Este documento resume 37 frases hechas relacionadas con las campañas electorales y la política en general. Algunas de estas frases incluyen "a buenas horas mangas verdes", que se refiere a cuando los políticos terminan obras justo antes de las elecciones aunque deberían haberlas completado antes; "atar los perros con longaniza", que significa hacer tantas promesas que parecen imposibles de cumplir; y "a rey muerto, rey puesto", que advierte que aunque un político caiga, otro lo reemplazará. El
1. Las 37 frases hechas que te ayudarán
a entender la campaña electoral
La mejor forma de entender las elecciones es consultar el 'Diccionario de
dichos y frases hechas' de Alberto Buitrago Jiménez
2. ‘’A buenas hora mangas verdes’’
En campaña, el metro comienza a llegar puntual, los
socavones se tapan a toda prisa y se concluyen e inauguran
decenas de obras. Todo a tiempo para las elecciones, pero
tarde para los ciudadanos, que no dudamos en reprochárselo
a los políticos con un a buenas horas mangas verdes
(1). Según el Diccionario de dichos y frases hechas de Alberto
Buitrago Jiménez, esta expresión se remonta a finales del
siglo XV, cuando los Reyes Católicos fundaron el cuerpo de
cuadrilleros de la Santa Hermandad, una especie de policía
rural que se hizo famosa por llegar siempre tarde. Su
uniforme era una casaca con las mangas verdes.
3. ‘’Atar los perros con longaniza’’
Además de esta sospechosa prisa por terminar lo que deberían haber hecho
durante los cuatro años anteriores, los políticos hacen tantas promesas en
campaña que parece que podremos atar los perros con longaniza (2). Al
parecer esta expresión tiene su origen en una historia, que Buitrago no
puede confirmar si es real o una invención. A finales del siglo XVIII, en el
pueblo salmantino de Candelario vivía el proveedor real de embutidos don
Constantino Rico. A una de las empleadas de la fábrica se le ocurrió lo de
“atar a la pata de una silla con una ristra de longaniza a un perrillo que
molestaba”. La historia se difundió rápidamente (sin Twitter ni nada) y
quedó como “símbolo claro de la opulencia con que se vivía en casa de don
Constantino”.
4. ‘’Tirar la casa por la ventana’’
Con tanta promesa, los políticos parece que quieran no sólo
tratarnos bien, sino derrochar, tirar la casa por la ventana
(3) con tal de complacernos. Esta frase hecha viene de una
costumbre un tanto alocada de finales del XVIII y principios del
XIX: los ganadores de la lotería instaurada en 1763 por Carlos
III “tiraban por la ventana los muebles y enseres viejos para
dar a entender que comenzaban desde ese momento una
nueva vida de lujo y riqueza”. La costumbre se importó de
Nápoles, también bajo control de los Borbones por aquel
entonces: en el sur de Italia se arrojan objetos antiguos en
Nochevieja como símbolo de un nuevo comienzo.
5. ‘’Esto no es Jauja’’
Pero todos somos conscientes de que esto no es Jauja
(4), ciudad peruana fundada por Francisco Pizarro que se
convirtió en un símbolo de la placidez y la abundancia: “Se
decía que su clima curaba las enfermedades, que allí se
producían todos los frutos imaginables y que corrían por los
montes ríos de plata, que no eran otra cosa que las vetas de
ese mineral que se hallaban en la superficie de la tierra”.
6. ‘’A DOS VELAS’’
Sabemos que al final nos quedaremos a dos velas
(5), expresión que Buitrago explica que tiene varios posibles
orígenes, “ninguno descartable”. El primero estaría en los
juegos ilegales de cartas, que se hacían a oscuras. Quien se
encargaba de la banca, se acercaba un par de velas para
contar el dinero y, si lo perdía todo, se quedaba “a dos velas”.
Segundo: en las iglesias, tras la misa, sólo quedaban dos velas
encendidas delante del sagrario. Tercero: un barco en
tormenta o abordado, “navega fatigosamente sólo con dos
velas”. Cuarto: una referencia “a los mocos que, como si
fueran gotas de cera, cuelgan de la nariz de los niños”, imagen
que se asocia frecuentemente a la pobreza.
7. ‘’Gato encerrado’’
Sabemos que en las promesas de los políticos hay gato
encerrado (6).
En los siglos XVI y XVII era costumbre guardar el dinero en
gatos, que eran bolsas hechas con la piel de estos animales. “A
los avaros incluso se los llamaba atagatos”, cuenta Buitrago,
que añade que estas bolsas se escondían (se encerraban)
cuidadosamente. A los ladrones también se los llamaba gatos
precisamente por este motivo.
8. ‘’Gato por liebre’’
Sabemos que en las promesas de los políticos nos van a
acabar dando gato por liebre (7).
En cuando a lo de dar gato por liebre, el dicho viene de la
costumbre de ventas y hosterías de cocinar carne de gato
haciéndola pasar por liebre, conejo o cabrito, gracias a su
“parecido físico una vez desollados” y a sus sabores similares
“si previamente se metían en adobo”.
9. ‘’Nos van a dar la lata’’
Lo que sí está claro es que los políticos nos van a dar la lata, el
latazo o la chapa (8).
Estos dichos tendrían su origen en las cencerradas de muchos
pueblos, en las que se hacían sonar cencerros o se arrastraban
latas vacías en Carnavales y Navidad, aunque Buitrago añade
que, según Dámaso Alonso, en este caso la lata sería un palo o
una estaca (del latín latta, vara), con lo que la expresión sería
similar a dar la paliza o dar la vara (9). Es decir, son tan
pesados como si nos estuvieran dando palazos.
10. ‘’Ni chicha ni limoná’’
Lo peor es que los políticos hablan sin decir nada, con tal de
no molestar a nadie y no perder votos, por lo que sus
discursos no son ni chicha ni limoná (10).
La chicha es una bebida refrescante habitual en algunos países
sudamericanos que se obtiene fermentando cebada, maíz y
piña en agua. Es decir, estos discursos no tienen carácter, no
son ni una cosa que la contraria.
11. ‘’Nos vienen con pamplinas’’
No hay duda: en campaña unos y otros nos vienen con
pamplinas (11), que es una planta que crece en los sembrados
y que resulta molesta e inútil para el agricultor. Es más, nos
sueltan chorradas (12), la porción de líquido que se añadía de
propina al comprar leche, aceite o vino tras la medida y que
era, como es natural, escasa.
12. ‘’Las cosas claras y el chocolate
espeso’’
Los votantes agradeceríamos discursos directos: las cosas
claras y el chocolate espeso (13). Cuando en el siglo XVI
comenzó a consumirse chocolate en Europa, surgió una
polémica en España: ¿debía tomarse “puro y espeso, ‘a la
española’, o más líquido y diluido en leche, es decir, ‘a la
francesa’”? Como narra Buitrago, la lengua defendió con
orgullo la versión española, aunque el mercado prefirió la
francesa.
13. ‘’No están en la onda’’
Los políticos no están en la onda (14), expresión juvenil, pero
de gente que ya no es joven, ya que esta onda es la hertziana,
“la de la radio, la que llega por el aire para permitirnos estar al
día”. Y es que tenemos unos políticos de pacotilla (15), que
era un pequeño paquete que se permitía subir a bordo de un
barco sin pagar impuestos ni aduanas y en el que sólo se
podían meter pocas cosas y de escaso calor. A partir de aquí,
también se llamó pacotilla “a las baratijas y mercancías que se
usaban para regalar a los indios o para cambiárselas por otros
productos”.
14. ‘’Meterse en camisa de once varas’’
A veces echamos en falta que los políticos digan lo que
realmente piensan y lo que de verdad harán y podrán hacer,
aunque eso suponga meterse en camisa de once varas (16).
En la Edad Media existía la costumbre, “al adoptar a un niño,
que quien iba a ser el padre adoptivo, muchas veces un
eclesiástico que deseaba un sucesor, lo metiera por la manga
de una camisa muy amplia [once varas son unos nueve
metros] y lo sacara por la cabeza, queriendo simbolizar con
este recorrido un segundo parto”. Esta frase sería una
advertencia porque a veces estas adopciones no salían del
todo bien.
15. ‘’Se está agarrando a un clavo
ardiendo’’
Teniendo en cuenta el currículum de nuestros políticos, seguro
que en estas semanas salta algún (otro) caso de corrupción.
Alguno incluso dirá que pone la mano en el fuego (17) por el
acusado. La expresión tiene su origen en los juicios de
brujería, herejía o adulterio de la Inquisición en los que se
obligaba al sospechoso a meter la mano en el fuego o a
sujetar un hierro candente. Si a los tres días las quemaduras
no habían sanado, su culpabilidad era clara, ya que Dios no
había intercedido por él. Es decir, el candidato de turno estará
tan seguro de su socio que estaría dispuesto a pasar esta
prueba por él. Pero todos sabemos que se va a quemar y que
se está agarrando a un clavo ardiendo (18), expresión que
tendría el mismo origen.
17. ‘’Se arma la marimorena’’
Lo que ocurre cuando surge un (otro) escándalo político es
que se arma la marimorena (19). Cuenta Buitrago que en
1579 se abrió en Madrid una causa contra el tabernero Alonso
de Zayas y contra su mujer, la llamada (o apodada) María
Morena, por el delito de tener en su casa unos cueros de vino
y no querer venderlos. Era costumbre que el vino bueno se
reservara para los clientes distinguidos, pero alguien en ese
local exigió el de calidad. Los taberneros se negaron y se armó
“un escándalo de considerables proporciones en el que la tal
María Morena, Marimorena para el pueblo y mujer de armas
tomar, tuvo un papel más que destacado”.
http://www.europapress.es/portaltic/socialmedia/noticia-beyonce-arma-
marimorena-instagram-seguir-alguien-20150108120543.html
18. ‘’Armar la gorda’’
También se podría armar la gorda (20), que era el nombre con
el que los sevillanos llamaban a la gran revolución que se
estaba preparando contra Isabel II durante el verano de 1868 y
que finalmente se conoció como La Gloriosa o La
Septembrina. O la de San Quintín (21), alusión a la batalla del
10 de agosto de 1557 en la que las tropas de Felipe II
ocuparon la ciudad francesa del mismo nombre. O la de Dios
es Cristo (22), que alude a la polémica del primer concilio de
Nicea, en el año 325, en el que se debatió si Cristo era sólo
humano o también Dios.
19.
20. ‘’A río revuelto, ganancia de
pescadores’’
Estos momentos son los favoritos del resto de partidos, ya que
a río revuelto, ganancia de pescadores (23), frase relacionada
con la técnica de remover el fondo de ríos o lagos para que las
aguas se enturbien, los peces se aturdan y suban a la
superficie, con lo que son más fáciles de pescar con red.
21.
22. ‘’Arrimar el ascua a su sardina’’
Normal que se comporten así estos políticos; al fin y al cabo,
todo el mundo intenta arrimar el ascua a su sardina (24). Esta
expresión tiene probablemente origen andaluz, “ya que los
jornaleros que trabajan en los cortijos solían recibir sardinas
como compensación a su trabajo, sardinas que asaban
robándose las ascuas unos a los otros, llegando a tal punto la
guerra que en muchos lugares se obligó a que se asaran las
sardinas en un fuego común y en otros incluso se prohibió que
los jornaleros asaran sardinas”.
Aprovecharse de circunstancias favorables o
hacer un uso egoísta de determinada situación
http://www.europapress.es/navarra/noticia-pp-acusa-nueva-presidenta-navarra-arrimar-ascua-sardina-generar-mas-crispacion-20150720154411.html
23. ‘’A enemigo que huye, puente de
plata’’
Es posible (pero no probable) que el corrupto dimita. Ni sus
compañeros más fieles opondrán resistencia. Al fin y al cabo, a
enemigo que huye, puente de plata (25)
Recomienda evitar a toda costa a los
enemigos. Cuando un contrincante abandona,
conviene darle facilidades para que se marche
y, de este modo, nos deje tranquilos. En
general, se recomienda facilitar, incluso de
manera obsequiosa, la partida de un
competidor o de quien pueda causarnos daño.
24. ‘’Vivan las caenas’’
Lo malo es que acabaremos votando a los de siempre,
resignándonos con un "vivan las caenas" (27), que el grito
sumiso de los partidarios del Fernando VII, cuando en 1823
puso fin al Trienio Liberal y restableció el absolutismo. En su
origen, no había ironía.
25.
26. ‘’A rey muerto, rey puesto’’
Quizás no votemos a los de siempre y busquemos un cambio,
pero yo tampoco me haría ilusiones porque a rey muerto, rey
puesto (28), frase que se atribuye a Felipe V. Cuando se puso
al frente de las tropas en la toma del castillo de Montjuic, uno
de sus oficiales le pidió que se colocara a resguardo,
recordándole que “rey no hay más que uno”, a lo que el
monarca contestó: “Otro habrá. A rey muerto, rey puesto”.
27.
28.
29. ‘’Dará un pucherazo’’
Eso sí, al menos nadie dará un pucherazo (29), como se hacía
durante la segunda mitad del XIX, cuando los partidos liberal y
conservador se alternaban en el poder cada cierto tiempo, con
independencia del resultado de las elecciones. Se solía votar
“en pucheros y ollas de barro. Para cambiar el sentido de la
votación era necesario volcarlos o romperlos”, explica
Buitrago.
30.
31. ‘’Se dormirán en los laureles’’
Una vez en el despacho, los cargos electos se dormirán en los
laureles (30). En Grecia y Roma se coronaba a poetas, atletas,
emperadores y generales con laurel, símbolo de la victoria,
costumbre que se extendió en la Edad Media a artistas, poetas
y doctores. Es decir, se olvidarán de las promesas y nos darán
largas (31), expresión que proviene del mundo de los toros:
una larga es una suerte de capote que busca que el toro se
desplace lejos. ¿Su excusa? Que las cosas de palacio van
despacio (32). “Antiguamente los cortesanos y quienes
esperaban la decisión de algún pleito se pasaban jornadas
enteras esperando que se resolvieran sus asuntos”, escribe
Buitrago.
32.
33. ‘’Ponerse las botas’’
Al final estos políticos aprovecharán para hacer lo de siempre:
ponerse las botas (33), que eran “un calzado privativo de los
caballeros y de quienes pertenecían a las clases superiores; de
ahí esas connotaciones de riqueza y abundancia”.
34. ‘’Nos las darán con queso’’
Es decir, nos las darán con queso (34), que es lo que hacían
los taberneros manchegos con los compradores de vino de
otras regiones: servirles ese vino con queso muy madurado y,
por lo general, conservado en aceite. Su fuerte sabor les
impedía saber si su bebida estaba picada o aguada. Buitrago
también recoge la explicación de Sebastián de Covarrubias en
su Tesoro de la lengua castellana o española, de 1611: el
queso sería el de las trampas para ratones.
35. ‘’En la luna de Valencia’’
Si alguien espera algún resultado positivo de estas elecciones
se va a quedar frustradísimo y con cara de tonto: en la luna de
Valencia (35). Buitrago añade que podría ser en referencia a la
muralla semicircular que rodeaba la ciudad. Quienes llegaban
tarde, cuando las puertas estaban cerradas, no podían entrar y
se quedaban esperando ante la luna de Valencia. También
podría hacer referencia a la playa valenciana, frente a la que
se quedarían las embarcaciones que no estaban autorizadas a
atracar en el puerto.
36. ‘’Pagaremos el pato’’
Lo peor es que si hay otro estropicio como el de la crisis
bancaria, nosotros pagaremos el pato (36) una vez más. Los
patos no tienen nada que ver: se trata de una mala
pronunciación de la palabra pacto y se refiere al pacto del
pueblo judío con Dios, ya que en origen la expresión se usaba
para dar burlarse de los judíos y, ya puestos, culparles de
todos los males. Es originaria de finales del siglo XV, cuando
muchos cristianos, “seguramente más por ignorancia que por
ironía o juego de palabras, sostenían que por un extraño pato
con su Dios, los judíos adoraban a una tora, o sea a una vaca”,
en referencia a la Torá, que muchos creían que era una
becerra. La cosa llegó al punto de que en algunos festejos y
procesiones se hacía burla de una novilla. Pobre bicho, no
entendería nada.
37. ‘’Cornudos y apaleados’’
Total, que acabaremos cornudos y apaleados (37), expresión
que tiene su origen más probable (no es la única explicación
que ofrece Buitrago) en un cuento del Decamerón, de
Boccaccio, que se hizo muy popular en España durante el siglo
XVI.
38. ‘’Cornudos y apaleados’’
El relato narra cómo una mujer quiere acostarse con su criado
y, para lograrlo, le dice a su marido que este sirviente está
enamorado de ella y que quiere reunirse con ella en el jardín.
El marido sale de la casa disfrazado de su esposa a esperar al
criado mientras los dos amantes se reúnen con tranquilidad.
Al acabar, el empleado sale y apalea al amo, haciéndole creer
que está golpeando a la mujer: “Desgraciada, traidora, no sólo
engañas a mi señor sino que crees que yo también lo iba a
engañar”. Conclusión: los amantes se aman y quedan libres de
sospecha, mientras que el marido queda cornudo, apaleado y,
eso tambien hay que decirlo, contento porque cree que todo
el mundo le respeta.