1. ISSN 1988-6047 DEP. LEGAL: GR 2922/2007 Nº 44– JULIO DE 2011
“PAUTAS EDUCATIVAS PARA PADRES”
AUTORÍA
MARÍA ALVARADO GIL
TEMÁTICA
MODIFICACIÓN DE CONDUCTA
ETAPA
EI, EP, ESO…
Resumen
A lo largo de este artículo pretendo mostrar ejemplos de conductas comunes en los niños. Poder
conocer las causas que provocan algunas conductas, tanto adecuadas como inadecuadas para el
desarrollo personal del niño en sociedad. A su vez he plasmado algunas técnicas de modificación de
conducta que se pueden llevar a cabo para mejorar el comportamiento de los niños. Algunas
estrategias preventivas basadas en el refuerzo positivo y otras para reducir conductas negativas.
Palabras clave
- Conducta.
- Estrategias
- Reforzamientos.
- Atención.
- Socialización.
1. DEFINICIÓN
Podemos definir niños con problemas de comportamiento a aquellos que manifiestan muchas
conductas inapropiadas e inadaptadas que influyen negativamente en su desarrollo integral. Según
Rodríguez de la Mota: “Los problemas de comportamiento se refieren a toda una amplia gama de
manifestaciones conductuales que por exceso, déficit o inadecuación (teniendo como referentes los
patrones evolutivos y micro y macro sociales), están interfiriendo en el proceso de desarrollo y
adquisición de repertorios conductuales adaptados, adecuada socialización y habilidades y contenidos
académicos de un determinado sujeto, la familia, la escuela, los compañeros, y en definitiva, el medio
próximo y distal en el que se desenvuelve”.
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2. PAUTAS EDUCATIVAS PARA LA FAMILIA
La forma de comportarse de cada niño depende tanto de sus capacidades y del momento de su
desarrollo, como de la influencia que sobre él ejerce el entorno que le rodea (familia, colegio, otros
niños...). Desde el momento de su nacimiento, el ambiente de la familia, el tipo de relación que se
establezca en ella, las actitudes y las conductas de los seres que rodean al niño, influirán en su
comportamiento y en sus progresos.
Al tener un hijo, los padres se enfrentan a la importante tarea de educarle; es decir de hacer todo lo
que puedan para que se desarrolle al máximo de sus posibilidades y sea feliz. Pero eso no siempre es
tan sencillo como pueda parecer; a veces los padres se encuentran desorientados y no saben como
actuar ante determinadas situaciones y comportamientos de sus hijos.
Para comprender y poder influir positivamente sobre las conductas de los niños, es necesario en
primer lugar rectificar algunas de las explicaciones que a veces suelen darse para interpretar la
aparición de determinadas conductas:
La etiquetación. Con mucha frecuencia, recurrimos a las “etiquetas’ para explicar el
comportamiento, y así decimos que “Jose es híperactivo”, que “María es una niña muy tímida” o que
“Paquito es muy travieso”. Estos adjetivos, utilizados para explicar la conducta de los niños, se prestan
a multitud de interpretaciones diferentes, no todo el mundo entiende lo mismo por ser travieso, ni un
niño es travieso siempre y en todas las circunstancias.
El recurso al destino y a la herencia. (“lo lleva en los genes”, “es como su abuelo”, “lo que es la
sangre” ...). Este aspecto, junto con el anterior, tienden a ver la conducta de los niños como algo
individual e interno, “le sale de dentro”, “es como es y no hay quien lo cambie”, lo que nos hacen
considerar esa conducta como inalterable e inmodificable, olvidando la estrecha relación de sus
conductas con todo lo que ocurre en el ambiente y a su alrededor.
3. ¿CÓMO EXPLICAR LA CONDUCTA DE LOS NIÑOS?
Si observamos su conducta, nos daremos cuenta que ésta no ocurre por azar, sino que depende de
muchos factores, entre ellos los más importantes son las consecuencias de las que va seguida esa
conducta (si la madre de Juan no quiere comprarle golosinas en el Supermercado y éste coge una
rabieta y a continuación su madre le compra la bolsa de caramelos, en el futuro, será más probable que
Juan recurra a las rabietas para conseguir aquello que desea) y los antecedentes que tiene (sí antes de
la hora de acostar al niño, los padres suelen discutir sobre sí ya es la hora de acostarse o no, es más
probable que aparezcan dificultades para conciliar el sueño, que sí el ambiente es relajante y agradable
y no hay desacuerdo entre los padres).
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3.1. Estrategias para mejorar la conducta.
- REFORZAR CONDUCTAS POSITIVAS
Si la conducta de un niño (comer solo, ayudar a su amigo...) va seguida de un reforzador positivo
(algo gratificante para el niño: atención de sus padres, elogio del maestro...), en el futuro será más
probable que el niño repita esa conducta y por tanto la aprenderá mejor (reforzamiento positivo ). Por el
contrario, cuando la conducta de un niño no va seguida de consecuencias agradables para él, esa
conducta tiende a debilitarse y en el futuro será menos probable que parezca. (extinción).
La atención dispensada por los adultos suele ser un poderoso reforzador para la conducta de los
niños; esta atención puede manifestarse en forma de sonrisa, elogios, caricias, llevarles de paseo,
dejarles jugar, etc.; es lo que también se llama reforzamiento social.
Una recompensa o refuerzo es más eficaz si se administra inmediatamente después de la conducta
que queremos reforzar o mientras ésta está ocurriendo (por ejemplo sí queremos conseguir que el niño
coma un alimento que no le gusta, podemos utilizar uno que le guste mucho, por ejemplo chocolate,
para dárselo a continuación del que no le gusta). Si el refuerzo es aplicado mucho después de la con-
ducta en cuestión, puede resultar ineficaz, sobre todo con los niños pequeños. Al principio, habrá que
recompensarle cada vez que actúe de la forma deseada, pero cuando la conducta esté ya bien aprendi-
da, el refuerzo será más eficaz si se da sólo de vez en cuando (reforzamiento intermitente).
- REFORZAMIENTO DIFERENCIAL.
Reforzar la conducta contraria a la que se desea eliminar (reforzar conductas de colaboración si
queremos eliminar la agresión).
- REFORZAMIENTO NEGATIVO:
La eliminación de un estímulo o situación aversiva como consecuencia de la aparición de una
conducta deseable. Por ejemplo, cuando un niño al que no le gusta hacer gimnasia, mediante la
queja de que le duelen las piernas consigue que el profesor le diga que se siente en un banco hasta
que acabe la clase. El profesor sin darse cuenta, está reforzando la conducta de quejarse.
- RETIRAR LA ATENCION DE LAS CONDUCTAS PROBLEMA
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Las conductas inadecuadas y los problemas de conducta (pelearse con los hermanos, comer sólo lo
que le gusta, dificultades a la hora de dormir...) también se aprenden. A veces sin darnos cuenta,
reforzamos este tipo de conductas, como en el caso de la madre de María que cuando no come termina
haciéndole otro tipo de comida que sea de su gusto, o en el caso del padre de Antonio que continua-
mente está sermoneándole y dándole explicaciones y razonamientos de porqué no tiene que pegar a su
hermano pequeño.
Es fácil observar que, con frecuencia, dedicamos más atención a las conductas inadecuadas de los
niños (porque suelen ser más molestas para nosotros) que a las adecuadas, ya que en muchos casos
consideramos que es una obligación del niño el portarse bien. Este tipo de atención mal utilizada, suele
tener efectos opuestos a los esperados, convirtiéndose en un auténtico premio para el niño que no hace
otra cosa que fomentar una conducta indeseada. Por ejemplo, si un niño sólo consigue llamar la
atención de sus padres cuando alborota, aunque sólo sea porque le regañan, es fácil que el niño use
este recurso para conseguir que estén pendientes de él.
- FOMENTAR LA INDEPENDENCIA
Inicialmente, los niños dependen para todo de sus cuidadores; pero, conforme van creciendo,
aumentan las posibilidades de hacer cada vez más cosas por si mismos. Así van aprendiendo
gradualmente a desplazarse, a comer o vestirse solos, a usar los cubiertos, el cepillo de dientes, ...Uno
de los objetivos de la educación ha de ser que el niño sea cada vez más autónomo y precise menos de
la ayuda de los adultos para conseguir sus propósitos. Por eso cuando el niño dé muestras de su
natural tendencia a experimentar, explorar, e intentar nuevas acciones, se le debe animar a que lo
haga.
Las conductas complejas se componen de conductas más simples, por lo que no hay que esperar a
que el niño ejecute la conducta final para recompensarle, sino que habrá que ir recompensando los
pequeños pasos hasta que consiga la meta propuesta (por ejemplo, cuando se quiere enseñar a un
niño a vestirse solo, primero se empezará por las prendas más fáciles, y se le recompensaran los
pequeños progresos aunque no lo haga bien del todo). A medida que vaya dominando las conductas
más simples como meter los brazos en las mangas, se irá aumentando progresivamente la dificultad
como por ejemplo abrocharse los botones de la camisa y así hasta que sea capaz de vestirse solo sin
ayuda, conducta ésta última imposible de ser realizada desde el primer intento). Aunque al principio le
cueste trabajo o no consiga realizar una nueva tarea, hay que animarle y darle la oportunidad de que
vuelva a intentarlo, así conseguirá hacerlo cada vez mejor. Si a un niño no se le deja comer solo porque
se mancha o tarda mucho, no sólo se estará retrasando su aprendizaje en esta habilidad concreta, sino
que se le estará enseñando a depender de sus padres y a no ser capaz de hacer cosas sin ayuda.
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Conforme el niño vaya siendo capaz de hacer nuevas cosas por si solo, y vea que los demás confían en
se sentirá seguro, importante y aumentará su confianza en sí mismo y la motivación para emprender
nuevos retos y conseguir nuevos logros.
- ESTABLECER NORMAS DE CONDUCTA
No cabe duda de que los niños necesitan tomar iniciativas, experimentar, observar y explorar con
cierta libertad su entorno. Pero no es menos cierto que así mismo precisan conocer de forma clara
cuáles son los límites que necesariamente le imponen sus educadores en aras de velar por su
integridad física, su desarrollo y su adaptación social. Hoy en día, la opinión más generalizada entre los
profesionales defienden un estilo educativo que guarde un adecuado equilibrio entre el fomento de la
autonomía del niño y de su propia autoestima por una parte, y el establecimiento de una serie de
normas suficientemente claras y razonadas que delimiten su conducta por otra. Se trata de que el niño
vaya comprendiendo e interiorizando las normas de conducta y aprenda a respetarlas incluso en
ausencia de los adultos. El niño debe saber exactamente qué es o que se espera de él y conocer tanto
las normas que se han fijado como las razones que las justifican, porque de esta forma es más fácil que
las respete.
Una vez establecidas esas directrices, es fundamental que las sigan ambos padres, evitando que
haya incoherencias entre ellos. Si uno de los padres castiga un determinado comportamiento del niño,
mientras que el otro lo tolera, el niño sentirá una gran inseguridad y confusión y no sabrá a que
atenerse. Lo mismo ocurre cuando la imposición de restricciones depende del estado de ánimo que los
padres tengan en un momento determinado y no de la conducta del niño en sí.
- FOMENTAR LA AUTOESTIMA
Los padres pueden fomentar la autoestima y la iniciativa de sus hijos teniendo en cuenta unas sencillas
indicaciones:
No compararle con los demás, aceptarle tal y como es.
No avergonzarlo ni ridiculizarlo, y mucho menos en público.
No exigirle aquello que esté lejos de poder alcanzar.
No dudar en elogiar y alabar al niño, y no sólo cuando haga bien las cosas sino también cuando lo
intente, aunque no lo consiga.
Encomendarle pequeñas tareas para que se responsabilice de ellas y se sienta útil.
Cuando haya que reprenderle no utilizar nunca expresiones como ‘ya no te quiero”, “qué malo eres es
mejor decirle que, aunque se le sigue queriendo ha hecho algo que nos disgusta.
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Disculparse y reconocer ante el niño los propios errores y darle la oportunidad de que él también O
haga.
Fomentar en los niños, sirviendo nosotros de ejemplo, la habilidad de reforzarse a sí mismos por lo que
hacen.
- LA IMITACIÓN
Otra de las formas que el niño tiene de aprender es mediante la imitación: observando a los demás,
llega a ser capaz de reproducir o que ve. Una de las circunstancias antecedentes que más influye en lo
que los niños hacen, piensan y sienten son los ejemplos que observan en los demás niños, en sus
padres, en sus maestros o en los modelos simbólicos (películas, cuantos...).
El aprendizaje por imitación es más eficaz cuando el modelo recibe recompensas por la conducta
que realiza, cuando el niño está muy atento al modelo, reproduce mentalmente lo observado, cuando
recibe reforzamiento por sus conductas imitativas y cuando la relación con el modelo es cordial y
afectuosa.
A veces, existe una contradicción entre la conducta que exhibe el modelo y la que se intenta que
muestre el niño (como por ejemplo cuando le gritamos a un niño para que hable en voz baja); en este
caso, es más probable que el niño imite la conducta que ve (gritar) que la que pretendernos que tenga
(hablar en voz baja).
La imitación es un mecanismo que funciona no sólo para el aprendizaje de conductas positivas, sino
que también puede servirle al niño para aprender conductas desadaptativas (por ejemplo si la madre
miente con frecuencia, o si el padre tiende a ser pesimista en sus apreciaciones, es muy probable que
el niño adopte comportamientos o sentimientos semejantes).
3.2. ¿Qué hacer ante un problema de conducta?
- Retirar la atención de la conducta que deseamos eliminar, de esta forma, el niño ya no obtendrá
el refuerzo de nuestra atención por ella. Conviene recordar que sermonear, gritar, poner cara de
desaprobación, etc. es un modo de prestar atención y, por lo tanto, sin querer esta remos
reforzando la conducta indeseable.
- Prestar atención a conductas positivas y contrarias a las no deseadas. Deberemos estar atentos
para ‘pillar” al niño haciendo algo positivo y contrario a la conducta que queremos eliminar. Es
necesario tener cuidado en no acompañar de críticas nuestros halagos y recompensas (“Hoy te
has portado muy bien, pero ¿no podías portarte así todos los días?”).
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- Retirar determinadas recompensas (ver TV, salir a jugar...) si el niño manifiesta la conducta
inadecuada.
- Tiempo fuera. En aquellos casos en que es difícil ignorar la respuesta del niño (por ejemplo,
agresión a otro niño), conviene sacarlo de la situación en la que muestra la conducta inadecuada
y trasladarlo a un lugar donde no exista la posibilidad de obtener reforzamiento. Este lugar no
debe ser amenazante para el niño, pero si aislado y aburrido. Debe hacerse con calma y sin
gritos y anunciando el objetivo y el tiempo que durará (“te irás a tu habitación hasta que dejes de
llorar”).
- El castigo. Con frecuencia los adultos recurrimos al castigo en forma de palabras ofensivas,
bofetadas, encierros en lugares amenazantes, burlas, comparaciones con otros niños, etc.,
intentando suprimir determinado tipo de conducta. En algunas ocasiones conseguimos eliminar la
conducta indeseable, pero este logro, que además suele ser momentáneo, lo hemos conseguido
a través de una técnica, el castigo, que presenta múltiples inconvenientes: puede ocasionar en el
niño daños físicos y/o morales, estamos enseñando al niño a castigar, las relaciones se
deterioran, pueden convertirse en un reforzador porque le estamos prestando atención, si lo
utilizamos con mucha frecuencia, el niño se acostumbra a ser castigado y aprende que poco
puede hacer para evitar el castigo, y además no conseguimos que aprenda las conductas
adecuadas. No obstante, habrá ciertas ocasiones en que no habrá más remedio que usar el
castigo. En tal caso, hay que tener en cuenta determinadas condiciones para que sea efectivo:
• Debe suceder inmediatamente a la conducta que se pretende eliminar, y no aplazarse a otro
momento.
• Debe ocurrir siempre que se produzca la falta, y no depender de otras circunstancias.
• El niño debe saber exactamente el motivo por el que es sancionado.
• La sanción debe guardar relación y ser proporcional a la acción por la que se le castiga.
- Cambiar algunos de los elementos de la situación. Para ayudar al niño en el aprendizaje de
algunas conductas (por ejemplo, vestirse solo), a veces es necesario adecuar algunos de los
elementos de la situación de aprendizaje (despertarle antes para que le dé tiempo a vestirse solo,
utilizar ropa que sea fácil de poner y quitar…).
- Enseñarle nuevas habilidades. A lo largo del proceso de socialización, se van adquiriendo nuevas
habilidades que van favoreciendo los aprendizajes posteriores. Si el ambiente que rodea al niño
favorece la adquisición de nuevas destrezas (por ejemplo, comer solo) se evitaran problemas
derivados del déficit de las mismas (excesiva dependencia por parte del niño).
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- Contratos. Con los niños mayores y los adolescentes, una buena táctica es el diálogo, en el que
nosotros les mostremos los inconvenientes de la conducta indeseada y, al mismo tiempo, ellos
expliciten sus razones para la misma, tratando de llegar a un acuerdo sobre qué cambios debe
realizar él y cuales nosotros. Con los niños pequeños se puede utilizar un programa de Economía
de Fichas.
- Dar ejemplo. Los niños aprenden nuestro modo de actuar, pensar y sentir.
- Sobrecorrección de práctica positiva restitutiva. Exigir al alumno que ha realizado la conducta que
repare el daño (si tira una silla o un juguete debe recogerlo y ponerlo en su sitio).
4. CONCLUSIÓN
Existen relaciones significativas entre ciertos estilos de interacción paternos y ciertas circunstancias
familiares y la aparición de trastornos de conducta. Dichas familias se suelen caracterizar por:
problemas familiares diversos, rechazo hacia sus hijos, falta de sensibilidad ante las necesidades de
sus hijos, absoluta permisividad, imposición autoritaria, etc.
A su vez, también existen relaciones significativas entre problemas de conducta y el tipo de estilo
interactivo que se desarrolle en el ambiente educativo. Por ello he creído adecuado poder dar a los
padres unas pautas para trabajar tales conductas de sus hijos. Estrategias que los profesionales
llevan a la práctica, para encontrar una coordinación adecuada en los distintos ambientes.
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5. BIBLIOGRAFÍA
- Labrador. F, Cruzado J. y Muñoz, M. (2004): Manual de técnicas de modificación y terapia de
conducta. Madrid. Pirámide.
- Macía. D, (2002): Problemas cotidianos de conducta en la infancia: intervención psicológica en el
ámbito clínico y familiar. Madrid. Pirámide.
- Vallés . A, (1997): Modificación de Conducta Problemática del Alumno, técnicas y programas.
Alcoy. Marfil.
- Angulo. M, Fernández. C y otros (2010). Manual de atención al alumnado con necesidades
específicas de apoyo educativo derivadas de trastorno de conducta. Junta de Andalucía.
Autoría
Nombre y Apellidos: María Alvarado Gil
Centro, localidad, provincia: C.E.I.P Reyes Católicos, Puerto Real, Cádiz.
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