2. NUEVAS ÓRDENES
• Oratorio del Divino Amor: surgió en Roma en
tiempos de León X. Era una hermandad de
clérigos y seglares fervorosos cuyo fin principal
era difundir la devoción eucarística y la comunión
frecuente, cosa desconocida hasta entonces. Estos
grupos de oración se extendieron por Génova,
Vicenza y Venecia. Impulsaron este oratorio los
cardenales Pedro Caraffa, Sadoleto y san Cayetano
Thiene. Más que orden es un movimiento de
espiritualidad.
3. • Los teatinos son ya una orden. Sus
fundadores fueron el cardenal Pedro Caraffa
y san Cayetano Thiene. Se llamaron teatinos
porque así los llamaba el pueblo, dado que
Caraffa era obispo de Theate. Esta orden
estaba constituida por clérigos reformados;
no adoptaban normas monacales y se
consagraban al pastoreo de la grey alejada.
Su vida sacerdotal santa se extendió
rápidamente, a tal punto que santa Teresa de
Jesús dice: “Sed amigos de los teatinos”.
4. • Barnabitas: su fundador fue san Antonio María
Zaccaria (1502-1539). Es orden de clérigos
regulares. Su finalidad era la instrucción religiosa
del pueblo y la educación juvenil. Fueron
aprobados por Clemente VII en 1533.
Desarrollaron su actividad en el norte de Italia,
donde en donación recibieron el antiguo
monasterio de san Bernabé (Bárnabas) de Milán.
Se acrecentó el prestigio de los barnabitas con la
figura de san Alejandro Sáuli, superior general de
la congregación, obispo de Aleria y consejero de
san Carlos Borromeo.
5. • Capuchinos: la orden franciscana venía sufriendo
trastornos disciplinarios en el siglo XV. Con la
intervención del papa León X se lleva a cabo la
escisión franciscana: unos serán observantes y
otros conventuales (1517). Propulsor de la
observancia en Italia había sido san Bernardino de
Siena. En España, san Pedro Regalado y san Pedro
de Alcántara. Fray Mateo de Bascio (Da Bassi)
encabeza el grupo de los conventuales para vivir la
estricta regla de san Francisco (1525). Integran el
grupo fray Luis y Rafael de Fossombrone, con
apoyo de Pedro Caraffa.
6. • Obtiene la aprobación del Papa Clemente VII en
1526. Se les denominó en un inicio “ermitaños
franciscanos” y más tarde “capuchinos” porque
usaban hábitos burdos con capucha grande. Viven en
pobreza y en oración. Esta nueva rama franciscana
sufrió mucho de parte de sus mismos hermanos
franciscanos; incluso, el primer vicario general,
Mateo, y el segundo, Luis Fossombrone se volvieron
a los observantes. El tercer vicario, Bernardino
Ochino, descuidó su vida eremítica y contemplativa
por darse a una actividad asombrosa; terminó
pasándose al protestantismo y huyendo a Suiza.
7. • Pero estos contratiempos no detienen el crecimiento de los
capuchinos que, pese a todo, contaban con el apoyo de los
cardenales Contarini, Sanseverino y del reformador obispo
de Verona, Juan Mateo Giberti. Se extienden rápidamente
por toda Europa en la segunda mitad del siglo XVI y se
constituyen desde los albores, en los predicadores y
confesores de Europa, y en su apostolado entre la gente
sencilla y en las misiones. “Demóstenes del pueblo” los
llamará Lacordaire.
• Pasadas las tormentas, se consolidó la tierna rama y el papa
Paulo V les dio plena independencia de los conventuales
(1619). Forman desde entonces una nueva rama
franciscana junto a los observantes y conventuales. Corría
un verso que reza así: “Mateo de Bascio les dio el hábito.
Luis de Fossambrone la barba. Bernardino de Asti el
espíritu. El pueblo les puso nombre”.
8. • Santa Ángela de Merici funda
las Ursulinas en 1537,
dedicadas a obras de
educación. Quería salvar a la
sociedad, formando a las
madres de familia y a los
educadores.