3. De Ti, que tienes palabras
de vida eterna
y sin quién la vida es
muerte.
4. De Ti, que eres la verdad
y sin quién todo es
mentira y engaño.
5. De Ti que eres el
camino que lleva
a la vida
verdadera
y sin quién
la vida es
desvarío.
6. De Ti, que eres la Luz
de todo hombre que
viene a este mundo,
y sin quién la vida es
triste.
7. De Ti, que eres mi
sostén,
mi esperanza y mi
premio,
y sin quién todo pesa,
todo cansa, nada llena.
8. No permitas que me aparte de Ti:
de tu gracia, por el pecado;
de tu amistad, por la tibieza;
de tu familiaridad,
por mis consentidas
imperfecciones.
9. No permitas que me aparte
de Ti, que eres
Maestro que enseña,
Pastor que guía,
Amigo que acompaña,
Dios-Amor que galardona.
10. No permitas que me aparte
de Ti: de tu cruz, de tu
sagrario.
Porque Tu eres para mí lo
que
al pez el agua, a la flor el
sol,
al ave el aire, a la raíz la
savia…
11. No permitas que me aparte
de Ti, en el tiempo de la
bonanza
y de la gloria.
12. No permitas que me
aparte de Ti,
en el tiempo de la
desgracia o de la
enfermedad o de la
persecución; ni en las
horas de desolación y de
prueba.
13. No permitas que me
aparte de Ti, en el
huerto,
ni en el camino
doloroso, ni en el
Calvario,
ni en la Cruz.
15. No lo permitas, porque
si
lo permites me
separaré para siempre.
16. Pues, oh buen Jesús,
Tú que tantas veces me
atrajiste cuando estaba
perdido, no permitas
que me aparte de Ti,
ni en la eternidad.
17. Tú sabes la obstinación
de que es capaz el
hombre, cúrame de ella
y en todo caso,
no permitas que me
pierda.
18. Tú sabes lo tenaz
de mi sensualidad,
lo temerario de mi
ligereza,
lo loco de mis
caprichos…;
no permitas que lo siga
y me pierda;
aunque tengas incluso
que aparentar a veces
que eres sordo a mis
ruegos, indiferente a mis
locos deseos…
19. Ya sé, Jesús,
que estoy ante un doble
misterio,
el misterio de tus permisiones
y el misterio de tus no
permisiones.
El primero, es un misterio de
libertad; el segundo un misterio
de predilección.
20. Pues para que a Ti
se te deba toda mi gloria
y a mí toda humillación y
olvido, yo me acojo a tu
bondad,
21. Y te suplico con la mayor
sinceridad de mi corazón, oh
Buen Jesús,
que permitas venga sobre
mi la humillación, el dolor,
el olvido, la muerte…
pero que no permitas,
no permitas jamás
que me aparte de Ti.
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Y que permanezcamos unidos en el amor a
Jesús.