2. Abordaremos estos temas:
La enfermedad y el enfermo
La actitud de Jesús con los enfermos
La actitud de la Iglesia con los enfermos.
El sacramento de la Unción
El ritual de la Unción
3. La enfermedad y el enfermo
• No sólo sufre un miembro o una parte del cuerpo,
sino todo mi yo personal.
La enfermedad es
algo extraño a
nosotros mismos, que
altera nuestra vida.
• Resignación
• Rebelión
• Aceptación confiada
• O desorientación vital.
Son varias la
actitudes que
podemos tener ante la
enfermedad:
4. Respuestas ante el dolor
Distintas respuestas ante el dolor:
En el paganismo la enfermedad es el
efecto de la acción de dioses malignos.
En el Antiguo Testamento es un castigo de
la culpa. Se sigue de ello la impureza
legal, que aparta al enfermo del culto a
Dios.
En el libro de Job se acata el poder y la
sabiduría de Dios que ha enviado la
enfermedad, sin buscar una explicación.
Para algunos la existencia del dolor en el
mundo les impide creer en Dios.
Pero siempre está la pregunta
por el dolor:
¿Por qué me ha tocado a mí ?
5. La actitud de Jesús con los
enfermos
“Jesús recorría todas las
ciudades y aldeas,
enseñando en sus sinagogas,
proclamando el evangelio
del reino y curando toda
enfermedad y toda dolencia”
(Mt 9, 35).
Los enfermos, junto con los
pobres, eran los primeros
destinatarios de sus palabras
y de sus atenciones.
•Donde quiera que iba, siempre
acudían a él enfermos y personas
que sufren, puesto que veían en sus
palabras y en sus obras una
esperanza de curación o de
consuelo.
6. Jesús con los enfermos
El comportamiento de
Jesús con los enfermos
se caracterizó por
muchas curaciones
milagrosas narradas en
los evangelios.
Estas curaciones eran
signos de la salvación
definitiva de la persona,
que él venía a traer al
mundo y en la que
también la enfermedad
y la muerte, lo mismo
que el pecado, serían un
día abolidos.
7. La actitud de la Iglesia con los
enfermos
El Señor quiso asociar a los
apóstoles en su misma obra.
El anuncio del evangelio en el
mundo debía de estar
acompañado del cuidado y de la
curación de los enfermos.
Ya en sus primeras apariciones,
Pedro cura a un lisiado que
pedía limosna en la puerta del
templo:
“No tengo plata ni oro -le dijo-,
pero te doy lo que tengo: en
nombre de Jesucristo Nazareno,
levántate y anda”
(Hch 3, 1-10).
“La gente sacaba los enfermos a
las plazas, y los ponía en catres y
camillas, para que, al pasar
Pedro, su sombra, por lo menos,
cayera sobre alguno” (Hch 5,15)
8. Deber de un cristiano
Desde los primeros siglos, los cristianos se han
distinguido por su atención a los enfermos.
• De su solicitud amorosa surgieron los primeros hospitales.
Muchos santos y santas, órdenes religiosas y
congregaciones han nacido para atender estas
necesidades en todos los tiempos.
La atención a los enfermos es un deber
ineludible de todas las comunidades cristianas.
9. El sacramento de la Unción
El sacramento de la unción de los
enfermos (llamado anteriormente
“extrema unción”)
• Es el signo sacramental de la gracia del
Señor para los enfermos y los ancianos.
• Une más íntimamente a la persona con la
Pasión de Cristo.
Este sacramento ya está
prefigurado en la práctica de los
apóstoles enviados por Jesús de
dos en dos para predicar la
conversión.
• “Echaban muchos demonios,
• Ungían con aceite a muchos enfermos
• Y los curaban” (Mc 6, 13).
El uso de la unción con aceite
estaba muy difundido en Israel.
• Servía para perfumar el cuerpo y para
robustecer los músculos, dando vigor,
frescor y salud;
• Se utilizaba también para aliviar los dolores
y para curar las heridas.
El aceite, pues, era el símbolo
más adecuado para expresar la
salvación y la curación de los
enfermos.
10. Unción con óleo
La carta de Santiago habla de
una unción con óleo que ya
hacían los presbíteros de la
primitiva Iglesia:
“¿Está enfermo alguno de vosotros?
Llame a los presbíteros de la Iglesia, que
recen por él y lo unjan con óleo en el
nombre del Señor.
•La oración hecha con fe salvará al enfermo y el
Señor lo restablecerá; y si hubiera cometido algún
pecado, le será perdonado” (St 5, 14-15).
Esta práctica de las primitivas
comunidades se difundió muy
pronto en toda la Iglesia y ha venido
realizándose hasta nuestros días.
11. El ritual de la Unción
El concilio de Trento declaró que el
texto del apóstol Santiago promulgaba
el sacramento de la “extrema unción”,
como entonces se llamaba.
• En él no hay nada mágico.
• La unción tiene un significado sacramental y su
efecto va unido a la oración en nombre del Señor.
• Es un remedio para el espíritu y para el cuerpo,
para que la debilidad física no lleve al enfermo a
la desesperación o a la rebelión.
12. Unión íntima
El sacramento de la Unción
confiere una gracia particular,
• Que une más íntimamente al enfermo a la
Pasión de Cristo
• Por su bien y por el de toda la Iglesia
• Otorgándole fortaleza, paz, ánimo y
también el perdón de los pecados, si el
enfermo no ha podido confesarse.
Además, este
sacramento concede a
veces, si Dios lo quiere,
la recuperación de la
salud física.
En todo caso, esta
Unción prepara al
enfermo para
pasar a la Casa del
Padre.
13. Unción de los enfermos
El concilio
Vaticano II ha
llamado a este
sacramento
“unción de los
enfermos”
Para indicar que
no está destinado
sólo a los
enfermos que
están a punto de
morir.
Por tanto, el
tiempo oportuno
para recibirlo
comienza
• “Cuando el cristiano
ya empieza a estar en
peligro de muerte por
enfermedad o por
vejez” (SC 73).
14. Por esta santa Unción
• “Por esta santa Unción y por su
bondadosa misericordia te ayude
el Señor con la gracia del Espíritu
Santo. Amén.
• Para que libre de tus pecados, te
conceda la salvación y te conforte
en la enfermedad”. Amén.
Mientras el
sacerdote unge
la frente y las
manos del
enfermo, recita
la siguiente
oración:
15. ORACIÓN
Te rogamos, Redentor nuestro, que por la gracia del
Espíritu Santo, cures los dolores de los enfermos, sanes
sus heridas, perdones sus pecados, ahuyentes todo
sufrimiento de su cuerpo y de su alma y les devuelvas la
salud espiritual y corporal, para que, restablecidos por tu
misericordia, se incorporen de nuevo a los quehaceres de
su vida. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos.
Amén.