2. GLOSTER CONSEJOS EN EL
AMOR
De esas peleas indeseables
Estos son sólo algunos de los testimonios de algunas
situaciones que la mayoría de las veces producen tensión y
conflictos en la pareja, y que conducen con frecuencia al
enfado, tanto de quien se siente afectado como del autor de
la pelea, que reacciona al sentirse atacado. Situaciones que
son la semilla de peleas, discusiones y resentimientos más o
menos duraderos.
Los enfados, si son intensos y habituales, suelen tener
efectos y repercusiones negativas en la marcha de las
relaciones amorosas, pero ¿pueden llegar a tener algún
impacto benéfico?
Algunos expertos creen que sí, que los enojos pueden ser
positivos, siempre y cuando sean breves, se resuelvan
adecuadamente, impulsen a actuar y a resolver aquellos
problemas que impiden sentirse bien a la pareja.
"En ocasiones el enfado incluso puede ser un estimulante del
deseo, cuando antecede a una reconciliación esperada y
pone fin al sufrimiento emocional", señalan el psicólogo
clínico Miguel Costa y el médico en experto en medicina
3. No obstante, si el enfado se hace crónico y se convierte en
resentimiento y en franca hostilidad, puede tornarse en un
poderoso anestésico de la vida en pareja y del deseo e
interés sexual.
Estar enfadado es fácil. Lo difícil es saber expresarlo. Algunas
personas tratan de contener, inhibir y guardar a toda costa el
enfado que le producen ciertos comportamientos indebidos de
su pareja o, sencillamente, las contrariedades que surgen de
la convivencia.
Cuando repetidamente se reprimen estos pequeños enfados y
no se expresan, la irritación y el resentimiento comienzan a
desarrollarse de forma constante y la persona se ve obligada
a desarrollar un sobreesfuerzo para frenar el torrente
emocional de su cólera contenida, para impedir que se
desborde.
De esa manera, aparte del estrés adicional y los
inconvenientes que ello conlleva, esta represión termina por
deteriorar igualmente las relaciones amorosas, según opinan
Costa y López.
Lo bueno de enfadarse
4. ERRORES DE LA VIDA
Hay que darse permiso para enojarse, porque "ocultar nuestras
emociones negativas, por indeseables que nos parezcan, resulta una
tarea inútil, sencillamente porque los seres humanos estamos
programados para reaccionar de esta manera ante las situaciones
que nos molestan". "Amar y respetar a las personas con las que
convivimos no está reñido con sentir estas emociones en
determinados momentos y ante determinadas situaciones", señalan
estos psicólogos.
"Expresar nuestro enfado de una manera directa y sin ofender es un
modo también de comenzar a controlarlo e impedir que progrese
hacia el resentimiento. Expresarlo comenzando por la palabra yo
ayuda a hacerlo compatible con nuestros objetivos de desarrollo de la
convivencia y la vida sexual. Hay que hacerlo en primera persona y
expresando cómo nos afecta", sugieren.
Asimismo y para que el enfado sea menos conflictivo y más benéfico,
según la pareja de psicólogos formada por Miguel Costa y Ernesto
López, se aconseja sugerir cambios, "de manera concreta y
específica y evitando las generalizaciones, los siempre y los nunca",
señalan los expertos.
5. "Comenzar a describir una situación con la palabra cuando
puede ayudar a evitar generalizaciones, mientras que expresar
los cambios como deseos, sugerencias y necesidades, en vez
de cómo órdenes o imposiciones, también ayuda a que el
enfado pueda tener repercusiones provechosas", según los
expertos.
Un ejemplo: Me siento mal cuando estamos en una fiesta con
amigos y sacas a colación delante de ellos mis defectos. Me
gustaría que o bien no hicieras esos comentarios o bien
hicieras comentarios positivos. Todo es cuestión de
proponérselo y probar.