El documento resume las exhibiciones de la Bienal de Venecia de 2012 y el Pabellón Suizo. Critica que la Bienal se enfoque más en espectáculos superficiales que en abordar los verdaderos problemas de vivienda, y que premie un rascacielos invadido como una "nueva estética de la miseria" en lugar de buscar soluciones reales. Destaca positivamente el enfoque del Pabellón Suizo en generar entornos de desarrollo comunitario en lugar de ensalzar obras individuales, y su

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Vis Cómica, Bienal de Venecia, Un rascacielos y el Francisco Fernández. (ffernandezurdaneta@gmail.com)
Pabellón Suizo
Vis
Cómica,
Bienal
de
Venecia,
Un
rascacielos
y
el
Pabellón
Suizo
Francisco Fernández.
Promoción MDA 2010-2011
Septiembre 2012
Palabras clave: Bienal de Venecia 2012, Francisco Fernandez, Crítica arquitectónica, Miroslav
Sik, Knapkiewicz + Fickert y Miller & Maranta
El preludio del cambio ocurrió sin mucha dilación en las entrañas de rubros que poco
tienen que ver con la arquitectura en su fuero inmediato, aunque la condicionan
brutalmente. El desplome del modus operandi hiper -liberalista de los mercados
internacionales en el comienzo de la segunda década del siglo XXI tambaleó los
estamentos más arraigados del hacer arquitectónico a lo largo del mundo, y sobre
todo, de esos mundos que se pensaron se mantendrían impertérritos incluso en la
peor de las tormentas acontecidas y por venir. El caos de lo mercantil devino en que
lo arquitectónico, como en cualquier catástrofe, fuese lo primero en verse afectado;
viniéndose abajo todo el sistema habitual de aquellas naciones que habían convertido
a la acción del construir, y todos sus derivados, en el elemento clave del crecimiento y
el sostenimiento económico. Puede resultar incluso divertido el pensar que el proceso
de Crisis económica, que es en sí misma, una crisis de valores, fue producto no de un
grupo de especuladores, sino de los mismos que todos los días hacían su habitual
labor obrera o fabril, ganándose honestamente su pan, puesto que la construcción del
estado de bienestar sobre el que descansaron, fue a su vez producto del complejo
sistema urdido desde las mentes más encumbradas de la banca mundial.
La crisis esperaría, de los responsables, el acometimiento de las debidas acciones
para su solución, sin duda desde cada uno de los rubros aludidos, y bajo los medios
de cada uno. La Bienal de Venecia podía haberse convertido en ese evento donde se
mostrase de forma clara la acción de un conglomerado para actuar sobre los
verdaderos problemas, intentando al menos concebir las soluciones pertinentes para
unas instancias realmente tocadas, como fueran todas aquellas relacionadas con el
hábitat de las clases menos favorecidas en plena crisis, no sólo en un segundo o
tercer mundo, sino en el mismísimo primero; pero nuevamente se erigen simplemente
como el mote superficial de la denuncia de una problemática. Un rascacielos invadido
por habitantes irregulares, carentes de servicios y expuesto en un antiguo y noble
almacén veneciano, se convierte por tanto en claro ganador del honroso premio,
mientras que la realidad, que no es más que la miseria de un pueblo y el dolor de
familias sin los medios ni las atenciones para poder acceder a un hábitat realmente
digno, quedan renegados en pro de una "nueva estética de la miseria", que tanto
revuelo ha causado en las altas orbes del primer mundo, sobre todo al ser vendida, de
forma muy pertinente, sin la complejidad de lo real.
La risa llega sin duda desde aquellos conocedores del tema, cuando diletantes de los
mas variados colores y formas, palmean indolentes la ocurrencia del rascacielos, sus
cervezas y sus maneras. Posiblemente sea la actitud más complicada de solucionar,
en ámbitos donde la risa lo que hace es esconder el problema fehaciente y crucial
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de la Universidad de Navarra

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Vis Cómica, Bienal de Venecia, Un rascacielos y el Francisco Fernández. (ffernandezurdaneta@gmail.com)
Pabellón Suizo
que debería estarse discutiendo. Como ocurriese con las muchas exposiciones
internacionales, universales y similares a finales del siglo XIX, se han creado
escenarios donde da igual lo epitelial de su armado o que sean creaciones solamente
plausibles en la mente de su creador; mientras la escenografía fuese lo
suficientemente didáctica y novedosa como para causar algún grado de conmoción
entre los transeúntes aún menos enterados de lo que realmente se mostraba, todo iba
a continuar ocurriendo bajo las debidas formas.
Aún en el más tortuoso de los ámbitos, surgen ciertos destellos de esperanza, como
el que apareciera en el Pabellón Suizo curado por Miroslav Sik en colaboración con
los arquitectos Knapkiewicz + Fickert y Miller & Maranta, quienes con un fotomontaje
de obras propias y ajenas; hablan sobre la necesidad de la generación de un ambiente
que permita un correcto desarrollo de la común - unión arquitectónica, particular de
cada entorno y lugar; en contraposición a la sumatoria de hitos, que claramente no
han solucionado el problema urbano. La afirmación más clara de este pabellón surge
con la aclamada amnesia selectiva de un apellido o firma, que nos permitiría
preocuparnos algo más por las soluciones que tenga para su entorno la arquitectura y
no por su etiqueta. Los arquitectos estrella, aunque seguirán en la palestra hasta el fin
de sus días terrenales, deberán comprender que la verdadera labor y la construcción
de una arquitectura de la conciencia, sin los añadidos poco trascendentales que se
han ido adosando al oficio del arquitecto, son los términos principales a los que todos
deberíamos aspirar.
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