse de hombros antes de sumergirse nuevamente en el
mejor Big Doe que nunca había probado. Aparentaba que había perdido la vergüenza y el
sentido de la correcta etiqueta para cenar, pero esto no lo desconcertaba. Seguía dando más y
más bocados que parecían no terminar.
Un rato después, mojó una servilleta en su vaso con agua e intentó secar la grasienta mancha
roja de su camisa. Lo hizo, más con la finalidad de aparentar una mejor condición de limpieza
2. que por cualquier otra razón. La mancha no generó mucha atención en su mente y fue
descartada fácilmente como un pequeño sacrificio que valía la pena arriesgar por descubrir el
delicioso sabor de la mejor comida que servían en aquel acogedor lugar.
“Oh cariño, no creo que eso funcione”; dijo la camarera, con un estimulante tono maternal.
Él miró la etiqueta con su nombre. “¿Puedes darme uno más para llevar, Marcie?”
Marcie sonrió, “Desde luego, querido”.
El viaje de regreso a casa fue insoportable. William no dejaba de mirar la atractiva bolsa de
papel en el asiento de acompañante. Sabía que no podía comer otro bocado, pero todo lo que
quería hacer era detenerse y comerse ese ansiado Big Doe. Se limpió la saliva de la comisura
de sus labios y aceleró el automóvil por encima del límite de velocidad. Al llegar, ni siquiera
pensó en desempacar su coche. Raudamente, cogió el grasiento empaque e hizo todo el
esfuerzo que pudo para correr hasta su hogar. Tan solo después de unos instantes, yacían unos
trozos de papel magullado debajo de la mesa del comedor. Irónicamente, retiró con sumo
cuidado el envoltorio de aluminio, revelando un monstruoso sándwich de carne picada
cubierta por una gruesa capa de mayonesa. El curioso desastre frío y congelado que tenía
delante parecía saber incluso mejor que el sándwich fresco que le fue ofrecido por la risueña
camarera. Su empapado pan de siete pulgadas no lo desalentó ni un poco. Él lo devoró
rápidamente y pronto deseó tener otro.
El extenso viaje entre él y su delicioso bocado le empezaba a incomodar, por eso tomó la
decisión de que haría el recorrido directamente desde el trabajo.
Con el pasar de los días, su peso aumentaba increíblemente. Su novia constantemente le
sermoneaba sobre sus inadecuados hábitos alimenticios. “William, la ropa te está quedando
pequeña y solo han pasado unos meses. Esto no es sano”. Él detestaba admitirlo, pero sabía
que debía cambiar en algo que aún no identificaba.
El nuevo local estaba a menos de un kilómetro y medio de aquel restaurante y su trabajo en la
única gasolinera de la pequeña ciudad, le dotaba de muchas oportunidades para comer entre
cada transacción. Se sintió mal por cómo se deterioró la relación entre él y su novia, pero
aquel remordimiento no duró lo suficiente. En sus posteriores salidas incluso llegaron a exhibir
una foto enmarcada de él en su stand.
Ocho meses pasaron desde ese cambio en su vida y ahora era capaz de terminar cuatro Big
Doe para el almuerzo, cuatro para la cena y; por supuesto, uno ocasional como refrigerio.
William ya no pensaba en más que el próximo exquisito Big Doe que probaría y, recordando
esto, no podía ocultar su felicidad. Aparentemente, el mundo parecía más fácil de sobrellevar
ahora. Todo encajó cuando se deshizo rápidamente de todas las ideas de su antigua vida y se
concentró en lo que ahora era importante para él.
"Hola Marcie".
" Buen día ¿Qué puedo hacer por ti, querido?"
"Bueno, me estuve preguntando. Ustedes están en medio de la nada, pero siempre se
mantienen muy ocupados ¿Cómo lo hacen?”
3. Nada de eso, cariño. Esto se debe a nuestros leales clientes. Años y años de clientes habituales
como tú. Tan solo mira las fotos de las paredes. Oh, eso me recuerda. Lamento decirte esto,
pero debido al aumento del costo de los alimentos, tendremos que empezar a cobrarte dos
dólares más ¿Estás de acuerdo con eso, querido?
Este aumento de precios ni siquiera pareció molestarle. Simplemente dijo distraídamente, “Uh
huh” mientras observaba con detenimiento las fotos de muchas personas obesas. El espacio
estaba invadido por estas. Miró su foto colgada en la pared de su stand. Lo mostraba sentado
allí con dos dorados Does sobre la mesa; su papada acentuaba una amplia sonrisa en aquel
rostro. Dirigió la mirada hacia debajo de su mesa y logró notar que esta se encontraba
empujada hacia el otro extremo de la cabina para permitirle entrar y salir. No había suficiente
espacio para que ni siquiera un niño delgado se sentara al otro lado y su vientre ya estaba
presionado contra el borde. William tomó la foto de la pared, empujó a Marcie y se dirigió
rápidamente al baño.
Al llegar, se paró frente al espejo y se comparó con la foto. El sujeto era mucho más grande de
lo que solían ser todos los tipos descuidados. Pellizcó los rollos de grasa debajo de su barbilla y
los sacudió. Pensó en cómo solía ver a las personas gordas como perezosas, ridículas e incluso
estúpidas. Le pareció extraño que desde que empezó a engordar, nunca se percibiera así.
El gorgoteo de su insaciable estómago le hizo recordar a los cuatro Big Doe que le estaban
preparando en la cocina. De repente sintió un apetito abominable. Salió del baño y empezó a
escudriñar las fotos en el pasillo. Marcie se acercó a él. “Si yo fuera tú, no los contaría, cariño.
Tu pedido terminará pronto. ¿Por qué no vas a sentarte? También traje tu té helado”.
Comenzó a alejarse, cuando William preguntó. ¿Todas las personas en estas fotos están
muertas ahora?
Ella suspiró y se volvió hacia William, “La mayoría de ellos, pero no es momento de pensar en
estas situaciones, querido. Todos nuestros fieles clientes están más felices que nunca hasta el
final”. El sonido de la campana lo sacó de su deprimente epifanía. “Apuesto a que son tus Big
Doe”. Dio un apretón tranquilizador al gordo hombro de William y se dirigió a la ventanilla de
pedidos.
Se quedó de pie en la entrada del vestíbulo y miró hacia el interior del restaurante. El lugar se
encontraba repleto como de costumbre, con rostros familiares que habían observado cómo se
crió. Hot dogs de un pie de largo, pollo frito con miel de mafle, hamburguesas con queso y
doble tocino, Big Doe y todo tipo de porciones que obstruyen las arterias
William se deslizó en su asiento, bebió un sorbo de su té y pensó en la gran satisfacción que
habría sentido desde que se mudó a la pequeña ciudad. Regresó la foto a la pared y la
contempló extasiado. Escuchó; vagamente, a Marcie diciéndole que aquel robusto hombre se
llama Ginger y que le encantaban los wafles y el pollo frito. Recordó lo risueño que se veía con
una botella de jarabe de arce en una mano y un tenedor en la otra.
Marcie apareció con dos bandejas y transfirió hábilmente sus cuatro Doe a la mesa. "Déjame
traerte algunas servilletas extra".
William miró los cuatro enormes y descuidados emparedados que tenía delante, y dijo: "Feliz
hasta el final, ¿Verdad?"
La camarera le dirigió una amplia sonrisa, posteriormente afirmó. “Así es, querido”.
4. Él se dio unas palmaditas en el vientre y cogió hábilmente la humeante taza de café con ambas
manos. “Bueno, entonces dile al cocinero que me prepare dos más. Quiero probar seis hoy”.