1. LA PALABRA ES VIDA
La vida que nace del Evangelio para cada semana de Adviento
CÁRITAS DIOCESANA DE ALCALÁ DE HENARES
Domingo XXXIV del T.O. Solemnidad de Jesucristo, Rey del Universo (Juan 18, 33b-37)
Preguntó Pilato a Jesús: “¿Eres tú el rey de los judíos?”. Jesús le contestó: “¿Dices eso
por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí?”. Pilato replicó: “¿Acaso soy yo judío? Tu
gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí: ¿Qué has hecho?”. Jesús le
contestó “Mi reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia
habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino no es de aquí”.
Pilato le dijo: “Con que, ¿tú eres rey?”. Jesús le contestó: “Tú lo dices: soy Rey. Yo para
esto he nacido y para esto he venido al mundo; para ser testigo de la verdad. Todo el
que es de la verdad, escucha mi voz”.
“Así se hace la paz”
Para muchos la paz es sinónimo de victoria. Pero no es así. Después de una
guerra, sólo los que han vencido se sienten con derecho a llamar paz al
silencio de las armas; para los otros, esa especie de paz enmascara una
realidad muy distinta, y muy triste: la derrota. Por eso una paz así, de unos
sobre otros, no merece el nombre de paz. Como tampoco se puede hablar de
paz siempre que dos enemigos no luchan entre sí; puede que, simplemente,
se estén guardando el aire porque se temen demasiado.
La paz verdadera llega por otra puerta. No nace de la victoria, sino del
perdón, de la reconciliación: la paz llega cuando dos, que eran enemigos,
deciden olvidar sus diferencias y se dan la mano. Sólo llega la paz de verdad
cuando entra en juego el amor.
El amor es el componente necesario de la paz. Y amar es darse, es compartir,
es ceder de su derecho, es aceptar la parte de verdad que el otro tiene, es…
morir. De ahí que Dios, cuando decidió regalarnos la paz, cuando quiso hacer
posible nuestra reconciliación con Él, tomará decididamente el camino de la
cruz y de la muerte: “Por Él –por Cristo- quiso reconciliar consigo todos los
seres: los del cielo y los de la tierra, haciendo la paz por la sangre de su
cruz”.
Por eso es en la cruz, precisamente en ella, donde se acaba de comprender a
Cristo Rey: donde se descubre del todo su manera de mandar sirviendo, de
reinar amando. Sólo que para descubrirlo, hay que tener una luz especial en
los ojos.
Ése es nuestro Rey. Ésa su peculiar manera de triunfar muriendo, de reinar
sirviendo. Ésas las bases para una verdadera paz: una paz sin vencedores ni
vencidos, sin trampa ni cartón, hija legítima del amor y de la justicia.
Así, amando hasta la muerte, es como se hace la paz.
PARA TU REFLEXIÓN Y COLOQUIO:
¿Dónde estás reinando sin servir?
En el camino de la vida ¿qué trampas y victorias TUYAS han dejado heridos?
¿Mi modo de actuar es pacífico y justo?
Proponte algo para la paz, algo concreto.
Publicado en http://erealcala.blogspot.com por el Departamento de Jóvenes de Cáritas Diocesana de Alcalá de Henares.