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ESPECIAL
Últimas Noticias 11 Especial Viernes 7 de mayo del 2004
PERFIL Una mamá que lleva 28 años en las
Aldeas SOS para niños no piensa en jubilarse
Ya ha criado 70
hijos, y si viene
otro, ¡adelante!
Los chicos que ya dejaron la Aldea forman, junto a sus hijos, una sola familia con los niños que ahora viven con Doña Ulbia.
“A
mí no me han funcionado los
anticonceptivos”, dice entre ri-
sas ‘mamá Ulbia’, cuando se
pone a hacer cálculos de cuántas perso-
nas vendrán a visitarla este Día de la
Madre. ¡Son nada más y nada menos que
70 hijos, 25 nietos y un bisnieto!
No se trata de un caso para registrarlo
en el Libro de Récords Guiness, sino de
una historia llena de mucho amor. Ésta
comenzó el 29 de febrero de 1976, cuan-
do Ulbia Jumbo llegó, casi por casuali-
dad, a visitar la Aldea SOS de Niños
Ecuador, que está ubicada en la ciuda-
dela Biloxi, al sur de Quito.
“El ambiente de aquí me gustó tanto,
que no lo pensé dos veces y fui a pedir
trabajo en la Dirección”, cuenta ahora
sentada en el sofá de la sala de su casi-
ta. Al parecer estaba en su destino que-
darse ahí, porque se encontró con que
había una vacante y le dieron el puesto:
tendría que empezar al día siguiente.
Su labor ha sido a partir de ahí estar al
frente de uno de los doce hogares que
funcionan en este lugar, y convertirse
en la mamá de un grupo de niños huér-
fanos. Siempre le han tocado bastantes:
la primera vez fueron trece, entre niños
y niñas. Todos ellos ya tienen su vida he-
cha, estudiaron, contrajeron matrimo-
nio y formaron su familia.
Actualmente tiene diez, entre niños y
niñas. Durante todo el día revolotean a
su alrededor: tiene que revisarle las ta-
reas escolares a uno, poner un poquito
de pomada a otro que se dio de cabeza
contra una piedra, en fin... La palabra
‘mamita’ está a flor de labios en la pe-
queña vivienda de una planta.
Reconoce que no ha sido fácil, sobre
todo al principio. “Yo lo que
más había hecho por un niño
era regalarle un dulce, no te-
nía ni idea de lo que era com-
partir el día a día”, cuenta.
No faltaron veces en las que
pensó en ‘botar la toalla’, pero
las caritas de sus hijos fueron
como un imán que nunca la de-
jaron partir. “Hubo una época en la que
me decía a mí misma ‘hasta fin de mes
me quedo’, pero nunca fui capaz de
cumplir”, reflexiona mirando a lo lejos.
Tiene dos gruesos álbumes de fotos
donde atesora los recuerdos de todos
estos años de vida en familia, en la que
unos hijos crecieron y se fueron a bus-
car su futuro, mientras otros llegaron
sedientos de afecto y seguridad.
Paseos a la playa, primeras comunio-
nes, juramentos a la bandera e incluso
fiestas de 15 años... Doña Ulbia se
acuerda perfectamente de las fechas
importantes de todos sus hijos, cosa di-
fícil si se toma en cuenta de que casi lle-
ga a completar las seis docenas.
No puede faltar la pregunta de que si
en alguna ocasión no sintió el
deseo de casarse y tener una
familia como el resto de perso-
nas. Entonces, con un poco de
nostalgia, busca y muestra una
foto en la que carga a un bebé .
“A éste lo crié desde que tenía
ocho días de nacido, una vez
estuve a punto de casarme pe-
ro no me aceptaron con él, y ahí quedó
la cosa. Ahora mi muchacho está en la
Escuela Militar”, dice con orgullo.
Cada Día de la Madre, todos vienen de
visita y no dejan que ni se acerque a la
cocina. Cuando regrese de la iglesia ya
la estarán esperando. “Yo ya sé que ellos
vendrán, así es siempre. Se me queda
chica la casa, porque la familia crece
cada vez más”, finaliza con una sonrisa.
En la Aldea SOS
de Quito, 12 ma-
más sustitutas
cuidan de 90 ni-
ños huérfanos.
DATO
El sueldo es lo de menos, hay que dar amor
Doña Ulbia dice que, a lo largo de to-
do este tiempo, ha aprendido que lo
que más necesitan los niños que han
perdido su familia es mucho amor. “Pe-
ro éste no solo consiste en dar besos y
caricias, sino también en saber poner
límites y mostrarles lo que está bien y
lo que está mal en la vida”, afirma.
Debido a su antigüedad es la que
más tiene que contar y aconsejar a las
mujeres que buscan un puesto en las
aldeas. Como orientadora, ella les dice
que deben pensar muy bien en si ver-
daderamente quieren estar ahí.
“Siempre les recalco que no será
bueno para ellas ni para los niños el
que ingresen a trabajar por el sueldo
que nos pagan o las comodidades que
tenemos aquí. Los chicos se dan cuen-
ta enseguida de quién los quiere de
verdad y de las personas que les dan
besos y caricias por compromiso,
cuando alguien las está viendo”, dice.
Ser la mamá de estos niños implica
para ellas llevarlos al médico, asistir a
las reuniones de padres de familia, ins-
cribirlos en el catecismo, etc. Y como
en toda familia normal esto implica
alegrías, pero también sustos.
En una ocasión uno de sus chicos se
fue a un paseo escolar, y el bus en el
que iban se volcó en la carretera. Él re-
sultó ileso, pero algunos de sus compa-
ñeros fallecieron. ‘Mamá Ulbia’ re-
cuerda que cuando se lo contaron, ella
tardó en reaccionar. Luego de dos ho-
ras, cuando cayó en cuenta de lo que
pudo haber pasado, lloró por mucho
rato, por el miedo y los nervios.
Disfruta tanto de lo que hace que,
aunque la organización que sostiene
este programa cuenta con una vivien-
da para las mamás que se jubilan, ella
no piensa en esa posibilidad. Afirma
que todavía se siente feliz y con fuerza
para ser la ‘mamita’ de sus niños.
Fotos: Diego Pallero / Últimas Noticias