1. Mediación de lectura: la presencia del tallerista
Fui al río, y lo sentía/cerca de mí, enfrente de mí.
Las ramas tenían voces/que no llegaban hasta mí.
La corriente decía/cosas que no entendía.
Me angustiaba casi./Quería comprenderlo,
sentir qué decía el cielo vago y pálido en él
con sus primeras sílabas alargadas,/pero no podía.
Juan L. Ortiz, FUI AL RÍO
La lectura es una actividad que tiene al menos, dicho en forma sencilla, dos
instancias: una privada, de decodificación y comprensión y una socializadora, de
compartir sentidos y significados con los demás lectores, al menos cuando nos
referimos al ámbito escolar.
Ambas instancias son importantes y prioritarias per se: leer en forma individual, de
manera silenciosa, donde cada uno fije su tiempo es muy importante; el encuentro
con el libro, o con el texto en su versión digital, auspicia el hallazgo del ritmo
propio. Luego, un acto comunitario y socializador como es la lectura en voz alta
permitirá compartir, encontrar voces para los personajes, para los temas, podrá
descubrir pausas, énfasis, silencios, tonos, sentidos.
Luego acontecerá el momento del compartir las opiniones y las recomendaciones
y abrir la charla; entonces, la conversación y el intercambio transformarán el
encuentro en una experiencia sabrosa.
Los talleres de lectura logran eso: socializar los libros, los textos y sus distintos
formatos. Logran jugar con las palabras, reflexionar, ponerlas en otro lugar,
saborearlas de distintas maneras.
Sabemos que desde hace mucho tiempo ya, al menos en esta gestión
democrática que nos ocupa como país, no aparece el docente depositario de
todos los saberes, al frente del alumno, diciendo cómo son las cosas. El docente
es uno más, cargado de otros saberes, con otro recorrido y responsabilidades, que
contribuye a los distintos aprendizajes mientras él también se nutre y aprende.
Entonces el formato taller como instancia de aprendizaje ya está instaurada en las
2. escuelas donde se hacen actividades de ciencias, de escritura, de arte y también
de lectura.
Distintos programas educativos ofrecen talleristas y se los espera en las escuelas
de la misma manera que se espera a un escritor o a un narrador. ¿Por qué será?
Porque sencillamente el tallerista muestra su modo de trabajar, su recorrido lector,
su propuesta lúdica o de producción y eso es muy seductor. Correrse de la vida
cotidiana del aula, recibir visitas es algo muy grato y ya nos hemos referido al
tema en otros documentos.
Un tallerista de lectura trae su propuesta, trae sus materiales, viene a jugar con las
palabras, a reflexionar, a integrar lenguajes, a poner su voz. Por cierto los
docentes lo hacen, pero la visita trae elementos distintos y ahí está su valor, en los
itinerarios, en los andamiajes. Su llegada, su valija pesada ya invitan a la
bienvenida.
Es por eso que un tallerista necesita ser recibido, enterarse de las características
del grupo con el que trabajará, conocer sus intereses. Deberá también tener un
lugar cómodo y habrá que atender sus requerimientos técnicos: si necesita un
proyector, sonido, una distribución especial del espacio, etc. También deberá
saber de antemano la cantidad de lectores con los que trabajará y el tiempo del
que dispone, si habrá pausas durante el encuentro, recreos, meriendas, edades,
niveles, etc.
La institución que invita o que participa de la experiencia se encargará de
enmarcar esa propuesta dentro de su proyecto de lectura, haciendo los ajustes y
evaluaciones que considere necesarios.
En todos los casos los lectores no notarán este taller como un agregado, como
una actividad distinta al proyecto, por el contrario, será una acción estimuladora y
cargada de significación.
Ahora bien, cómo continuar después de su partida. En principio digamos que la
charla y la observación de la actividad permitirá fortalecer las acciones que ya se
venían realizando y aceptar algunas de las propuestas de los talleristas, que
seguramente han dejado como inquietud en los participantes.
Así, por ejemplo, si el tallerista trabajó la presentación de libros, se podrán
ejercitar otras presentaciones y proponer, por ejemplo, presentar libros nuevos de
la biblioteca, o muy viejos, o de un determinado autor, o presentar el libro propio,
etc.
Si en cambio se centró en la lectura en voz alta y en los juegos para
descontrarturarse se podrán armar nuevos juegos, buscar bibliografía y tomar
3. ejemplos de allí, inventar formas de leer en voz alta, invitar a profesores de teatro,
a fonoaudiólogos, a vecinos, a todos los que se quieran sumar para seguir
perdiendo el miedo a la lectura.
Si en cambio cautivó con su voz e hizo lecturas consideradas “maravillosas” tal
vez convenga invitar a los docentes a ejercitar una bella ronda de lectura para los
alumnos. Aprender a editar, a ensayar, a preparar, son prácticas que debieran
incorporarse en el área de lectura.
Si el tallerista coordinó debates, habrá que observar el interés de los lectores y
armar pequeñas comunidades para empezar a aceptar el disenso y la propuesta
con respecto a tal o cual tema tratado.
Si utilizó recursos del teatro, habrá que ver cuáles son útiles para favorecer una
lectura social, integradora, cargada de afecto.
Si ejercitó leer a los demás, será también una hermosa oportunidad de poner en
marcha el ejercicio de leer al otro, al otro que está próximo, sin ir tan lejos.
Observar el contenido de su valija, curiosamente, es un hermoso punto de partida
para conocer otros itinerarios. ¿Por qué el tallerista se anima a presentar estos
libros? ¿Qué podemos hacer nosotros, que nos quedamos todos los días? ¿Es
posible sostener un tiempo festivo y de aprendizaje al mismo tiempo con la
lectura?
La continuidad de ese taller que dio el tallerista invitado es una muy interesante
oportunidad de crecer en la coordinación de este tipo de experiencias. Formarnos
como talleristas es muy interesante. Tener a mano herramientas: repertorios,
recorridos, algunos materiales artesanales como para lograr la atención y la
concentración, conocer los momentos de un taller, acceder a material bibliográfico,
son necesidades y oportunidades para todos los docentes y bibliotecarios.
Para seguir leyendo:
-Laurencich, Alejandra, EL TALLER, Nociones sobre el oficio de ESCRIBIR,
Aguilar,2014
-otros , propuestos durante los talleres.