2. En un hermoso valle cordillerano, cerca de un pequeño
lago, vivía hace muchísimo tiempo, una niña Mapuche llamada
Huala. Su vida era sencilla, pasaba mucho tiempo, con su familia,
jugando y ayudando a su mamá. Una de sus tareas era ir al lago
a buscar agua Allí solía lavarse y peinarse mirándose en el
espejo del agua.
3. El “dueño del Lago”, veía reflejarse en sus cristalinas aguas
los dulces ojos negros de la niña y comenzó a quererla. Así pasaron
los años mientras que Huala crecía y se desarrollaba hasta llegar a
ser una joven muy bella y atractiva.
Sucedió que un día, mientras sacaba agua, una enorme
garra emergió bruscamente del lago y la atrapó
fuertemente, arrastrándola hacia el fondo.
4. Huala comenzó a gritar desesperadamente y con
angustia; sus gritos fueron escuchados por sus padres, que
acudieron enseguida armados con palos, Pero ya era tarde, lo
único que pudieron ver fueron las ondas concéntricas que había
dejado sobre la superficie del lago al ser sumergida.
5. Se dieron cuenta que su hija había sido atrapada por el “cuero
del lago” y que ya nada podía hacerse, porque ese monstruo
era invencible. Inmediatamente toda la orilla del lago se llenó de
peces. Era el precio que el “dueño del lago” les pagaba por
llevarse a su hija como esclava.
6. Huala fue llevada hasta una gruta en lo más profundo del lago.
Allí contempló, con sus ojos llenos de terror, los restos de otras
víctimas a las que les faltaba la cabeza, Esas cabezas eran las
que el “dueño del lago” hacía rodar desde la cumbre en forma
de bolas de fuegos y que los Mapuches llamaban “cherufes”
7. Huala no pudo soportar tanto horror y cayó desmayada sobre las
rocas. Grande fue su sorpresa cuando al despertarse, vio que el
“cuero” se había transformado en un joven esbelto y de rostro
agradable, que le declaró su amor, jurándole que la trataría con
cariño y dulzura si quería ser su esposa para siempre.
8. Huala desconsolada y con los ojos llenos de lágrimas le
dijo que lo único que deseaba era seguir viendo a sus padres y
contemplar la casa dónde había pasado su infancia feliz, el
valle, las montañas y los bosques
9. El joven accedió al pedido, pero con la condición de que
nunca abandonara las aguas del lago. Enseguida, usando de la
magia, que sólo él conocía, la transformó en un ave parecida al
pato, pero con las alas y las patas muy cortas para que no
pudiera volar muy lejos, ni caminar en la tierra.
Así se aseguró su felicidad.
10. Desde entonces, el “Huala” habita nuestros lagos en los
que nada ágilmente y se sumerge en lo más profundo de las
aguas puras y limpias.
Hace su nido suspendido en las totoras y plantas de las
orillas, desde donde contempla el cielo, los bosques, el valle y a
las personas que se acercan a la costa.
A veces emite un grito que parece un gemido de
angustia y dolor, como cuando fue raptado, porque tiene aún la
esperanza de que algún día termine el hechizo y pueda recobrar
su primitiva forma y libertad