El documento presenta un análisis detallado del pasaje del Evangelio de Lucas que narra el nacimiento de Jesús. Resalta que Lucas ubica el nacimiento de Jesús dentro de un contexto histórico específico y destaca su humildad al nacer en un pesebre. Asimismo, describe el anuncio a los pastores por los ángeles, reconociendo a Jesús como el Salvador, el Mesías y el Señor. Finalmente, invita a una reflexión sobre el significado de la Navidad y el papel de Jesús en nuestras vidas
1. 1
LECTIO DIVINA
Navidad, CICLO A, (Lc 2, 1-14)
“Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a
su hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el
alojamiento”
En una noche como esta nació Jesús. Dejémonos sorprender por el
misterio revelado y adorémoslo en los benditos brazos de María, quien
lo presenta al mundo.
¡Qué maravilla! Dios mismo, quien desde siempre vive en una luz inaccesible el misterio de
su identidad, se ha hecho don, regalo para cada uno de nosotros, se ha hecho presente en
su Palabra, en su Hijo, ‘Cristo Jesús’. Nos asegura su amor, nos invita a ser ‘un@ con Él’ y
se hace presente una vez más entre nosotros: ‘Es Navidad’.
Lucas es hoy el encargado de ponernos a tono con el acontecimiento que revivimos. El relato
lucano del nacimiento de nuestro Salvador, gira en torno al mensaje central: el Mesías
prometido por Dios, está presente aquí y ahora; su venida se ubica en la historia y tiene un
significado único para todo el cosmos. El significado de esa presencia, tanto para Dios como
para la creación entera. Así encontramos que los acontecimientos se ubican en un ‘Antes de
Cristo o después de Cristo’.
Sigamos con mucha atención el relato, sintiendo la fuerza de cada una de sus versículos,
que nos lleven a la oración; en su sencillez nos lleva a la comunión con Dios y su querer
salvífico.
El origen de Jesús no está relacionado solamente con los eventos históricos, sino con la obra
creadora de Dios en el vientre de María. El relato no nos dice qué hace, qué piensa o qué
siente la Madre, pero sabemos tres datos fundamentales: En esta concepción obró el Espíritu
Santo; se convierte en la Madre del Salvador y desde que José creyó en la palabra del
Arcángel Gabriel fue el padre y el esposo que Jesús necesitaba para venir al mundo.
SEGUIMIENTO
1. Por aquel tiempo, el emperador Augusto ordenó que se hiciera un censo de todo el mundo.
2. Este primer censo fue hecho siendo Quirino gobernador de Siria.
3. Todos tenían que ir a inscribirse a su propia ciudad.
4. Por esto salió José del pueblo de Nazaret, de la región de Galilea, y se fue a Belén, en Judea,
donde había nacido el rey David, porque José era descendiente de David.
5. Fue allá a inscribirse, junto con María, su esposa, que se encontraba encinta..
6. Y sucedió mientras estaban en Belén, que a María le llegó el tiempo de dar a luz.
7. Allí nació su hijo primogénito, y lo envolvió en pañales y lo acostó en el pesebre, porque no había
alojamiento para ellos en el mesón.
8. Cerca de Belén había unos pastores que pasaban la noche en el campo cuidando sus ovejas.
2. 2
9. De pronto se les apareció un ángel del Señor, la gloria del Señor brilló alrededor de ellos y tuvieron
mucho miedo.
10. Pero el ángel les dijo: “No tengáis miedo, porque os traigo una buena noticia que será motivo de
gran alegría para todos.
11. Hoy ha nacido en el pueblo de David un salvador, que es el Mesías, el Señor.
12. Como señal, encontraréis al niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre.”
13. En aquel momento, junto al ángel, aparecieron muchos otros ángeles del cielo que alababan a
Dios y decían:
14 “¡Gloria a Dios en las alturas! ¡Paz en la tierra entre los hombres que gozan de su favor!”.
I. Lectura: entender lo que dice el texto fijándose en cómo lo dice
Jesús se ubica dentro la historia universal:
su venida penetra al mundo (2,1-5). José y
María viajaron a Belén presionados por el
edicto del emperador romano Augusto; de
esa manera, y por una providencia
histórica, conducida por Dios, Jesús nace
en la ciudad de David, cumpliendo la
promesa mesiánica.
La mención de personajes como el
emperador Augusto, el gobernador Cirino y
de eventos conocidos por todos: el censo y
el viaje a la ciudad de origen, prueban la
venida del Mesías al mundo en un
momento concreto de su historia. La
historia humana y la historia de la
salvación se encontraron en la noche
santa, ‘la Noche de la Navidad’.
Lucas hace ver el contraste que hay entre
el emperador Augusto, dominador del
mundo, quien sometía políticamente a la
Palestina, y el Mesías, que vino a salvar al
mundo. Los títulos que el recién nacido
recibe esta noche en Belén fueron:
“Salvador”, “Mesías”, “Señor” y el portador
de la paz a la tierra.
Jesús nació en la humildad; su trono
fueron los brazos de su Madre (2,6-7).
Lucas dijo que Jesús nació. Se preocupó
por describir finamente las circunstancias
y habla de un ser débil que vino al mundo
en la mayor de las pobrezas. María y José
se las ingeniaron para improvisar una
cuna. Llegaron a un lugar en el que
descansaba el ganado; la cuna del niño
fue el pesebre donde comían los animales.
El Salvador no tuvo un lugar digno para
reclinar su cabeza, mas estaban a su lado
su madre, María y José. Ellos lo llenaron
de ternura. La madre “Lo envolvió en
pañales y le recostó (Lc 2,7). El
evangelista destaca los gestos de su amor
de maternal (ver 1,12).
El pregón de la Navidad nos lleva a la
vivencia de este maravilloso misterio (2,8-
14). Ante los grandes eventos de la
historia, el nacimiento de Jesús es
anunciado solemnemente no por voces de
la tierra, sino las del cielo.
El esplendor de la gloria celestial envuelve
a los pastores y se escucha el pregón de
un Ángel (1,8-12). Los destinatarios de la
gran noticia son los pastores,
representantes del mundo pobre y
marginado. El Ángel los invita a la alegría
desbordante y anuncia que se trata del
nacimiento de Jesús, quien es el
verdadero “Salvador”, “Mesías” y “Señor”,
el Hijo Eterno del Padre.
3. 3
“Salvador” es un título que solo se haya en
Lucas, a excepción del versículo 42 del 4º.
De San Juan, en el que habla de “la
salvación del mundo herido por el pecado”.
En el Antiguo Testamento la salvación
aparece como atributo de Dios (Cfr. Is
45,15. 21). Jesús no fue como los mal
llamados “salvadores” de su época, sino
que encarnó el atributo divino, “porque no
hay bajo el cielo otro nombre dado a los
hombres, por el que nosotros debamos
salvarnos” (Hch 4,12).
El Mesías es reconocido como el liberador,
porque vino a rescatar del mal físico,
político, cósmico y moral en el que vivía la
humanidad. Siendo el Mesías, el Ungido,
prometido por Dios Padre. Vino a servir, a
proteger y a liberar a su pueblo, razón por
la que sus seguidores fueron descubriendo
que Él era el “Mesías esperado durante
siglos”.
“Señor” fue el nombre más común de
Dios. En el Antiguo Testamento, Yahveh,
fue traducido al griego por la palabra
“Kyrios”, que en español quiere decir,
“Señor”. Llamar a Jesús “Señor” es
equipararlo a Yahvé. Cristo ni los primeros
cristianos lo confundieron con Dios Padre.
Cristo, el Mesías, traía a los judíos los
ecos del Rey ideal. ¿Un rey que ni siquiera
podía ser acunado cuando lloraba, porque
su cuna era un pesebre inmóvil? ¿Cómo
es imaginable que el Sol que viene de lo
alto para iluminarnos (Lc 1,78), el hijo de
David (Lc 1,36), necesite ser envuelto en
pañales?
Ese fue el Mesías, quien trajo la paz al
mundo, regalo que Dios le concedió a
quienes lo recibieron.
Pablo dijo: “Aunque haya multitud de
‘señores’, para nosotros no hay más que
un solo Señor, Jesucristo, por quien son
todas las cosas” (1 Corintios 8,5-6).
El Evangelio de Lucas y el libro de los
Hechos, habla del “Señor” para referirse a
la dignidad que tuvo Jesús: “A quien Dios
resucitó, constituyéndolo Señor y Cristo, a
pesar de haber sido crucificado” (Cfr. Hch
2,32 y 36).
El decir que Jesús es el “Señor” en la
noche de la Navidad, es un anunció
anticipado del señorío que ganó con su
pasión, muerte y resurrección.
Está noche están en sinfonía el cielo y la
tierra. Al pregón del nacimiento de Jesús,
el Salvador, el Mesías y el Señor, se unen
los ángeles (2,13-14), porque si el pecado
fue causa de muerte, la encarnación y el
nacimiento del Hijo de Dios, es vida para
todo lo que existe. Con Cristo renace
nuestra esperanza de alcanzar la
salvación.
Jesús da gloria a Dios naciendo como un
hombre. A la iniciativa del Padre se une el
‘Sí’ del Hijo único, quien lo glorifica, al
hacerse la Palabra viva que se escucha
desde siempre y en todos los rincones de
la tierra (Cfr. Jn 3, 16 ss¸ Hb 1, 1ss).
Jesús es el príncipe de la paz y quien lo
reconoce como el Salvador, se hace
artífice de la paz y la justicia que vienen de
Dios y a Él conduce,
II. MEDITAMOS el texto desde nuestra vida.
En los evangelios de la infancia, tanto el de Lucas como el de Mateo, los ángeles juegan un
papel importante. No es absurdo pensar en la existencia de seres intermedios entre Dios y el
hombre que ejecutan el plan de Dios sobre la creación. Cristo, el Mesías, hace irrupción en
nuestra historia en la persona de “Jesús”. Lucas nos invita a adentrarnos a los “orígenes” de
4. 4
Cristo Jesús. Nos dice que María “se encontró encinta por obra del Espíritu Santo y que se le
acercaron los días de su alumbramiento.
¡Llega la Navidad! Esta noche está llena de colorido y precisión. No somos solo
espectadores, sino sujetos activos en su vivencia. Llenos de Dios, de su paz y su alegría
festejemos la navidad: Dios se hizo hombre para devolvernos la dignidad de hijos de
Dios que habíamos perdido por el pecado. ¿Nos sentimos amados a pesar de nuestros
pecados, de nuestras debilidades? Entre Dios y nosotros está la gracia que baja del cielo
a la tierra para que de la tierra suba nuevamente allá, y nos una el amor y la paz.
¿Cómo revivimos el Misterio de la Navidad? ¿A qué somos llamados?
Allí buscaron la seguridad para el Niño recién nacido, que no la hubiese tenido ni en la
posada ni en una casa particular, compuesta por una única estancia donde hacía su vida
toda la familia e incluso los animales que les procuraban el sustento. El trasiego existente en
estas estancias no ofrecía la mínima seguridad para un recién nacido.
Lucas dice que aquel Niño necesitaba pañales, como cualquier niño; su única seguridad eran
sus padres y a pesar de todas las dificultades, vivieron una alegría extraordinaria; se
extasiaron ante el Niño, como todos los padres primerizos.
¿Quién es Jesús para nosotros? ¿Qué hace en nuestra vida? ¿Cómo nos sentimos al
vivir litúrgicamente su nacimiento?
Lucas nos presenta a un Dios muy cercano, que quiso hacerse uno de nosotros. El
acontecimiento tuvo lugar durante el gobierno del imperio romano El evangelista pone de
relieve el mesianismo davídico de Jesús a través de la línea de José. Subraya fuertemente
dos aspectos: que Jesús fue un rey davídico, el hijo de David, y que fue un rey
absolutamente alejado de toda ambición política.
¿Qué sugerencias nos da este pasaje para anunciar a Jesús en el mundo de hoy, sobre
todo en el ambiente en el que vivimos?
Las palabras que el Arcángel Gabriel dirigió a los pastores son similares a las
transmitidas a Zacarías en el templo y a las que le dijo él mismo a María, en Nazareth.
Esta Noche también nosotros hemos escuchado que Dios está entre nosotros. Navidad
es la fiesta de Dios y la fiesta de todos los que lo reconocemos como nuestro Salvador.
¿Qué podemos decir de Él? ¿A quién le compartiremos la alegría de tener a Dios con
nosotros? ¿Qué queremos lograr con esta vivencia para nosotros y para nuestros seres
queridos?
III. ORAMOS nuestra vida desde este texto
Dios y Padre nuestro, estamos llenos de alegría al vivir el nacimiento de tu Hijo,
nuestro Hermano y Salvador. Él ha llegado a nuestra vida, a nuestra familia, a
nuestra comunidad. Con María y José lo recibimos agradecidos, porque sabemos
a qué viene y qué quiere de cada uno. Siendo el Hijo, tu Hijo, nos comparte la
gracia de ser y vivir esta filiación divina. Que la gocemos profundamente. Que
nos reconozcamos sus hermanos y extendamos los lazos de amor y justicia con
los que Él nos ha ligado para hacer este mundo más y más cristiano. ¡Así sea!