1. Mediación de lectura
Visitas de narradores y de escritores
En la corteza de los árboles, grabo estos
pensamientos:
cuando sonríes
se suavizan las piedras
que me aprisionan.
Jorge Boccanera, PALMA REAL
La lectura, en nuestro país, en tanto política de estado, preocupa y se instala en
las mesa de las acciones y de las ocupaciones.
Lejos han quedado ya los tiempos en los que la literatura tenía sus prohibiciones,
donde se decía este libro sí, este libro no, este autor sí, este autor no. Y también
se está alejando la animación a la lectura, esa práctica que refería
fundamentalmente al aproximar los libros a los niños y a los adolescentes porque
no se leía y porque nadie conocía de literatura infantil y juvenil1.
Actualmente, gracias a políticas específicas, a reformulación de contenidos
curriculares y a los avances de la industria editorial, de las redes sociales y de
internet en general, conocemos de cuentos, de historias para todos y además
tenemos acceso a los distintos materiales.
La formación docente incorpora también en sus contenidos curriculares múltiples
propuestas y estamos entonces más “aggiornados” en lo que a este tema de la
lectura y de la especificidad de la literatura infantil y juvenil se refiere.
Pero no debemos por eso olvidar algunas cuestiones que pareciera que
pertenecen a todos los tiempos, como son los encuentros con narradores, con
escritores, teniendo en cuenta que son acciones propias de la mediación, del
1 No es tema de este documento, pero la autora establece considerables entre la animación,la promoción y
la mediación de lectura.
2. acercar las partes para que lean, para se conozcan: los libros y los lectores, los
relatos y los oyentes.
Llegó un narrador a la escuela
Una de esas cuestiones es la presencia de los narradores, en particular de
aquellos que son narradores espontáneos, quienes transmiten de boca en boca
los relatos y aún antes que ellos, esos narradores familiares: abuelos, abuelas
que después de la cena retomaban el hilo de la tradición.
Es necesario que se recupere esa figura del narrador que también ha pasado por
distintas instancias a lo largo de la vida escolar, en particular, durante nuestra
ganada democracia. Se trata de un mediador para vincular las historias, el valor
de la oralidad y la escucha que los niños y los jóvenes puedan hacer. En este caso
no estamos pidiendole que la presentación sea espectacular, sino un encuentro
apropiado y sincero, para revalorizar el poder de la palabra. Claro está que si ese
narrador, al terminar su ronda, comparte los libros que ha utilizado, mucho mejor,
los oyentes aprenderán que hay historias que vienen de boca en boca, historias de
los distintos autores, editadas por los cuentacuentos y la ronda de la lectura
comenzará a circular. Estará refiriendo a su oficio y esto no es decir: “lo saqué de
acá”, sino algo así como : “leí, me interesó, lo edité, lo interpreté como ustedes lo
escucharon”.
En ese sentido y continuando con la reflexión ya orientada hacia los docentes,
digamos que ellos también pueden animarse a contar cuentos, a hacer rondas de
relatos, a abrir el encuentro con la palabra oral y la palabra escrita, como
seguramente ya lo están haciendo. Valga también como acotación que, si no “se
animan”, podrán solicitar un capacitador, un narrador espontáneo que los ayude a
adquirir el oficio, hacer grupos de docentes para iniciar la preparación y práctica
de esta bella actividad de transmitir las historias.
La presencia de la comunidad en estos encuentros es muy propicia puesto que los
relatos permiten habilitar la palabra de y para muchos, se favorece el intercambio
y damos oportunidad a nuevas historias.
3. Además de estos narradores espontáneos están los otros, los que montan
espectáculos, los que hacen una edición distinta y entonces utilizan una pequeña
escenografía, requieren luces, objetos y otros recursos escénicos. También le
damos la bienvenida a ellos porque, desde otro formato, acompañan mostrando
otro discurso que deviene del campo del arte, de lo escenográfico..
Es importante en ambos casos tener en cuenta el espacio. ¿Cuál es el lugar para
cada uno de estos narradores?
Teniendo en cuenta que de hecho la visita del narrador modifica la rutina escolar,
es también muy bonito para él y para los oyentes disponer el aula de otra manera.
Como cuando tenemos visitas en casa, nos preparamos para recibir. Quizás
acomodar los bancos de una manera especial, en ronda, o poner alguna alfombra
sobre el piso y estar todos distendidos. Allí cada uno verá qué es lo que más
conviene, pero lo que sí es necesario es que los oyentes puedan realmente
escuchar, estar todos a la misma distancia de ese narrador. Si es en un escenario
veremos si están dadas las condiciones, de sonido, espacio, cantidad de público,
duración, etc.
Un buen narrador seguramente hará lugar al intercambio y aunque no pregunte
“¿les gustó?” estará atento a las voces de los participantes. Si el narrador,
además, lee en voz alta algún relato, será un momento más que propicio para el
intercambio de opiniones, de emociones, de saberes.
También es importante que el docente se muestre interesado por el repertorio al
que accederán los estudiantes y, aunque hay elementos más específicos de la
presentación , pueda conocer qué tipos de relatos se abordarán. Con el narrador
podrá conversar acerca del interés de los niños, de algunas dificultades que se
observan en la clase con respecto a algunos temas, a autores que los chicos
reclaman por tal o cual motivo. Una tarea de intercambio previa seguramente
facilitará el encuentro y lo enriquecerá.
4. Atender al narrador, además de alcanzarle agua fresca o un buen cafecito según
la época , es prestarle atención, estar distendidos en un lugar cómodo, recibirlo y
acompañarlo en el abrazo de final de ronda.
La presencia de abuelos y de abuelas leecuentos garantizará la continuidad de
una propuesta que recupera tradiciones, integra generaciones, habilita la
participación de la comunidad y contribuye a la circulación de la palabra en un
marco de afecto y contención que brindan las instituciones.
La visita de un escritor
Cuando nos confirman que un escritor viene a visitarnos a la escuela, ya no nos
dan las manos para organizar todo.
Reflexionemos al respecto. La visita de un escritor es una más de las acciones de
mediación que realizamos, puesto que el encuentro periódico con los libros, la
presencia de la bibliotecaria con las cajas con los textos, las rondas de lectura, los
juegos de lectura en voz alta, la lectura sostenida por el docente, las ferias, etc.
constantemente están contribuyendo a generar un estado de lectura.
Por consiguiente, la visita del escritor, repetimos, es una más entre todas las
acciones que realizamos. Claro está que es una acción muy importante y
gratificante donde el lector se encuentra nada más ni nada menos que con quien
hizo esa historia que tanto puede deleitarle y en ese sentido se torna prioritaria.
¿Qué hacer entonces? Lo primero es interesar al auditorio, es decir, a los lectores
y preguntar: ¿Les gusta este autor? ¿Quisieran que viniera? ¿Y a los que no les
gusta, no les interesaría saber cómo se escribe una historia o un poema? Los
mediadores sin duda encontrarán la punta del ovillo para ese primer entusiasmo
puesto que más allá de que sea tal o cual escritor que interese a los niños, es
importante saber cómo se construye este oficio de escribir, de ahí la importancia
de la visita.
Revisar los objetivos es otra tarea previa, qué queremos lograr con esa visita: que
conozcan todo acerca de un autor, que sepan de este oficio, cómo se hace un
5. libro, cómo se escribe una historia, etc. Este punto es muy importante porque
orientará las siguientes actividades. No nos interesará si este autor es casado,
soltero, si tiene hijos o no, etc. y evitaremos así situaciones que no aportan nada
al encuentro. El encuentro, valga la redundancia, se centrará en las funciones
autor/lector, al autor le interesa y mucho la recepción de su trabajo, tanto como al
lector le interesa la cocina de la escritura.
Preparar la actividad entonces es saber del autor, su biografía centrada en la
producción y su obra, en particular de la obra, el texto con el que se trabajará. A
partir de allí se pueden hacer actividades tales como : rondas de preguntas,
debates, organizar una exposición a cargo del autor y algunas consignas de
lectura y de escritura a partir de algunos textos.
Esto también amerita una reflexión. Hay varios modos e intencionalidades de
lectura y no siempre que leemos tenemos que hacer una producción; entonces,
también es oportunidad la de leer por leer sin tener que escribir, o pintar o hacer
una producción a partir de la lectura.
Entre las acciones que podemos realizar están las de por ejemplo, encontrarnos
para debatir acerca de los distintos contenidos del texto, o mostrarnos los
subrayados, esos “textos privados” que muestra el acompañamiento de la lectura,
podemos también conectar ese libro que estamos leyendo con otros, que nos
recuerdan el tema, el personaje, etc.
Por cierto también podemos escribir y ahí convendrán consignas nuevas que no
remitan a cambiar el final, o a armar una dramatización. Tal vez abrir la opción de
chatear compartiendo el contenido, hacer un blog, preparar una presentación,
hacer crecer un fragmento, o por el contrario, reducir, cambiar tonos,
diálogos….sin que esto demande tanta producción plástica.
Si vamos a integrar el área de plástica lo mejor será establecer contacto con la
profesora para que se sume al proyecto, si le interesa, y no para que sea una
mera aliada en la visita del escritor. Ella dirá lo que es más pertinente a la hora de
producir, diseñar materiales.
6. Y con respecto a la dramatización, deberemos también ser cautelosos al respecto:
llevar el texto narrativo, por ejemplo, a texto dramático es un gran esfuerzo y exige
la presencia de entendidos. No es una tarea sencilla y requiere auxilio. El profesor
de teatro de la escuela, una institución que desarrolle experiencias de juegos
teatrales, seguramente ayudarán y evitarán derroche de dinero, de esfuerzos y de
tiempo en el armado de escenografías, ensayos y puestas en marcha.
El escritor requiere atenciones mínimas pero fundamentales. Ya dijimos, que se
lea su obra, que los lectores estén atentos y dispuestos al intercambio y un lugar
cómodo donde desarrollar la acción.
Eso le interesará mucho y estará feliz. Convendrá también previamente tener una
charla con él para puntualizar lo que los estudiantes han leído, cuáles son sus
intereses y también acordar el tiempo de la charla y su propuesta concreta. De ese
intercambio saldrá seguramente un encuentro más jugoso y propicio para generar
más lecturas.
Las herramientas de la mediación y la evaluación
Todas las acciones son evaluables, habrá que ver cómo. En principio digamos que
para evaluar la visita de los narradores o de los escritores debemos referir a los
objetivos: Qué queríamos lograr? ¿Qué conocieran un escritor? ¿Qué los
estudiantes conocieran en qué consiste el oficio de escritor? ¿Qué conocieran
obras? ¿Qué aprendieran a escribir? ¿Mostrar lo que los chicos hacen?
Esta primera parte, de preguntarnos y de clarificar seguramente permitirá un buen
diseño de acciones y por consiguiente una buena evaluación.
En la evaluación tendremos en cuenta entonces si se cumplieron los objetivos y si
se cumplió la meta que acompaña toda la mediación y esto es saber si se ha leído
más y mejor.
Esta última acotación permitirá englobar la práctica de visita de los escritores en
un marco mayor, el de la mediación avalada por la pedagogía de la lectura: leer
para tener un mayor campo conceptual, leer para estar informados, formarnos,
7. conocer, disfrutar. Leer para tomar el compromiso que no debe abandonar la
escuela, y es que los niños sean lectores y escritores competentes.
En ese sentido la evaluación en proceso: cómo se prepararon, qué dificultades de
lectura hubo, cómo se superaron, cuáles fueron los centros de interés, las
dificultades…, cómo se leyó en voz alta, cómo se compartió. toda esa observación
seguramente aportará abundantes elementos para la evaluación, más que un
trabajo práctico, una ilustración a veces forzada o una representación en una obra
que nos llena de timidez.
Queda además una evaluación institucional, observar si estas visitas han estado
acordes al proyecto de lectura de la institución, si se interesaron los docentes, si
hubo mayor uso en biblioteca de los materiales, si la comunidad se integró más.
Un buen registro de opiniones, un registro fotográfico y un buen informe harán
enriquecer esta práctica que se repite cada año y se renueva.
Silvia Paglieta
Para seguir leyendo:
Colomer, Teresa, INTRODUCCIÓN A LA LITERATURA INFANTIL Y JUVENIL,
Síntesis Educación, Madrid, 1999
Pradelli, Ángela, EL SENTIDO DE LA LECTURA, Paidós, 2013
Chambers, Aidan, CONVERSACIONES, FC.E, México, 2008