2. Según el axioma fundamental del
materialismo, todo lo existente es materia.
No concibe – o quizá mejor no acepta- un ser
inmaterial.
Es evidente que la materia no explica muchas
realidades de facto del conocimiento y del
ser.
3. La posición del materialismo ante las
realidades inmateriales es la reducción o la
negación. Así los hechos de la vida
psicológica son rebajados a procesos
biológicos. El conocimiento por ejemplo se
explica por cambios neuronales, adquiridos
a través de impresiones, conductas, etc.
4. Esto significa que las ideas como los valores,
no podrán consistir más que en estados
neuronales que originan conductas concretas,
fácil o difícilmente modificables. Cuando en un
mundo concebido de forma materialista se
habla de crisis de valores, hay que entender
que se hace referencia a la ausencia o
necesidad de una serie de conductas que
propician la vida deseada.
5. Todo suceso siempre ha de llevar a la materia
como explicación última, y cualquier realidad
será una expresión de la riqueza de formas
que puede adoptar.
La materia tendría en sí misma la piedra
filosofal, por la cual desde lo informe puede
sacar lo más maravilloso.
6. En el mundo material todo se plantea por el puro
juego de las fuerzas físicas originadas desde sí o
inducidas desde el exterior, y que actuarían
siempre de forma necesaria. Esto hace que en la
conducta de los seres materiales –incluyendo el
mundo de los valores- se planteen dos influencias
o fuerzas: la de la estructura interna y la del
ambiente.
7. Con esta premisa se puede explicar de manera
satisfactoria una gran cantidad de fenómenos
materiales, sin embargo, los problemas aparecen ante
aquello que los supera, como ocurre con la conciencia,
la libertad, los valores, por ejemplo. En la teoría
materialista tales fenómenos deben ser negados o
substituidos por sucedáneos; pero aunque traten de
reducir todo a la materia, en el materialismo quedan
siempre inexplicables la conciencia y la libertad,
aunque esta última es reducida a mera necesidad.
8. El mundo material se podría concebir como una máquina fabricada
por el hombre. En ella tampoco cabe la conciencia ni la libertad, sino
un determinismo originado por la propia estructura.
El ser del mundo material –o sea las distintas realidades-, los valores
del mundo material, el hombre de ese mundo no puede contar mas
que con la tiranía de las leyes necesarias y jamás puede sentir la
libertad, ni el peso de la carga ética, ni la aspiración a una realidad
trascendente que le lleve a una aspiración superadora. Sin embargo
todos estos hechos son aceptados por el materialista, reduciéndolos a
manifestaciones de la materia, sin más realidad ni trascendencia que
la de la vivencia.
9. Si en este mundo material debemos dar respuesta a la consistencia
de los valores tendremos que admitir que son manifestaciones de
necesidades biológicas innatas o producidas por la influencia social.
Las primeras habrá que aceptarlas y atenderlas, las segundas
educarlas como normas sociales deseables en un momento concreto
y cuyo valor dependerá del bien que originen en la sociedad, si se
trata de valores biológicos el hombre material atenderá
fundamentalmente a las peticiones de su organismo, entre las que
estarán las necesidades psicológicas y aun intelectuales. El valor
como la motivación, tendrá su explicación en las motivaciones y
estará sometido a sus cambios. Se entiende así que la visión
materialista deje a los valores reducidos a la mera utilidad.
10. Sin embargo:
La presencia del valor como tal
sólo es posible en un yo que se plantee lo
bueno o lo malo para sí mismo o en otro, sin
determinismos de ningún tipo, el valor se
percibe como tal en plena libertad y en un
ámbito que va más allá de lo puramente
material.