Este documento discute la importancia de la rendición de cuentas y la participación ciudadana en México. Argumenta que aunque se han creado nuevas instituciones para promover la transparencia, la corrupción sigue siendo un gran problema. Señala que la falta de rendición de cuentas perjudica no solo al gobierno, sino también daña la confianza de los ciudadanos. Finalmente, sostiene que se necesita una nueva cultura de participación ciudadana más allá de solo votar, y que el fortalecimiento de las instituciones de rendición de
1. Rendición de cuentas: corresponsabilidad socio gubernamental
Es por todos conocido que la corrupción es un fenómeno ampliamente extendido en
México y en países de América Latina, que ha permeado a toda la sociedad y sus
instituciones, y que trae como resultado graves daños al país, a su economía; pero
también permea a otros aspectos de la misma, que tienen que ver con la construcción
ética y ciudadana de sus habitantes, y que además laceran a la sociedad misma y a su
tejido social. De ahí que el ejercicio de la rendición de cuentas sea hoy un tema central de
los gobernantes, quienes no solo detentan el poder, sino y ante todo deben rendir cuentas
a los ciudadanos a quienes representan, y una profunda reflexión ciudadana.
Aún cuando se ha avanzado en la rendición de cuentas con nuevos instrumentos e
instituciones para transparentar el ejercicio del gasto gubernamental, con la creación del
Instituto Federal de Acceso a la Información tanto a nivel federal, como en los estado, así
como la creación de la Secretaría de la Función Pública que vela por la transparencia y el
buen y correcto uso de los recursos, México sigue estando en los primeros lugares
mundiales en corrupción.
La existencia de mecanismos y de instituciones que dan seguimiento al correcto proceder
de la operación del gasto público y de su aplicación, no significa que exista transparencia
y rendición de cuentas, ya que frente al ciudadano común y corriente, cualquier
funcionario público es sospechoso de ser corrupto, además de sentirse engañado e
ignorante de a dónde van a parar sus contribuciones por impuestos y a donde finalmente
son aplicadas.
Los medios de comunicación también hacen lo propio, mostrando generalmente las
acciones de corrupción como si fueran la práctica normal de cualquier mexicano, como si
por serlo éste llevara la corrupción como parte de su ADN. México ha perdido mucho por
la falta de una práctica de rendición de cuentas y los mexicanos no dejamos de vivir
permanentemente en la sospecha.
Sin embargo, el origen de la falta de transparencia y de rendición de cuentas no cae solo
como responsabilidad de aquellos que les toca ejercer el poder y el gasto público, sino
también de parte de la ciudadanía.
Ser ciudadano no significa únicamente ejercer los derechos que la Constitución Mexicana
nos otorga, sino que ejercer ciudadanía significa también una serie de acciones de
responsabilidad que como tal nos toca y de ahí deriva la importancia de la participación
ciudadana, no únicamente en el sentido del ejercicio del voto, sino de ser parte en la toma
de decisiones del estado.
2. Por otro lado, la compleja estructura en la que se conforman los municipios, estados y la
federación misma, en el caso particular de México, hacen aún mucho más compleja la
situación de la rendición de cuentas, ¿quien le rinde cuentas a quien?
Es sin lugar a dudas una pregunta difícil de responder, pero no imposible, porque
finalmente los ciudadanos poco o nada saben sobre políticas públicas, su conducción o su
intencionalidad. ¿Qué sabe un ciudadano común de por qué se aplica o deroga tal o cual
impuesto? ¿Cuándo y cuánto participó en la toma de decisiones para la construcción de
tal o cual puente, carretera, hospital, o algún programa? ¿Cuando fue considerado para
decidir la vialidad de su ciudad, la administración de la basura, etc.? De tal manera que
se sentirá siempre ajeno y observador silencioso, aunque disgustado, de las acciones del
Estado.
Por otro lado, el espacio de la acción pública en México es el municipio, porque es en él
en donde los ciudadanos viven y conviven, se crean y recrean como tales y es ahí en
donde los gobernantes, presidentes municipales, diputados y demás tienen la oportunidad
de cercanía con ellos, porque es el espacio de los municipios en donde se centra
finalmente la concreción de la acción pública y de sus mecanismos de operación que son
las políticas públicas. Es en este espacio en donde los ciudadanos tienen la posibilidad de
actuar como ciudadanos y la posibilidad de una mayor participación ciudadana.
De ahí que ser ciudadano según
Siendo México un país fundamentalmente joven, y solo como referencia mencionar que
en las pasadas elecciones se incorporan como votantes alrededor de tres millones de
jóvenes, requerimos de una nueva cultura de transparencia y rendición de cuentas, ya
que estos llegan a la mayoría de edad para incorporarse al pleno ejercicio de la
ciudadanía con una serie de limitaciones como escaso acceso a la educación media y
superior o, en el mejor de los casos, bastante deficiente, lo cual los condena a la
desesperanza ante la imposibilidad de lograr un empleo digno, lo cual posterga otras
aspiraciones como la formación de una familia y la permanencia en el hogar de los padres
por periodos más largos, que lo que ellos lo hicieron. Pero, además, llegan como
votantes a enfrentar una estructura que demanda su voto, pero con instituciones en
descredito, partidos que ni siquiera los considera más allá del voto útil y finalmente a la
abstención, al no comprender que el ejercicio del voto es parte de la responsabilidad
ciudadana, ante la incrédula mirada del cambio y pensar en más de lo mismo.
Ante esta situación la creación y fortalecimiento institucional es hoy una tarea importante,
refundar las Secretarias de la Función Pública, las contralorías sociales, el propio
CONEVAL, pero una mayor transparencia y rendición de cuentas no será posible sino
consideramos la participación ciudadana. Sin embargo, hablar de participación ciudadana
es de suma importancia, pero también es el eslabón más débil porque finalmente los
canales de participación son escasos e igualmente débiles y poco incluyentes, más bien
convenientes.