ACERTIJO DE LA BANDERA OLÍMPICA CON ECUACIONES DE LA CIRCUNFERENCIA. Por JAVI...
Francia en el siglo xviii y los gérmenes de la revolución
1. Francia en el siglo XVIII y los gérmenes de la revolución
Desde la muerte de Luis XIV (1714) se acentuó la debilidad del Antiguo régimen y la
descomposición del absolutismo francés. La ineptitud de Luis XV y Luis XVI, los fracasos
externos y la pésima situación económica contribuyeron al desprestigio de la corona, que
comenzó a enfrentarse con el Parlamento de París que buscaba el control de las leyes.
Hacia el siglo XVIII la economía francesa se encontraba en una ruina y retraso total. El
estado se encontraba quebrado debido a una pésima administración de la hacienda, drenada por el
gasto excesivo de la corte y la participación en conflictos bélicos como la independencia de los
EE.UU. Lo anterior se agravaba al existir grupos parasitarios como la nobleza y el clero, que no
sólo absorbían los recursos del estado, sino que además no pagaban impuestos o estos eran
irrisorios, pese a controlar el grueso de la principal actividad productiva, la agricultura. A su vez,
la actividad industrial casi no existía, en un momento donde el eje de acumulación económica se
estaba centrando en la manufactura y no en la agricultura como ocurría en Francia. Finalmente, el
desarrollo libre de la actividad comercial era frenado debido al férreo mercantilismo estatal, las
trabas de los gremios y corporaciones y la existencia de impuestos territoriales por el uso de
caminos y puentes, de los que usufructuaba la aristocracia. A todos estos problemas hay que
agregar el declive de la economía a partir de 1778, cuando se sumarán sucesivamente bajas en el
precio del vino y sequías que hicieron disminuir la masa ganadera y la producción de cereales.
En el ámbito social los síntomas de crisis también eran evidentes. El antiguo régimen
ordenaba a la sociedad estamentalmente, y existían fuertes tensiones entre los diferentes grupos
sociales. La nobleza integraba un escaso 2,5% de la población, existiendo una alta nobleza, que
vivía de los tributos señoriales, pensiones reales y cargos cortesanos, y una baja nobleza o
nobleza rural, que se dedicaba a la explotación agrícola y también tenía el derecho de cobrar
impuestos señoriales. Además se agregaba la "nobleza de toga", que era una aristocracia por
privilegio integrada por profesionales de origen burgués que eran ennoblecidos por sus servicios
al Estado.
El clero (2% de la población) se caracterizaba por el gran desnivel económico. El alto
clero, de origen noble, tenía grandes ingresos provenientes de rentas eclesiásticas, mientras que el
bajo clero vivía tan sólo del exiguo salario. Ambos estamentos, la nobleza y el clero, constituían
los segmentos privilegiados de la población y detentaban la mayor parte de la propiedad territorial.
La primera proveía los puestos claves de la administración y del ejército; el segundo
monopolizaba la enseñanza, la censura de publicaciones y la beneficencia.
El restante 95% de la población constituía el Tercer Estado o
Estado Llano. La burguesía, constituida por banqueros,
fabricantes, comerciantes, profesionales, etc, estaba enriquecida por
el desarrollo del mercantilismo. El artesanado aún se agrupaba en
gremios, los que estaban en un proceso de desintegración. En París,
donde se concentraba la manufactura, se desarrolló un pequeño
grupo proletario industrial. El campesinado, el grueso de la
población, presentaba fuertes desniveles. Los propietarios libres, con
un nivel de vida aceptable, vivían amenazados por la alta nobleza,
que buscaba extender sus tierras. Los pequeños propietarios vivían agobiados por los impuestos
feudales y estatales. Los braceros, campesinos sin tierras que constituían el 50% de la población,
se encontraban expuestos a la cesantía y el hambre. El elemento común entre éstos grupos tan
dispares era el pago de impuestos, que en la práctica sustentaban al estado, y la inexistencia de
derechos sociales y políticos.
2. LAS ASPIRACIONES DEL TERCER ESTADO
“Si se hiciera desaparecer el orden privilegiado, la nación no sería menos, sino más. ¿Y qué es el Estado Llano?
Todo, pero un todo trabado y oprimido. ¿Y qué sería sin el orden privilegiado? Todo, pero un todo libre y
floreciente. Nada puede funcionar sin él, todo andaría infinitamente mejor sin los demás.
¿No es evidente que la nobleza tiene privilegios, dispensas, incluso derechos separados de los del gran cuerpo de
los ciudadanos? Por esto mismo sale de la ley común, y por ello sus derechos civiles lo constituyen en pueblo aparte
dentro de la gran nación... Tiene sus representantes que no están encargados en absoluto por voluntad de los
pueblos. El cuerpo de sus diputados se reúne aparte... Es ajena a la nación por principio, puesto que su misión no
emana del pueblo, y por su objeto, puesto que consiste en defender, no el interés general, sino el particular”.
E. J. Sieyès: ¿Qué es el Estado Llano?, 1789. Citado de “Historia Universal. Educación Media”. Patricia
Jiménez y otros, p. 251
Los anteriores gérmenes de la crisis del absolutismo francés, el económico y el
social, encontrarán a su vez un sustento ideológico que potenciará la crítica que ya surgía
en los sectores subalternos, especialmente en la burguesía: La Ilustración. Ésta, desde una
perspectiva ideológica, contribuye al desarrollo del programa político burgués al criticar
ferozmente los principios sobre los que se asentaba el Antiguo Régimen y proponer a su
vez nuevos principios basados en la razón, la herramienta que permitiría el desarrollo de
la humanidad. Estos principios, en términos generales, serían: la sustitución del principio
de legitimidad monárquica por el de soberanía nacional; la implementación de un sistema
representativo en lugar del estamental; el fin del poder absoluto y su sustitución por la
división de los poderes del estado; y el establecimiento de una constitución, en base a la
cual se rigieran las autoridades y los ciudadanos. Todos estos elementos constituirán la
nueva ideología liberal de la burguesía revolucionaria, y se manifestarán en toda su
expresión a partir de 1789.
Estallido de la Revolución
En medio de la crisis la actitud de la corona fue errática, a la vez que los diversos
intentos de reforma fueron resistidos por los diversos sectores sociales, especialmente la
aristocracia, que se oponía a cualquier política que implicará la creación de impuestos que
recayeran sobre ella. A la vez, y en su defensa, planteaban que sólo los Estados
Generales, reunión donde se convocaban a los tres estamentos de la sociedad francesa,
podían aprobar la creación de nuevos impuestos. Finalmente los Estados Generales, que
no se reunían desde el año 1614, fueron convocados por el rey, esperando éste contar con
los votos del Tercer Estado para reformar los impuestos a costa de los privilegiados,
mientras que la aristocracia apostaba a frenar desde los Estados Generales aquellas
políticas que la afectaran. La aristocracia sin embargo no sabía que con ésta convocatoria,
que ella misma había impulsado, se daría el punto de partida a la Revolución que acabaría
con ella y con el Antiguo Régimen.
El 5 de mayo de 1789 se realizó la apertura de los Estados Generales, iniciándose
rápidamente la disputa por la forma de votación. Tradicionalmente la votación era por
estamento, por lo cual los dos estamentos privilegiados - aristocracia y clero -, pese a ser
minoritarios, aseguraban el triunfo en las decisiones. Frente a esto, el Tercer Estado, que
doblaba a la aristocracia y al clero, propuso una votación nominal y una deliberación en
común, y al no ser aceptaba su propuesta se constituyeron en Asamblea Nacional el 16
de Junio, proclamándose únicos representantes del pueblo. Expulsados de Versalles por
orden del rey, se reunieron en la sala del "juego de pelota" y se declararon Asamblea
Nacional Constituyente (9 de julio), jurando no disolverse hasta darle una constitución
política a Francia. En el intertanto la agitación social cundía en toda Francia, agravada por
la decisión del rey de trasladar tropas hacia París. Frente a esto, un grupo de diputados del
3. Tercer Estado movilizó a segmentos de la población de París y el 14 de Julio de 1789
asaltaban La Bastilla, prisión política del rey y símbolo del poder monárquico,
apoderándose de las armas del lugar y formando una milicia ciudadana con la cual
defender el proceso en curso. Los sucesos de la capital rápidamente se conocerían en el
resto del país, expandiéndose la revolución como un reguero de pólvora con su lema de
"Libertad, Igualdad y Fraternidad".