2. 3. EUCARISTÍA Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
3.1.Preguntas de Reflexión
1.¿Quién puede recibir el
sacramento de la Unción de los
enfermos?
2. ¿Cuáles son los efectos de este
sacramento?
3. 3. EUCARISTÍA Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
3.1.Preguntas de Reflexión (Compendio del Catecismo 77)
1. ¿Quién puede recibir el Scmto de la Unción de los enfermos?
(…) cualquier fiel que comienza a encontrarse en
peligro de muerte por enfermedad o vejez
El mismo fiel lo puede recibir también otras veces, si se
produce un agravamiento de la enfermedad o bien si
se presenta otra enfermedad grave.
La celebración de este sacramento debe ir precedida, si
es posible, de la confesión individual del enfermo.
4. 3. EUCARISTÍA Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
3.1.Preguntas de Reflexión (Compendio Catecismo 291)
2. ¿Cuáles son los efectos de este sacramento?
(…) confiere una gracia particular, que une más íntimamente al
enfermo a la Pasión de Cristo, por su bien y por el de toda la
Iglesia, otorgándole fortaleza, paz, ánimo y también el perdón de
los pecados, si el enfermo no ha podido confesarse.
(…) concede a veces, si Dios lo quiere, la recuperación de la
salud física.
En todo caso, esta Unción prepara al enfermo para pasar a la
Casa del Padre.
5. EUCARISTÍA Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
3.2. Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Postsinodal
Sacramentum Caritatis n. 22
Jesús no ha enviado solamente a sus
discípulos a curar a los enfermos (cf. Mt
10,8; Lc 9,2; 10,9), sino que ha instituido
también para ellos un sacramento
específico: la Unción de los enfermos.[66]
La Carta de Santiago atestigua ya la
existencia de este gesto sacramental en la
primera comunidad cristiana (cf. 5,14-16).
6. EUCARISTÍA Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Postsinodal
Sacramentum Caritatis n. 22
Si la Eucaristía muestra cómo los sufrimien-
tos y la muerte de Cristo se han transforma
do en amor, la Unción de los enfermos, por
su parte, asocia al que sufre al ofrecimiento
que Cristo ha hecho de sí para la salvación
de todos, de tal manera que él también pue
da, en el misterio de la comunión de los san
tos, participar en la redención del mundo.
7. EUCARISTÍA Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Postsinodal
Sacramentum Caritatis n. 22
La relación entre estos sacramentos se
manifiesta, además, en el momento en que
se agrava la enfermedad: «A los que van a
dejar esta vida, la Iglesia ofrece, además de
la Unción de los enfermos, la Eucaristía
como viático».
8. EUCARISTÍA Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Postsinodal
Sacramentum Caritatis n. 22
En el momento de pasar al Padre, la comunión
con el Cuerpo y la Sangre de Cristo se manifies-
ta como semilla de vida eterna y potencia de
resurrección: « El que come mi carne y bebe mi
sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en
el último día » (Jn 6,54). Puesto que el santo
Viático abre al enfermo la plenitud del misterio
pascual, es necesario asegurarle su recepción.
9. EUCARISTÍA Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
Benedicto XVI, Exhortación Apostólica Postsinodal
Sacramentum Caritatis n. 22
La atención y el cuidado pastoral de los
enfermos redunda sin duda en beneficio
espiritual de toda la comunidad, sabiendo
que lo que hayamos hecho al más pequeño
se lo hemos hecho a Jesús mismo (cf. Mt
25,40).
10. EUCARISTÍA Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
3.3 Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10, 25-37)
«Un hombre bajaba
de Jerusalén a Jericó,
cayo en manos de
unos bandidos, que
lo desnudaron, lo
molieron a palos y se
marcharon,
dejándolo medio
muerto.
Desnudar: despojar de inmortalidad
Moler a palos: herir dejando inclinado
al pecado
11. EUCARISTÍA Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10, 25-37)
Por casualidad, un sacerdote bajaba por aquel
camino y, al verlo, dio un rodeo y pasó de largo. Y lo
mismo hizo un levita que llegó a aquel sitio: al verlo
dio un rodeo y pasó de largo.
12. EUCARISTÍA Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10, 25-37)
Pero un samaritano
que iba de viaje,
llegó a donde estaba
él y, al verlo, tuvo
compasión, se le
acercó, le vendó las
heridas, echándoles
aceite y vino … Aceite: Unción
Vino: Eucaristía
13. EUCARISTÍA Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10, 25-37)
y, montándolo en su
propia cabalgadura, lo
llevó a una posada y lo
cuidó. Al día siguiente,
sacó dos denarios y,
dándoselos al
posadero, le dijo:
"Cuida de él, y lo que
gastes de más yo te lo
pagaré a la vuelta."
Posada: Iglesia
14. EUCARISTÍA Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10, 25-37)
«Pues si tan
misericordioso y
humano fue un
samaritano hacia un
desconocido, ¿quién
nos perdonará si
descuidamos a nuestros
hermanos en males
mayores?», se pregunta
San Juan Crisóstomo.
Posada: Iglesia
15. EUCARISTÍA Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10, 25-37)
Y, después de
aconsejar que no
indaguemos por qué
otros no lo han hecho
–especialmente si
son heridas del alma–
, dice: «Cúrale tú y no
pidas a nadie cuenta
de su negligencia.
Posada: Iglesia
16. EUCARISTÍA Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
Parábola del Buen Samaritano (Lucas 10, 25-37)
Si encontrases una mone-
da de oro, a buen seguro
que no pensarías: ¿por qué
no la ha hallado otro? Al
contrario, correrías a to-
marla cuanto antes. Pues
has de saber que cuando
encuentras a tu hermano
herido, has encontrado
algo que vale más que un
tesoro: el poder cuidarle».
No dejemos de hacerlo.Posada: Iglesia
17. EUCARISTÍA Y UNCIÓN DE LOS ENFERMOS
Apóstolado para los enfermos
En la Instrucción Vaticana sobre algunas cuestiones acerca de la
colaboración de los fieles laicos en el sagrado ministerio de los
sacerdotes (1997) se indica así:
Articulo 9. El apostolado para los enfermos § 1. (…) Allí
donde los fieles no ordenados acompañan a los
enfermos en los momentos más graves es para ellos
deber principal suscitar el deseo de los Sacramentos de
la Penitencia y de la sagrada Unción, favoreciendo las
disposiciones y ayudándoles a preparar una buena
confesión sacramental e individual, como también a
recibir la Santa Unción.
18. PREFACIO COMÚN VIII
En verdad es justo darte gracias y deber nuestro
alabarte, Padre santo, Dios todopoderoso y eterno,
en todos los momentos y circunstancias de la vida,
en la salud y en la enfermedad, en el sufrimiento y
en el gozo, por tu siervo, Jesús, nuestro Redentor.
Porque él, en su vida terrena, pasó haciendo el
bien y curando a los oprimidos por el mal.
19. PREFACIO COMÚN VIII
También hoy, como buen samaritano, se acerca a
todo hombre que sufre en su cuerpo o en su
espíritu, y cura sus heridas con el aceite del
consuelo y el vino de la esperanza. Por este don
de tu gracia, incluso cuando nos vemos
sumergidos en la noche del dolor, vislumbramos la
luz pascual en tu Hijo, muerto y resucitado.