Este documento analiza el caso de Cristina Ferreyra, una mujer cristiana que fue capturada por indígenas y mantenida cautiva. Después de varios años, decidió escapar de la toldería y emprender un largo viaje a pie de más de 400 km para regresar a su hogar en La Carlota, Córdoba. Fue encontrada débil cerca del Fuerte del Sauce y proporcionó información valiosa sobre los planes de los caciques para atacar la frontera. Su historia ilustra las duras condiciones que enfrentaban los
La cautiva del Sauce: el relato de Cristina Ferreyra
1. Grupo de Estudios Históricos
Pichi Witru
Rufino (Santa Fe)
Norberto Mollo Ennio Vignolo
2009
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2. LA CAUTIVA DEL SAUCE
ANÁLISIS DE UN DOCUMENTO
Norberto Mollo Ennio Vignolo
Las durísimas condiciones del cautiverio en las tolderías, motivaban en muchos
casos, el intento desesperado por huir buscando regresar a sus lugares de origen y a las
condiciones de vida anteriores. A veces el escape resultaba infructuoso, con severas
consecuencias para quienes lo intentaban, ya que eran sometidos a brutales castigos por
esta acción. En otras oportunidades, quizás las menos, lograban su cometido.
Algunos cautivos, escapados de los toldos, realizaron auténticas proezas para
poder sobrevivir y buscando su liberación.
El rapto de la cautiva. De Johann Moritz Rugendas. 1845
Tal es el caso de Cristina Ferreyra, una cristiana que habiendo sido capturada
tiempo atrás en los campos del Sauce (La Carlota), tomó la tremenda decisión de huir
de su cautiverio en los toldos del cacique Puñaleph, en la hoy provincia de La Pampa, y
emprender a pie el regreso a su pagos, aún a sabiendas de que eran pocas las
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de salud, las inclemencias del tiempo como de la geografía a atravesar, y el riesgo
permanente a ser recapturada. La disyuntiva era muy clara: vivir o morir. Y
evidentemente optó por vivir o en el último de los casos, morir en el camino y no en las
tolderías.
Lo más razonable es que haya transitado en su derrotero, de más de 400 km de
largo caminar, por las mismas rastrilladas por las que los indios del Mamüll Mapu
llegaban al camino de postas, para realizar sus ataques a las caravanas que por él
transitaban. Un valioso documento existente en el Archivo Histórico de la Provincia de
Córdoba, redactado por el Comandante del Fuerte del Sauce (hoy La Carlota), Ventura
Echeverría y, dirigido al gobernador de Córdoba del Tucumán Antonio Arriaga, nos
describe la forma en que fue hallada la cautiva Cristina Ferreyra, la información que
ésta trae de tierra adentro, su procedencia, planes de invasión de los indios, mención de
grandes caciques, y asimismo nos permite conocer la precariedad de recursos con que
se desempeñaba la defensa de estos parajes al inicio del virreinato.
Pueblo y Fuerte del Sauce en 1778 durante la gobernación del Marqués de Sobremonte
Archivo General de Indias. Sevilla. España
En esta década de 1770, se producen cruentos ataques sobre las fronteras de
Buenos Aires, Santa Fe y Córdoba. Precisamente, Cristina Ferreyra arribaría a las
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4. proximidades del Sauce, el 30 de octubre de 1777, el mismo día en que a pocos
kilómetros de allí, entre el Sauce y el Saladillo, una tropa de carretas en la que viajaba el
canónigo chileno Pedro Ignacio Cañas, era asaltada y muerta la mayor parte de la gente
que viajaba. Asimismo otra tropa de carretas, corría igual suerte en el camino de Las
Petacas al sur del Saladillo (en las proximidades de la actual localidad de Isla Verde)
posiblemente en forma simultánea al anterior. “Este día como alas 9 de la mañana
andando yo en la Ysla haciendo campear unas resses que me havian hecho ir de el
corral vino mi vaquiano Rivera, y me dijo q. entre la massiega se hacia escondido un
bulto apie, y q. nos arrimemos pra vuscarlo, y entonces lo mande con tres hombres, p r
donde venia, y yo tome con otros pr otro lado, y a poca distancia ya megritaron, y ví ya
trahian al q. venia apie, y esta es una de las cautibas q. llevaron, llamada Cristina
ferreyra, viuda, la q. dice se huyo a pie desde las Tolderías, y q. ha caminado 47 días,
aunq. lo mas ha estado parado en algunos lugares a caussa de haverse enfermado
varias veces y q. ostigada delos trabajos se arrojo a morir o vivir, el parage de donde
salió dice se llama Uscuncha un día de camino de las tolderias donde estubieron los
reos; y q. alli reside el Cassique Governdor Piñalefi (Puñaleph), qn. dice estaba
apromtandosse pra venir a dar en el Sauce, y debajo de dho y segun da a entender es en
la Cruz alta, o Caveza del Tigre pr q. dícen q. solo allí ai muchas haciendas (como assí
es) vienen con el Cassique Curruibili, y Guenocal, y q. Yanquelemus haprestado los
coletos de su gente pra q. traigan estos, pr tenér el q. ir pra otras tolderias y q. asimismo
van otros a dar a dar a Lujan, deesto tambien escribo este día a B s. Ays. pr haverme
proporcionado ocassion...”.
Se desprende de esta parte del documento, que en momentos en que el
comandante del Sauce Ventura Echeverría se hallaba recogiendo hacienda con algunos
de sus hombres, en vecindades del fuerte, advierten la presencia semioculta de una
persona entre la maleza. Seguramente, presa de los horrores y vivencias pasadas, la
cautiva Cristina no se había identificado de inmediato, quizás por su estado de situación
y por el temor a reeditar la experiencia vivida en los toldos no diferenciaba si se trataba
de soldados o de su captores. Asimismo, con mucho sigilo, ante la posibilidad de se
tratara de bomberos indios, finalmente se acercaron y constataron que se trataba de una
mujer, la que fue llevada al Sauce.
Relata la cautiva el largo viaje emprendido desde el paraje Uscuncha (situado
muy probablemente entre Calchahue y Marivil), seguramente ha transitado siguiendo el
camino que pasaba por Trenel (conocida como rastrillada de Trenel), por Tres Lagunas,
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5. donde se dividía en otros dos caminos, uno hacia Langheló y el otro, mas hacia el norte,
rumbo al Sauce, pasando por Italó. Este último parcial, conocido como rastrillada del
Sauce, es el que ha debido seguir la cautiva. Obviamente debía transitar por las
rastrilladas, porque apartarse de las mismas significaba perderse y morir en el desierto.
Esta penosa marcha la debe haber tenido muy atenta y preocupada, ya que por este
camino se producía el tránsito frecuente de los malones que incursionaban sobre el
camino de postas, y ante cualquier movimiento o sospecha de desplazamiento de
personas, se vería obligada a apartarse de la senda y ocultarse. Su precario estado de
salud, por todo lo pasado, y por las inclemencias del tiempo, hizo que tuviera que
detenerse, a veces varios días en un solo lugar.
En estas difíciles condiciones recorrió alrededor de 380 Km, en tan solo 47 días.
Esta distancia es posible obtenerla, al medir sobre la traza de las rastrilladas enunciadas,
y reconstruidas en la carta I.G.M. escala 1:500.000.
Asimismo el relato de Cristina Ferreyra nos hace conocer los caciques que
habitaban la parte norte del Mamüll Mapu, donde ella había estado cautiva, y que
lideraban parcialidades que producían malones en distintas partes de las fronteras.
Indica que un lugar codiciado por la presencia de mucha hacienda era la zona de Cruz
Alta y Cabeza de Tigre (lugares estos próximos al Saladillo). El cacique Puñalef, junto a
Curruibili y Guenocal se aprontaban para producir el malón en esta zona, formando
parte de un fuerte contingente invasor liderado por Llanquitur, y otros caciques como
Carripilún, Payllatur, Lepian, Quilan, Neuquen, etc. Esta intención se haría realidad con
el asalto a una tropa de carretas en el Saladillo, precisamente el mismo día 30 de octubre
de 1777, en momentos en que era descubierta Cristina Ferreyra por Ventura Echeverría
y sus hombres, no logrando ésta dar aviso con suficiente antelación. En forma casi
simultánea los mismos invasores atacarían a otra tropa de carretas, sobre el camino de
Las Petacas, al sur del Saladillo, con el trágico saldo de 47 muertos y muchos cautivos
entre ambos ataques, y además robo de hacienda. El otro malón proyectado sobre Luján,
quizás haya sido el que se diera sobre Rojas el 19 de octubre.
Si complementamos el estudio de este documento con el de las expediciones de
1776 y 1779 [Coleccion de viages y expediciones a los Campos de Buenos Aires y a las
Costas de Patagonia, Primera edición. Buenos – Aires, Imprenta del Estado, 1837] , se
corrobora la fidelidad de los datos aportados por la cautiva respecto de los caciques
moradores del Mamüll Mapu, pudiendo precisarse su habitat por entonces, y por ende el
lugar de procedencia de Cristina Ferreyra. Así Piñalefi, Puñaleph, Puñalef, Pinolef
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6. (Püñalef, de Püña: hijo; lefi: correr o huir; “Hijo que corre ”) moraba en Calchahue,
sobre el camino de las Víboras, Yanquelemus (Llangkalemu, de Llangka: joya, lemu:
bosque, selva; “Joya del Bosque”) vivía en los médanos de Trenel (donde también
residía Lepian), Curruibili (Kurrüvilu, de Kurrü: negro, vilu: serpiente; “Serpiente
Negra”) vivía en Antorué (Toro Muerto).
Vista actual de los médanos de Trenel, en cercanías de la localidad de Caleufú.
Ante el aviso de Cristina Ferreyra, de que la proximidad de una invasión podía
ser cierta, como efectivamente lo era, Ventura Echeverría manda dos partidas a recorrer
los campos cercanos al Sauce a partir del día 31 de octubre, y otra mas hacia el sur,
alcanzando el Cerrillo de la Plata sobre el río Quinto. También, presuroso de preservar
la integridad de la comandancia y presidio del Sauce, ordena al capitán Pedro Thomás
López, que con los pocos hombres que le quedaban vinieran a defender esta guarnición.
“Yo tengo ya dado esta mañana orden p ra q. salgan mañana dos partidas de gente a
correr el campo pr distintos parajes, assimismo tengo mandado orden al Capp n. Dn.
Pedro Thomas Lopez mande otra partida a correr desde el Cerro de la Plata, Uncal, y
Laguna de los Toldos, y q. con el resto de su gente venga a guarnecer este Precidio, el
mismo passe al Cappn. Dn. Gregorio Arballo de tegua, y al Cappn. Dn. Geronimo
fernandes, y al Mtre de Campo Correa le pido una Comp a. a fin de poder juntar
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7. doscientos hombres pues solo pr querer Ds castigarnos no los sentiremos segun lo tengo
puestos los espias en campaña, solo quedo con el desconsuelo q. no tengo con q.
mantener esta gente, pues nó ignora V.S. no tengo ganado alguno, ya hare conocera lo
q. importa el tenerlo aquí pues no haviendo q. darles de comer no puede mantener un
mes ninguna partida de soldados, assimismo se necesita Cavallada por p r q. en estos
tiempos vienen todos cassi a pie, yestando la cavallada de el Rey resservada havia
como hazer que algun Soldado su obligacion Usas no se atenga al Ramo de Sissa pr q.
este no alcanza (como dicen) pra nada, pues...”. Dada la situación imperante, y
procurando reunir mayores fuerzas para la defensa de la frontera, Ventura Echeverría
solicita al comandante de Río Tercero Manuel Correa le envíe una compañía para que
con los que tiene pueda reunir unos 200 hombres. El principal problema que tenía
Echeverría era no tener hacienda en la zona para la alimentación de esta fuerza reunida
y, además, se hallaban casi todos a pie por no tener caballos. Esta situación denotaba la
precariedad de recursos logísticos con que se contaban, como la fragilidad que
ostentaban todas estas fronteras en cuanto a la defensa.
Más adelante, en el documento, Ventura Echeverría vuelve a insistir sobre la
importancia de que se le provea de gente y elementos, fundamentalmente para comenzar
con las tareas de levantamiento del nuevo fuerte del Sauce. Solicita al gobernador
Arriaga la remisión de personal, pero no de la ciudad de Córdoba, sino de las fuerzas
acantonadas en Calamuchita. Da cuenta asimismo de la necesidad de herramientas,
materiales y municiones para la defensa. “...solo sí le pído no me mande gente de la
ciudad prq. no tengo como mantenerlos, ni menos cavallos q. darles, q. yo aquí con la
gente de Campaña me avendre,En Calamuchita esta una Comp a. de Pardos q.
no ..........; esta puede su Sría. mandarmela pr dos meses para q. me ayuden el repazo de
trabajar el fuerte, assimismo me remita hasta el rio Tercero las quatro palas, y
hazaderas q. pedí a su Sría. pues ya es tiempo de trabajar en adobes p ra hazer un fuerte:
tambien nessessito media resma de papel pra tener pra cartuchos, pues aquí andamui
escasso, puede VSa. mandarmela al Rio tercero tambíen, y q. deái seme traiga todo, yo
no remito un soldado hasta la ciudad prla nessessidad q. tengo de gente, pr q. condoce
q.tengo no ái aquí pra nada qdo (cuando) eltiempo esta amenazado como ahora.
Nessessito sememande m’ polvora, y valas, p r q. con la q. tengo, y municiones no ái p ra.
Cañones, Pedreros, y fusilería, q. nunca este genero estaba en los fuertes, antes sí debe
estar de Sovra: Assí mismo remito la minuta pr menor de la Madera q. se nessessita pra
las cureñas, q. mandandome uno q. sepa de Acha, y azuela yo medare maña p ra
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8. montarlas segun regla, de qualquiera otra cossa q. ocurra dare prompto avisso a su
Sría. pra su determinacion”.
Este petitorio que formula Echeverría, nos permite conocer la patética realidad
que se vivía en estas latitudes fronterizas. En particular resulta por demás llamativa la
escasa dotación de personal, de tan solo doce hombres para la defensa de una frontera
inmensa, y que obviamente nada podrían hacer ante cualquier incursión aborigen,
máxime si tenemos en cuenta que en esos momentos se producía la invasión que asolaba
los campos del Saladillo y del Sauce liderada por Llanquitur, Carripilún y otros, con los
trágicos resultados ya mencionados, y que reunían hasta setecientos guerreros. Dentro
del personal destacado a las órdenes de Ventura Echeverría, se distinguían el baqueano
Rivera y el capitán Pedro Thomas Lopez. Otros jefes militares que actuaban por
entonces en el sur de Córdoba era el Maestre de Campo Manuel Correa, de Río Tercero;
el capitán Gregorio Arballo de la pequeña fortificación de Tegua; menciona asimismo
Echeverría al capitán Gerónimo Fernandez.
La situación del fuerte del Sauce en 1777 es bien retratada por la categórica
expresión de Ventura Echeverría al señalar: “...y pr esta povre frontera, q. pr horas
espera su total ruina pr no tener sus vecinos como fortalezersse nimenos haver un ramo
(como en otras partes) pra ayuda de esta obra, y...”
MUJERES EN LA FRONTERA: ATRACTIVO PARA EL MALÓN
Por entonces en la frontera del Sauce habitaban algunas mujeres formando parte
de la vecindad, tanto en el precario poblado como en la campaña, significando su
presencia un motivo atrayente para el malón, tanto para la codicia personal del indio que
la quería tomar como propia, como por la posterior posibilidad de canje, exigiendo un
rescate para su liberación, a lo que solían acceder sus familiares. Al respecto, la ex –
cautiva Cristina Ferreyra, señala que es inconveniente que habiten mujeres en esta parte
de la frontera, porque además de lo expuesto eran sabedores de que el hombre blanco
era permisible a las exigencias de pago por el rescate. “La cautiva dice no conviene
esten estas chinas en esta frontera, sino q. las lleven donde no sepan de ellas p r q. sus
deudos estan siempre resistiendo hagan daño pr ellas al Español, y q. los Cassiques q.
estubieron en la ciudad decian alla q. el Español hera bueno, o miedosos p r q. les
compraban las cautibas q. ellos les quitaban, y q. asi les tenia m. quenta tener guerra,
q. paz, Usa. con estas razones determinara lo q. hallasse pr m. conveniente,...”
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9. Aspecto de la inmensa llanura pampeana transitada por Cristina Ferreyra, en proximidades de los
médanos de Trenel.
FUENTE DOCUMENTAL:
Archivo Histórico de la Provincia de Córdoba, Fondo Escribanías Nº 4. Nota del
comandante del presidio del Sauce, Ventura Echeverría al gobernador de Córdoba
Antonio Arriaga. 30 de octubre de 1777, Legajo Nº 1, Expediente Nº 19.
DATOS DE LOS AUTORES
Norberto Mollo Ennio Vignolo
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