3. No Finjas que Nunca Pasó: A nadie le gusta fracasar. No es algo de lo que se pueda presumir. Nadie gana puntos exhibiendo su fracaso. En una sociedad basada en el éxito, el fracaso se convierte en un tabú que necesitamos ocultar, esconder en el cajón más profundo.Esta posición no sólo no nos ayuda, sino que dificulta que podamos volver a empezar. El emprendedor que fracasa está tan obsesionado en ocultar sus errores que llega incluso a negar que dicho fracaso tuvo lugar; no se da cuenta que al fracasar demuestra que al menos tuvo el espíritu necesario para intentar triunfar (en comparación con muchos otros que ni siquiera dieron el primer paso). Al contrario, cuanto antes acepte todo lo que salió mal, cuanto antes reconozca ante sí mismo y antes los demás que se equivocó, antes estará preparado para volver a competir.
5. Sobran las excusas: En una segunda categoría podemos encontrar aquellas personas que, admitiendo su fracaso, se eximen de cualquier responsabilidad. Socios incompetentes, la crisis económica, el pobre rendimiento de sus empleados, etc. cualquier excusa vale para justificar un fracaso.En ningún momento admiten su propia responsabilidad, el hecho de que tomaron decisiones que demostraron ser erróneas, o que falló su visión empresarial. Curiosamente, cuando dejan de echar la culpa al mundo, se dan cuenta de que pueden aprender de sus propios errores, descubren cómo pueden mejorar, encaran un nuevo proyecto con renovadas energías.
7. Tampoco se tiene la culpa de todo: Por supuesto, en la tercera categoría encontramos a los empresarios que adoptan una actitud diametralmente opuesta a la anterior. Comienzan por pensar que los máximos responsables de su fracaso son ellos mismos, y acaban por convencerse de que no tienen la capacidad suficiente como para dirigir un negocio que, en otras manos, hubiese sido todo un éxito. Les cuesta admitir por ejemplo, que el proyecto estaba destinado a fracasar desde el primer momento, que quizás el problema no eran las personas que trabajan en él, sino la idea de negocio en sí misma, el enfoque, etc. Aprender que no toda la responsabilidad está en ellos mismos, les puede ayudar a mejorar
9. No Eres el Único Fracasado del Mundo: Alcanzar nuestras metas no es sencillo. Como la crisis económica se ha empeñado en demostrar, cada día fracasan cientos de proyectos empresariales y hay miles de personas que no alcanzan sus objetivos fijados. No somos los únicos a los que no le salen bien las cosas, y esto debería de ser un incentivo para pensar que en la próxima ocasión que lo intentemos, podemos hacerlo mejor.
11. Aprender de los Errores: No podemos triunfar si antes no hemos sabido aprender de nuestros errores. Hay que mirar al futuro, focalizando nuestra atención sobre lo que queremos conseguir, pero no podemos hacerlo si de vez en cuando no echamos la vista atrás, comprendemos de dónde venimos y entendemos el camino que no debemos volver a pisar